BLOG de JULIO ORTEGA B. SUEÑOS, ASOCIACIONES LIBRES, INVESTIGACIONES Y CONFESIONES DE UN ANALISTA EN LA WEB.
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miércoles, 13 de noviembre de 2024
Alphaville (1965) de Jean - Luc Godard.
Acabo de ver después de muchos años la película de Jean – Luc Godard, Alpahville, una extraña aventura de Lemmy Caution (1965). Creo que la primera vez que me encontré con ella, era muy joven y no la comprendí realmente. La fuerza del arte impulsada por el Inconsciente, va más allá de lo que el razonamiento y la lógica de la conciencia nos inspira. Es una mezcla de cine negro, ciencia ficción y ¿por qué no? Un thriller psicológico que anticipa el trabajo en filosofía de Michel Foucault, la crítica al machismo (la falocracia) y las reflexiones que hoy se hacen en torno a la dichosa Inteligencia Artificial, la computación, incluso diría el uso estupidizante en ocasiones del celular y nuestra actual dependencia hacia los fármacos tranquilizantes.
Es un filme situado en un futuro que hoy podríamos decir vivimos en el siglo XXI. El agente secreto Caution, perteneciente a los Países exteriores se hace pasar por periodista, tiene la misión de visitar la ciudad Alphaville, controlada por una inteligencia artificial llamada Alpha 60, que fue concebida por el científico Leonard von Braun.
El nombre escogido para este personaje no es casual, recuérdese que el famoso científico aeroespacial Werner von Braun, fue quien construyó en la Alemania nazi los terribles proyectiles V2 que en la 2ª Guerra mundial destruyeron infinidad de vidas, escuelas y viviendas, sobre todo, en Inglaterra. Junto con un grupo de científicos alemanes todos pertenecientes a las a las SS (fuerzas armadas), adquirió la nacionalidad norteamericana que buscaron al final de la guerra, huyendo de ser capturados por los rusos que temían les castigarían severamente. Ellos obtuvieron el indulto para trabajar para el gobierno estadounidense que los había acogido, haciendo mucho del trabajo que habían hecho a favor del III Reich y basándose en su experiencia construyeron el poder militar de EUA.
Él personalmente se integró a la NASA, para fundar el programa espacial norteamericano, construyendo el cohete Saturno V, que sería el primer paso para ganar la competencia cotra los rusos, que se habían interesado por la conquista espacial lanzando el primer satélite llamado Sputnik, que llevaron a la estratósfera a la perrita Laika que sobrevivió un tiempo en el espacio y no solamente eso, enviaron como cosmonauta a la primera mujer al espacio, Valentina Tereshkova. Werner von Braun que llegó a dirigir la Nasa, actuó con firmeza ante su competencia, con acento machista (llegó a ocultar el trabajo de tres mujeres negras - lo cual también demuestra su racismo y antifeminismo -, matemáticas brillantes que formaban parte del equipo que llevó a John Glenn al espacio exterior), fue anticomunista convencido basado en la disciplina nazi que había experimentado, y empujó a los norteamericanos a poner el primer hombre en la luna.
Me parece a mí, que Godard captó con mucha justeza estos hechos (incluso en un elevador uno de los pisos a llamar tiene un botón con las siglas SS), y por ello es que concibe hacer un guión tan particular como el de Alphaville. A diferencia de otras películas de su época pone el acento no tanto en los trajes o naves espaciales, quizá por el presupuesto, tal vez porque no le interesaba el asunto de engañar al público y deslizarlo a una película de diversión. De hecho, cuando la vi por primera vez, me pareció pesada y lenta, por no cumplir con los estándares de las películas de ciencia ficción, aunque en su argumento me parece muy influenciada por la magnífica y espectacular Metrópolis (1927) de Fritz Lang, empezando porque la hija de von Braun, Natacha (Ana Karina) se enamora de Lemmy y rompe con las reglas de su ciudad. En la película de Lang, Freder Fersen (Gustav Frölich) se enamora de María (Brigitte Helm) quien luego es substituida por una máquina robot para llevar a los obreros desamparados a su perdición. Hay entonces correspondencias entre Lang y Godard que no han sido completamente exploradas. Godard, asistido por Paul Elúard (que no fue acreditado) llega a criticar no sólo al capitalismo sino al comunismo, anticipa muchos años antes el Blade Runner (1982) de Ridley Scott, basado en la novela de Philiph S. Dick: Do androids Dream of Electric Shepp y que toca también el problema de la IA, el amor y la existencia del hombre en un mundo futurista.
Caution explora una sociedad en que la gente no comprende qué es el amor, y la IA regula todas las actividades de los viajes, las máquinas y la vida privada de sus ciudadanos, vigilándolos todo el tiempo. Incluso ejerce una política de control sobre el exceso de población, empujándolos al suicidio o ejecutándolos (según un llamado método chino). Este régimen no tolera las diferencias de pensamiento y a sus habitantes les controla con la censura a ciertas palabras para que no sepan su significado y piense por sí mismos (Wittgenstein: Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo). Nuestro protagonista encuentra un libro que se llama El libro del dolor que está prácticamente desaparecido por su impulso poético (los habitantes de Alphaville no saben que es la poesía, desconocen el pasado y sólo viven para el presente sin pensar en el futuro (como los jóvenes de hoy), para ser substituido por la Biblia en los hoteles, como de los años 60’s hasta los 80’s del siglo XX era común encontrar precisamente en un cuarto de hotel de lujo. Las mujeres jóvenes "seductoras de nivel 3", proporcionan placer a los visitantes hombres y están como se hacía en los campos de concentración tatuadas. La gente está satisfecha en esta sociedad, trabaja con eficiencia y eficacia, y sigue sin chistar las órdenes que se le proporcionan, no sabe que es la palabra "conciencia" y desconocen completamente la libertad.
Natasha se enamora de Lenny sin saberlo, luego de que él le ha confesado su amor. Le prohiben volverlo a buscar y luego la fuerzan a traicionarlo.
Sin embargo, el protagonista (Eddie Constantine) primero secuestrado, luego interrogado por la IA, logra llegar - pese a muchas dificultades - con el padre de su amada von Braun (Michel Dalahye) y le pide regresar con él a los países exteriores, rechazando su ofrecimiento de corrupción que le ofrece trabajar para él a fin de tener después un puesto de poder.
Escapa de su encierro, matando a todo áquel que lo quiere encerrar o matar, y atestigua como la Alpha 60 logra dar con la respuesta a un acertijo suyo sobre la vida, que ėl había anticipado daría lugar a la propia muerte de la máquina.
Encuentra a Natasha, la invita a huir con él, siendo los perseguidos, pero encontrando a su paso que los sirvientes de la IA, van muriendo. Al final de la película ella le pregunta qué debe decirle y esperar de ella… él dice que no puede hacerlo, que ella debe pensar por sí misma, hasta que ella logra decirle: Yo te amo. Frase que significa la salvación para los dos.
Según una entrevista que se le hizo el 23/03/23 a Slavoj Zizek para la revista PS Digital, ha calificado la IA como Idiotez Artificial. Coincidiendo con Chomsky que ha dicho también del fenómeno, que no es inteligencia ni es artificial y con el padrino de la IA, Geoffrey Hinton, alguna vez premio nobel de física, que hoy se arrepiente de su trabajo y nos ha alertado contra ella, señalándonos el peligro que representa si no se controla, de la destrucción de la raza humana.
Advertencias que Godard nos señaló muchos años antes en su extraordinaria película que a quienes no la han visto les recomiendo la busquen y la vean con calma, deleitándose como quien disuelve un caramelo en la boca.
miércoles, 22 de junio de 2022
Comentario al libro de Alejandro Cerda: En la Penumbra del Sujeto. Aportaciones para una metapsicología freudiana. Comentario de Julio Ortega.
Alejandro Cerda Rueda es psicoanalista mexicano radicado en la Ciudad de México. Obtuvo su doctorado en la European Graduate School (Suiza) bajo la dirección de Alenka Zupančič, Mladen Dolar y Slavoj Žižek. Profesor de posgrado de la Universidad Iberoamericana (UIA) así como profesor invitado por la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México (SFCM). Desde su fundación en 2009, ha ejercido como senior editor de Paradiso editores.
