domingo, 29 de agosto de 2010

INCEPTION (EL ORIGEN). El subconsciente está estructurado como una película de James Bond




Inception (USA, 2010) Director y guión: Chistopher Nolan. Actores: Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Ken Watanabe, Dileep Rao, Cillian Murphy.

To be, or not to be: that is the question:
Whether ’tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them. To die: to sleep;
No more; and by a sleep to say we end.
William Shakespeare (1564-1616)


Por fin, vi la película que dirige Christopher Nolan – el celebrado director de Memento (2000) y The Dark Night (2008) – que ha recibido, al parecer buenas críticas, y la respuesta positiva del público ante un filme poco usual pero que no deja de tener antecedentes en el cine de ficción contemporáneo. Es, desde luego, una combinación de anteriores filmes oniroides (Buñuel, Bergman, Tarkowski, exploraron en el cine bastante el inconsciente), pero sobre todo las recientes: Abre los ojos (1997), The Matrix (1999), The 13th floor (1999), y The Cell (2000). También hay en el medio, una lectura ligera de Freud, una más superficial de Derrida, y probablemente una pasada al libro Lógica del Delirio (2001) de Remo Bodei.
El argumento es simple, aunque la trama en su desarrollo parezca complicada. Un equipo de ladrones de secretos, que ha trabajado en espionaje industrial usando una combinación de químicos – que permiten entrar en los sueños de sus víctimas a uno o varios cuatreros hasta extraer un determinado recuerdo –, es contratado por un industrial japonés para implantar una idea (desmantelar la empresa del padre) en el heredero de una corporación rival.
Leonardo di Caprio es el capitán de estos mercenarios que han tenido algunas malas experiencias al implantar recuerdos. Él mismo, llegó a insertar con resultados terribles un mundo en su esposa, que se volvió loca y se suicidó al no poder finalmente distinguir entre la fantasía y la realidad. Mr. Saito (Ken Watanabe) les pide hacer esta tarea y los acompañará para supervisarlos, aunque sobre la marcha se unirá al equipo para lograr su objetivo.
Meterse en los sueños de los demás parece una tarea fácil a partir de los químicos neurológicos y un aparato que parece mezclar enzimas y sangre. En las pesadillas ajenas, los intrusos mantienen firme su objetivo y no se dejan seducir o engañar por el soñante. Ellos permanecen concientes en los diferentes niveles del sueño y el subconsciente (palabra odiada por Freud, quien siempre defendió el uso de inconsciente, que no ponía por debajo del conciente, el estatuto de este registro) del durmiente no los afecta demasiado, pues morir en el sueño significa despertar. Claro, que al usar una técnica de varios niveles de sueño (un sueño dentro de otro), el riesgo se vuelve mayor y la situación peligrosa, con la amenaza de que ellos queden atrapados en el sueño o en un limbo sin significados.
La película tiene un ritmo trepidante al estilo Bond, los efectos especiales son espectaculares, pero la estética aunque convincente, no acaba de alcanzar la espectacularidad al punto de The Matrix, por otra parte, los juegos visuales recuerdan a Escher y otras a Magritte, sin llegar a la indecencia de Delvaux.
Freud concebía la memoria como un sistema de transcripciones que no eran exactamente equivalentes. Derrida concibe estos signos representando una unidad sólo en la superficie siendo en el fondo heterogéneos y en dónde un origen sería imposible de alcanzar.
El modelo del filme es psicoanalítico sólo en apariencia, tiene que ver más con la lógica del SuperMario de Miyamoto. Según Freud, la memoria y el Inconsciente tienen un diseño similar al de una cebolla. Las capas se van superponiendo una sobre otra, siendo los niveles más interiores cada vez más elementales en su lógica de codificación y regidos por mecanismos cada vez más básicos. En la película de Nolan, no hay tal diferencia entre una capa y otra: todas son homogéneas, si no iguales.
Por supuesto, es una película de ficción y no una teoría del inconciente... pero uno esperaría que se tomase más en serio a Freud. Los sueños de Inception son regidos por un secreto que en ningún punto es sexual. El secreto más guardado en los soñantes, es una fórmula o una clave de caja fuerte, no un incesto o una violación, un rechazo afectivo materno. También sería lógico que aparecieran en el fondo más profundo, imágenes de erotismo desbordado y aterrador, como en The Cell, pero en su lugar hay tiroteos y persecusiones estilo Bond.
De hecho el vector deseo que sería clave para comprender la lógica de represión aparece borrado. Los sueños de la víctima y de los usurpadores de mentes son simplemente victorianos, mucha persecución, disparos e intrigas que adolecen de escenas sexuales, mortificantes o verdaderamente angustiantes. A contrario de los verdaderos sueños, hay un manejo de las situaciones aún por conflictivas que sean y el diseño onírico parece ser maleable hasta el punto de que se introduce una arquitecta en el equipo, que entra en la misión secreta de irrumpir en la intimidad del hijo del multimillonario Fischer sin cuestionarse en ningún momento el asunto (eso sí, se conduele y enternece del sufrimiento del guapo Di Caprio).
Por cierto, para entrar en los sueños ajenos no hay que haber estudiado psicología, ser psicoanalista o psiquiatra, lo que hay que tener es buena condición física, ninguna ética y haber tenido un entrenamiento militar de matón.
La premisa de que a partir de un aparato neuroestimulante puede entrarse a la mente de un sujeto refuerza simplemente la ingenua materialidad que rige las ciencias neurológicas contemporáneas (herederas de la frenología de Gall). La mente no es un producto simple del intercambio de enzimas, sino que tiene su propio estatuto ontológico. No es manipulable de manera directa y no puede plantarse una idea sin más, amén de que si así fuese, nada aseguraría el éxito de que un pensamiento pasase a ser acto. Fischer Jr. podrá ser convencido quizá de que su padre sí lo quería, de que deseaba que no siguiese su camino y tomase el propio… pero él aún así…. podría decir: Eso deseaba mi padre, pero yo estoy cómodo dónde estoy y seguiré con la empresa.
En resumen, la película sorprende en la primera impresión, decepciona si una la piensa un poco más. Nolan podría haber sido más atrevido en su propuesta psicológica y decidió hacer un thriller simple de un tema que podría haber sido más filosófico. Me quedo con la extraordinaria película Solaris (1972) de Tarkowski (aún sobre Stalker, 1979), como la mejor película que he visto sobre el trabajo del Inconsciente.

2 comentarios:

  1. El autor dice: "La premisa de que a partir de un aparato neuroestimulante puede entrarse a la mente de un sujeto refuerza simplemente la ingenua materialidad que rige las ciencias neurológicas contemporáneas"... Por eso el psicoanálisis no es considerado ciencia ¿Por qué no filosofa en paz y deja a la ciencias el progreso de verdad?

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  2. De casualidad conoces el cuadro de Goya: "Los sueños de la razón producen monstruos"? Ciencia... progreso... palabras bonitas en nombre de las cuales Occidente ha llegado a la la destrucción en masa del hombre por el hombre, destrucción de especies animales, de especies vegetales, en nombre de un humanismo apisonador en el que el hombre se piensa a sí mismo como dueño y señor de la creación.

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