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martes, 28 de septiembre de 2010

Buenos Aires: recuerdos.

No sé por qué, pero tuve problemas para conectar mi Omnia con la PC. (quizá luego lo cambie por un Iphone)... sin embargo, finalmente lo logré y pude sacar algunas imágenes tomadas con la cámara del celular durante mi estancia en Buenos Aires en marzo. Las comparto con ustedes, en ellas está documentada una magnífica noche de tango a la que me arrastraron mis amigos Michel Sauval (el director de ACHERONTA) y Guillermo Pietra, y también fotos de mi queridísima Silvia Fendrik, "el psicoanalista lector": Herr Pablo Peusner. Por último, agrego fotos con Iván Hernández España, y Lorenita Castro, Jazmín Ramírez; Adrían Ortiz y otros colegas tomadas con la Lumix.

Canciller mexicana niega la existencia del fenómeno de la "narcoinsurgencia" :: La Prensa :: México

Cómo no está en el diccionario... pues no puede existir... sabia e inteligente mujer.

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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Hecho en México



Viejo, nuevo país…
Barrido por la sangre y regado con ella.
Tierra de desigualdades y desencuentros.
De mezclas y de tragos amargos.
Sueño a la intemperie que no acaba de levantarse.
Teatro de escándalos y pecados políticos.
Morada sin redención y páramo de espejos.
Enigma extraño que permanece indescifrable.
Hoy te celebro y te lloro también.
Te deseo supervivencia y paz.
Que tu vida se prolongue doscientos años más.

Psicología del Mexicano: Samuel Ramos

EL NACIONALISMO FILOSÓFICO DE SAMUEL RAMOS: samuel ramos: "- Enviado mediante la barra Google"

domingo, 12 de septiembre de 2010

Kafka.... Carta al Padre.

La conmovedora carta de Franz a su padre que dejé como lectura a mis alumnos en Psicología, puede ser descargada en:


http://www.box.net/shared/so7bbhimzb


Lectura para préstamo solamente.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Anamorfosis, radio por internet.

LA EMISIÓN DE ESTE VIERNES 10 DE SEPTIEMBRE A LAS 9 PM (-06:00 GMT) ESTARÁ DEDICADA A VIENA Y EUROPA CENTRAL, TENDREMOS LA PARTICIPACIÓN DE FERNANDO FIGUEROA.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA MALDICIÓN DEL DR. JEKYLL y MR. HYDE SOBRE LOS PSICÓLOGOS DEL NEW LOOK

PANTAGRUÉLICA: VÍCTOR CASTRO SANTILLÁN SOBRE LA MUERTE DEL ESTUDIANTE DE LA UNAM EN LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA DE LA UANL.
LA MALDICIÓN DEL DR. JEKYLL y MR. HYDE SOBRE LOS PSICÓLOGOS DEL NEW LOOK: "- Enviado mediante la barra Google"

Ver también el artículo de Miguel Ángel Granados Chapa:
http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=4078

Tlacotalpan septiembre de 2010.




Hace tres años, estuve con mi mujer en Tlacotalpan, Veracruz junto con mi amigo y colega Enrique Guinsberg de vacaciones... caminamos, tomamos fotos (las mías las muestro ahora)... exploramos la tierra que Agustín Lara quiso tomar como propia, al punto de promover una leyenda y hasta existe un museo... como otros grandes que se han inventado historias sobre sí mismos: Pessoa, Miller... y hasta Hemingway.
El tiempo transcurre y cambia todo inexorablemente, encontrarnos cambios que a veces deseamos y luchamos por ellos, con otros indeseables y difíciles de afrontar. No en balde Freud había colocado como una de las tres fuentes de malestar en la cultura a la Naturaleza, siempre indomable.
Nos gustó el calor de la gente, su amabilidad y gentileza, su despreocupación por la vida, su paraíso en la tierra, que hoy está en peligro por las aguas desbordadas del Río Papaloapan como lo muestran las últimas fotos oportunas de Oscar Martínez (fotogrillo)
La política no es el psicoanálisis. Por favor si pueden hacerlo, acérquense a la Cruz Roja y a Bomberos en sus localidades para tratar de ayudar en esta emergencia.... muchos corazones se los agradecerán.

martes, 7 de septiembre de 2010

Genealogía del psicoanálisis francés.