Ha publicado Schreber. Los archivos de la locura (UIA, 2009), Sex and Nothing: Bridges From Psychoanalysis to Philosophy (Routledge, 2016) y En la penumbra del sujeto. Aportaciones para una metapsicología freudiana (Prometeo, 2020). El próximo año saldrá su libro A Witch Metapsychology: Apropos Psychoanalysis and the Outcome of Freud’s Legacy (Routledge, 2023). Beneficiario de la Andrew Mellon Foundation para ser becado y participar en la investigación Extimacies: Critical Theory from the Global South (2019-2022).
Leer este texto es acercarse a una experiencia científica y estética. Como impresión general, diré que no es un libro común ni un texto psicoanalítico que transmita la teoría de manera lisa y redonda, con fórmulas cansadas y comunes. Creo que eso es un acierto, porque hay mucho de asociación libre en él que es puesto en letra. Algunas metáforas son más que afortunadas y me gusta que traiga citas literarias y las mezcle con filmografía... a mí personalmente no me gusta Volver al futuro... pero me encanta que el autor haga uso de cine, poesía, arte y literatura... estamos hoy día los analistas en un tiempo, que debe rechazar la falacia del argumentum ad baculum. Creo que debemos aprender a pensar y eso es precisamente lo que hace este libro: pensar en voz alta. Me gusta que use a Freud como la base permanente de su texto y creo que las citas a Lacan están muy bien pensadas, no como otros libros que intentan demostrar que siguen bien el evangelio lacaniano. El hecho de que Badiou, Nancy, Nietzsche... y otros autores, no necesariamemte del campo del psicoanálisis estén presentes es un acierto, pues recuerda en mucho el verdadero estilo freudiano.
A diferencia de tantos libros que se producen hoy en nuestra teoría, que rondan por la admiración del discurso de Lacan a tal punto que parecen querer implantar una religión con algoritmos y nudos, vemos aquí emerger un texto original que no usa un solo autor, sino además de Lacan, vuelve los ojos a Winnicot, René Spitz, Piera Aulagnier, André Green, Fairbain, Otto Rank, Esther Bick y Lucy Irigaray. Esa pluralidad de autores, la rica discusión entre ellos, es para mí el espíritu que debe reinar en el psicoanálisis si de verdad quiere adquirir no digamos la talla de una ciencia, sino la de una disciplina formal, para mí la denominación psicoanálisis lacaniano es una negación del verdadero espíritu del psicoanálisis que debe ser plural en sus fuentes de investigación y conocimiento.
Ayuda mucho a la constitución del texto la amplia cultura de nuestro amigo Alejandro, su deseo de combinar aquello que parece incompatible (astronomía, historia, lingüística, filosofía) para hacer un enjambre de ideas que van tomando forma poco a poco para decirnos, aquello que parecería por momentos obvio, pero que no lo hemos reconocido del todo aún en el psicoanálisis.
Me gusta su forma de rastrear el origen de los conceptos y su transformación en el tiempo, consciente de que el logos se apoya precisamente en esa metamorfosis dialéctica. También me encanta que presente su clínica de una manera tan fascinante como simple. El psicoanálisis es ante todo clínica y eso no lo olvida el autor que nos presenta sus impresiones para que nosotros nos adentremos en su práctica, nos invita a ser sus acompañantes en el difícil arte de la primera entrevista.
La puerta al estudio de la metapsicología la hace a través del estudio de la relación madre – hijo. Nos recuerda que el bebé es un animal prematuro arrojado a un mundo difícil y agresivo, la precariedad de su carga instintiva, y la torpeza de su adaptación natural son instrumentos precarios con los que el bebé se enfrenta a la naturaleza. En el hombre, las cosas suceden de manera prematura, pues el parto se adelanta al fin de su gestación completa, si el feto permaneciera en el vientre materno por un tiempo extendido a los nueve meses, su nacimiento correría peligro o incluso podría morir. Recuerdo cómo me llamaba la atención de niño, la mollera de otros niños más pequeños, me preguntaba por qué tenían que nacer incompletos, mucho más tarde al adentrarme en el estudio del psicoanálisis tuve a bien reconocer que la incompletud es la estrella de nuestra existencia y que somos seres trasquilados, imperfectos para toda la vida.
Winnicott estableció que la necesidad básica para un bebé no es el alimento, sino el ser alimentado por un Otro que desee alimentarlo. Asimismo, Lacan enfatizó que en el acto de alimentar al bebé, la madre siempre ofrece algo más que leche materna: brinda contención, angustia, placer, satisfacción, y también una dependencia con incertidumbre. Por su parte, Aulagnier menciona que “el aporte alimenticio se acompaña siempre con la absorción de un alimento psíquico que la madre interpretará como absorción de una oferta de sentido”.
Así pues, hay una inadaptabilidad desde el principio del niño ante el mundo, una asimetría entre el mundo y aquello con lo cual nacemos y que nos fue provisto por nuestra vida intrauterina. Por otro lado, no podemos hacer de principio una diferenciación entre el bebé y su madre, la precariedad del niño hace que esté atado a ella durante algún tiempo, hasta que más adelante él mismo busque desprenderse de ese lazo. Pero la identidad entre el Yo y el Otro es algo que se realizará muy poco a poco y no siempre con la cooperación de la madre, asimismo no habrá diferenciación entre “lo exterior, el objeto, lo odiado, que son idénticos al principio”. Así pues, cuando tiene que tomar una posición respecto a la constitución del Yo, Cerda se coloca junto al Freud de Introducción al Narcisismo (1914) que no considera unificado el Yo ante frente al mundo al principio de su enfrentamiento con el exterior, frente a las posiciones de la escuela kleiniana, Winnicott o de la escuela inglesa de las relaciones objetales. El Yo no es innato sino que tiene que ser desarrollado, no se nace con inconsciente dice Freud, se hace pellejo que luego toma forma de Yo – Piel y de ahí lo demás. Cerda trae a colación la posición de René Spitz en la que expresa que en el mundo del neonato no existe propiamente una diferenciación clara entre el Yo y el objeto, adentro y afuera, interior y exterior permanecen difusos. Esta prematuración del niño, requiere los cuidados de papá y mamá, que cuando no se presentan o se esconden, conducen a la locura al estilo de la paciente Reneé, de Madame Séchehaye.
Ser arrojado al mundo para el bebé significa no solamente establecer un intercambio de deseo y demanda, sino ser atrapado en una cadena significante que está más allá de las exigencias de la carne.
Las pulsiones son la génesis de nuestro dispositivo psíquico, apoyado sobre el primado de las pulsiones de autoconservación, se instaura el predominio de las pulsiones sexuales que toman distancia poco a poco del instinto. Así a partir de un remolino de fuerzas variables se va contruyendo la base sobre la cual se constituye el Yo, un dispositivo que nunca estará unificado del todo sino que siempre será un corpus escindido que trabaja en principio, al servicio del principio del placer y la coalición de las diversas investiduras yoicas; jalado también por el principio de realidad.
Dice Safouan en Pleasure and Being: “El ser verdadero, es un ser que disfruta de la permanencia, y que el logos puede usar como apoyo, está del lado de las Ideas, y éstas constituyen un mundo que es distinto del mundo sensible”
Otro problema en el que Cerda está particularmente interesado es la naturaleza de placer, que en el mundo griego orientaba no sólo hacia el disfrute sino al conocimiento de lo real, aunque Epicuro hacía notar que ese mismo placer podría producir una ruptura temporal con la vivencia misma. Por ello, el placer y la vida, tienen la característica de ser de naturaleza temporal y no constante.
Refuta las enseñanzas de Sándor Rado que designa el afecto como un rol fundamental en cada conducta, al grado de modificar la noción freudiana del placer (lust) por la de emoción (emotion), o incluso la describe como un afecto pero no derivado ya de la pulsión sino como una respuesta biológica dirigida a fomentar la motivación. Asimismo rechaza la concepción bioenergética del placer de Wilheim Reich , que retoma las características cuantitativas de la exitación basándose en la motricidad del instinto, dejando también atrás el énfasis de Freud en la amalgama pulsional. Lo escencial de su elección freudiana es dejar atrás el mundo biológico como soporte único del sujeto.
Platón en Filebo concebía al placer como lo indeterminable, y Aristótleles en Ética a Nicómaco dice “que el placer es el acto de un hábito conforme a la naturaleza”, en otras palabras no es una actividad o práctica, sino una disposición constante, si bien Aristóteles se muestra cauteloso ante la naturaleza del mismo, pues piensa que puede llegar a ser perjudicial. Pero es gracias al uso de la palabra que las sensaciones de placer y dolor, logran significarse. Más allá del hedonismo, el placer se sitúa en ámbito de deontología con un sentido político, es decir, el placer está siempre en virtud de la polis para alcanzar la areté o la excelencia. Según Hipias de Élide el fin de la enseñanza era conseguir la areté, para pensar, hablar y obrar con éxito, que es el caso de la obra que hoy presentamos a ustedes.
