¿Cómo explicar un texto sin
traicionarlo?
Borges en el cuento “Pierre
Menard, autor del Quijote” hace una broma que siempre me pareció absurda y que
con el tiempo me fue haciendo sentido. El autor en cuestión escribe con las
mismas palabras el texto de Cervantes, pero, esta vez el texto, al ser escrito
por él tiene otro autor y por tanto es otro texto, también otro autor.
Es en realidad, la historia de muchas otras historias, y lo que nos permite decir que Hamlet no es sino una versión del Edipo y que la historia de Cronos se repite cada generación hasta nuestros días y se repetirá hasta el final de los tiempos.
Es en realidad, la historia de muchas otras historias, y lo que nos permite decir que Hamlet no es sino una versión del Edipo y que la historia de Cronos se repite cada generación hasta nuestros días y se repetirá hasta el final de los tiempos.
La interpretación del
articulito de Lacan propuesto, para ser fiel al espíritu de su autor, debía de
reproducir puntualmente la amplísima cultura de ese autor, su pedantería, su
desprecio hacia el público no enterado de su horizonte histórico y sobretodo,
su estilo críptico y lleno de chanzas picarescas destinadas a hacer polvo a sus
adversarios. Ese estilo que ha producido tantos imitadores que juegan a ser copias tristes del original.
El estilo literario del tal
Jacques se ha ganado la fama de ser uno de los más difíciles y sin embargo —tal
vez, precisamente por ello— se ha convertido en un Best seller. Su escritura es
una malla apretada de conceptos, citas y bromas culturales que rehúsan la
formulación de enunciados claros. No pretende ahorrar, a quien topa con sus
textos, el menor esfuerzo y cuenta incluso con que las dificultades inherentes
a su lectura ejerzan un efecto de fascinación en el lector atrevido.
Mucho de esa escritura
permanece ilegible al primer contacto y también después de eso. La textura
polisémica e imaginativa de sus textos conserva siempre enigmas, aún para
aquellos que se han adentrado en su obra con detenimiento.
La razón de este fenómeno quizá
estriba, en parte, no sólo en la leyenda que acompaña esas letras, un
personaje, amigo de las vanguardias filosóficas y artísticas, que trascendió
los ideales burgueses familiares para convivir junto a figuras tales como
Sartre, Picasso, Dalí, Buñuel, Merlau Ponty, Heidegger y Lévi-Strauss, sino en
el hecho de que el estilo Lacan tiende a un gusto por el escollo.
Su obra es mayormente oral,
como si hubiese querido dejar a la interpretación y al malentendido jugar un
papel en la transmisión de su enseñanza. Debemos al empeño de su ex-analizante,
editor de los Escritos e interlocutor intelectual Françoise Whal, que haya
tomado forma la trascripción y reescritura de algunos de los pasajes más
trascendentales de su obra. El escándalo siguió a la publicación del libro del
cual procede el escrito que vamos a recrear. Sus críticos no sólo cuestionaban
lo que dice, sino la manera en que lo hace y le acusaron de ser poseedor de un
estilo confuso, oscuro y perverso.
Entrar en sus
"Escritos", es como transitar por un laberinto lleno de pasadizos
secretos, espejos y puertas que abren nuevos significados a la tarea de la
lectura. Su pícaro ingenio rivaliza con el de Rabelais, su inteligencia con la
de Proust, su tacto poético con el de Apollinaire. Él mismo, solía pensarse, a
veces, como un artista y gustaba de exhibirse ante el público tal y cómo lo
hace un actor adicto a las luces mostrándose con su capa larga fuera de época
como un mosquetero venido de otros tiempos. Sin embargo, también sus trabajos
reflejan una rigurosidad clínica impecable, un apego al análisis de los hechos
que deriva en una formalización no vista antes en el psicoanálisis.
La obra de Lacan, nos brinda
una nueva dimensión y punto de vista sobre el dispositivo analítico. Cuestiona
la práctica tradicional de formación de analistas, haciéndonos reflexionar
sobre la teoría y la práctica clínica, en el contexto de los nuevos avances en
disciplinas tales como: la antropología, la lingüística, la investigación
literaria y las matemáticas. Para todo aquel interesado en la teoría
psicoanalítica y su aplicación en la clínica, la literatura, el discurso
jurídico y la pedagogía, resaltará la importancia de un estudio serio y
detenido de quien revolucionó el mundo intelectual francés y dividió la
práctica psicoanalítica entre un presente y un pasado.