Hace algún tiempo, mi amigo Eleazar Correa me había proporcionado este interesante esquema, que pone en claro algunas familiaridades sobre el origen de las ramas analíticas en Francia. Me lo han pasado a otro formato que quizá pueda hacerles más claro el asunto, para quien realmente le interesen estos chismes (contiene algunos errores de transcripción, pero es perfectamente comprensible) . Saludos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Las Luces de una Ciudad, el tiempo y el cine.



Hace poco tiempo, se me presentó la oportunidad de ver una de las películas de Jean – Luc Godard hechas en este siglo: “Elegía de amor” (Éloge de l'amour, 2001) que fue para mí, la primera película del genio franco - suizo que veía en más de 20 años, puesto que las últimas noticias que tuve de él, fueron que se había retirado del cine comercial para hacer cine experimental, un poco me lo imaginé como uno de los protagonistas de la película de Wenders “La historia de Lisboa” (Lisbon Story, 1994), filmando para él mismo sin importarle la gente y tratando de ganar desesperadamente la batalla al tiempo. No estaba del todo equivocado. Ha filmado todos los años, la televisión francesa rechazó algunas de sus producciones, y parte central de su última obra la ocupa una historia del cine. De entre los pocos largometrajes que ha filmado está la película en cuestión, que versaba sobre las cosas perdidas e irrecuperables, que dos generaciones o tres detrás, tuvieron significado pleno para muchos en Francia: la resistencia, los años de batalla de la posguerra y el cine como centro puro del espectáculo. Filmada con un presupuesto modesto, llena de palabras y en un estilo semi-documental, seguía las peripecias de un joven director que deseaba filmar una película sobre el amor, a partir de los testimonios de los viejos. Como si fuese casualidad, se mostraban al espectador los libros que leía alguno de los personajes, los objetos – recuerdo acumulados en los cajones y las arrugas que por todas partes cruzaban el rostro de quienes participaban en el filme.

La película me pareció emotiva por venir de uno de los delfines de la vanguardia cinematográfica de los 60’s –llamada La Nueva Ola– y por enfatizar la visión del autor, de que el tiempo lo mata todo, al punto de hacer casi inútil el recuento de lo acontecido. Ideas interesantes que, sin embargo, me parecieron al final, tristemente herméticas e intelectuales hasta el formalismo, en un tiempo en que la acción parece comerse la trama de casi cualquier guión. El estilo Godard se ve pese a mi simpatía: envejecido y lento.

En una entrevista que vi después, ponderaba el hecho de que el cine viene de un negativo que es la matriz de todas las imágenes que vemos en él , comparándolo con el crisol del alma humana, en la que de lo más negativo podemos hacer algo positivo. Allí su intelectualidad me pareció una impostura forzada que simplemente me pareció exagerada. “Al fin y al cabo, un pensador a la francesa”, me dije.

Y, es que este francés, insiste en filmar de una manera en que ya nadie más filma así, su vanguardia se ha vuelto un objeto marginal que no creo que tenga ningún encanto hacia los jóvenes posmodernos, niños después de la era de la “Guerra de las Galaxias”, que crecieron arrullados por los capítulos de “Los Simpsons” y el “Príncipe de Bel Air”.

Para esa generación, películas como “Lo que el viento se llevó”, “Ben Hur”, “Casablanca”, o “West side story” no tienen más sentido, que los hechos históricos que se narran en los farragosos y detestables textos de historia que todos llevamos por obligación en la secundaria o el bachillerato. Me dirán que he escogido títulos muy a propósito de la industria de Hollywood, pero no negarán que han oído maravillas de estas cintas durante muchos años. Pues bien, ellos nacieron para ver “The Matrix”, “Lord of the rings”, “Alien vs. Depredador”, es más, a su servidor, algunos clásicos le empiezan a parecer añosos y viejos, películas demasiado ingenuas o sosas, que junto a muchos otros filmes de arte merecen más los museos que las carteleras de cine.

Me pregunté entonces, si el destino del cine está sellado y en el futuro, las grandes películas que asombraron a sus abuelos, no serán más que un anacronismo o ente de curiosidad marginal. Imaginé el apetito insaciable de los nuevos cinéfilos devorando todo con la potencia de unas quijadas acostumbradas a dar cuenta completa de la caja jumbo de palomitas entintadas en salsa brava.

