La muerte no perdona, por eso hay que vivir cada día cómo el último de tu vida.
Conocí a Miguel Mora apodado Misha por sus compañeros de las juventudes comunistas del PC, por allá de la escuela preparatoria. Estábamos en la prepa 6 de Coyoacán y cursábamos el 5 grado, eso significa que éramos unos adolescentes inquietos, tal vez más movidos que el resto de los compañeros. Por aquel tiempo, recuerdo que discutíamos en los pasillos sobre la Guerra de Vietnam con Juan Luis Concheiro y los miembros del Comité de Lucha, quienes decían que debíamos tener como jóvenes una actitud de oposición rebelde al régimen y al imperialismo. Yo era bastante lerdo en esos momentos, y sostenía que era imposible vencer al país más poderoso del mundo, que muy probablemente el Vietcong y todos los habitantes serían borrados de la península por los superbombarderos. Estaba en contra de los norteamericanos, pero sentía que era inútil oponerse a ellos pues tenían mucha más fuerza que cualquier país en el planeta.Me recuerdo también de las amables pláticas con Kyra Galván en los jardines del fondo de nuestra escuela. Las idas al cineclub de la Casa del Lago con la bellísima Gena, las canciones de Beto Ponce con la estrella Clara Turner en la cafetería La Hiedra. Otros nombres me surgen, pero no se trata en estas letras de hacer un recuento de mi vida, aunque hablar de mi amigo, sea abrir casi las mismas páginas de una historia compartida. Diré solamente que fueron años mozos e inocentes que siempre extrañaré. Por aquel tiempo monté un periódico mural de las cosas que nos interesaban,
desde Kandinsky hasta Led Zeppelin en la escuela. Empezó a llamar la atención
entre los chavos, y se nombraba Mural Prepa 6. De hecho, uno de los chavillos (Iván o Edgar, ya no recuerdo) más izquierdistas de la escuela, fue a amenazarme porque quería el
espacio para sus propios proyectos de difusión, decía que yo había logrado
interés en un muro y que con eso había cumplido con mi proyecto, pero que ahora
debía usarse para cosas más importantes. Era una muestra para mí de
intolerancia, abuso y radicalidad que me indignó bastante. Misha se acercó y me dijo que no me preocupara, que él hablaría con ellos. No sé exactamente
qué les dijo, pero sí me dejaron en paz, a mí y mis compañeros.
Después vino el final de la Guerra de Vietnam y el triunfo de Ho Chi Minh
sobre los capitalistas americanos acompañado por la rendición total del
gobierno del Sur, ya habían vencido a los franceses antes y ahora al imperio
norteamericano. Yo tenía 16 años y ese hecho, marcó mi vida para siempre. Me
mostró que se podía vencer desde la izquierda a los capitalistas con fuerza y
empeño. Allí fue dónde me abordó Miguel para hablarme de la necesidad de que yo
me integrara a un grupo de izquierda para luchar en contra del priismo
indignante que teníamos en el país. Me preguntó si había leído el Manifiesto
Comunista, a lo que yo respondí que no, para que él me prestara el libro y lo
empezara a leer.
Fue un gran descubrimiento para mí desde el primer párrafo. Hoy día
les pregunto a mis alumnos en clase si lo han leído y descubro que es un libro
olvidado. Después seguí leyendo los Manuscritos económicos filosóficos, Las
tesis sobre Fuerbach (sin haber leído a Fuerbach entonces), El 18 Brumario de
Bonaparte, Fragmentos del Capital, y otros libros relacionados. De alguna
manera estructuraron mi mundo y me convencieron entonces de conceptos como lucha de
clases y dictadura del proletariado. Era un tiempo en que a los jóvenes les
importaba entender su realidad y el marxismo proporcionaba una comprensión de
la dinámica social que tenía un impacto vital muy fuerte sobre todos nosotros,
al punto de movernos a querer cambiar el mundo de manera súbita, no estaba muy
lejos de nosotros la Revolución Cubana, la muerte del Che Guevara, ambos gestos
revolucionarios que nos movían a pensar en emular a esos héroes, de esa época
vienen generaciones de niños que se llamaron Camilo, Tania, Ernesto, Fidel, Lenin y hasta Vietnam.
Accedí a sumarme a sus proyectos, él me fue metiendo en un tejido en el
que de alguna manera contaba como peón, alfil y caballo. La actividad del PC,
le parecía conservadora. Él decía que la revolución debía hacerse ya o no hacerse, los planes para después eran basura.