¿Tiene alguna importancia
filosófica? Yo pienso que sí... filósofos como Foucault, Althusser, Derrida,
Paul Ricoeur, Jean Hyppolite y Forrester le toman en serio. Otros, la mayoría,
le consideran inconsistente y charlatán... Sockal y Brickman le han incluído
como personaje estelar de su libro... el título lo dice todo: "Imposturas
intelectuales".
Lacan basa su teoría en el
significante Freud y ha aplicado sobre él su teoría del privilegio del
significante sobre el significado, estableciendo así, un “Retorno a Freud” cuya
esencia es la relectura, exégesis y comentario de los textos capitales del
psicoanálisis, con el agregado de abrir interrogantes, sobre puntos que se
consideraron de sutura. El resultado es singular, se produce un replanteo de
esos problemas abiertos (Vg. La teoría del Yo y el narcisismo) y se crea una
teoría sin punto de cierre. Las formulaciones de Lacan, se van sucediendo unas
a otras y aunque su punto de partida es Freud, no cabe duda que su espíritu lo
impulsa a la trasgresión de significaciones preestablecidas. Freud tiene una
ambición focalizada en el señalamiento de los orígenes, tómense como ejemplos
conceptos del Urväter (padre de la horda primitiva), Urverdrängung (represión
originaria).
Del lado de Lacan,
encontramos, el ánimo de un siglo XX atormentado por los efectos de la técnica
y el fracaso de la razón, en dónde la posmodernidad de nuestros días apunta a
otro lugar donde no existe un origen pleno de las cosas... Dios ha muerto.
Esto se traduce en una
vacilación ante la ubicación del discurso psicoanalítico y el desarrollo de un
estilo cerrado, enigmático de su enseñanza, pletórico de imágenes poéticas y
salvajes al estilo de un cierto señor Bataille y que van decantándose en
formulaciones cada vez más sintéticas, más abstractas, cómo si se quisiera
buscar nuevamente en la Razón una balanza fiel de ese monstruo llamado
Inconsciente.
¿Cuál es el tema de Subversión
del Sujeto y dialéctica del deseo contenido en sus Escritos? ¿Qué
aporta al conocimiento del hombre y a la filosofía?
El tema es el cuestionamiento
del sujeto descartiano. Aquel que en las Meditaciones filosóficas y en el
Discurso del método se deja entrever en la frase como fundamento de la
existencia:
COGITO ERGO SUM.
PIENSO LUEGO EXISTO.
Es el sujeto de la cogitación,
del enunciado, del pensamiento, el que basa su existencia en la conciencia que
será cuestionada por Freud. Sujeto que olvida el cuerpo y sus necesidades, que
no comprende el mundo más que a través de la razón y que se diferencía del
sujeto de la enunciación, de la existencia, que rebasa las afirmaciones que
están implícitas en el razonamiento de Descartes:
YO SOY LO QUE PIENSO, EL QUE
PIENSA SOY YO.
Yo no soy lo que pienso o no
totalmente al menos, soy más que eso. Soy la suma de mis prejuicios, de la
imagen falsa y narcisística de mí mismo, de mis pasiones, de las sentencias y
prohibiciones morales de mis padres y mis abuelos. Yo no pienso, sino en mí
habla el lenguaje que es transubjetivo y que no me pertenece a mí, ni a nadie.
Mi yo, mi discurso conciente, es el crisol dónde se funden historias de
generaciones atrás y que aparece como una unidad engañando al ojo como lo hacen
los anamorfismos de pintores como Archimboldo o Salvador Dalí. La película
“Being John Malcovich” de Spike Jonze muestra de manera tragicómica la
posibilidad de que nuestra identidad no sea sino una fachada, una marioneta que
como si fuese un árbol hueco, es habitado por uno o más personajes provenientes
del presente y sobretodo del pasado, esta imagen ya había sido insinuada por el
arte de Jeronimus Bosch en el “Jardín de las delicias”.
El lenguaje que no sólo figura
y ordena el mundo sino que lo oculta... somos moscas en un gran frasco que
gozamos de la ilusión de libertad.
¿Desde dónde habla y cuestiona
Lacan? No desde la psicología académica que se basa en el empirismo simple.