Es interesante que traiga a colación la postura de Schulster en The Trouble with Pleasure dónde el placer aparecería ante la disminución de tensión tras un largo período de excitación, produciéndose entonces el alivio. Dice Schulster: “Lo que realmente impulsa a la vida es el dolor y el deseo de escapar de él; el placer solo es un alivio efímero en la corriente más grade del deseo y sufrimiento” . Ésta es la postura de Platón, y muy cercana a ella está el Proyecto de una Psicología para neurólogos de Freud.
Así entre los griegos encontramos dos vertientes del placer, una postura negativa que le coloca como la cicatriz de una falta, y otra positiva que lo concibe como la perfección de una actividad. Mucho después en el Renacimiento, la función biológica del placer cobró mayor importancia, de tal manera que Telesio lo consideraba como una función vital para la conservación del organismo. Descartes le atribuyó un carácter de emoción, Spinoza lo definiría como una pasión. Hobbes retomará la función biológica del placer, pensando que es un efecto ante la receptividad o repulsión de alguno de los sentidos. Así se estableció que el placer era una experiencia netamente de la percepción, de tal manera que uno se podría cuestionar si el placer era real o fantaseado. Más tarde, la corriente hedonista, que se expresaba en contra de reducir el placer a un mero sentimiento, llegó a ubicarlo como un pilar del sustento moral, ya que si una acción libre es una acción deseada, todo lo que deseamos está motivado por el placer que resultaba de dicha acción.
La psicología moderna ha ubicado la noción del placer a una mera cuestión de receptividad y respuesta. En algunos casos, el placer se encasilla dentro de los fundamentos del afecto, llegando a afirmar la presencia de afectos innatos. Pero los seres humanos no somos perros ni ratones.
Freud en su Proyecto de psicología, ofrece una alternativa para pensar el carácter metapsicológico del placer sin descuidar su fuente orgánica. Como neurólogo, posiciona al dolor como la primera experiencia de vida, que a su vez impulsa a la búsqueda de placer. Pero esta dinámica no queda atrapada en la biología porque el trabajo psíquico se orienta a la relación interior – exterior. Las pulsiones tiene como origen su fuente somática pero dentro de la vida anímica no pueden ser conocidas sino a partir de sus metas.
Widlöcher destaca la importancia de distinguir el placer psíquico como una función expresiva, mientras que puntualiza al placer psíquico como algo más complejo. Los dos mecanismos inseparables para la obtención de placer son: la satisfacción de una tendencia pulsional y el ahorro mínimo de energía.
Cada ser humano es un individuo singular, y lo es gracias a su historia de placeres y sufrimientos . Pero estos archivos no tienen una sola regulación a través de la búsqueda de placer y el evitamiento del dolor, el displacer puede transmudarse en una experiencia de satisfacción, de tal manera que lo que se conserve sea el primado de las investiduras yoicas entendidas como la piel del narcisimo. La clínica lo demuestra claramente a través de los síntomas, las dificultades de enunciación de discurso y hasta las tendencias mismas de lectura y cultura.
Barthes al retomar a Sade, destaca la importancia del placer de la lectura proveniente de ciertas rupturas o choques, incluso afirma que “el placer del texto no es forzosamente un placer de tipo triunfante, heroico, musculoso” . Y sin embargo durante el estado de no – diferenciación primario pareciera que lo que se juega es la fórmula: ¡Todo el placer es mío!
Lagache enfatiza que la oposición entre fantasía y realidad nunca es tan radical, y que mucho de este antagonismo se debe a una insistencia de cierta objetividad como regla moral de las ciencias. Hace una afirmación sorprendente: “La realidad no sólo es una fantasía acerca del otro, sino también es en gran medida la fantasía del otro”.
Bion por su parte, expone que aunque no haya mucha distinción entre el mundo interno del infante y el mundo externo de los objetos, se puede establecer que van conformándose objetos protoreales que pertenecen a una proto-realidad, como los primeros objetos de existencia, más allá de la conservación de sus huellas sensoriales dentro del aparato psíquico, es decir, anteriores al principio de realidad.
Lacan en su conferencia “Más allá del “principio de realidad”” (1936), establece que el bebé será sostenido por la voz de la madre, su carne, su alimento, su demanda de amor y lo más importante, una red de significantes a la que poco a poco se irá acomodando. El infante es arrojado a un mundo simbólico, no se nace a la nada sino a una estructura lingüística, el funcionamiento del aparato psíquico (también el principio de realidad) sólo son posibles a través y centrándose en el lenguaje. Quizá debiésemos agregar que no es una red de significantes pura, sino ligada a un habla con tono de voz, ritmo, índice melódico, armónico. La importancia de las canciones de cuna, consiste precisamente en que tapizan la relación del niño con el mundo de afecto, antes de que éste se halle completamente metido en el lenguaje simbólico.
Al analizar a Hartmann y su propuesta sobre un principio de realidad de índole adaptativa, que reduce como un acomodo a la realidad convencional, nos indica que esa idea no resuelve mucho del intercambio que subsiste entre el sujeto y el mundo.
Por otro lado, en el desarrollo de su texto, nos enfrenta al hecho poco tomado en cuenta, de que muchas palabras del lenguaje cotidiano tienen raíz latina, pero en el caso del lenguaje freudiano, hay que tomar en cuenta que de su lenguaje debe su fuente a una etimología germánica. Así Laplanche al utilizar Lust, dice que desde su raíz germánica puede significar: placer o deseo.
Deleuze y Guattari manifiestan: “la realidad del objeto en tanto que producido por el deseo es, por tanto, realidad psíquica”. Aún así, ante las múltiples opciones posibles de vivencias de satisfacción, Cerda indica que el paso lógico es el del uno al dos. Freud menciona que el relevo del principio de placer por el de realidad “no se cumple de una sola vez ni simultáneamente”. El concepto de placer conserva su dominio a partir de nuevas coordenadas expuestas en la realidad y con sustento en la fantasía. El acto del pensar se instaura gracias a la presencia del prójimo. En este vértigo, según Lacan, se introduce el fantôme del Otro, donde se produce el dispositivo en el cual “el inconsciente es el discurso del Otro” . No hay un significante primario que instaure un sujeto ni una lógica o cadena de significantes: un significante es lo que representa a un significante para otro significante. Freud afirmaba con lucidez, que el odio antecede al amor, el amor se instala en la esfera del puro vínculo de placer del yo con el objeto, y se fija en definitiva en los objetos sexuales que satisfacen a las pulsiones sexuales sublimadas. El Yo narcisista “odia, aborrece y persigue con fines destructivos a todos los objetos que se constituyen para él en fuente de sensaciones displacenteras, indiferentemente de que le signifiquen una frustración de una satisfacción sexual o de la satisfacción de necesidades de conservación” .
Interesante lectura de Cerda hace del Señor de los anillos de Tolkien, un texto nacido del horror de la 1ª guerra mundial que nos develó escenas nunca antes vividas, como la batalla del Somme una de las más largas y sangrientas con más de un millón de víctimas. Interpreta al anillo que posee Frodo como un falo en el sentido más freudiano posible. Una joya que seduce y otorga todo el poder de la Tierra media, un poder de deidad, a cambio de eclipsar a su poseedor. Hay muchas críticas feroces al psicoanálisis pensando que al definir Freud al falo se refiere únicamente al miembro sexual del varón, incomprensión reduccionista fatal. El falo no es un órgano, no es una fantasía, ni un objeto concreto como el pene o el clítoris. El falo es una función de causa del deseo, un significante sin una significación concreta. Falo es la espada Excalibur, pero también unos tacones altos en la ropa de una mujer, un traje de Giorgio Armani, pero también un saco Carolina Herrera. Frodo desea algo más que el poder absoluto que otorga el anillo, ya que al ostentar brevemente ese falo, se produce el efecto de hacer que desee algo más y algo más, lo que conduce al borramiento del sujeto.
Es la misma imagen que produce la fotografía de Dieter Appelt La marca en el espejo hecha por la respiración (1977) dónde la huella en el espejo es una etiqueta vital, momentánea como lo es nuestra vida, que hace desaparecer al semblante del sujeto ocultándolo.
