¿Cuál es la
vinculación de la literatura con la realidad? ¿Hasta qué punto la vida de un
autor tiene una ligadura causa – efecto en su forma de expresarnos su fantasía?
Indudablemente esas preguntas surgen cuando uno se encuentra con este libro de
cuentos escrito por Fernando Figueroa.
Lo primero que topa uno en este conjunto de historias, es su
espíritu filosófico, y con ello no me refiero al hecho de que el autor, se
ocupe de tomar una línea determinada que defienda el partido, digamos por:
Demócrito o Epicuro. Uno de sus cuentos más afortunados, plantea que en el
principio de los tiempos la discusión entre la posibilidad de que todo sea
producto del destino o del azar, tuvo lugar entre los Demiurgos del Origen y
que al final la historia el asunto fue resuelto, sin que quedase claro a quién
correspondió la victoria. No, Heidegger se refería a la filosofía como el arte
de plantear preguntas más que ofrecer respuestas.
A nuestro autor, le interesan las paradojas de la vida y las plantea
con un sentido del humor que se burla de las convenciones. Le gusta jugar con
los personajes míticos y los héroes clásicos, con los Dioses y los Demonios,
con la Muerte misma. Lo hace con inteligencia y con mordacidad, cada una de sus
historias saca partido de las ironías que la vida plantea y, a veces, parece
embromar al lector mismo en un tono que, curiosamente, no produce su enojo sino
su completa simpatía.
Desde Aristóteles sabemos por su Metafísica
que si no existiera el azar, todo sería necesario. Pero el mundo no es así. Lo
accidental es parte del mundo, pero no puede ser estudiado por la ciencia
porque ésta no se puede ocupar del azar, porque no es causa de nada en
particular. Quizá entonces sea la literatura la que deba ocuparse de lo Real
del azar, y nuestro amigo, presenta un conjunto de historias que podrían apoyar
este punto de vista.
En sus letras corre el espíritu de Rabelais y de Kafka, de Cortázar
y de Poe, pero también está presente Chéjov y sobre todo, Monterroso. Me gusta
el tono sarcástico pero risueño de sus relatos, que nos regalan deliciosas
ficciones, en que las tragedias más amargas tienen un fondo anisado, que se
rebela contra el pesimismo total.
La cuestión de fondo en éstas historias es el examen crítico de un
mundo contradictorio, complejo, a veces sin sentido, y que tratamos de explicar
urgentemente por todos los medios. Es un literatura diferente, inventiva,
escrita con gracia y sin demasiadas concesiones, que llega a exigir cierta
cultura para la comprensión cabal de su discurso. Aún así, no se trata de
letras góticas que no puedan disfrutarse con la simple lectura y ante todo, es
lo que debería ser cualquier literatura: una experiencia gozosa y divertida. El
ritmo y la armonía de sus historias nos conduce a través de un universo no
esquemático que desafía los finales simples y que sorprende todas nuestras
expectativas.
Es lo que yo llamo una literatura de viaje. Y no me refiero a
aquélla que se gusta en un tren, un avión o un autobús, sino aquella que nos
invita a transitar a otros mundos paralelos y cercanos al nuestro, diferentes y
semejantes, pero con una estrecha relación con un origen común: el sueño, el
deseo y la fantasía. Sus relatos son aforismos y paradojas que van del terror a
la ciencia ficción, y que revelan sutileza aún en los momentos más dramáticos.
Llama la atención el estilo de sus cuentos que comprime a veces, en
brevísimo número de páginas, más ideas de las que uno imaginaría. Sin duda, es
un gesto voluntario, que habla de un estilo que podría uno calificar de
oriental, tal y cómo el de Las Mil y una Noches. Eso nos lleva a quedarnos
pensando cada historia, a saborearla y digerirla con paciencia. Son relatos
luminosos, mágicos y vitales que nos invitan a reflexionar sobre nuestra vida
cotidiana y a veces descolorida. Historias de amor, de desilusión y sinsabores,
que yo eligiría leer con música de blues o de jazz. En ellas hay siempre un
dejo de tristeza que habla de añoranza y pasión, de pasmo ante la conducta de
los seres humanos, que van de la arquitectura más sublime, a la simple
autodestructividad.
Eso nos lleva a volver sobre la pregunta que nos hacíamos al
principio. A interrogarnos sobre qué tanto de la vida de Fernando se refleja en
su literatura y cómo ha podido lograr esa mirada de extrañeza sobre la
naturaleza humana, que es tan difícil de alcanzar para un individuo.
