BLOG de JULIO ORTEGA B.
SUEÑOS, ASOCIACIONES LIBRES, INVESTIGACIONES Y CONFESIONES DE UN ANALISTA EN LA WEB.
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lunes, 13 de enero de 2020
Presentación del libro de Horst Kurnitzky: La estructura libidinal del dinero. Un aporte al estudio de la feminidad (nueva traducción 2019) Julio Ortega B. presentación.
Julio Ortega B. presentación del libro de Kurnitzky.
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Horst Kurnitzky no
necesita demasiada presentación, de todos modos diremos que él es filósofo,
sociólogo, doctor en teología,
arquitecto y cineasta, que estudió.en la escuela
de Frankfurt con Adorno, Horkheimer y es
discípulo también de Klaus Heinrich y Peter Szondi.Trabaja la mitad de
su tiempo en la Universidad Nacional Autónoma de México y la otra mitad en La
Universidad Libre de Berlín, pero también es invitado a otras universidades en
Europa y América, y ha sido asesor de diversas universidades y gobiernos en
Latinoamérica.Su producción
literaria de ensayos y libros es muy prolífica y sería un poco difícil, exponer
aquí toda su obra. Pero el propósito
de este evento, es presentar la nueva traducción de su libro:Triebstruktur des
GeldesLa estructura
libidinal del dinero.Que hoy en 2019 ve
la luz nuevamente en español, después de su publicación en Siglo XXI en
1978 en una traducción que nunca acabó
de gustar al autor.Publicado en
Alemania 1974 después de haber sido un trabajo con el que recibió el doctorado
de Filosofía, y fue después traducido por Siglo 21 al español, para alcanzar su
edición en 1978, cabe decirlo, en una redacción dudosa y que no transmitía del
todo lo que el autor intentaba comunicarnos. Yo tomé contacto
con este libro por ahí de hace 40 años, cuando estudiaba psicología en la UNAM
y me perfilaba para encontrar mi camino al psicoanálisis y leerlo ahora para
esta presentación, me hace un efecto curioso parecido al Dejá vu, y que me hace comprender la importancia que tuvo para mí,
leerlo cuando todavía estaba definiendo mi vocación al psicoanálisis. Creo que
en su momento no entendí demasiado lo que leía, aunque sí aprecié la riqueza de
sus propuestas y la complejidad de su obra, que me fascinó íntegramente. Por
ahí me dije que sin duda quería llegar a ser psicoanalista, pues la aplicación
de la teoría a los fenómenos sociales era algo que realmente me pareció
pertinente, más allá de la clínica, comprendí que más allá de la clínica podía
llevarnos a comprender a profundidad la realidad histórica. No se hablaba
entonces de genealogía, pero sin duda Horst hace un trabajo pionero en una
línea semejante, al excavar los orígenes de la civilización humana, y traernos
a vista la importancia del dinero, el comercio, la religión, y sobre todo el
sacrificio, como pilares nuestra cultura.El recientemente
fallecido psicoanalista argentino Germán García, leyó el libro de Horst hace
años, e hizo por ahí una reseña y crítica, en dónde califica su trabajo de ser
una muestra de erudición alemana, y se queja de que no cite a Lacan y sí a
Laplanche, pues como sucede con los lacanianos, si no se trabaja desde esa
perspectiva, parece que no se hace psicoanálisis o de plano no hay valor en el
trabajo. Igual reconoce, que el libro ha pasado un poco sin la atención que
merece, pues sus propuestas son quizá demasiado espinosas.La idea que
desarrolla Kurnitzky a través de su libro es que la estructura social y
económica que vivimos, no está basada en una economía de dones, cómo lo
sostendría en su momento Marcel Maüs en su libro intitulado El ensayo del Don publicado por ahí de
1925.En esa obra
publicada por el discípulo de Émile Durkheim, se afirma que los dones
intercambiados crean una obligación de devolver los regalos o favores, regidos
por una lógica en la que hay una prestación de bienes uterinos contra bienes
masculinos.Este intercambio,
que sería la base de la sociedad, según él, dará lugar a un compromiso entre
donador y donante, una deuda, y una alianza que conduce a la estabilidad. Si yo recibo,
entonces debo de dar o de saber que en algún momento debo retribuir el favor. Su trabajo ha
influido mucho Sobre Malinowski (quienes ustedes recordarán cuestionó en 1924
en su trabajo sobre La vida sexual de los
salvajes del Noroeste de Melanesia, la universalidad del Edipo para ponerle
el mote de complejo principal), también sus tesis marcaron a Lévi Strauss e
incluso a Sohn – Rethel.La tesis principal
de nuestro amigo Horst va en una dirección muy diferente: el intercambio de