Esto es sólo parte del contenido del libro de Alejandro Cerda, que no deja atrás la filosofía para hacer psicoanálisis, pues no se queda con la idea de que éste es una teología, una deontología o sólo una técnica mecánica.
viernes, 12 de febrero de 2021
martes, 9 de febrero de 2021
lunes, 8 de febrero de 2021
viernes, 1 de enero de 2021
lunes, 30 de noviembre de 2020
martes, 17 de noviembre de 2020
lunes, 9 de noviembre de 2020
lunes, 11 de mayo de 2020
sábado, 21 de marzo de 2020
lunes, 17 de septiembre de 2018
sábado, 11 de noviembre de 2017
La muerte de Eugenio Abraham Palomo.
Él - La noche de ayer fue extremadamente
larga, mis pesadillas más terroríficas se combinaron con la noticia de la
muerte de Eugenio Palomo. Cuándo R. me envío un mensaje dónde me mostraba
que en el Facebook alguien preguntaba por la hermana de Eugenio pues éste se
encontraba en un estado de salud grave, yo estaba a en el comienzo de un
seminario sobre clínica psicoanalítica que doy los lunes, y sólo pude
responderle que en unos minutos me pondría al tanto y averiguaría que pasaba.
Al terminar, busqué en el dichoso Facebook noticias y me topé con una entrada
puesta por M. el dueño de la librería Hyperión de Xalapa, dónde comunicaba la
pena que sentía por la muerte de nuestro mutuo amigo. Luego, ya ves, se
comunicó H. para darnos la noticia en el
diario de Xalapa. Decía el periódico que el casero había ido a cobrar la renta,
vio entreabierta la puerta, se asomó por la ventana y vio un cuerpo tirado,
decidió entrar y lo encontró junto a un librero, quién sabe cuánto tenía allí,
dicen que no mucho pues el cuerpo no olía. Después, al hablar con M. me dijo
que había gente que lo había visto hace unos tres días y que lo había visto
deteriorado, la muerte parece haber sido a causa de una bronconeumonía,
complicada con un ataque al corazón, una de esas enfermedades producto del
descuido médico y la desatención personal.
Ella – No pude dormir tampoco anoche
bien, di muchas vueltas pensando en si no pudimos hacer nada más por él ¡Cuántas
charlas con él, quien fue nuestro primer amigo en común al principio de nuestra
relación! ¿Te acuerdas que
hubo un tiempo en que todos los días comíamos con él? ¿Por qué tuvo que morir
así? R. me ha dicho que su historia es muy triste, pero yo creo que jamás lo vi
triste… no sé qué pienses.
Él – No la verdad que jamás lo vimos triste
y siempre fue muy animoso. Él no tenía tiempo para deprimirse por las penas de
este mundo y alguien me dijo que hasta tuvo una pareja aquí en Xalapa, él nunca
habló de eso, era discreto respecto a esos temas. Creo que sus
amigos más importantes fueron Aristóteles y Hegel, además tuvo como interlocutores a Marx y a Althusser.
Si te puedo decir que eligió vivir como vivió, fue un hombre sin dobleces, ni
mentiras. Siempre preocupado por compartir lo que sabía con otros que se le
acercaban como moscas a la miel. Despreciaba a los que se decían filósofos y decía
que no eran sino burócratas académicos. Conocía tanto de Freud como yo y lo
mismo de Tausk o de Reich, las pláticas que tuvimos con él eran juguetonas y
demoledoras. Pienso que hicimos por
él todo lo humanamente posible, si hubiésemos sabido que estaba enfermo, allí
habríamos estado, pero él quiso alejarse, no sé bien por qué, quizá para no
molestar.
Ella – ¿No acabaré yo cómo él? La verdad
tengo miedo.
Él –
Creo que todos tenemos miedo de acabar así, pero no pienso que eso te
pase a ti o mí. Él fue producto de circunstancias y una época particulares.
Creo que eso lo hizo tan libre como era, tan genial y a la vez tan loco. Pocas
personas se atreven a vivir como se los dicta su deseo y en su caso, su único
deseo era compartir lo que sabía, que era mucho. El alma se me quiebra al recordar todo esto.
Ella –
Me recuerdo que su familia no quería que leyera, buscaban que se alejara
de los libros pues su vida estaba destinada al campo. Él escapaba de noche y se
subía a un árbol para alumbrarse con la luz del farol, decía que así se había
acabado la vista y que por eso usaba unos lentes tan gruesos. Después la
familia se trasladó a vivir a Monterrey, y junto con un hermano iba a vender
tacos y aguas en la madrugada a la zona de prostitución. En lo que esperaba a
los clientes se dedicaba a leer a Homero y Hesíodo ¿Te recuerdas que llamó a
sus perros como héroes griegos y sólo tenía 9 años? Así esos compañeros
callejeros eran Hécuba y Príamo. Estudió filosofía, me parece que había sido compañero
de Mauricio Beauchot quien lo apreciaba mucho, y también había estudiado cine.
Él –
Sí, en el CUEC.
Ella –
Es posiblemente el único filósofo de carne y hueso que he conocido.
Él –
Uno lee esas historias como la de que Heráclito vivía en un barril y que
sólo comía lentejas.
Ella –
No, Diógenes de Sínope, quien nunca predicó el amor a las cosas
materiales.
Él –
Es cierto, Diógenes, el cínico, aquél que enfrentó a Alejandro cuándo le
preguntó qué es lo que deseaba y le contestó: Aléjate de mí, que estás tapando el sol con tu sombra.
Ella –
Recuerdo muy bien que no paraba de hablar cuando empezaba, en cierto modo
era gracioso, y cómo tenía una facilidad para abordar prácticamente cualquier
tema. Con él, hablé mucho sobre Filosofía de la Religión, que es algo de mi
mayor interés y a pesar de ser un filósofo marxista, materialista dialéctico,
consideraba que era un tema de suma importancia.
Él –
¿Te acuerdas de esas pláticas sobre la importancia de Einsenstein y
Pudovkin? También hablamos de Dziga Vértov, de mi favorito Bergman, Klossowski y George
Cúkor, veíamos cine juntos los fines de semana. Fueron tiempos en los que no
nos sobraba el dinero y que sin embargo, la pasábamos muy bien, compartiendo
nuestro tiempo con nuestro amigo. Recuerdo muy bien de cómo vimos El
exorcista de Friedkin alguna vez, o Shane el desconocido. Le encantaba
Tarkowsky al igual que Hitchcock. Pasar tiempo junto a él era bañarse de ideas
y puntualizaciones sobre las cosas que iban surgiendo en cascada.
Ella –
¿Recuerdas ese viaje que hicimos juntos a Veracruz? ¡Cómo recorrimos San
Juan de Ulúa! Creo que entonces traías la Lumix y nos tomamos unas fotos ¿No
las tendrás por ahí? Me acuerdo que hasta el tripié llevabas, nos tomaste a los
tres ¿Podrías pasármelas? Íbamos en la carretera y él no paraba de hablar de
Cioran y de Kavafis. Recuerdo mucho esa comida junto al mar.
Él – Sí con gusto, déjame buscarlas. No
sé por qué he dejado la fotografía de lado, voy a tratar de cargar más la
cámara. Él me recuerdo que conocía muy bien a los fotógrafos del siglo XX, fue
para mí una sorpresa reencontrarme con Cartier – Bresson, Robert Capa y Ansell Adams, en sus
comentarios y relatos. Respetaba profundamente el psicoanálisis, había conocido
a algunos analistas, no para analizarse sino para entablar discusiones con
ellos. Tal vez, a través de Mauricio
Achar para quien trabajaba en la Libería Ghandi y que le pedía que lo
acompañara en sus diálogos con intelectuales, filósofos, a casi todos les
corregía la letra, contaba que muchas veces salía peleado con esa gente y
diciéndole a su jefe que ya no lo acompañaría. Mauricio fue generoso también
con él, además de su sueldo, le enviaba un cheque adicional cada mes cuando fue
gerente de la Ghandi Xalapa, a él le daba igual.
Ella –
¿Te acuerdas también cuándo por ahí de 2003, cosa así, salió un número
especial de la revista Proceso? Estaba completamente dedicado al Subcomandante
Marcos y revelaban su identidad como Sebastián Rafael Guillén. Al final de uno
de los reportajes decían que había dado clases en la UAM y que se sabía que su
mejor amigo se llamaba Eugenio Abraham Palomo Alvarado, quien era el gerente de
una librería Ghandi en Xalapa. Al día siguiente, cuando nos vimos para comer,
traía la revista en la mano, y nos dijo: “Eso que están publicando allí es
mentira, yo no conozco a esa persona, no sé por qué publican semejantes
tonterías”. Pero esa misma semana estaba renunciando a la gerencia de la
librería sin ningún motivo aparente.