¿Cómo ha llegado a mirar cómo quien observa en la vitrina, la
miseria y la grandeza del hombre? Se
necesita un espíritu no de científico, sino de periodista y artista que vaya
más allá del determinismo absoluto y de la ideología. Fernando es un viajero en
el tiempo y el espacio que cómo Odiseo se ha arriesgado a jugarse por la
aventura a pesar de sus temores, atándose al mástil con tal de oír a las
sirenas. Y para mí este gesto de valentía es fundamental, porque dota de universalidad y
belleza a su obra, de profundidad para reconocer
la incertidumbre que nos aqueja a nosotros, los mezquinos y egoístas
individuos, en nuestra existencia.
Me ha gustado mucho su, podríamos decir, prólogo a este autor, los que vemos en la imposibilidad de dividir 1 euro en partes iguales entre tres personas vemos la paradoja de la existencia, esa paradoja y contradicción que subyace escondida y desnuda para quien la quiere oír, ver, escuchar y adentrarse valientemente en ella, quizá desde el discurso histérico y su búsqueda del saber, quizá desde la autoridad, que nos pone su límite, pero siempre valientemente.
ResponderEliminarMe parece, o quizá intuyo que sintiendo la contradicción paradójica de la vida, de la realidad, quizá repito, podríamos ser más tolerantes y, más en este momento de azoramiento donde parece que lo real ha respondido y debemos encauzarlo o al menos convivir con la nueva pregunta. Y la literatura, ahora sin quizá, es un verdadero modo para conseguirlo.
Un abrazo desde España
Vicent
Le escribo para darle noticias tangibles de mi nuevo blog, y de paso le adjunto un articulo mío de reciente creación, se lo hago en catalán-valenciano para que no sea leído, nunca me ha gustado demasiado que me lean y cada vez menos, pero para que quien quiera "de verdad" pueda pasarse por él
ResponderEliminarLa personalitat
A l'igual que el temps, les personalitats, les ànimes no acompleixen una línia recta, sinó que conformen com la mateixa realitat una contradicció paradoxal, es pot dubtar, per exemple de dos interlocutors a la xarxa i ser les dues persones o ànimes la mateixa, a l'igual que es pot veure pel costat més artificial, com que hi ha diverses "altures", homens, déus, Déu o diferents i cada vegada més perfectes déus, partint de la matèria o de l'energia, però aquesta realitat és tan inexacta com que no podem posar el primer graó en cap d'ells doncs tots hi són al centre del sistema, on la lluita per una dona, vist des del complex de castració i des del gaudi, on la lluita per la dona pren una postura de poder, entre dos homens i una dona, amb la quarta com a miratge.
No, jo ho vull veure, com és en realitat i deia amb molta raó Nietzsche, el temps, l'essència no és una, és una i diversa, és en la vessant, si més no masculina una i, en la vessant femenina diversa i presa una per una.
Tot i que un cert grau de misteri entre, per exemple dos heterònims, sempre és necessari, sobretot per a un escriptor, un cert o molt elevat grau d'innocència sempre dóna la vida, per això la importància de les neurociències alhora que de la psicoanàlisi, per a portar la química, la màquina i com no, la lògica mundana o boja, el sentit comú, el menys comú dels sentits a la realitat del normòpata, fer-lo saber, que aprenga de les dones, ho sap, que ho ha de fer sense saber-ho.
(continuarà...)
Bàsicament hi ha cinc tipus d'energia o matèria, ens còsmics negatius que són exorcitzats per cinc tipus de símptoma vital o de vida, que corresponen als cinc discursos humans en el cas de l'ésser humà o els cinc tipus bàsics de personalitat, com són parlant de discursos, el de l'analista, de nou desobriment, el capitalista, l'histèric, el de l'amo i l'universitari o de la ciència; i parlant de personalitats humanes la maniaco-depressiva, la depressiva, la esquizofrènica, la normòpata i la paranoica. Els mínims desequilibris en aquests ens provoquen conflictes, que són exorcitzats ràpidament per la col·lectivitat de la vida, de la matèria i la mateixa energia.
El no-res és, que no És, o millor, és i És i, en un tornar i eliminar-se cíclic fan funcionar la mtèria i l'energia, restant l'essència, sempre la mateixa com diu Plató al seu món de les idees.
(Fi)
Un abrazo y espero que sabrá comprender mi intención, mejor, mi síntoma.
Vicent Adsuara i Rollan