dones no sería el mecanismo que sostiene a nuestra sociedad. Esta idea, es errónea
y precisamente el reverso de ella es sostenible, precisamente nos presenta un
cúmulo de evidencias y que parecen obvias. Desde
civilizaciones muy antiguas hasta nuestra contemporaneidad, lo que ha regido y
rige, es la lógica del sacrificio. Analizar la forma en que este dispositivo se
ha jugado, transformado, ocultado, disfrazado, es la tarea que se propuso en
este libro que – coincido con Germán García – debería ser más tomado en cuenta
como un texto esencial para el estudio de la lógica social, sobre todo en
Occidente que se presenta a sí mismo como civilizado y regido por el mito del
contrato social. Su propuesta me
recuerda los fragmentos póstumos de cierto escrito inacabado de Walter Benjamin
que lleva el nombre de: El capitalismo
como religión.Un texto que
Giorgio Agamben lo ha rescatado del olvido y trabajado cuidadosamente.Allí, nos dice que
el socialismo ha sido visto por algunos autores como un fenómeno parecido a una
religión se ha dejado de lado el hecho de que el mismo significado se puede dar
al capitalismo.De esta manera el
capitalismo no sería solamente como Max Weber lo querría ver, una
secularización de la fe protestante, un fenómeno que se desarrolla como
parásito a partir del cristianismo y deriva en un modo de producción, sino una
religión de culto. Quizá la más extrema y absoluta que haya existido jamás,
dónde todo en ella tiene significado sólo con referencia al cumplimiento de
acciones sin freno ni límite pero imposibles de cumplir, con la finalidad de
que el gran reloj de la explotación gire y gire como en Metrópolis de Fritz
Lang, o se coma a los obreros como en Tiempos Modernos de Chaplin; pero
también, en última instancia reviente los intestinos, estómagos, hígados y
colones de los capitalistas. El dinero es rastro de un sacrificio pasado,
aseguramiento del presente y promesa del futuro: todo excremento al fin y al
cabo.La felicidad se
convierte en un ideal inalcanzable, pues entre días hábiles y fines de semana
no hay diferencia alguna. En este culto, la fiesta significa trabajo y no potlach. Este escenario, me recuerda la
novela American Gods, de Neil Gaiman,
dónde los Dioses arcaicos están en
lucha contra los Dioses Modernos (provenientes
del panteón de silicio y cristal líquido) que los quieren substituir, sin
reconocer que ambos bandos lo único que buscan es sangre y sacrificio por parte
de los humanos. También menciona
Agamben siguiendo a Benjamin, que el culto capitalista, tiene la característica
de no remitir a la redención, al descanso, a la expiación de culpa. Su
propósito es la compulsión a la repetición del pecado, condena de cualquier
forma, al fin y al cabo. La máxima de la acumulación de dinero, diría Horst, se
extrapola al conocimiento, al gusto estético, al consumo de bienes, la
satisfacción es reprimida, vivimos como impotentes que no logran llegar jamás
al orgasmo. Así la gente visita los museos sólo por poner la foto en el
Instagram, viaja sólo por decir que ha estado en tal y cual lugar frente a los
amigos, acumula libros que no leerá jamás, tazas que no usará, botellas que no beberá,
compra ropa que no se pondrá más allá de una vez. Sería éste, el
único caso de un culto no expiatorio sino culpabilizador, dónde se alimenta una
monstruosa conciencia incriminadora sin opción a la salvación o al rescate,
sino a un tormento eterno como el del purgatorio. Esa culpa es perene y
universal, alimentada por un Dios que no ha muerto como quisiera Nietzsche,
sino que sigue ahí en la obscuridad atrapado, vigilante como un Padre
superyoico sometido a la obligación de castigar sin piedad a sus hijos. Y detrás de toda
religión, nos lo muestra muy claramente el libro de Horst, está el rito del
sacrificio de lo que más queremos. No se trata por otro lado, de esperar nada a
cambio, el sacrificio es simplemente la condición de existencia. El capitalismo
es una fe sin esperanza.También Horst, nos muestra
que en este ritual, la primer sacrificada es la mujer, condenada a la
maternidad y a la atención al hombre en una sociedad falocrática. Por eso
también, nos dice del descuido de los estudios de psicoanálisis sobre la madre,
lo que me hace pensar que la mitología de Melanie Klein es también en cierto
sentido una ficción bizarra dónde el pecho es una representación de un falo
(especialmente en el caso del pecho malo) y no una fuente generosa de leche que