¿Acaso la tecnología digital y los efectos especiales no son hoy lo que hace interesante una película para los jóvenes? Pareciera que estamos en una época en que el arte ha sido vencido por la técnica y en el que la imago reflejada pesa más que el objeto real. Quizá el problema sea más fácil de pensar, si nos acordamos que discusiones cómo ésta ya han sucedido en la historia del cine.

Reviviré ante ustedes, una polémica discusión que se suscitó sobre la relación entre el 7º arte y la técnica. Me refiero a la histórica pelea de Chaplin, Eisenstein, Pudovkin y otros cineastas del cine mudo, en contra del cine hablado. En la época de advenimiento del cine sonoro, el productor inglés se opuso con vehemencia a los “talkies” pues le parecía un lamentable error que en nombre del progreso, daría por traste con el arte mímico implicado en el cine mudo. Una película, más bien mala, como “The Jazz singer” se estrenó en octubre de 1927[1] y revolucionó completamente la industria. Para el testarudo cómico, esa innovación técnica quitaba universalidad al cine, denigraba el espectáculo y cavaba el final del arte sublime que él había cultivado con pasión durante su carrera fílmica. No de balde, Charlot no sobrevivió mucho al cine hablado e hizo su última aparición en “El gran dictador”, curiosamente con un discurso extremadamente largo para el cine de 6 minutos.

Pero todo eso vino después, el primer encuentro de Chaplin con el cine hablado fue pendenciero. Sus declaraciones a la prensa fueron enfáticas: “Pueden ustedes decir que detesto los talkies, han venido a estropear el arte más antiguo del mundo, el arte de la pantomima: aniquilan la gran belleza del silencio. Echan abajo el gran edificio del cine, destruyen la corriente que lleva a los actores a la popularidad, y a los amigos del cine hacia la llamada de la belleza. La belleza plástica sigue siendo lo que más importa en la pantalla. El cine es un arte pictórico”[2].

“Luces de la ciudad” fue el filme que usó como argumento demostrativo de sus tesis, en una época en que ya abundaban los “talkies”. El director, actor y productor, se negó a usar el sonido, cómo no fuera más que para servir de fondo y enfatizar las escenas mímicas que llevan a cabo los actores. De hecho su película, es una vuelta de tuerca a un famoso argumento filosófico de su contemporáneo Wittgenstein, pues hace callar a sus actores para mostrar sin palabras o para demostrarnos que las palabras son inútiles cuando se trata de mostrar sin freno, las emociones.

Y en esa expresión sin palabras en la que convierte el cine por obra de la necedad, nos enseña todo un universo de vibraciones que habitualmente quedan ocultas en el mar de las palabras. Hay que reflexionar sobre este quehacer, el principal protagonista de las películas de Charlot es el cuerpo y a través de él parece generarse un lenguaje directo sin intermediarios que transmite los afectos más profundos y recónditos, no es extraño porque el primer lenguaje que hemos tenido en el vientre de nuestra madre es el del cuerpo hasta ser expulsados a un mundo frío y regulado por las palabras.

Cómo señalábamos, el genio del cine no desechó el sonido del todo, entrevió la oportunidad de ligar indisolublemente la música a la pantomima, de tal manera que el público más modesto pudiera presenciar un espectáculo total, como el que tenía lugar en las grandes salas del cine, en las que una orquesta sinfónica acompañaba con una partitura escrita, los acontecimientos del filme. De hecho, decidió escribir él mismo, la música de la película, haciendo uso de sus habilidades adquiridas en el music hall y tomando como base un tema latino que conocemos como: “La violetera”.

En esta película se repiten los temas del cine de Chaplin para alcanzar una de sus más grandes expresiones. El gran teórico del cine y maestro director Eisenstein definía la visión del ojo chaplinesco como la de un niño que ríe y que puede hacerlo frente a los sucesos más dramáticos de la vida. Decía que él estaba en condiciones de ver las imágenes inmediatamente, de un golpe, fuera de cualquier valoración, “así como las ve un niño en acceso de la risa”[3].

Y precisamente esa gracia de ver como un niño es lo que maravilla en las películas de Charlot y hace que no envejezcan como otras que en su tiempo, fueron consideradas imperecederas. El público de México, Estados Unidos o China y sin distinción de edades, observa deleitado con inocencia esas imágenes porque nos son ofrecidas por una pupila infantil.

