Nacido en París, el 15 de enero
1924, Jean-Bertrand Lefèvre-Pontalis, apodado "Jibé", murió en París,
este martes, 15 de enero. Surgido de la gran burguesía, fue nieto del senador
Antonin Lefèvre-Pontalis y sobrino del industrial Louis Renault, aunque no le gustaba
que se le recordara esa genealogía, que no acostumbraba mencionar en sus
recuentos autobiográficos.
Desde su niñez, mantendrá una
relación difícil con su hermano que
relata en un cuento corto (Hermano del anterior 2006, Gallimard, Premio Médicis
de ensayo): "Aunque él murió algunos años después de que yo había nacido, todavía
me pregunto si me odiaba o me amaba. Yo no quise realizar un simple relato de esta relación, así que elegí desarrollar una serie de juegos de
espejos, para describir algo que es común a parejas de hermanos, reales o de
ficción, como es el caso de Marcel y Robert Proust, , Vincent y Theo Van Gogh ,
los hermanos Champollion. O los Goncourt, dónde a la muerte de su hermano cadete, Jules, el
sobreviviente, recibe el apodo de "viuda", es aquí también que el término
"pareja" cobra toda su fuerza.
Pontalis pertenecía a la tercera
generación psicoanalítica francesa, junto a Wladimir Granoff, Serge Leclaire y
Jean Laplanche, fue uno de los más brillantes representantes de ese grupo. De gran encanto, chispeante
inteligencia, se encontraba dotado de talento literario y una sorprendente
capacidad de imitación. Desarrolló una carrera de mucho éxito, nunca separado
de la casa Gallimard. Fue autor, editor, director de colecciones y miembro del
consejo editorial. En 2011, recibió el Gran Premio de la Academia Francesa por
el conjunto de su obra, que consta de veinte ensayos y novelas, docenas de
artículos.
Como resultado de la Segunda
Guerra Mundial se comprometió fuertemente con la izquierda y fue así como escogió el
apodo de “Jibé”, luego hizo el grado de filosofía y trabajó como
profesor. A raíz de la enseñanza de Maurice Merleau - Ponty, se interesó en la
fenomenología y en 1945 publicó notas de su seminario, en la revista de
Jean-Paul Sartre, Los Tiempos Modernos. Una década más tarde, se convirtió en el
portavoz oficial del psicoanálisis en esa revista. Estuvo cerca de Daniel
Lagache así como de Jacques Lacan, con quien hizo su análisis didáctico en su
Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP). Admiraba la obra de Lacan, pero se
negó a verlo como un "gran maestro", y en un Boletín de Psicología hizo
la transcripción, el resumen de varios de sus seminarios, en términos que ofrecen
una de las principales fuentes para los investigadores.
En el momento de la ruptura entre
Sartre y Merleau-Ponty, no deja la revista y en 1962 entra al consejo
editorial. En 1960, se firma el Manifiesto de los 121 a favor del derecho a la
insubordinación, relacionado con la guerra de Argelia, y dos años más tarde,
decidió, como muchos de sus amigos, no seguir a Lacan en su división de
movimiento psicoanalítico francés. Así, se convierte en 1964, junto a otros, en un
importante miembro de la Asociación Psicoanalítica de Francia, de la cual nunca
se iría. Junto a Laplanche, escribe el Vocabulario del psicoanálisis (PUF,
1967), que se traducirá en veinticinco idiomas y cuyo valor es innegable,
incluso si el trabajo no fue actualizado.
En 1966, usa de nuevo su iniciativa e independencia, y crea la colección psicoanalítica más prestigiosa en Gallimard
dentro de la escena francesa: "El conocimiento de lo inconsciente."
No se reducirá a la aparición de textos
clásicos, y después de publicar las correspondencias de de Freud, se dedicará a publicar
obras de grandes analistas como Donald Woods Winnicott y R. Masud Khan, también La fortaleza vacía de Bruno Bettelheim.
"Una función: no ser"
Tres años más tarde, en medio de
un ambiente hostil hacia el psicoanálisis y el estructuralismo, Sartre se
decide a publicar en Los Tiempos Modernos un extraño manuscrito anónimo, en el
que un paciente hace manifiesto su descontento, tratando de imponer a su
analista la presencia de una grabadora. En su comentario, dice que no es un
"falso amigo" del psicoanálisis, y sostiene que este texto refleja la
emergencia del sujeto contra una práctica sumida en la ortodoxia. Pontalis percibe
este artículo como una agresión al psicoanálisis y decide dejar la revista.