Él –
Y le ayudamos a cambiarse de casa. Fuimos a esa vivienda de dos pisos que rentaba por la colonia Progreso, un fin de semana. Entramos y nos
encontramos con una cantidad de libros cómo no había visto en mi vida en una biblioteca particular. Eso sí,
todo desordenado y sucio el panorama. Pero lo que menos le importaba a él era
el polvo… tenía su mente puesta en otras cosas más importantes.
Ella –
Nos preguntamos dónde estaba el comedor: ¿Por qué no había sala y por
qué no tenía agua caliente la casa?
Él –
Incluso no tenía exactamente una recámara. Parecía que dormía en el piso
como a descampado. Quizá cómo preparado para salir de allí en cualquier
momento. La verdad no lo sé, pero eso no le avergonzaba o incomodaba de ningún
modo. Te digo que como gerente de la librería pudo haberse comprado todo, vivir
con comodidades, simplemente no le importaba. Prefería hacerse de libros y ahora
sabemos que fue también generoso con algunas personas siempre que pudo hacerlo.
Ella –
Luego nos pidió permiso para dejar todos esos libros en nuestra casa.
Ocuparon no sé cómo toda una habitación. Del piso al techo no podía meterse
nada más. Incluso costaba trabajo abrir la puerta.
Él –
Y nosotros consentimos, pero eso duró meses y meses, por un momento creí
que nos iba a dejar para siempre esas cajas. No sé bien qué será de tanto
libro, luego llegó con un camión y me dijo que ya no era necesario que los
guardáramos. Yo no sé dónde habrá quedado todo eso… pienso que lo que a él le
hubiera gustado es que todo fuera a parar a una biblioteca pública.
Ella –
También clonaba libros de interés ¿Te recuerdas de cómo llegaban a ser
casi como los originales? Estoy pensando en el libro sobre Foucault de Dreyfus
y Rabinow, y los libros de psicoanálisis como el de Otto Rank sobre El Doble.
Todavía lo llegué a ver en el centro hace poco y te dije.
Él –
Incluso fue a verte una tarde al trabajo. Un señor de la vigilancia, muy
amable, pensó que era un maleante que venía a buscarte por el aspecto que la
ropa raída le daba. Me pareció muy chistoso eso que contabas.
Ella –
No exactamente. Pero sí me preguntó si quería que él se quedase mientras
conversaba con ese desconocido. Lo veía asistir de vez en vez al cineclub que
había allí en la Unidad de Posgrado.
Él –
Recuerdo también que en un momento dado, estuvo viviendo con nosotros
cuando no tenía a dónde ir. Eso duró algunos meses, cuando vivíamos por el bosque de Briones. Salía a pasear con el perro labrador que teníamos, jugábamos dominó
los fines de semana. Éramos como parte de su familia y él nos consideraba así.
No sé qué pasó al final, porque nunca nos peleamos ni nada por el estilo. Todavía
el año 2016 para 2017 estuvo en la cena de Año Nuevo brindando y comiendo pavo,
creo que el año pasado a ese también había estado presente, incluso tuvo un
desencuentro digamos ideológico con G en casa, que tuve que
pedirles cambiaran el tema.
Ella – Solamente lo vimos que perdió los
estribos una vez, cuando K le dijo que con qué autoridad se atrevía a decir lo
que decía, si no era un investigador, ni siquiera un profesor universitario y
no había terminado una carrera, le dijo que sólo era un pinche librero. Y allí
él lo mandó al carajo, porque no iba a permitir que lo ofendiera desde su altar
institucional.
Él –
Fue una situación muy difícil, porque Palomo sabía lo que decía siempre,
no hablaba nada más por hablar, tenía además una actitud generosa con el otro
para orientarlo en lo que pudiese interesarle. Probablemente no escuchaba mucho
cuestiones personales o quejas, porque a él siempre le movía el interés
racional que trascendía a las personas en particular.
Ella –
No es del todo verdad eso ¿Te acuerdas que una vez nos trajo una
barbacoa riquísima que hacían por su casa? ¿Qué llegaba a comer y trataba
siempre de traer algo, una botella de vino o una barra de pan? ¿No te acuerdas
cómo festejaba lo que cocinábamos?
Él –
Aún me resuena el tono de su voz en la cabeza. Y ni decir de la música... le gustaba la música clásica, el jazz, el blues y el rock ¡Cómo disfrutamos oír Leonard Cohen con él, B. B. King, y también James Brown, por no decir Coltrane o Billie Holiday!
Ella –
A mí también, me parece increíble que ya no lo veremos, nunca
vamos a volver a conocer alguien como él. Me acuerdo cómo me regaló en un
cumpleaños el Martillo para las brujas
de Kramer y Sprenger, que en ese tiempo antes del internet era muy difícil de
conseguir. Y también en el 2000 nos trajo una serie de libros sobre el cambio
de siglo, que aún tenemos por ahí.
Él – Lo vamos a extrañar mucho. Era un visionario. Siempre pendiente de la política y siempre con un
criterio de izquierda… cómo bien dices… era un materialista, él sabía que
después de la muerte sólo está el abismo de la Nada y no le preocupaba en
absoluto. Todos tenemos en algún punto la fantasía de que hay algo más, pero él
sabía que esas eran patrañas. Inventos para hacer más llevadera la miserable
realidad que vivimos. Había leído a Kierkegaard con mucho cuidado y se burlaba
un poco de su búsqueda de Dios, no entendía cómo él mismo había podido escribir
Diario de un seductor.
Ella –
Pero me queda la duda de si lo entendimos lo suficiente. Si no podríamos
haber hecho algo más por él.
Él –
Tú te recuerdas que lo suscribimos a una fonda para que le dieran de
comer y hasta de desayunar. Incluso, lo presenté como mi hermano y encargué que lo
atendieran, más allá del menú.
Pero una vez que fui a pagar el mes, me dijeron: No señor, él ya no se ha aparecido por aquí desde hace casi un mes. Insistí
para que lo atendieran, pero no volvió y nunca me dijo por qué, yo creo que no
quería cargar o molestar a nadie.
Ella –
Así también eligió su muerte. Sin molestar a nadie, pegado a sus libros
que era lo que más le importaba, más fieles y generosos que los hombres. Creo
que nunca vamos a conocer nuevamente a alguien como él, fuimos privilegiados.
Él –
No era un librero solamente, cómo bien dices, era un filósofo. Le
gustaba ayudar a la gente, brindaba su saber al que se acercaba y despreciaba
en el fondo todo el mundo académico y la burocracia institucional. Era un
hombre que provenía de las ilusiones revolucionarias del siglo XX, que nunca
dejó de soñar en que vendría el cambio social y creo que nunca dejó de tener
contacto con cierto sector de la izquierda más radical.
Ella – ¿Te acuerdas de cómo nos hablaba
de Magda grande y Magda chica? Eran amigas de su vida en la CDMX. Nos contaba algunas anécdotas graciosas, y reíamos con él.
En realidad nunca supimos quiénes eran varias de las personas que mencionaba.
Él – Me dicen que también hablaba mucho
de nosotros con su familia y con otros amigos. Yo creo que con otros y nuestra
imagen, hacía algo parecido a lo que nos brindaba como relatos heroicos de
otras personas. Sí me recuerdo muy bien que una vez, ya con algunos tragos
encima, nos dijo que en cierta época de su vida daba clases y había discutido
con Nicolás Guillén sobre lo que él opinaba con respecto a la sociedad y la
revolución. Simplemente se le salió… pero lo importante es que en gestos como
esos nos daba una imagen diferente de su figura… no era un hombre pasivo, la
nota del periódico de Xalapa es muy escueta y hasta cruel. Lo pinta como un
sexagenario vagabundo que vivía solo sin que le importara a nadie. Eso no es
cierto, él dio mucho a mucha gente, creo que no fuimos los únicos en disfrutar
de sus charlas y su amistad, simplemente él se brindaba sin problemas al otro y
no cobraba por compartir sus conocimientos. Te citaba de memoria Berkeley y
Spinoza, te hablaba de Foucault y Derrida sin problemas. Traté de llevarlo una
vez a mi clase sobre Foucault en la Facultad de Filosofía, pero allí se sentía
incómodo, creo que se perdió en la exposición, te digo, la academia no era para
él.