Siempre dinámico, haciendo estrategias y pensando en sus repercusiones, suponiendo que cambiaríamos el país de un
tirón. Los relajos terminaron abruptamente con la detención de
algunos compañeros y el encarcelamiento por muchos años de un par de fulanos. Allí
fue dónde decidimos dedicarnos a nuestras profesiones y no seguir en la
militancia política. Vinieron años muy diferentes, dónde empezamos a caminar en
otra dirección. No porque abandonásemos nuestra simpatía con la izquierda, pero dejamos de
escuchar los discursos de Fidel acompañados de ron, y cantar con Silvio
Rodríguez. Eso sí, sabíamos ya la Internacional y uno que otro corillo de lucha, en la foto estamos juntos Los tres amigos: Miguel Mora, Javier Oñate y yo, en el Desierto de los Leones, planeando qué hacer con nuestras vidas.
Miguel se metió después de estudiar sociología, una carrera que le costó
trabajo terminar porque implicaba trabajo de escritorio y biblioteca -- no porque no pudiera hacerlo, pero le atraía más siempre la acción --, decidió dedicar su vida al cine, yendo a parar a la que él consideraba
la mejor escuela: el CCC. Le ayudé a escribir algunos trabajos, uno que otro
guión. Él pensaba que sería un gran director de cine, quería que yo fuese su
guionista y de hecho, hicimos algunos experimentos.
Tanto así confiaba en su talento que no cedió su película Mañana de Cobre (que ganó la Bochicha de Oro en Cartagena), a su escuela como tesis de cine, decía que Spielberg no había estudiado y había llegado muy lejos. Conocía a todos los directores importantes del país, empezó a trabajar con algunos, recuerdo que fue asistente de director de varias películas de Jaime Humberto Hermosillo, hoy ya fallecido como él. Una vez, incluso, los visité durante el rodaje de María de mi corazón en el ex Hospital Psiquiátrico Floresta y recorrimos a fondo sus instalaciones, para descubrir la infame atención que daban a sus pacientes, monjas que se alojaban en el sótano de la institución en una caverna de paredes húmedas con una especie de nichos de cama en las que ellas dormían, quizá peor que los internados.
Tanto así confiaba en su talento que no cedió su película Mañana de Cobre (que ganó la Bochicha de Oro en Cartagena), a su escuela como tesis de cine, decía que Spielberg no había estudiado y había llegado muy lejos. Conocía a todos los directores importantes del país, empezó a trabajar con algunos, recuerdo que fue asistente de director de varias películas de Jaime Humberto Hermosillo, hoy ya fallecido como él. Una vez, incluso, los visité durante el rodaje de María de mi corazón en el ex Hospital Psiquiátrico Floresta y recorrimos a fondo sus instalaciones, para descubrir la infame atención que daban a sus pacientes, monjas que se alojaban en el sótano de la institución en una caverna de paredes húmedas con una especie de nichos de cama en las que ellas dormían, quizá peor que los internados.
Nuestras charlas eran casi siempre sobre cine. No sólo directores o
actores, sino montaje, posición de la cámara, anécdotas del rodaje que contaba
cómo si él hubiera estado ahí. Adoraba las películas de Wadja, de Coppola, le fascinaba
Billy Wilder, creía que Einsenstein y Ford eran los verdaderos creadores del
cine. Recordábamos juntos, diálogos completos de nuestras películas favoritas. Le apasionaba el tema y pensaba que en algún momento tendría su gran
oportunidad, que sí llegó para otros, pero no para él. Siempre inteligente, cínico, irónico, irrespetuoso de las normas, con un sentido del humor que hacía que uno riera a carcajadas hasta las lágrimas.
Quizá por su soberbia o carácter impulsivo, tal vez porque no renunciaba
a sus sueños ante los ofrecimientos y propuestas que él consideraba que no
estaban al la altura de sus proyectos, mantuvo un lugar no principal en la industria. Estuvimos por una larga época muy
cercanos, por él metí mi hija al Colegio Suizo, una decisión excelente de la
que nunca me arrepentiré. Recuerdo algunas comidas juntos en el patio del
plantel tragando salchichones y bebiendo cerveza, él tenía una gran facilidad
para hacerse de amigos casuales a los cuales les hablaba de sus proyectos, y que al otro día que los buscaba como patrocinadores, simplemente no le recibían la llamada. Aún cargo una navaja suiza, recuerdo de una
época en la que vimos crecer a nuestros hijos juntos.
También trabajó como actor, me acuerdo que hizo esa película, Mina viento de libertad (1977) dirigida
por el vasco Antonio Eceiza, junto a actores como José Alonso, Pedro
Armendáriz, Héctor Bonilla, Fernando Balzaretti, parte de un cine patrocinado
por el Estado mexicano y dirigido a impulsar cierta conciencia histórica y patriótica, con fines promocionales del espíritu cívico.