Agregaba el director ruso:

“Nosotros somos personas “concientes”. Y, adultos irremediablemente. Somos los adultos que han perdido la capacidad de reír ante lo cómico sin tener en cuenta su significado, y lo que con su contenido puede tener de trágico: somos adultos que se han olvidado del tiempo de la infancia “sin leyes” en la cual no existían ni la ética, ni moral, ni un criterio de apreciación, etc.”[4]

Después de observar “Luces de la Ciudad”, uno tiene la impresión de que ha recibido un baño de frescura en la que la espontaneidad absurda de las escenas se ha dado sin más. No es así, de ninguna manera. Ha habido pocos directores tan obsesivos, intelectuales y manipuladores de los actores en el cine. Es conocida la historia en que despide y substituye al actor Henry Clive que originalmente interpretaba al millonario borracho, por negarse a repetir por enésima vez la escena en que cae al agua fría, debido al temor de enfermarse. Sustituir las escenas en que aparecía, tomó seis meses. Sabemos también, que estuvo a punto de despedir a Virginia Cherrill porque tenía prisa por filmar la escena final, y consideró repetir todas las escenas de esta actriz con Georgia Hale, al punto que tomó varias pruebas, antes de calmar su furioso ánimo.

La película en cuestión, representó tres años de trabajo y fue parada mil veces por enfermedad, razones de duelo personal, profesionales y problemas de realización.

La primera aparición de Charlot en la película es completamente perturbadora. Allí, se burla del Estado y las instituciones oficiales. De los políticos, sus obras y peroratas absurdas en nombre del pueblo. También de paso, se mofa del odiado cine hablado. Para un infeliz indigente, los ásperos y rocosos brazos de la Patria son buenos para guarecerse del frío y la noche. Al bajar, se enreda con una espada de la justicia que se blande impasible en defensa de sólo unos cuántos. No en balde, durante toda la película lo vemos huyendo siempre que aparece un representante de la Ley. La actualidad de la escena no tiene fecha de caducidad.

La escena del encuentro entre la florista ciega y Charlot fue vista en exhibición privada por el periodista checo Erwin Kisch y el novelista Upton Sinclair[5] en 1929 sin ser entendida cabalmente, ante la angustia del realizador. Fue entonces, rodada una y otra vez, hasta que encontró la solución. El ladino protagonista es atrapado en un atasco de lujosos coches y ante la presencia de un policía decide meterse en uno de ellos y cruza así la calle. Esto representó un mes de trabajo, en el que intentó diversas soluciones, hasta poder transmitir al espectador la idea original: la amada de Charlot se prende de un equívoco arreglado por Eros y Tyché, supone que su futuro benefactor es un hombre joven y rico, la antítesis misma de ese hombrecito de ojos grandes y azules –se adivinan a pesar de que el filme es blanco y negro–, pero pequeño, vestido en andrajos y con unos zapatos que le quedan inverosímilmente grandes. Parecería que la tesis fuerte que se desprende de la escena, es que el amor supone siempre un engaño, el objeto del deseo se viste con los ropajes que proyecta el ojo del deseante. Quizá no haya amor puro y recíproco, sino ilusión de amor, metonimia del objeto, nos volvemos ciegos siempre que amamos y abrir los ojos no es siempre confortable.

Otra escena que quiero comentar, es aquella que tiene lugar frente al aparador. El bronce de una mujer aparece en exhibición ante los transeúntes. Nadie repara en éste, más que un pícaro que no tiene ninguna posesión. No mira a la obra de arte, sino a la mujer que está ahí, ofreciendo su piel al desnudo. Quiere disimular apreciación artística y no exponer su deseo. Detrás de él se abre y se cierra un hoyo en el que está a punto de caer. Cuando se da cuenta de la fosa, reclama al obrero su descuido, asumiendo que es un hombrecito. Al revelarse su verdadero tamaño se despide cortésmente. Aquí observamos la inteligencia de una rigurosa técnica poética, en la que se construye el resorte de la comicidad sobre conceptos que han preocupado a más de un filósofo: la estética en el arte, el deseo, la moralidad, y el poder. Chaplin hace burla de toda esa parafernalia, con frescura y mordacidad sublimes.

A medida que avanza el filme, nos carcajeamos de las situaciones más dramáticas. El espectador se ríe, porque se identifica con los trabajos y la simpleza del hombrecito. Todos hemos estado en ese lugar de torpes ñoños o presenciado la estupidez desembocar en la más obscena frustración. Charlot es un huérfano que representa a todos los desvalidos del mundo, a los pobres y a los fracasados, en fin, un icono de la castración del hombre.