Mucha gente pasó por su librería, oyó
sus charlas, sus recomendaciones, sus consejos… dicen que tomaba mucho alcohol
y que en parte eso lo mató. Yo no lo vi nunca incoherente ni alcoholizado al
extremo de que no me interesara lo que decía. Eso sí, por momentos abrumaba…
cansaba oír lo que soltaba y no acabar uno de captar lo que decía. Una vez me
enseñó algunos apuntes, yo le quería animar para que los transcribiera, nunca
lo hizo. De hecho, le mandé a un alumno para que lo ayudara a hacer eso, y
acabó acomodando libros, trabajando para él.
También me recuerdo de la lista que le
entresaqué de las 20 películas indispensables según su criterio entre las que
estaban: Juana de Arco de Carl Th. Dreyer; El nacimiento de una nación de D. W.
Griffith; Avaricia de Erich Von Stroheim; El acorazado Potemkin de Einsenstein;
pero también Persona de Bergman; Blade Runner de Ridley Scott; La tierra de la
gran promesa Andresej Wajda; y Antonio
Das mortes de Glauber Rocha.
En realidad es muy difícil decir quién
era Eugenio, a pesar de estar tan cerca
de él, hay muchos aspectos de su vida que no conocimos, eso sí, no era un
hombre triste, quizá solo pero no dolorido. Era un hombre honesto, orgulloso,
sincero, sin resentimientos ni falsos rencores, no lo recuerdo haber odiado a
nadie. Sí criticaba, no podía no hacerlo, estaba en su naturaleza. En todo
caso, creo que todos tenemos algo de impostores, y creo que él a diferencia de
la gente común, era un hombre auténtico.
lunes, 25 de septiembre de 2017
Psicología de las Redes Sociales. Conferencia pronunciada por Julio Ortega en Cuernavaca octubre 2014
.
Hace un año cuando mis amigos Guadalupe Rocha y Luis Valverde me invitaron a participar en el primer congreso del CEPCIS, desemboqué en el desarrollo de mi conferencia en hablar del Fenómeno de la Realidad virtual que todos estamos presenciando y que me parecía poco abordado por los psicoanalistas, y muy estudiado por sociólogos, humanistas y especialistas en comunicación con diversos enfoques matemáticos, de esquemas de redes y de modelos informáticos, que no toman en cuenta para nada a Freud, lo que para mí constituye no sólo una falta de cultura sino un “error de procesamiento” respecto a los aportes al conocimiento del hombre más fundamentales que se han producido en los últimos dos siglos. Señalaba yo, en el trabajo anterior, cómo se piensa hoy que el cerebro es una computadora, cómo antes desde el siglo XIV se pensaba que el cuerpo y la mente eran un preciso reloj matemático, y el cómo esa asunción daba como resultado el considerar que podríamos extrapolar nuestros conocimientos en cibernética para tratar de entender la mente humana como un simple almacén y procesador de datos
Éstas premisas y
el enfoque reduccionista que proponen, alimentan el viejo mito de que la
integración de la máquina con el hombre en el siglo XXI es necesariamente una
práctica liberadora, que conduce a la resolución de los problemas de salud,
hambre y sociales, merced a la aplicación de la tecnología de la información,
la robótica y la nanotecnología. El inefable Lewis Mumford, sociólogo,
historiador, filósofo de la tecnociencia, filólogo y urbanista estadounidense,
fue uno de los más sobresalientes opositores a este pensamiento simplista e
ingenuo, cuando nos advirtió sobre la tensión existente desde el neolítico y
hasta nuestros días, de una técnica autoritaria y otra democrática. La primera
centrada en la eficacia de los sistemas, inmensamente poderosa pero
inherentemente inestable y en contra del hombre, y la otra centrada en el
hombre, relativamente débil pero más duradera y pletórica de recursos para su
desarrollo. También nos advirtió, que nos aproximábamos al final del siglo
pasado, a un punto en el que, de no alterar radicalmente nuestro curso hasta la
fecha actual, nuestras técnicas democráticas supervivientes serán totalmente
suprimidas o suplantadas, de modo que toda autonomía residual quedará
eliminada; o bien serán permitidas tan sólo como un dispositivo engañoso de
gobierno, como las elecciones nacionales en países como el nuestro.
Kurzweill es un
triste ejemplo de los utopistas tecnológicos, que llevado a sus extremos habla
de que el futuro sobre la tierra estará en manos de lo que él llama una
transhumanidad, que dará paso luego a una posthumanidad, compuesta por máquinas
más inteligentes que el hombre que llegarán a substituirle. Así que su ideal es
que la ciencia desembocará en la construcción de un mundo habitado por cyborgs
como Schwarzenegger en Terminator (1984).
Mencionaba yo en
mi trabajo de hace un año que a los fanáticos del avance tecnológico, había que
recordarles que la reproducción de las máquinas no es sexual sino tecnológica,
y mecánica. A diferencia de ellas, la sexualidad es el medio por el cual el
hombre se reproduce, se vincula, y todo lo demás es una consecuencia de esto.
La sexualidad en el hombre es lo que marca la discontinuidad del ser, la
necesidad del prójimo, con el corolario del fenómeno del placer, que no es
necesariamente un aliciente para la reproducción de la especie sino un inefable
que marca a los sujetos humanos y les induce a la repetición de lo
incomprensible del goce sexual, independientemente de cualquier presión de
selección natural o empuje biológico. Justamente Freud concibió la pulsión
sexual sin un objeto predeterminado y sin que pudiese extinguirse el deseo al
alcanzar la meta, precisamente éste persiste a pesar de las ganancias
adquiridas que no hacen más que acentuarlo y empujarlo en dirección a un ideal
inalcanzable.
Por otro lado,
esa versión en que la mente opera racionalmente según los principios de la
lógica y de acuerdo al conocimiento acumulado, es completamente naif. El papel
de la lógica como método para alcanzar
la verdad, o el abstracto de la idea, chocan con la manera de pensar cotidiana
de los seres humanos y muy probablemente no sea éste el motor final del cómo se
está aplicando en internet el pensamiento de los usuarios.
Cómo sabemos, el
arte no imita, sino siempre se adelanta o va más allá de la realidad. Nirvana
(1997) de Gabriele Salvatore, es una vieja película en dónde el protagonista es programador de un videojuego que ha sido
infectado, dando así vida al personaje principal del juego Solo, y tendrá que
luchar en el interior y el exterior, contra los intereses de la compañía que
quiere liberar el juego que es profundamente adictivo a los usuarios. El filme
no extraordinario, pero tiene el mérito de mezclar vida real y ficción al punto
de hacerlas difícilmente diferenciables, cosa que está sucediendo hoy en los
usuarios más jóvenes del internet. También nos muestra una civilización
futurista basada completamente en la informática. El dinero es software, los
hackers son los criminales del bajo mundo, y las corporaciones de sistemas son
la versión adinerada y estilizada de la mafia. Existen juegos ilegales donde
piratas informáticos se ven sometidos a sesiones de hacking contra bancos y
otras instituciones de alta seguridad, si logran acceder a la base de datos,
ganan las apuestas. Cristopher Lambert es un hacker
en desgracia, que debió vender sus ojos para sobrevivir y ahora tiene unos
implantes visuales baratos que únicamente le permiten ver en blanco y negro, y
está en constante pelea con la computadora central que maneja su casa como una
esposa mal encarada. En ese mundo, las discotecas tienen detectores de software
en vez de armas; existen robo de identidades electrónicas, así como implantes
cerebrales de mini discos duros; y la gente utiliza drogas para ampliar su
mente mientras se conecta al ciberespacio.
A partir del año 1999, vino toda una invasión de filmes
de science fiction relacionados con la realidad virutal. Está ExistenZ (1999) de David Cronemberg dónde el futuro la gente
se volverá tan adicta a los videojuegos que todos tendrán una terminal de
comunicaciones instalada en la médula dorsal, con la cual se conectarán a
consolas orgánicas que le transmitirán las sensaciones directamente al cerebro.
En este futuro, los diseñadores de juegos son celebridades como hoy el Papa, el
presidente de los Estados Unidos y en su momento lo fue Steve Jobs.
También El piso
13 (1999) de Josef Rusnak, dónde una máquina de realidad virtual inventada en
1990 permite a sus diseñadores visitar Los Ángeles tal como era en el año 1937.
Al entrar en el sistema, una persona de esta realidad alternativa es sustituida
por la persona del mundo real, mediante transferencia de conciencia.
