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Las esperadas elecciones presidenciales en México en 2018, ocurrieron
con un resultado lógico pero no del todo previsto por muchos. El electorado
harto de más de 70 años de prianismo decidió por una tercera opción que es la
del partido MORENA fundado por López Obrador a partir de su escisión del
PRD; en parte por convicción, también
como una forma de protesta frente a la corrupción, el crimen y la falta de otro
proyecto político convincente. Con el 50 % de los votos y protagonizando una
elección sin ninguna duda, Andrés Manuel López Obrador llegó al poder de una
forma espectacular, arrasando a sus competidores.
La antes oposición está ahora en el poder y parece que no acaba de
asimilar el hecho, aún falta que acaben de tomar piso y se acomoden en sus
sillas para empezar a gobernar, es una función que se hace no sólo con
conocimientos sino con experiencia, y muchos de ellos no la tienen lógicamente. También hay que tener presente que MORENA no es un partido completamente de izquierda, Roger Bartra nos los advirtió desde el principio, sino una institución con muchos vicios del sistema político anterior.
Los problemas iniciaron desde el principio con la clausura de la
construcción del aeropuerto, en base a una consulta popular y no en función de
estudios técnicos de especialistas. De cualquier manera AMLO ya había anunciado
durante su campaña que cancelaría la construcción del aeropuerto y precisamente
es lo que hizo, demostrando que tiene las agallas para cumplir un cometido.
Muchos lamentaron las pérdidas por la no construcción, pero también se acaba de
descubrir un presunto desvío por más de 17 mil millones de pesos, que parece
involucrar al director de obra y al director administrativo, lo que verifica la
deshonestidad y mala ejecución del proyecto.
Se trata de un aeropuerto que nunca debió empezar a edificarse en el
lago de Texcoco por razones ecológicas que hoy aparecen como altamente
preocupantes, pues el hundimiento del terreno lo que ha sacado a luz es
irresponsables fallos técnicos que derivaron en un drenado insensato que ha ocasionado
daño al subsuelo de Texcoco y que si no es paliado dará como resultado
consecuencias verdaderamente nefastas en un próximo temblor. El daño está hecho
por los dos lados, no había forma de elegir una buena alternativa, la decisión
política igual ya había sido tomada demostrando el poder de este mandatario que
es sin igual al que otros han tenido en muchos años. Su figura levanta un
fervor casi religioso entre algunos de sus seguidores, eso no es precisamente
una seña a su favor.
El día después de las elecciones fue un día festivo para los electores
cómo no se había visto en más de 60 años. El entusiasmo era similar al de la
expropiación petrolera, sin que el motivo fuese quizá equivalente. En 1938 se
trataba del apoyo del pueblo a un acto del presidente Cárdenas que
nacionalizaba el petróleo. Hoy en 2018 es el júbilo por la posibilidad de la
promesa. El problema es que AMLO ha prometido en los 18 años que lleva de campaña
muchas cosas, y seguramente no podrá cumplir todas.
Su decisión del establecimiento de la Guardia Nacional apoyándose en
el ejército, es una medida fuerte y que no podemos aún establecer sus alcances.
Quizá lo mejor en este corrupto país sea apoyarse en una organización como la
armada o la marina, pero también es cierto que estas estructuras han sido
corrompidas en momentos claves del combate al narcotráfico. Incluso los Zetas
han surgido de organizaciones militares y precisamente esa disciplina las ha
hecho crecer y fortalecerse en contra del Estado. Así que queda por preguntarse
si un ejército renovado pueda establecerse como un enemigo que pueda acabar con
lo que parece ahora un mal endémico difícil de combatir.
Un soldado no está hoy, capacitado para imponer el orden en la
ciudadanía, orientar y conducirse educada, civilmente, su especialidad es
seguir órdenes sin chistar, defenderse y matar. Hace poco, en Querétaro, vi en
EL Lobby de un cine dentro de un centro comercial irrumpir una docena de
soldados armados hasta los dientes, con chalecos blindados, botas, cascos y
armas de alto poder. No decían nada a nadie, parecían buscar algún sujeto, pero
su aspecto era verdaderamente escalofriante. ¿Qué habría pasado si encuentran a
su presa? ¿Habrían abierto fuego sin más? ¿Les habrían importado los transeúntes
y niños en medio? Los ciudadanos transitaban comprando helados y palomitas, jugando
juegos electrónicos, parecía no importarles nada de lo que estaba sucediendo,
lo cual a mí me parece más grave todavía. Nos hemos acostumbrado al horror al
punto de considerarlo común y corriente.