Habla desde el lugar del psicoanalista que no es el pastor de almas, ni un
director espiritual, pues no tiene un saber sobre el Bien del paciente en
abstracto, no busca la adaptación del paciente per se a una
realidad que desde el inicio al analista no puede parecerle sino sospechosa. El
analista con su escucha posibilita que el paciente se escuche a sí mismo, a sus
mentiras y contradicciones, a su crueldad disimulada tras las buenas
intenciones. El psicoanalista no castiga ni amenaza, sobretodo no absuelve.
Enfrenta al paciente al horror de su alma sin barreras, dejando de lado la
valoración moral de los actos del analizante y llevándolo de la mano al
encuentro con su verdad, con su angustia en términos kierkegaardianos, con su
ser ahí para decirlo en términos heideggerianos. No aboga por la acomodación
del sujeto a las murmuraciones sociales, sino a su liberación, en lo posible,
del deseo de los otros, con la consecuente toma de riendas de la propia vida.
La afirmación de Lacan al
principio de este escrito es sarcástica, irónica, petulante: “Ser filósofo
quiere decir interesarse por aquello por lo que se interesa todo mundo” (P.
773). Es decir, los analizantes se preguntan el POR QUÉ de las cosas y del ser,
quizá sin las herramientas del filósofo pero sus preguntas no tienen por qué
ser menos filosóficas. Cuestionan su manera de vivir, su entendimiento de las
cosas, lo hacen ante situaciones críticas que no les dejan otra alternativa
sino enfrentar esa pregunta. La respuesta no está para ellos — esto es
importante—, en un sistema filosófico, sino en ellos mismos, acuden al análisis
a compenetrarse con la poesía inefable que mana de un manantial interno y
oculto. En palabras de Lacan:
“La verdad no es otra cosa
sino aquello de lo cual el saber no puede enterarse de que lo sabe sino
haciendo actuar a su ignorancia” (P. 777).
El sujeto del inconsciente
para Lacan es el que subyace al discurso conciente, hay que aprender a oírlo y
saber que dobla nuestro discurso cotidiano. Es por ello que el grafo del deseo
se despliega en dos pisos en el cual el superior representa al nivel
inconsciente, es una metáfora gráfica que apunta a que la conciencia se halla
siempre por debajo del discurso del inconsciente que por cierto, no es
colectivo pues no se encuentra ahí de una vez y para siempre con sus contenidos
fijos, sino que se va produciendo... retroactivamente.
El acento del escrito está en
la estructura y diría de la escritura:
— La estructura que no es otra
que la del lenguaje. Dónde el S del significante saussuriano va a representar
al sujeto mismo con el agregado de que está tachado como si fuese un signo de
pesos. Este signo representa de manera ideogramática, al sujeto atravesado por
una falta de satisfacción constitutiva... el sujeto es no otra cosa que un
sujeto deseante comprometido por su deseo a una búsqueda infructuosa que sólo
termina con la muerte.
— La escritura porque la
pretensión de Lacan es escribir de manera sintética, algebraica las coordenadas
de este sujeto del inconsciente... es un intento de formalización que está
preñado - paradójicamente - por el espíritu de la razón y también por el absurdo
que implica una escritura sobre algo que no puede ser revelado, hecho positivo
del todo.
En 1953 ya lo había intentado
hacer con la invención de su ternario: Simbólico, imaginario y Real que puede
corre en paralelo a la teoría de los mundos popperianos, a pesar de las
críticas que éste formula al psicoanálisis en sus escritos. También recuerda
mucho a las dimensiones 1, 2 y 3 de Pierce. Lo simbólico es el lenguaje, la
morada del ser; lo imaginario apunta a las recombinaciones, lo subjetivo, la
inteligencia del estado de las cosas que surge a través de la metáfora y la
poesía; lo real apunta a la Cosa en Sí kantiana. Al interrogarse sobre la
cuestión de la palabra —es decir, el símbolo—, esencia de la experiencia
analítica, nos hace saber que palabra en el hombre es algo que implica la
dimensión del acto.