Después de la muerte de Sartre, en su colección se publicará el magnífico “Escenario
Freud”, acompañado de un comentario en el que explica que Sartre se hizo a sí
mismo una imagen propia de Freud.
En 1970, funda la Nueva Revista
de Psicoanálisis, que detendrá su publicación en 1994, a falta de que pueda
nombrar un sucesor. En las cincuenta entregas de esta revista, que fue la mejor
de todo el campo psicoanalítico francés, se encuentra la voluntad de combinar
el psicoanálisis con la literatura, el arte y todas las disciplinas de la
ciencia humana, sin apartarse de lo que parecía como primer requisito de
cualquier trabajo publicado: encontrar textos sensibles que reconocieran la huella del
inconsciente y aportaran luz, aún sin dejar de lado, posibles lealtades a un maestro o un
sistema de pensamiento.
Con este mimo espíritu, creó en
1989, siempre en Gallimard, una refinada colección, "Lo uno y lo otro",
dedicada a la exposición de "vidas, pero tal como la memoria las
inventa": "El psicoanalista no es un ser, no es un ejemplo de
identidad, se trata de una función”, dijo en 2010. "Yo espero que cuando estoy
con mi familia, no estoy todo el tiempo bombardeándolos
con interpretaciones más o menos salvajes. Y cuando estoy en mi oficina, yo no
estoy siempre en el papel de psicoanalista. Cuando empezaba a ser analista, me
preguntaba qué me autorizaba a serlo, con qué derecho lo hacía. A menudo digo
que ser analista es una impostura, y si he conseguido ser analista no es porque
haya tenido prisa de serlo. "
Pontalis siempre había dicho que no
le gustaba completamente la vida académica ni la dedicada a los archivos. Quemó gran cantidad
de papeles y cartas, pero mantuvo todo tipo de fotografías pegadas en álbumes o
dispersadas en los libros de su biblioteca. Es por lo que tenía en su corazón, que compuso muchas historias cortas en las que el tiempo no tiene cabida.
Encontramos la esencia de su
espíritu en un hermoso ensayo: Antes. Publicado en 2012: "Era mejor antes" , nos dice en un rompecabezas que
recuerda a Georges Perec, del cual fue el segundo analista entre 1971 y 1975.
Era mejor "cuando la palabra revolución tenía alguna esperanza", "cuando
Lacan (...) todavía no había fabricado lacanianos", o "cuando Sartre
no era famoso" y "cuando íbamos a bailar caliente a la calle Blomiet".
No hay nada mejor que decir, en el caso de este psicoanalista que, al final de
su vida, se concentró en pensar el pasado y reflexionó que en la cura, "el
silencio es la condición de la palabra".
Elizabeth Roudinesco.
Trad: Julio Ortega.
Nacido en París, el 15 de enero 1924, Jean-Bertrand Lefèvre-Pontalis, apodado "Jibé", murió en París, este martes, 15 de enero. Surgido de la gran burguesía, fue nieto del senador Antonin Lefèvre-Pontalis y sobrino del industrial Louis Renault, aunque no le gustaba que se le recordara esa genealogía, que no acostumbraba mencionar en sus recuentos autobiográficos.
Breve e ilustrativa aportación Dr Julio, Siempre sorprendiendo con sus interesantes aportaciones, en este caso sobre este gran psicoanalísta.
ResponderEliminarCómo analista admiro la postura que ha tenido Pontalis al no endiosar ni a los padres del psicoanálisis ni al psicoanálisis mismo. Anónimo
EliminarLa verdad es que siempre hay un punto donde una idea, un sentimiento, un acto, un ente tiene su mejor lugar, luego se hace viejo, se hace decrépito y muere, espero que siempre haya, como yo por ejemplo, gente que con su hermano hayamos tenido el lugar de padre, para así nuevamente, los padres eternos volver a plantear el lugar de la palabra, lo hacemos por nuestros hijos, por nuestros hermanos, los hombres, y con toda la fiel modestia de que somos capaces.
ResponderEliminarUn abrazo a México desde València
Vicent