alimenta al bebé sin esperar ninguna retribución. Cita Horst el mito
de Lilith, la primera mujer de Adán, que aparece prácticamente borrada de las
versiones extendidas de la Biblia. Según esta historia, ella se rebela contra
Adán porque siempre le quiere hacer el amor acostada, ella quiere comérselo
también, cree que tiene derecho como él a tener una posición activa. Le dice:
«¿Por qué he de acostarme debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo, y por
lo tanto soy tu igual».Puesto que Adán se
opone, ella lo deja, y su destino será tener comercio sexual con demonios,
abandonarse a la lujuria, y tras de negarse a los ángeles que le envía Dios
para volver a casa, sus hijos serán castigados con la muerte. Ella entonces, se
dice, se vengará matando a los niños menores de 8 días, incircuncisos.Sacrificio de su
deseo, su independencia y su sangre, parece ser el destino que el mundo
judeocristiano depara a la mujer. Eso se ve muy claro en las bodas arregladas y
la dote obligatoria – expresión de oblación también – del mundo judío hasta
nuestro días. La serpiente de
Eva, el puerco del sacrificio, son símbolos del sexo femenino al que
representan. La sexualidad de la mujer debe estar sometida al varón. La
religión del capitalismo se basa también en este sacrificio. Aún en nuestros
días que la mujer usa jeans, trabaja fuera de casa y controla su fecundidad con
el ginecólogo, supuestamente para gozar libremente de su sexualidad, se le
exige finalmente el sacrificio de su deseo de diversas maneras, desde la
fidelidad, hasta el convertirse en objeto fetiche y alimentar con su propia
mano, cuerpo, sexo, la falocracia; de tal manera que pueda ser reconocida como
mujer acompañante y/o esclava del hombre a riesgo de no ser tomada en cuenta,
perderse en la nada del pantano del olvido. Este fenómeno lo vemos en nuestra
cotidianeidad, en mujeres jóvenes y maduras, solas o que así se sienten, a lo
mejor divorciadas, que se lanzan con desesperación al uso de redes sociales
como el Badoo, Lovoo, y Tinder, buscando respuesta a su demanda de amor y
encontrando sólo sexo. También esa tendencia al sacrificio se ve en la moda de
los pantalones razgados que muestran las piernas de las chicas como si hubiesen
sido víctimas de una violación, la manía curiosa, también ha pasado al hombre,
todos somos torturados y mártires finalmente. Kurnitzky es
crítico severo del trabajo de análisis del psicoanálisis, dice que se queda en
un nivel básico de investigación de los fenómenos culturales, sin tener
conciencia de la historia. Capitalismo y socialismo son analizados como formas
equivalentes de falocracia. La caída del muro de Berlín y del socialismo en los
países del este de Europa, la industrialización de China que lo convierte en el
más importante productor hoy día, le dan la razón. Va más allá,
analiza el mito de Prometeo como la representación de que el robo y el
sentimiento de culpabilidad están en el comienzo de la civilización. El fuego
por su origen de frotación es consonante al coito, y por tanto ligado al
fantaseo incestuoso. El castigo a este Titán amigo de los mortales, es una
variante de la castración y la represión de nuestros impulsos, fuente de la
cultura. En esa línea de análisis, Pandora, la primera mujer representa el
retorno de la madre reprimida por el
patriarcado. El dinero toma
diversas formas, no es sólo moneda de oro o billete, sino ganado, puercos,
cacao, maíz, conchas, collares, caracoles, su forma no es esencial sino su
función de sacrificio y después de intercambio, sobre esta base se constituye
la vida material. También es crítico
de la teoría marxista ortodoxa que nunca consideró en su análisis económico, la
libido y el deseo, como elementos transcendentales para el análisis de la
mercancía y sus canjes. Quizá porque no había Freud desarrollado aún el
psicoanálisis es que Marx no consideró estos aspectos, pero sus seguidores
extendieron su análisis parcial hasta nuestros días, ignorando la economía
pulsional en las relaciones de producción. Libro complejo,
original, crítico que se publicó cómo les decía hace 40 años, hoy en día tiene
vigencia y nos complace ver una nueva traducción, que su esposa Marialba nos
hizo el favor de hacer, y que nos trae nuevas pistas sobre la intención del
autor en relación a un tema que no ha sido suficientemente valorado. Hoy
tenemos aquí a Horst, y es un honor, un gusto para nosotros que podamos
interactuar con él.
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