La primacía del significante y
el predominio de lo Simbólico recorre todo el escrito en lo que pudiera
llamarse según Eco un imperialismo lingüístico. En una perspectiva similar a la
de Cassirer y empapada en los estudios de Lévi-Strauss. Afirma que gracias al
símbolo el hombre existe y consiste. Debido a éste se realizan alianzas,
intercambios y prohibiciones entre los animales humanos que se reconocen en
términos de: “...padre, madre, hijo... etc.” Se configuran así sus relaciones
con la realidad, que merced a la sustentación en proposiciones negativas
universales de resonancia ética, subvierten el orden de la Naturaleza, es por
eso también que cualquier pretensión de fundición del hombre con ella, al estilo
New Age, está destinada al fracaso... debemos aprender a convivir con ella, a
respetarla en lo escencial pero no podemos fundirnos con ella y no debemos
ontologizarla.
La verdad del sujeto del
inconsciente emerge a través de las formaciones del Inconsciente (chiste,
síntoma, sueño, lapsus, etc.), Lacan refrenda en el escrito su tesis de que el
“Inconsciente está estructurado como un lenguaje” pero lo vincula a conceptos
que recorren caminos paralelos y complementarios, tales como el que va del
Significante a la Voz; alterno e incluyente a la ruta del Goce a la Castración.
Se aborda la cuestión del sentido y el sin-sentido, de la metáfora y la
metonimia. Se definen los términos de una primera topología de funcionamiento
del significante a nivel del sujeto, desembocando trágicamente el discurso,
independientemente del valor conceptual, en un lenguaje endogámico de
entendidos y con inevitables derivaciones casi religiosas.
El sujeto depende siempre del
reconocimiento del Otro simbólico (A) que encarna siempre la legitimidad del
código. En el grafo vemos aparecer una diferencia entre A y a... volveremos
sobre el asunto.
Antes de continuar, demos
nuestra visión del grafo como punto medular del escrito. Éste trata de
sintetizar la enseñanza de Lacan hasta esos años y se convierte en más y más
obtuso, hasta el punto que su notación, oculta en realidad lo que debiera
mostrar con claridad.
Nuevos símbolos de relación
lógica son introducidos, no obstante evocan las ambiguas demostraciones
filosóficas de Gustavo Bueno, plasman en símbolos, conceptos del arsenal
lacaniano. Por ejemplo: el punzón <> que relaciona dos términos
según la posición relativa que estos ocupan haciendo la síntesis de las
proposiciones: “mayor que” “menor que”; “intersección” “unión”.
Así leemos: $ <>
D como la fórmula de la pulsión, forma (s) específica (s) de relación del
hombre con su deseo.
Que podría leerse: “Del lado
del sujeto —habitado por el deseo y por tanto en falta de una satisfacción
total que pueda hartar su deseo—, la demanda de la madre es menor y el sujeto
la percibe como algo a lo que podría sustraerse”; y completarse con la
afirmación: “Sin embargo, del lado de la demanda de amor de la madre el sujeto
es menor, insignificante y es absorbido por ésta”. También: “El lugar de la
pulsión es aquel desde el cual la demanda del Otro hace intersección y se
compenetra con el sujeto” y también: “la pulsión no es un ente orgánico que
dependa estrictamente de una predestinación biológica, sino que la relación con
la presencia materna, troquela las formas que en que ésta se va a manifestar”.
El piso de arriba del grafo es
el del significante, el plano del inconsciente; el de abajo el de la
significación, el plano de lo consciente. Los valores de los términos (a, I, m,
A, d, etc.) en el grafo llaman a explicaciones que faciliten su lectura.
El grafo que ocupa la parte
central del escrito se puede leer de una manera no unívoca, pero las constantes
sugieren que lo que está en juego es el viaje del significante (también el sujeto)
a la significación misma. Se describe la oposición del sujeto en una cadena
intersubjetiva... la metáfora apunta a señalar que los humanos son como
significantes en el sentido saussureano, dependen de su lugar en la cadena y de
su contrastación frente a otros significantes para significarse, por sí solos
los seres humanos, nada significan. Ilustremos con una pregunta: ¿Quién es
Jorge? Respuesta: El que no es Jaime. En otros términos, el significante dos de
la cadena adquiere su significación respecto del significante uno.
El sujeto tachado ( $ )
habitado por una falta en su ser que se manifiesta a través del deseo, se
dirige hacia el Otro (A) y es a través del camino de la imaginarización
especular i (a) , eso que psicólogos como Wallon, han identificado como el
estadio del espejo, etapa que describe cómo el niño se fascina frente a su
propia imagen y juega con ella mostrando sorpresa una y otra vez.