Nuestro presidente hiperactivo tiene una serie de rasgos particulares
que levantan tantas críticas como simpatías. Su conferencia de prensa mañanera
de todos los días, el uso de su Jetta Clásico en lugar de una camioneta
blindada, su falta de escolta formal, su descuido para dejar que la gente se le
acerque, sus proyectos educativos que proponen universidad para todos los jóvenes,
su autobaja de salario aplicable a la mayor parte de los funcionarios, la
amnistía a delincuentes arrepentidos, su promesa de liberar a los presos políticos,
la viable liberación del delito de posesión y hasta cultivo de marihuana, la
legalización del aborto, una posible la reactivación del sistema ferroviario,
son motivos para congeniar con él de principio, pero hay que recordar que el
dicho dice que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
También está su promesa de someter a la mitad su mandato a un
plebiscito, que hacen dudar a muchos que pueda llegar al final del sexenio, lo
que pondría en crisis al país inútilmente. Es una promesa que estaba de más, y
que sólo manifiesta una confianza en el pueblo y en la democracia que raya en
populismo.
Antes que el narcotráfico, decidió atacar a los huachicoleros,
demostrando que el robo de combustible que se realizaba era desde arriba cobijado por los mismos
funcionarios, con un monto calculado de 60 mil mdp. al año. Las autoridades de
PEMEX, colaboraban en este enjuague no sólo abriendo ductos ilegales, o
permitiendo almacenes en instalaciones de la entidad, sino proporcionando
camiones y pipas, promoviendo y regulando el tráfico de barcos de diverso tipo
a las instalaciones en alta mar. Ahora los partidos opositores se quejan del
desabasto en 9 estados, pero el asunto es que quienes provocaban este enredo
eran los mismos políticos involucrados en la administración y regulación de
PEMEX, el nuevo acomodo es incómodo para el usuario, y ha provocado compras de pánico, desabasto temporal, pero la idea es que pueda
lograrse la interrupción de esta pérdida atávica, del robo descarado que creció
sin ninguna traba en los gobiernos del PRIAN. Dicen los opositores que la
distribución vía camiones cuesta mucho más que la apertura de los ductos, pero
el saqueo sin duda costaba más, y debe evitarse a toda cosa.
Era un sistema de robo y reconducción de combustible a gran escala que
sexenios atrás conocía bien el PRIAN gobierno y frente al que no hizo nada. El
siguiente enemigo del estado y la sociedad será más difícil de combatir, pues
sus raíces están muy arraigadas en el conjunto nacional. Tanto así que la
plataforma de Netflix está llena de las aventuras de los maleantes,
secuestradores y narcos, que constituyen una de las principales atracciones
para los espectadores.
Así las cosas, no cabe duda que nos enfrentamos a un intento de
cambio, que habrá que esperar a que transcurra tiempo para que podamos sacar un
balance adecuado. Por lo pronto, nos enfrentamos a rarezas sociales como el
EZLN que apoyó al senador Roberto Albores Gleason candidato del PRI y PANAL en
su intento fallido por obtener la gubernatura de Chiapas. El mundo al revés,
prueba que las diferencias entre izquierda y derecha son hoy cada vez más
confusas.
¿Cuarta transformación? Habrá que ser más cauto con este tipo de
juicios históricos, y las frases publicitarias. Hay que tener fe pero no perder
la distancia crítica. Sólo esperemos y confiemos en que el PRI nunca vuelva a
levantarse, si algo positivo puede salir de todo esto, será este resultado histórico
que mi generación anheló con verdadero ahínco para poder ver hacia delante un
nuevo México. También conviene recordar
que el progreso no es un aparato sin falla, ahí está Bolsonaro en Brasil y
Trump en los EUA para probarlo.
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