Su personaje es auténtico, porque proviene de la propia vida miserable del artista. Su infancia fue la del David Copperfield de Dickens, esforzándose lo indecible por conseguir un mendrugo de pan al final del día, sufriendo en carne viva, las inclemencias del tiempo y la dureza del corazón del prójimo. De ese origen, podría haber surgido un cine como el de Stroheim, quizás una literatura como la de Tolstoi ó Gorki. Pero, Charlot es un héroe sencillo que no busca ningún premio, éxito o santidad, sino sobrevivir al día siguiente. Sin embargo, en su malaventurada subsistencia de miseria, defiende lo único que significa algo para él: una cabeza en alto que rubrica su dignidad. Desde la modestia aparente de su personaje, Charlot lucha por valores humanos olvidados en el capitalismo salvaje como la modestia, el pudor y la vergüenza.

No es casual que el millonario sólo reconozca a su “hermano” cuando está ebrio. La indecencia y mezquindad del rico estriba en no reconocer al pobre más que cuando le sirve para algo. Solamente borracho y fuera de sus cabales, podría mezclarse un hombre de tal horma con un paria. Sobrio, olvida que ha dormido con él y que le ha dado mil besos de Judas. Llama la atención, que entre ambos, se sitúe el lacayo que desprecia al vagabundo. ¡Singularidades de la esclavitud! Uno pensaría que estaría más cercano a emparejarse con el humilde, pero este doméstico con grilletes se identifica con el rico y se siente noble por servir al Amo. Otra imagen, nada extraña a nuestra actualidad.

Pero, el sentimentalismo estereotipado está muy lejos de Charlot. Tampoco es un bufón cualquiera, el género que cultiva es extraño: el de la comedia trágica. Ese cierto tono oscuro, fascinó a Max Jacob, Fernand Léger y al mismo Apollinaire, quienes lo estimaron un dadaísta radical y un teórico del irracionalismo. La confusión tuvo lugar, porque el cine de Chaplin parecía no respetar ningún principio o casta política. Pero su cine es siempre popular y deshecha de principio todo aquello que se considere vanguardia, su mayor preocupación es siempre, llegar al espectador. Es esto, lo que ha mantenido siempre actual su cine, a diferencia del cine de Godard que exige una cultura, entrenamiento y conocimiento fílmico previos al espectador. Bleiman le ha definido con puntualidad como un: “Don Quijote con el carácter de Sancho Panza”[6].

La verdad, es que en esta película, nuestro héroe mantiene viva una mentira. Se muestra ante su amada desde el imago de completud que ella imagina. Lo hace porque supone que nada valdría si muestra su realidad. Más el precio por cebar semejante quimera es muy alto. Al final de la película ella no lo identifica y le trata como un desconocido, exactamente de la forma en cómo su amigo millonario lo ha abandonado. Fuera del velo, ella se burla como los demás, de su modestia y sus andrajos. Él lo pierde todo en ese momento, incluso su dignidad característica que defiende a lo largo de la comedia – drama de la vida. Ella lo llama con una flor y refuerza el gesto con una sucia moneda. Le toma de la mano. Allí le reconoce como su benefactor y se sorprende de su pobreza, del desvalimiento y miseria de los dos. Él la mira contento y suplicante, como un perro callejero al que se acaricia. La conclusión de la historia queda, en un toque magistral, a imaginación del espectador: ¿Vencerá el amor al Dios totémico? ¿Implicará la verdad el desafecto? ¿Aparecerá el odio después del amor? Chaplin desde el más allá nos susurra: “Cada uno de ustedes, escoja el final que prefiera”.


[1] Notas a City Lights. Luces de la ciudad. Las grandes películas de Chaplin. Ed. Altaya. S/F.

[2] Sadoul Georges. Vida de Chaplin. Ed. F.C.E. México 1955. P. 115.

[3] Eisenstein S. M. “Carlitos, El Pibe”. En: El mundo de Charles Chaplin. Centro editor de América Latina. Buenos Aires 1980. P. 50.

[4] Ídem. P. 52.

[5] Sadoul Georges. Vida de Chaplin. P. 118.

[6] Bleiman “La imagen del pobre hombre”. En: El mundo de Charles Chaplin. P. 78.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mimi Langer cumpliría 100 años el 31 de agosto.


Foto: Julio Ortega B*.