Así, la relación con el Otro
Simbólico (que es el lugar del lenguaje, de lo social, o sea, nadie en particular),
pasa por la mediación de lo imaginario. “Yo soy otro...” dice una poesía de
Rimbaud... para ser hombre uno se humaniza aprendiendo de la imagen que el otro
ofrece y que es el espejo en el que no sólo observo al otro, sino a mí mismo a
la par que construyo la máscara con la que recorreré el mundo.
Es el otro “chico” del espejo
(en el registro imaginario) el que proporciona una imagen de sí mismo completa
al hombre que le sirve de entrada para contactar al Otro “grande” (simbólico).
Es a través de este contacto que se puede vehiculizar el deseo que siempre está
en relación a la Demanda. El niño tiene necesidad de leche, demanda de amor y
deseo de madre. La demanda surge, en principio, de la madre que pide al niño
vivir y se complementa con la propia demanda del chico que inyectado de esa
demanda materna (¡Vive!) articula la suya propia, en un deseo que se refiere a
un objeto específico que irá asumiendo a lo largo del sujeto diversas imagos,
todas ellas relacionadas con ese primer objeto sexual en principio incestuoso.
El viaje de esa elipse
continúa para indicarnos que el S (A) el significante de la falta en el otro es
el significante por excelencia. Dicho en otros términos, el sujeto se juega
frente a esa incompletud del otro – que también se muestra en el hecho de que
es deseante --, sin poder cubrirla. El sujeto es articulado en la cadena
significante o cadena intersubjetiva precisamente tratando de llenar esa falta
estructural y por tanto, no posible de colmar, a través de la fantasía que
desemboca en una cierta imaginarización del propio cuerpo, del deseo y del
sujeto frente a un otro.
El resultado es m (moi) que es
la imagen de uno mismo. Esta imagen es un resultado que es producido por la
historia, el horizonte del sujeto y que se ha construido en relación a esos
otros que nos constituyen a lo largo de nuestra vida, pero fundamentalmente
durante la infancia. El moi no es sin embargo el final del viaje. Más allá de
esa imagen pulida de nosotros mismos se encuentran los ideales... inalcanzables
y lejanos I (A) necesarios para nuestro sostenimiento y sin embargo,
mortificantes por ser metas que están fuera de todo alcance. Las líneas que
atraviesan el cuerpo del grafo:
SIGNIFICANTE à VOZ
GOCE à CASTRACIÓN
Se traducen por las
afirmaciones:
El significante sólo adquiere
consistencia a través de la voz.
El goce no puede ser pleno
sino a riesgo de reventar al sujeto, siempre topa con la castración, con la
renuncia.
Exelente blog!!!!
ResponderEliminarExcelente!, muy bueno que compartas estas cosas. Muchas gracias desde Argentina.
ResponderEliminarFernando Alvarez
Muy per muy bueno gracias desde boliviaaaaaaaaaaaa!!!! Felicidades!!
ResponderEliminarmuchas gracias... esta muy bueno :) ayuda mucho a estudiantes de Psicología como yo :) saludos tb de Bolivia :)
ResponderEliminarEs mucha repetición,sin interrogar realmente los textos lacanianos,deberías poder dar cuenta por ejemplo del genitivo objetivo y subjetivo de la frase "el deseo del Otro",como así tambiénlos coneptos de alienación y separación,bla bla bla.
ResponderEliminarMmmh!! Te invito a que escribas tú algo sobre el tema y lo firmes mi querido anónimo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Señor Julio Ortega. Me está ayudando mucho su clase sobre la subversión del sujeto. Me la está haciendo entendible y placentera. Justamente el miércoles próximo tengo que comentale a mis compañeros del seminario VI acerca de este escrito. Su aporte me resulta muy valioso. Muy cordialmente, Manuela (Argentina)
ResponderEliminarGracias a ti, Manuela... es efectivamente una clase y no un escrito del todo exhaustivo o formal.... sin embargo, me da gusto que pueda ayudar en la comprensión de este escrito tan conocido, pero también tan - erróneamente - dado por evidente.
ResponderEliminarPor favor, escriba en una letra que resalte, es casi imposible leer.
ResponderEliminarPor fin veo una Luz Al final del escrito, gracias!!!!
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