martes, 14 de abril de 2015

Fort apache (1948) de John Ford o la pasión por el Western. Comentario de Julio Ortega para el Cineclub CPM / CARTAPSI XALAPA.




Para Fabrizio Prada.

Él era el hombre que vino hacia 
nosotros desde el Valle deslumbrante
del Levante, y una vez que terminó
su trabajo, tomó su caballo y se fue.

Shane de Jacques Shaefer (Final novela).

La función de un cineclub es el educar al espectador, proveer de materiales difíciles de encontrar, seleccionar filmes que han hecho historia y dotar al asistente de elementos que puedan hacerle de un criterio para degustar después las películas de acuerdo a su importancia, temáticas, e historia. Para poder distinguir entre un Merlot y un Cabernet Sauvignon hay que probar muchos vinos, independientemente de la calidad de cada uno de éstos, y después vendrá el gusto y la diferenciación de los sabores.
En el caso de este ciclo dedicado al género Western, quise ofrecer a nuestro público el acercarse al único género creado por el cinematógrafo que no es heredero ni del teatro ni de la literatura tradicional, ni de la música y que ha servido como base para crear el género de acción y aventuras, del que nosotros vemos como resultado hoy: Mad Max, la misma Matrix, la Guerra de las Galaxias, Rápidos y furiosos con todas las secuelas consecuentes. Sí tiene, a decir verdad, una ligazón con la literatura caballeresca pero los valores de la cinta norteamericana, son muy diferentes que los de los clásicos literarios europeos como El Cid o Ivanhoe, porque la figura aquí no es un héroe que defiende al rey o al imperio a costa de su propio bienestar, no se trata de la defensa de ideales, sino que el  protagonista de la película de vaqueros, trata de abrirse camino frente al peligro y triunfa para sí mismo o para la comunidad, pero siempre con un dejo inexcusable de individualidad y de soledad al enfrentar al destino, obteniendo además ganancias materiales concretas.
Sí podríamos mencionar que también hay similitudes con la literatura Ronin o las historias de samuráis, pero no creo que pueda rastrearse un hilo de influencia de esta tradición sobre el cine inicial de western’s. Si existen semejanzas, aún no hay una contestación sobre el origen de ellas. Porque los primeros directores y guionistas de películas del Oeste en Hollywood, no parecen haber tenido un contacto marcado con esta poética. Sí en cambio, Los 7 Samurais de Kurosawa, adoptó mucho del lenguaje cinematográfico de los western's.
Pero considerando con calma, sí hay una literatura ligada al Western, pero que no fue apreciada - del todo-  durante mucho tiempo como una gran literatura y ejemplos de ésta son: Los Pioneros (1823), El Último de los mohicanos (1826) y La Pradera (1827) de J. F.  Cooper, pero éstas novelas no reflejan las narrativas típicas del western.
La primera novela que se considera de Western clásico es El Virginiano (1902) de Owen Wister que visitó el Oeste para inspirarse adecuadamente y realizar su trabajo. Y también están novelas como Log of a Cowboy (1903) de Andy Adams (cowboy y scout) y Eugene M. Rhodes escribió Bransford in Arcadia (1914).
Novelas de mérito literario son The Ox-Bow Incident (1940) de Walter van Tilburg Clark, The Big Sky  (1947) de AB Guthrie, y  Shane (1949) de Jack Schaefer,  que se convirtieron todas ellas en filmes legendarios de mucho éxito.
El escritor alemán Karl May popularizó el género en Europa contando historias sobre indios que aparecieron alrededor de 1890; Stephen Crane publicó una memorable novela cómic con una historia intitulada The Bride comes to Yellow Sky (1898).
El máximo interés por estas novelas vino en los 50s y 60s, dónde hubo un gran número de series de vaqueros en televisión. En este momento los escritores Ray Hogan, Luke Short, Lash Larue, y Louis L'amour cosecharon muchos éxitos. 
El protagonista es, por otro lado, la figura metaforizada del héroe solitario e individual del capitalismo que con decisión, fuerza y voluntad puede vencer la adversidad para encontrar bienestar o felicidad. La fiebre del oro, la conquista del territorio, el viaje hacia lo desconocido que lleva la colonización, el enfrentamiento con los indios y la lucha con los bandidos, son notas de una sinfonía general que lleva por nombre: violencia. Incluso diríamos que la ética protestante que para Max Weber constituye la base del capitalismo, no es la lógica que le mueve y queda dejada atrás, porque el vaquero busca con frecuencia la venganza, rompe los límites, no desea la paz sino busca la pasión y el ímpetu del terror.
