Se llevó a cabo el esperado diálogo entre el escritor/periodista/poeta Javier Sicilia y el presidente de México Felipe Calderón Hinojosa en el esplendoroso Castillo de Chapultepec, con la asistencia del círculo más íntimo al presidente que incluyó al controvertido secretario de Seguridad de México, Genaro García Luna pero excluyó a los secretarios de la Defensa y de Marina, que a mi parecer debieron estar presentes para oír tanto las quejas de las víctimas como las demandas en el cambio de estrategia en la lucha contra el narcotráfico.
El canal de Milenio por televisión me parece que fue el único que lo transmitió en vivo, los canales 2 y 13 siguieron con sus transmisiones de Alegría Matutina dirigida a las amas de casa, y las estaciones de radiodifusión de banda normal o FM, hicieron también gala de su necedad en desconocer la importancia del evento.
Aproximadamente durante tres horas las víctimas de la violencia que acompañaron a Sicilia en este encuentro, hablaron también cuestionando la estrategia contra el crimen tal y cómo se ha llevado a cabo hasta el momento.
Javier Sicilia dijo al presidente Felipe Calderón que está obligado a pedir perdón por las víctimas de esta guerra sin sentido y le demandó “una redefinición de la estrategia” y que pidiera perdón por las muertes acaecidas, que termine con el enfoque militarista y lo sustituya por una visión más amplia.
En su respuesta el presidente le dijo: “Estás equivocado”, asestando un golpe en la mesa. Acotó que sí es dable pedir perdón por las víctimas muertas que no pudo defender el Estado, no lo haría por proceder contra los criminales. Haciendo el comentario de que el mal estaba ya plantado antes de su mandato y que no quiso obrar como el enfermo que no se hace los análisis para desconocer que tiene cáncer, pensando que así se borra la enfermedad.
“Si de algo me arrepiento, en todo caso, no es de haber enviado fuerzas federales a combatir criminales que nadie combatía por miedo o estaba comprado con ellos. De lo que me arrepiento es de no haberlos mandado antes y tener un operativo justo en Cuernavaca, que pudo haber atrapado a la banda que mató a Francisco (Sicilia)” y mencionó otras víctimas en defensa de sus argumentos el mandatario.
Acordaron reunirse en tres meses y trabajar en conjunto sobre los cambios de estrategia que se necesitan en esta lucha contra el crimen, pero ayer Sicilia señaló: “En su calidad de representante del Estado está obligado a pedir perdón a la nación, en particular, a las víctimas. En segundo lugar, hemos venido hasta aquí a que nos haga justicia (…) en tercer lugar, a que juntos detengamos esta guerra y busquemos condiciones para la paz con justicia y dignidad”.
El presidente le dijo durante el diálogo: “Coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, pero no por haber actuado contra los criminales que están matando a las víctimas, eso definitivamente es un error y en eso, Javier, sí estás equivocado. Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales, por no haber actuado contra esos criminales”.
En un momento dado, Sicilia pidió la legalización de ciertas drogas a lo que el presidente contestó que probablemente no estaba enterado de que ya existe una ley que garantiza la portación para el consumo personal sin penalización. Aquí el poeta hizo gala de su sentido del humor, y le preguntó si le permitiría fumarse un churro a lo que el presidente respondió que lo hiciera si quisiera. Lo que quedó fuera de este trozo de diálogo es que está prohibido el plantar y distribuir la marihuana (por ejemplo) haciendo que quien desee consumir este producto acuda a una práctica ilegal interactuando con los narcotraficantes, por lo que se trata de una ley contradictoria que impulsa a romper otras leyes. Por cierto, no me parece que deba sólo culparse a la miseria o la falta de educación el que un narcotraficante surja, ellos no pueden ser vistos exclusivamente como víctimas, también hay una responsabilidad personal que es necesaria reevaluar y pensar en una pena más severa para secuestradores y demás sicarios: la pena de muerte.
¿Para qué mantener a esos criminales de por vida? ¿O esperar a que huyan en un momento dado de las cárceles o sean condonados en sus penas? Esa gente que atenta y sacrifica la vida de otros, no tiene derecho a la vida.
Se tocó otro punto, pero faltó enfatizar por parte de Sicilia que el problema de fondo tiene que ver con el hecho de que no existe en México una policía confiable, suficientemente preparada que pueda hacerse cargo de su tarea. El caso de la jefa de policía de de Praxedis G. Guerrero en Chihuahua expresa de manera patente este rompecabezas. No hay lugar para un policía honesto en general, porque el sueldo es mísero y el riesgo muy alto, la seducción por el dinero y el uso del poder indiscriminado como consecuencia de una falta de preparación ética hacen lamentablemente explicable el cuadro actual de nuestra seguridad municipal y federal.
Por otro lado, se pidió que salga el Ejército y la Marina de las calles, pero no se especificó en qué términos debería darse esa salida y con qué sería sustituida su presencia, porque aunque es claro que estos cuerpos no tienen la preparación ciudadana y la capacitación humana, en derecho y de criterio civil para luchar contra el crimen y proteger debidamente a la ciudadanía, tampoco hay en este momento una policía honesta y comprometida con su trabajo para substituirlos. Se omitió entre las demandas de Sicilia que se necesita que quien interactúe con la población civil debe ser juzgado por las reglas de la sociedad civil y no por tribunales militares especiales que eventualmente puedan no ser objetivos en sus juicios ante la responsabilidad por daños colaterales o maltrato a la población.
Sicilia iba con demandas muy claras, y contento de establecer un diálogo a este nivel. Pero quizá con un nebuloso perfil del papel que le ha tocado representar en el diálogo entre la sociedad y el estado, espero que más adelante caiga en cuenta de que puede ser más allá de un quejoso, un protagonista principal del cambio social que necesitamos fuera de los partidos políticos actuales. Ponerle escapularios a Calderón no es sino un acto de consolación y catarsis, no un verdadero acto político que hable ante el gobierno de que es necesario que cambie o se enfrentará a la acción popular. El poeta debía estar más del lado de la política e incluso percibir que la sociedad le pide, que salte de la simple protesta a una opción más estratégica que no sólo vaya a pedir la intervención, escucha y aceptación de responsabilidad del presidente.
Los asesores de Calderón y el presidente mismo hicieron bien su tarea, su argumentación fue limpia y hasta convincente, el resultado fue una imagen de certeza, seguridad y buena voluntad del gobierno hacia los problemas ciudadanos que no creó, sino heredó como situación problemática, aunque personalmente no estoy tan seguro que ese sea el único fondo del problema ni de las verdaderas intenciones de un gobierno consevador y protector de los grandes capitales. La guerra contra el narcotráfico empezó por encargo de EUA y no buscando el beneficio de los ciudadanos mexicanos, por otro lado, la limitación en el consumo de drogas en ese país ha dado por resultado la vuelta hacia el mercado interno. Creo que la actitud de Sicilia de cuestionar al poder público y su actuación fue un acto positivo, pero el asunto es que también hace válida, indirectamente la actuación de un Estado que no ha querido resolver sino con la violencia, la violencia, y que no ha reparado en los cambios estructurales que necesitan las instituciones públicas.
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