La película - bastante decente - todavía la pasan en los canales de cine mexicano, recuerdo que
llegó del rodaje en la selva, enfermo de gripa, tal vez algo así como malaria y estuvo
a punto de morirse, allí decidió dejar la actuación de lado. Se jactaba de que
había aprendido a montar a caballo, eso sí, a la perfección. No sé para qué.
Así cómo fui testigo de que se acercó a su espléndida mujer Georgina, años después vi cómo se
separó de ella. Luego siguieron conservando la amistad, siempre pensando en sus
hijos. Fue un buen padre (también, hermano y compañero) que pasados los años hacía de la vida de sus hijos una conversación plena de orgullo, un hombre que causaba en la mitad de la gente que lo
conocía fascinación y en la otra mitad cierta repulsión, esto especialmente en
las mujeres. No lo digo como juicio de ningún tipo, yo lo admiraba por su confianza y su
impulso siempre hacia adelante. Le amaba pese a sus defectos o precisamente
por ellos. Eso sí, siempre era muy radical en sus juicios, y bebía como cosaco, por lo menos yo nunca pude seguirle el paso.
Cuando era dulce podía ser empalagoso, en los momentos en que se
ponía violento hacía cosas muy raras, recuerdo que una vez me habló para que le
ayudara a pagar un vidrio gigante de una cafetería Vip’s que había roto en una
madrugada, para salir del local. En otra ocasión después de una fiesta grande, ya con unas copas, me
fue a pedir permiso para cogerse a una de mis exnovias, yo le dije que hiciera lo que
quisiera, que no tenía por qué pedirme autorización, al final tomó otro camino,
supuestamente por lealtad a mí. La verdad ahora me da mucha risa todo eso.
También en mi casa, se le ocurrió con unos tragos encima, coquetear con la pareja de
otro amigo, tanto que tuve que pedirle disculpas a mi camarada cuando me enteré.
Tenía algo del espíritu de Bukowski combinado con David Lynch, por momentos era muy salvaje, pero eso era una virtud en él cuando la aplicaba a su trabajo. Con él aprendí a oír Dire Straits, Johnny Cash, a volverme fanático de Jacques Brel y Leonard Cohen. Le gustaba la buena comida (comida vasca, japonesa e italiana), los vinos y el buen whisky, era un bon vivant que vivía al día, no planeando quizá las cosas demasiado para el mañana. Conocí después a varias de sus novias, algunas encantadoras, otras desagradables como la piedra rugosa. Después de Georgina, sin embargo, todas sus relaciones fueron conflictivas y no duraron demasiado. Es una lástima que viviera solo, creo que es una experiencia muy difícil, sobre todo para un hombre.
Tenía algo del espíritu de Bukowski combinado con David Lynch, por momentos era muy salvaje, pero eso era una virtud en él cuando la aplicaba a su trabajo. Con él aprendí a oír Dire Straits, Johnny Cash, a volverme fanático de Jacques Brel y Leonard Cohen. Le gustaba la buena comida (comida vasca, japonesa e italiana), los vinos y el buen whisky, era un bon vivant que vivía al día, no planeando quizá las cosas demasiado para el mañana. Conocí después a varias de sus novias, algunas encantadoras, otras desagradables como la piedra rugosa. Después de Georgina, sin embargo, todas sus relaciones fueron conflictivas y no duraron demasiado. Es una lástima que viviera solo, creo que es una experiencia muy difícil, sobre todo para un hombre.
Sufría mucho porque la gente no le entendía, porque él pensaba siempre cómo
si estuviese en una campaña de guerra, hablaba mucho y actuaba de frente sin
detenerse, era un Juan sin miedo. Con los años supo moderarse y empezó a
escribir crítica de cine, un oficio muy noble que no cualquiera puede ejercer,
sus críticas son excelentes, demuestran cultura y un espíritu reflexivo como
pocos, que se avizora en un estilo elegante. Les recomiendo que las busquen en la red en Alta Fidelidad Magazine.
Nos alejamos con mi salida de la CDMX, él estaba un poco extrañado de mi
decisión y creo que hasta se sentía abandonado por su mejor amigo. Durante
años, empezamos a alejarnos más y más, sin sentirlo, como chilango sentía que no había fuera de la ciudad nada más que valiera la pena. Le llamé un día de su
cumpleaños, él me dijo que no era el día, que me había equivocado, y
prácticamente me colgó.
Ya con el internet nos empezamos a comunicar por texto, y me reprochó que me había ido de la gran ciudad, hacia el Maelstrom, y me decía que no iba a sobresalir en mi profesión nunca más, sobre todo porque yo no era según él un verdadero psicoanalista. Yo le paré el alto, y le escribí una carta punzante que nos costó muchos años de separación.