El período histórico en el que transcurre la típica cinta del Oeste es el siglo XIX y la geografía es precisamente el territorio bronco, no conquistado de Nuevo México, Arizona, Texas, Kansas, Nevada, Oregon, digamos que es un Oeste muy flexible en términos geográficos, pero que suministra las imágenes de colonización de Norteamérica que incluyen siempre paisajes inmensos, héroes, bandoleros, asesinos y la horda de habitantes originales – los indios –, que aparecen como primitivos, locos, y peligrosos. 
La primera cinta reconocida del género, es The Great Train Robbery (1903) de Edwin S. Porter, que causó gran impresión por su escenas coloreadas y una toma en la que el villano dispara hacia la cámara, lo que se traduce en un tiro al público que asustó al ingenuo espectador de inicios del siglo XX. También hay que reconocer que el Western es un producto básico de valores elementales que es dirigido, en principio, a un espectador no muy avezado en ambigüedades. 
Es también la invención de una tradición histórica de un pueblo reciente, que se funda apenas a finales del siglo XVIII, a partir del enfrentamiento de los colonos con la monarquía inglesa por los injustos y desmedidos impuestos que intenta imponer la corona. A falta de una historia milenaria y documentada, ésta tiene que inventarse, y qué mejor base que la conquista del Oeste para narrar la fortaleza de un pueblo, y la defensa de la tenacidad sobre cualquier otro valor moral sin importar muchas veces las consecuencias. Frente a la crudeza del viento y el frío, el terror y la impiedad de los hombres brutos, el héroe del western siempre sale adelante, a veces incólume, otras herido, y hasta muerto, pero siempre triunfador. La figura del malhechor que se regenera en un acto último o que toma decisiones en contra de su naturaleza y a favor de la gente buena es muy apreciada. 
El héroe típico del Oeste es un vaquero que siempre va a armado y sabe usar su pistola o su rifle (evidente símbolo fálico de poder) de manera pulcra y eficiente ante el peligro. Tiene cierta pureza en su porte, que incluye el sentido del honor, la amistad y la justicia, que no siempre coincide con el código moral establecido por la Ley.
No es un hombre de muchas palabras sino más bien de acciones y el caballo más que una mascota es un acompañante fiel, en cierto modo el substituto del ayudante del Quijote, Sancho Panza se ha convertido en Silver o Belleza Negra, pero con más inteligencia y fidelidad que el escudero. Es más dócil, más fiel y más entrañable el animal que el prójimo, del cuál siempre tendría uno razones para desconfiar.
Un rasgo que siempre estará presente en las historias del Oeste, el individuo tiene que luchar con un enemigo que en apariencia es superior. La premisa de arranque es que parezca en desventaja respecto a su oponente, eso plantea la tensión de si podrá con su tarea, con el encargo que ha puesto Dios sobre él. Esa parece también una característica distintiva del género.
Esta confrontación no es sólo física sino psicológica. No importa si es un animal, un malhechor, o una banda de delincuentes, una tribu de indios, hay siempre de por medio una épica que va tejiendo una trama que ha de desembocar en un final sangriento. Se trata de matar o morir, es la repetición de la Ilíada modificada según el deseo de la ciudad: Héctor enfrentado a Aquiles, pero buscando un final feliz que salve a Troya.
El western empezó realizándose en el estudio, hasta que los directores se dieron cuenta de que podrían sacar ventaja en los exteriores de la ambientación, y empezó a rodarse generalmente fuera del estudio, mostrando paisajes extraordinarios, dónde  las locaciones en la salvaje y bella América, son parte integral de la historia misma. Y aunque los ideales tradicionales han ido variando hacia un tono más reflexivo y obscuro, más crítico hacia los personajes tradicionales; lo que aparece siempre como constante aún en los antihéroes, es un sentido de búsqueda de la aventura y de falta de miedo al peligro. El alcohol también es otro elemento importante pues el vaquero siempre adora el whisky  a veces más que a las mujeres y se enorgullece de poderlo tolerar en grandes cantidades. Curiosa cualidad en un héroe que implica la pérdida de la conciencia y la locura, conducta que por otro lado, fue prohibida y perseguida por muchos años en los EUA.