No voy a seguir
con un recuento de filmes sobre el género, pero desde luego, ese año, salió la
mejor película del género hasta ahora producida. No puedo dejar el tema sin
dejar de mencionar a Matrix (1999) de los Wachowski bros, que redimensionó el
cine de ciencia ficción al mostrarnos la posibilidad de que, cómo en el budismo
y el brahmanismo, toda la realidad no sea más que una apariencia. Habitualmente
olvidamos el comienzo en que Keanu
Reeves es un insignificante empleado de una firma de software, que en
sus ratos libres resulta ser un hacker conocido como Neo, que intenta contactar
a otro hacker conocido como Morpheus, que es objetivo de una intensa búsqueda
policial a nivel internacional. Inesperadamente Morpheus hace contacto con
Anderson y le advierte de que agentes policiales irán en su búsqueda, y allí a
partir de escoger entre la píldora azul o roja, empieza la verdadera acción y dimensión
de la trama.
Por supuesto,
todas estas versiones y diversiones de la Realidad Virtual se adelantan en sus proyecciones
y conclusiones a las investigaciones de Sherry Turkle sobre el tema y la
relación entre las máquinas y el hombre apostilladas por primera vez en 1984 en
The second Self, pero aunque coinciden
en la afirmación, de que esta tecnología estaría generando un nuevo tipo de
subjetividad que estaría cambiando la esencia misma del hombre.
Entiendo lo
difícil del tema y que los psicoanalistas no nos hayamos comprometido totalmente
con el estudio de la virtualidad, o más concretamente con lo real de lo virtual
cómo precisa Zizek, pues no se trata de ninguna realidad virtual. Personalmente
he estado muy ocupado en el estudio de la metapsicología freudiana durante
algún tiempo, y aún me fascinan algunas de las líneas de investigación y
conclusiones que nos ofrece en el mismo Entwurf. Pero no deja de ser gracioso encontrar a
un Freud fascinado en la Traumdeutung
ante la operación de un taquitoscopio que muestra una imagen subliminal ante
los ojos de un sujeto, que sin percibir conscientemente una imagen expuesta al
ojo durante 1/3000 de segundo, resultará influido posteriormente en su
conducta.
Imaginémoslo hoy
observando la cotidianeidad de nuestros jóvenes imbricada con la máquina hasta
el punto en que el Smartphone, la
computadora y el Videogame, son una
parte indispensable de su desempeño habitual y de su nivel de satisfacción
vital. Y las previsiones siguientes, hacen imaginar que cada uno de estos
aparatos, eventualmente será uno solo, que se resumirá al uso de lentes de
contacto, y eventualmente al paso de los años, a un implante físicos y
substitutos corporales que potenciarán nuestras capacidades y suplirá las
carencias físicas de los antes llamados discapacitados. Los cambios tecnológicos
habrán alterado en pocos años, hasta tal punto la convivencia, que los humanos que
la harán difícil, si no imposible sin las máquinas. Las previsiones de los maníacos utopistas
tecnológicos, hacen pensar en la utilización próxima de más de 100 ordenadores
en la vida cotidiana de cada persona y la derrota de la muerte y la enfermedad.
En lo que respecta a las Redes sociales,
operan tal y cómo lo había previsto Freud en Psicología de las masas y análisis
del Yo (1921), el otro juega un papel importante como modelo,
objeto, auxiliar e incluso enemigo, el
grupo social conformado por los individuos de una red (una masa psicológica)
afecta la vida anímica de un individuo, la altera. En las masas, y aquí sigue a
Le Bon, el profesor, las ideas más opuestas pueden coexistir sin estorbarse
unas a otras y sin que surja contradicción lógica o conflicto alguno. El grupo
social es impulsivo, voluble y excitable, guiado casi siempre por los aspectos
inconscientes. Sus impulsos según las circunstancias pueden ser nobles o
crueles, eróticos o cobardes. El concepto de lo imposible desaparece para el
individuo inmerso en la masa. Se necesita un líder, un conductor o ideal que agrupe a la masa bajo ciertos
parámetros. La masa se encuentra enlazada por el poder de Eros, en base al intercambio de
libido, y la prehistoria de los sujetos que conforman el grupo, la seducción y enamoramiento
mutuo, esa búsqueda de un ideal que los agrupe, trátese de un sujeto o un
objeto empuja al sacrificio de la individualidad por el cumplimiento de la
excelencia superyoica. Así en Facebook podemos encontrar grupos que tienen
nombres tan característicos como: Estrategia
didáctica, RadioAmlo,
Intelectuales despuntando la verdad sobre la no violencia, y Por qué yo también
odio a Calderón… en radio por internet Zello
Walkie Talkie: Inteligentes, bonitas
y caprichosas, Monterrey1000, Cero mamonerías, Los Folloneros de España, con la característica última de que en
estos grupos, como en muchos otros en la red, puede hacerse contacto por voz y
hasta imagen gratis con gente que no se conoce previamente, lo que da lugar a
intercambios de muy diferente tipo, que llegan a los extremos conocidos como el
de la tragedia de Amanda Todd.
Esa joven
canadiense de 15 años conmocionó al mundo con su suicidio, hace dos semanas,
tras haber colgado un mes antes un vídeo en Internet en el que contaba su
tragedia escrita en pequeñas cartulinas. Era solo una niña de 12 años cuando un
extraño le pidió que le mostrara los pechos. Durante los tres siguientes tuvo
que soportar las amenazas (cyberbulling), luego cumplidas de su acosador, las
burlas y agresiones de sus compañeros de clase y la humillación pública en
Internet, incluso de desconocidos. Acosada por su depredador en Facebook, de
pronto tuvo que cambiar de vivienda hasta en un par de ocasiones, sin lograr
evitar el asedio del perverso que la molestaba y que todas las veces, se hacía
de los datos de sus amigos, su lugar de residencia y la escuela a la que
acudía, para seguir atormentándola.
A pesar del dramatismo de este caso que llama
a un estudio más profundo, los analistas
de la realidad virtual, han preferido pisar un camino que va de lo simplemente
descriptivo a lo profundamente estéril, escudándose sobre razones
predictiblemente operativas. La teoría de los 6 grados de separación de
Karinthy primero y luego de Watts, que sostiene que sólo un pequeño número de
enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la
población humana entera, es simplemente la corroboración de que las masas
operan por afinidades libidinales, y que el mundo es un pañuelo. Que los
expertos del Facebook nos vengan a
decir que en realidad esos seis grados son ahora 4.75 eslabones, no cambia para
nada las cosas y no explica nada del fenómeno virtual.
Les gusta pensar que las redes sociales son
simples canales de comunicación. Decirnos que el valor de una red social se
basa en la confianza mutua. Y proceden a mostrarnos didácticamente cómo se
realizan los contactos mediante la aplicación de la Teoría de Grafos:
Decir que esta teoría permite
cuantificar los vínculos entre las personas que pertenecen a una red social y
analizar la estructura de dicha red. En base a la teoría de grafos, el análisis
de redes sociales define a las personas como nodos, y las relaciones entre
éstas como aristas. Dado un conjunto de nodos (autores), V, y un
conjunto de aristas (relaciones de co-autorías), E, se considera el
grafo G =< V, E >. Sea por tanto G, un
grafo conexo, acíclico, sin pesos y no dirigido, nos dicen que esto es lo que
representa una red social.
También se
afirma que la relación entre las
personas es más importante que sus características individuales, derivando su
estudio al desarrollo de fórmulas en términos matemáticos abstractos.
Hablan de que la
utilidad de la red crece en relación al cuadrado de la cantidad de usuarios conectados
(Ley de Metcalfe). Y se asombran de lo obvio, de que la utilidad de una red, en
particular las redes sociales, crece en forma exponencial la cantidad de
personas que la integran al punto que la llaman Ley de Reed. Y se dedican a
clasificar los grupos según sus características: Mensajería instantánea, Web,
Twitter, Blogs, Facebook, Comunidades en línea, Imágenes en línea, filtros
colaborativos, Redes p2p, etc. Análisis que no rebasan lo superficial y que se
quedan en el contenido manifiesto del fenómeno.
Sus diagramas
estratégicos y estructurales por complejos que sean, tienen una única utilidad
previsible, que es desarrollar cálculos
probabilísticos de la medida de lejanía:
Definida como la suma de
las distancias del nodo i al resto de nodos de la red.
Cercanía:
Definida
como la proximidad del nodo i al resto de nodos de la red (que es
inversa de la lejanía).