Marie Langer: Recuerdos y Retratos de una Psicoanalista Argentina.
Por Silvia Werthein y Juan Carlos Volnovich - Publicado en 29 July 2001



1.- Allí va. Se pone de pié y se dirige hacia el estrado. Delgada, espigada, blanca en canas, camina con paso ágil pero no agitada. Allí va. Es Fidel Castro quién la espera con los brazos abiertos. Todo el estrado de pié. Todo el auditorio (son cuatro mil personas) de pié. La ovación que aturde se va apagando ante la imagen nítida de esos ojos celestes. Es fácil descubrir el asombro en esos ojos celestes que miran con la naturalidad de quién asiste a una escena cotidiana. Ven: es la única mujer entre tantos gigantes. Y, entonces, es Gabriel García Marquez quién la besa. Es Chico Buarque quién la besa. Es Mario Benedetti seguido de Pablo González Casanova quienes la besan. Es Frei Betto y es Roberto Fernández Retamar quienes la abrazan y la besan. Se dirige a la silla vacía que la está esperando: a la silla que un año antes dejó vacía Julio Cortazar. Estamos en La Habana, claro. Estamos en 1985, en el Segundo Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América. La anuncian como lo que es. Marie Langer: psicoanalista Argentina.
2.-Ahora, Madrid, un año antes. “Les traigo algo de la realidad latinoamericana ya que de allí vengo: vivo allí, soy de allí” dice en un castellano con acento alemán que la desmiente.
3.-Y aquí aparece en Zürich (1980) convenciendo a los colegas para que subsidien el Programa de Salud Mental de Nicaragua. Perplejos, los psicoanalistas suizos escuchan que Salud Mental en Nicaragua quiere decir: bombas hidráulicas para llevar agua a la sala del hospital de pediatría. Único recurso para que los médicos “nicas” cedan en el principal reparo que tienen contra las madres “antihigiénicas” que pretenden acompañar a sus hijos internados.
4.-Y aquí, otra vez, toda sudada, incansable, por las calles de León, en Nicaragua. Tiene más de setenta años. Corre desde la Residencia Internacionalista -si parece una ironía llamar “residencia” a esa precaria casita de adobe- hasta la sede de la Facultad de Medicina. Las que vienen detrás, las “chicas” (Alicia Stolkiner, Nora Elichiri, María Antonieta Torres) aprietan el paso con la vana intención de alcanzarla. Corre sudada a los setenta como antes de los treinta lo hizo en Grañén, el pueblito de Aragón, en el Frente de Madrid y en las Brigadas de Murcia durante la Guerra Civil Española.
5.- Ahora, seduce en inglés a una multitud reunida en la Universidad de California, Berkeley (1979). Su intervención marca para siempre a los presentes. Son las Jornadas de Psicoanálisis Crítico, eufemismo con el que se alude al psicoanálisis latinoamericano cuyas vicisitudes conmueve y sacude a la audiencia.
6.-Estos son tres retratos de Congresos:
a] En el de París, 1957. Charlando a solas con Melanie Klein.
b]En el de Edimburgo, 1961, donde todo hacía suponer que el pedido de admisión de los psicoanalistas uruguayos sería rechazado por la IPA. Ella lo recuerda así:
-“A mi no me conocía casi nadie ya que era latinoamericana , es decir “nativa”, con plumas en la cabeza. Entonces pedí entrar a donde deliberaban los monstruos sagrados, el Ejecutivo de la IPA. Después de una espera prudente me dejaron pasar. Y me dirigí directamente -no en inglés sino en alemán- a ellas. Miss Anna Freud -dije- claro, usted no se acordará de mi pero muchos años atrás usted me entrevistó antes de mi entrada a la Wiener Vereinigung. Y usted, doctora Lampl de Groot, lógicamente también me habrá olvidado, pero para mi fueron muy importantes los primeros pasos clínicos que aprendí con usted ya que fue la supervisora de mi primer paciente. Los nazis... la guerra...me llevaron a la Argentina, pero yo soy vienesa. (Yo soy una de ustedes, pueden confiar en mi, era el mensaje implícito) . Y después les hablé del grupo uruguayo que era bueno y serio. Y eso, además, era estrictamente verdad. Así conseguí su reconocimiento. Y me sentí lo que soy, latinoamericana, capaz de hacer que nos reconocieran, que se olvidaran por un momento de sus prejuicios”.