Este género fue tan importante en Hollywood que prácticamente todos los cineastas importantes lo exploraron y creó también directores, actores casi exclusivamente dedicados al género como John Ford que es el más reconocido director del tema y actores como Van Heflin, John Wayne, Randolph Scott, etc. y después llevó a subgéneros como el el comic western (La Generala  1926, de Buster Keaton; La Quimera del oro 1925, de Chaplin) o el spaghetti western cuyo mejor director fue Sergio Leone que llevó al estrellado a Clint Eastwood (aunque el cineasta Sergio Corbucci es muy conocido por haber introducido al personaje Django protagonizado entonces por Franco Nero y que después será retomado por Tarantino y el japonés Takashi Miike para hacer sus propias versiones) y que ilustraban que la lección de los grandes fue asimilada en otras geografías, no sin cierto dejo de ironía y burla.
Fort Apache fue dirigida en 1948 por John Ford, que es considerado uno de los grandes inventores del lenguaje cinematográfico. Es un hombre que como otros de su generación, estuvo ligado a la historia imperialista de su país y fue marino, también militar, lo que se dice un patriota, y colaboró no sólo con el ejército durante la segunda guerra mundial, sino también en la guerra de Corea y de Vietnam.
Parece que el oficio lo aprendió de D.W. Griffith trabajando como extra en El nacimiento de una nación y de ahí filmó de 1917 a 1924 películas mudas comerciales para la Fox y Universal que resultan ser muy rentables. Pero su primera mayor producción es The Iron Horse (1924) que narra en tono de epopeya la construcción del Tren Transcontinental de las compañías Union Pacific y Central Pacific entre 1863 y 1869.
Ford fue de los directores que resistieron el paso del cine mudo al cine sonoro. Años después le contaba a otro director, Peter Bogdanovich cómo las productoras intentaron despedir con la llegada del sonido a los film makers, para contratar directores teatrales, con el consecuente fracaso de los segundos.
El trabajo de Ford es bien conocido, apreciado por Ingmar Bergman, Orson Welles y puede parecer ahora hasta aburrido en su forma, la película Fort Apache es larga y tiene un montón de lugares comunes que hoy nos son difíciles de apreciar como elementos de análisis.
En primer lugar, debemos destacar que se presentan en este filme elementos que ya habíamos destacado como indispensables: Fort Apache se haya en la tierra de nadie lejos de toda civilización y en medio de un desierto implacable que no se sabe por qué razón despierta la ambición de los hombres, cómo no sea por la misma tierra y el espacio geográfico, con miras al futuro desarrollo industrial y comercial.
Pero llama la atención la trama. Es la historia de un veterano de la Guerra (Henry Fonda) que viaja con su hija (Shirley Temple que había hecho antes carrera como estrella infantil), a un lugar fuera de la civilización que ha sido poblado por los blancos invadiendo el territorio apache chiricaua.
Anexado por los Estados Unidos tras de su guerra con México en 1847, este territorio se conserva con cierta calma hasta que un grupo de apaches ataca a un colono, llevándose a su hijo. Es entonces que el jefe Cochise, que aparece en nuestra película, es erróneamente culpado del crimen y celado en una trampa para ser apresado y castigado, sobrevive y huye a la estafa del ejército de los Estados Unidos, iniciándose una guerra entre soldados y apaches que durará casi diez años, siendo Gerónimo el jefe de los apaches que le sucederá. Y que conocen ustedes porque ha legado su nombre como grito de batalla a todas las acciones heroicas: Gerónimo!!!
Este incidente histórico, combinado con la suerte del general Custer que fue muerto junto con sus hombres en la batalla de Little Bighorn en 1876, son los expedientes de la historia que nosotros vemos en la película, transformado por el guión de Nugent y Bellah que toma como asiento una historia del segundo llamada Masacre y a la que seguro, cómo todos los directores de la época, le metió mano Ford. Es una época curiosa la de la realización del filme, pues es justo 1948, cuándo la Guerra Fría está en sus inicios y la búsqueda de enemigos comunistas está en boga en los EUA, el guión por su parte no deja de acusar estos problemas, operar como declaración política disfrazada (en la que los indios podrían ser una metáfora de los supuestos comunistas perseguidos) y no es casual que haya sido la última película durante un tiempo de Henry Fonda acusado de tener simpatías en la izquierda y puesto en la lista negra.