Ya con el internet nos empezamos a comunicar por texto, y me reprochó que me había ido de la gran ciudad, hacia el Maelstrom, y me decía que no iba a sobresalir en mi profesión nunca más, sobre todo porque yo no era según él un verdadero psicoanalista. Yo le paré el alto, y le escribí una carta punzante que nos costó muchos años de separación.
Un día me llamó y me pidió disculpas, las acepté a medias y con la boca
haciendo pucheros. La amistad es una pasión que uno no comprende del todo, cómo
cambia con el tiempo y puede volverse ambivalencia y hasta oposición ¡Cómo puede ser un amor que tiene
algo siempre de sublime competencia, celos y hasta envidia!
Le agradezco su llamado, porque yo sé que le costó mucho hacerlo, y significaba
una muestra de cariño sin medida.
Era grande el afecto y decidimos retomar nuestra confianza. Fue entonces que me
separé de mi primera mujer (con la que ahora mantengo amistad),
intenté retomar la relación con él a partir de mi segunda, pero algo no le pareció a él (quizá la
edad tan joven de mi pareja, su belleza), la disputa entre dos animales nuevamente. El choque se extendió a ella porque no le hacían ninguna gracia sus palabras tan sueltas y la seguridad extrema con la que hacía todas sus afirmaciones, un poco irresponsables. Eso
nos volvió a separar.
Así pasaron muchos años otra vez. Me volvió a llamar, no le dieron la
oportunidad de hacer la película que esperaba, porque confrontó a sus
patrocinadores pues esperaba el doble del presupuesto y acabó haciendo declaraciones a los periódicos alarmantes (mejor la acabó haciendo el creador de la historia). Misha derivó a ser asistente de director, dar clases de cine, producir
comerciales y televisión. Me mandaba links a sus programas, quería que viese lo
que estaba haciendo. Hizo un programa en TV Azteca que se llamaba Te caché, dónde se jugaban bromas a los
transeúntes, estoy seguro de que él ideaba todas las trastadas y se divertía a
carcajadas haciendo el programa. Siempre ácido, implacable sin que nada, ni
nadie lo retuviese o frenase.
Me dijo que quería que nos reencontrásemos, que deseaba fuésemos nuevamente los amigos que solíamos ser. Su carácter estaba más suave, sus hijos habían crecido tanto como la
mía, y se daba cuenta de que, a veces, siendo uno joven piensa que tiene toda
la fortaleza para afrontar el mundo sin ningún temor y sin respeto a las convenciones,
para descubrir más tarde que las transacciones y convenios con el otro, cuentan
más de lo que uno puede imaginar. Yo también tengo algo de ese, su carácter
inurbano, que a veces raya en lo grosero. Teníamos tanta historia y puntos de
contacto, que volvimos a retomar la amistad a pesar de la distancia. No lo critico en absoluto, no es mi intención, simplemente trato de trazar una línea más o menos clara de la clase de guerrero, que él fue.
Entonces empezamos a hablarnos por teléfono. Eso duró bastante tiempo, los últimos
años. No hace mucho, unos 40 días, tuvimos una larga conversación al teléfono.
Me dijo que estaba haciendo, qué pensaba hacer, con quién estaba saliendo y que
era lo que le preocupaba. Cómo lo dije antes, era de un carácter sumamente
dinámico, vivía a plenitud. Pensaba aún filmar una película y esperaba en breve la oportunidad.
Me enviaba esas críticas de cine que yo relanzaba en el Facebook de
Cineclub Carta Psicoanalítica, a la gente le gustaba e interesaba lo que él
opinaba y siempre alcanzó altos números. Pensábamos vernos pronto para comer,
cosas de la vida impedían de una forma u otra ese acercamiento, yo sabía "que él
siempre habría de estar ahí" y no me corría prisa por verlo, puesto que
estábamos en comunicación. De pronto, ayer vi una nota en Facebook en la que su hijo Fernando nos comunicaba su deceso y decía que lo velarían muy lejos de dónde yo estoy ahora. La amiga de una amiga de mi amiga dice que murió de un paro cardiaco, era diabético también. Ya no puedo encontrarme con él y eso me duele profundamente, ha partido en la barca
de Caronte y seguro está filmando cada escena del viaje como si fuese
documental. En su Facebook había puesto como frase de presentación: “Hasta
dentro de 40 años se podrá saber quien soy o quien fui”.
1 comentario:
Muy buena sinopsis de Miguel. Agregaría q lo marcaba mucho su espíritu rebelde.....y muy cálido con sus amigos cercanos.
A veces extendido a las parejas, me consta de ello.
Lo llevaremos en nuestro corazón siempre. Descanse en paz.
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