c] En el de Viena, 1971 cuando, por primera vez desde la invasión nazi, Anna Freud aceptó volver a la semilla. Allí está, despidiéndose en el Hofburg, en el más imperial de los palacios austríacos, confundida con el barroquismo de María Teresa de Habsburgo, leyendo “Psicoanálisis y/o Revolución Social”, el escandaloso trabajo en el que denunciaba la ceguera política de la IPA.
7.-Y también en Junio de 1971, Moscú. Pleno poder soviético. Mími con nada más ni nada menos que Aleksandr Románovich Luria y con Leontjew, en alemán, por supuesto. El señor con quién discute es Bassin, el viejo profesor que está intentando acercarse al concepto de inconsciente.
-“Pues bien, pregunta Bassin molesto ante la negativa a materializarlo, existe el inconsciente, pero ¿en qué parte del cerebro se ubica?”
-“En las circunvoluciones dos y tres del lóbulo frontal” responde Mími sin inmutarse.
8.- Esta imagen, muy anterior, es del 27 de Julio de 1952. Llueve en Buenos Aires. La población de la APA, tan gorila, respira aliviada y la mayoría de sus pacientes disimulan, apenas, su alegría. Mími, desolada, se aproxima a la larga fila que conduce al féretro donde descansa el cuerpo de Evita. Sabe que le esperan dos días y dos noches. Entonces, elude la vigilancia. Altiva, se dirige a la puerta de entrada y dice ser la esposa de un Diputado de la Provincia de Mendoza. Le creen, y pasa. Se acerca lentamente, ve la figura calma de Evita, besa el cristal que protege su cara de virgen y no le da vergüenza. Se le estruja el corazón ante “esa pérdida irreparable” y se retira sola con su tristeza. No hay psicoanalistas, allí.
8.- Ahora es en el sexto piso de Juncal 3786, su morada argentina. Cálida, sin estridencias. Ese, su escritorio lleno de fotos bajo el vidrio, de espaldas al ventanal; el sillón y el diván que recibió a lo mejor del psicoanálisis latinoamericano. Aquí, donde decía lo que callaba en la APA y desde donde nos cuenta :
“¿Saben a quién admiro: quiénes son las mujeres a quién yo más admiro ? Gisele Halimí y Domitila. A Gisele la admiro porqué nació en la Argelia colonial con todas las desventajas posibles. Era árabe, pobre y sufrió todo tipo de discriminaciones empezando por el padre que, avergonzado por haber tenido una hija mujer, la ignoraba. Tuvo un primer aborto clandestino, sin anestesia y, cuando por fin llegó sangrando al hospital, se encontró con un médico que ante sus gritos de dolor le dijo : “para que te sirva de lección”. Y le sirvió ; aunque de otra manera a como el médico imaginó. Trabajando, ganándose la vida con muchos esfuerzos, estudió Derecho en París y volvió a Argelia para dedicarse a la defensa de los patriotas argelinos (ella defendió a Yamila Bupacha la heroína de la Guerra de Argelia) y encabezó después el victorioso movimiento francés para la legalización del aborto. Tuvo amantes, tiene marido, tiene dos hijos...
Domitila también proviene de una ambiente paupérrimo pero, a diferencia de Gisele Halimí, nunca salió de la pobreza. También sus padres se lamentaron por haber tenido una hija mujer y ella, boliviana, hija y esposa de mineros, terminó apenas la escuela primaria con grandes sacrificios. Con siete hijos, uno muerto al nacer por el maltrato sufrido en la cárcel, militó en el Comité de Amas de Casa de la mina Siglo XX, se convirtió en dirigente obrera y consiguió ser entendida y reconocida por otras luchadoras latinoamericanas cuando fue a México como delegada al Congreso Internacional de la Mujer.
Esas dos mujeres tan distintas, mujeres que pertenecen a culturas subordinadas, son mis ejemplos. Tienen compañero, tienen hijos, pero no delegan su propia realización en el amor o en la familia. Tienen un proyecto propio compartido con otras y, por sobre todo, saben luchar”.

Silvia Werthein
Psicoanalista
Juan Carlos Volnovich
Psicoanalista
jcvolnovich@ciudad.com.ar

Tomado de Topía: http://www.topia.com.ar/articulos/marie-langer-recuerdos-y-retratos-de-una-psicoanalista-argentina
*Copyright.

Christopher Bollas: Mental pain

Conferencia de Christopher Bollas: Mental Pain.