También tiene su interés por la manera en que está hecha porque se usó fotografía infrarroja para destacar las escenas de día en el desierto y contrastar el cielo, dando más efectividad a las tomas del blanco y negro. En la película los indios que aparecen son auténticos y no son apaches, sino navajos. Y para nuestro gusto y curiosidad aparece en uno de los roles principales el actor Pedro Armendáriz sr. que desarrollará una carrera cinematográfica paralela exitosa en los EUA y en México,  hasta que contraerá un cáncer en 1955 que desembocará en su suicidio, tras de filmar en el desierto de Utah Gengis Khan, una película que causó la muerte de otras 90 personas por haber sido realizada en un terreno contaminado por la explosión de bombas nucleares y sin aviso de las autoridades por considerar secreta la información de las pruebas allí realizadas.
Nos importa el guión por mostrarnos a un Teniente coronel Owen Thursday ambicioso, intolerante, cuidadoso de las formas y que desprecia a los indios creyendo que puede engañarlos, faltar a su palabra, porque son inferiores, casi animales y no merecen respeto. Sus subordinados como el Capitán Kirby (John Wayne) le advierten de sus errores pero él es necio y perseverante, un vaquero al fin que no quiere ni ceder a su hija al hombre que ella ama y le conviene. Precisamente los rasgos que hacen a un buen cowboy y más a un militar de caballería que no puede dudar de lo que piensa en ningún momento. Fortaleza, frialdad, necedad y valentía, son los rasgos de este tipo de personajes. Incluso comprende que el dueño de la tienda de abastecimientos hace trampa, lucra indebidamente con los apaches, pero aún así decide al final defender sus intereses, simplemente porque representa al Gobierno de los EUA.
Ese camino le lleva así a su muerte, condena a sus hombres y a sí mismo, a ser exterminados por unos indios que tienen la razón en todo lo que plantean, son honorables y sostienen su palabra a diferencia de los blancos. Si matan a los soldados es en defensa propia y cumpliendo con su palabra de advertencia. Son más civilizados que los norteamericanos, han sufrido el despojo de sus tierras y sin embargo quieren vivir en paz, pero se niegan a ser encerrados en reservaciones cómo sucedió al final de la triste historia de las Guerras Indias. La película nos ofrece no la imagen del indio salvaje; sino la de un hombre más civilizado que el del mismo soldado de caballería.
No faltan escenas de acción, montajes, campos – contracampos, que hacen un montaje racional excitante de planos yuxtapuestos que enfrenta a la caballería con los indios en las batallas, subiendo la tensión psicológica siempre hasta el punto de llevar a la máxima emoción al espectador. Las escenas de acción todavía son efectivas y emocionan al cinéfilo.
El comandante está equivocado en todas las decisiones que toma, su juicio es incorrecto y sin embargo, persiste en sus errores. Es un héroe sacado de las tragedias de Esquilo que tiene que afrontar la desgracia de sus decisiones y su destino.  Sin embargo, al final de la película John Wayne lo defiende y muestra una imagen pública a los periodistas de un hombre cabal y un héroe, alguien que no cometió errores ¿Cómo puede entenderse esta contradicción? Vimos a John Wayne oponerse a él durante casi toda la película. Ahora está muerto y él representa no sólo su figura sino la imagen del ejército de los EUA, y debe ser defendido, elogiado, embellecido sin importar la verdad.
El western es un género en decadencia que ha venido perdiendo interés del público, con el tiempo las mujeres abandonaron su papel de objeto pasivo y de simple premio para los ganadores. Los códigos morales tradicionales han ido cambiando, volviéndose más complejos, con una lógica menos simple que no es de blancos y negros. Los western's producidos en los últimos 40 años no se acomodan a los mitos literarios o cinematográficos convencionales brindándonos nuevas perspectivas, el autor no confía ya en la ingenuidad del espectador y es más crítico hacia su propia obra, una muestra maravillosa de la evolución del género es la extraordinaria cinta The Unforgiven (1992) de Clint Eastwood que cerrará nuestro actual ciclo de cine.

Bibliografía:
Carter David. The Western. Kamera Books, England 2008.






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