Autoridad e importancia del nodo:
Dónde a
partir del algoritmo Pagerank,
se calcula la autoridad del nodo i en función de la influencia sobre sus
vecinos.
Intermediación:
Dónde se
obtiene un índice que informa del número de caminos mínimos que pasan por el
nodo k.
El grado (degree, di) del nodo i:
Definido como el número de
aristas del nodo i.
La densidad:
Definida
como la proporción de aristas existentes en relación con las posibles aristas
entre el conjunto de vecinos del nodo i.
Y redundancia:
Que mide
el grado de cohesión de los vecinos del nodo i.
Luego
proceden a hacer esquemas de agregación de nodos internos y externos:
Hasta
llegar a esquemas embrollados cómo éste:
Estudios
que sólo tienen un fin previsible desde el comienzo, calcular nuestros
movimientos en la red y establecer lo que probablemente será la dirección de
nuestros contactos a la vez que las rutas de interacción que se formarán hacia
el futuro con un fin estratégico comercial y de vigilancia, y obtención de
datos. Luego siguen con un trabajo estadístico sobre las palabras usadas, que
dará cuenta de los intereses. Decía Mark Twain: existen tres clases de
mentiras: la mentira, la maldita mentira, y las estadísticas.
Voy a pisar
por otro lado este problema. En una feria en Bélgica recientemente, algunas
personas fueron elegidas al azar en las calles de Bruselas e invitadas a
conocer a Dave, un experto en la
técnica de leer mentes que supuestamente iba a ser el protagonista de un
próximo reality show. Con la lógica desconfianza que genera la
situación, los voluntarios accedieron a
que el enigmático personaje intentara adivinar cosas sobre ellos.
El
mentalista comenzó entonces a aportar información sobre estas personas ante sus
caras de asombro. Primero empezó con cosas sencillas como su procedencia o el
nombre de sus amigos, para a continuación adivinar datos mucho más personales
como los tatuajes que llevaban ocultos, lesiones físicas que han tenido e
incluso si tenían una agitada vida amorosa.
Pero la
cosa iba a ir a más, hasta el punto de dejar a los voluntarios muy impactados
por conocer información de carácter privado a la que nadie debería tener
acceso. Dave, empezó a desvelar cuentas
corrientes en números rojos, gastos realizados en ropa e incluso pudo decir uno
a uno todos los números de la cuenta bancaria de sus acompañantes.
A
continuación el increíble mentalista desveló su secreto, dejando a los
voluntarios totalmente de piedra. Una cortina de la habitación cayó al suelo y
aparecieron varios supuestos hackers accediendo sin problemas a la información
privada de los protagonistas. Junto a
ellos había una pantalla donde se podía leer: "Tu vida entera está
en Internet y podría ser usada contra ti. Estate atento”, los datos que
nosotros proporcionamos voluntariamente a los servidores son una manera de
atarnos a los medios de vigilancia del Estado, que ahora la tiene más fácil
para controlar nuestros movimientos y ficharnos no sólo a nosotros, sino a
nuestros contactos. Es parte de una lógica curiosa que hace que regresemos a
tiempos en que la intimidad no era una razón defendible del sujeto y que se
realizaba la confesión ante la totalidad de la grey y no ante los sacerdotes.
Evgeny Morozov autor del libro The Net delusion (2011) que hace una crítica hacia los discursos
naive que presentan Internet y las Redes sociales como dispositivos o armas,
para la liberación de los pueblos oprimidos por gobiernos autoritarios, que se
manifiestan en ideas del tipo de “el Internet nos librará de nuestras cadenas”
o “haremos la revolución a base de tweets“. Morozov nos presenta múltiples
ejemplos de usos de las nuevas tecnologías por parte de estos gobiernos
autoritarios para afianzar su poder sobre el pueblo. Es lo que el autor
denomina la trinidad del autoritarismo: censura, propaganda y vigilancia.
Tenemos el caso reciente de las elecciones en
México, dónde el poder económico, la docilidad y credulidad del pueblo, las
despensas y tarjetas de crédito, pudieron más que todas los posts de los revolucionarios del
Facebook que se esforzaban por mostrar su descontento ante la situación social
y tomaban por acción revolucionaria la pulsación de sus teclados. Saltando de
lado de que efectivamente hay una minoría de ciberactivistas muy comprometidos
en hacer caer las páginas del PRI, o de Banamex, sin que necesariamente esto se
traduzca en un cambio social, creo yo, pues es obvio que las revoluciones no
pasan por tomar la computadora como si fuese un fusil, amén de que los jóvenes
en el siglo XXI parecen estar cada vez más lejos de la izquierda revolucionaria
del siglo XX.
Por otro lado, la red también es el medio para
transmitir los mensajes más conservadores, racistas, ultranacionalistas,
xenófobos, y fundamentalistas. Hace notar el efecto despolitizante del fenómeno
de la diversión --
no sólo a través de la televisión sino de las múltiples posibilidades del
internet --
que entretendría a las masas y evitaría el descontento social de los pueblos. Dallas,
Star Trek, Juego de Tronos y Walking death, True blood, son maneras de
apaciguar a las masas y de mermar su capacidad crítica.
Las Redes
sociales ayudan a controlar mejor a la población. Morozov nos habla de lo
difícil que era antes para los servicios secretos conseguir agendas y listas de
nombres de activistas, cuando hoy en día es suficiente con entrar en Facebook y
revisar las listas de amigos. También se refiere del uso en Irán de vídeos de
manifestaciones en Youtube, que sirvieron para identificar a manifestantes. En
este caso, el gobierno iraní utilizó además algo tan moderno como el crowdsourcing, publicando las fotos y
pidiendo a la ciudadanía leal que le pusiera nombre a las caras: varias
personas fueron detenidas por este medio. Morozov un ruso que fue apoyado por
la CIA en su trabajo de disidencia en la Unión Soviética, confía en los países
occidentales y su obligación moral para luchar por la democracia. Me recuerda
aquí el dicho: El remedio puede ser peor
que la enfermedad.
Sherry Turkle en su libro Life on screen (1995), hace notar que la
pantalla de la máquina nos sumerge en una fascinación que hace que dejemos de
lado cualquier desconfianza y accedamos a las redes con entusiasmo, amén de que
realicemos con más facilidad interacciones que son más difíciles de hacer en el
mundo real. En el Facebook puedo tener cientos y hasta miles de amigos, que
habitualmente no podría contactar ni tolerar en el mundo cotidiano, y construyo
otro yo, ideal, que lima todas las asperezas de mis imperfecciones. También se
da oportunidad a la creación de un pensamiento no linealmente lógico sino más
bien llevado por la lógica del bricolaje -- estudiada por Lévi – Srauss -- que
resulta en una creatividad sin precedentes en el mundo occidental. La idea de
que un ordenador es una calculadora cuyas reglas son siempre claras y muy
específicas, una simple herramienta, ha sido socavada desde que apareció la
primera Macintosh dónde la apariencia reemplazó lo lógica interna y la acción
directa sobre el papel simulado situó al usuario en otra dimensión en la que
dejó de importarle cómo trabajaba el corazón de la máquina y le posibilitó
trabajar a su modo sin demasiado cuidado por las reglas. La gente decide hoy
comprar una máquina sin cuestionarse el cómo funciona, eso le lleva a
interactuar con otros usuarios, a desarrollar múltiples roles, y a corroborar
la teoría freudiana de que el Yo no es unitario sino fragmentario. El yo en el
mundo posmoderno está alienado, es descentralizado y múltiple.
Turkle afirma que el internet y la
computadora son algo más que instrumentos y que son formas de acción del nuevo
sujeto a través de un mundo que está muy relacionado con la simulación, el
anonimato, la falta ¾ dice ella ¾ de
ideales y la substitución de los vínculos personales por meras emulaciones de
nuestra persona, de hecho, la palabra persona ya significa máscara y en el
internet nos encontraríamos fascinados con la proyección e intercambio de
imágenes. Sus conclusiones en ese libro, no eran sin embargo, pesimistas pues consideraban
que el lado amable del Internet podía operar como un laboratorio de creatividad
que aunque diese lugar a un baile de disfraces, también promovería una elaboración
distinta del mundo real e incluso un escape de la miseria cotidiana, tal y cómo
en el viejo filme de Marcel Carné, Juliette
o la clé de sognes (1951) dónde Gérard Philiphe escapa a su ahogo de la
prisión a través de una puerta que le lleva a un mundo fantástico, pleno de
aventuras y de amor.
No había en ese momento documentados
casos, como el del adolescente taiwanés de 18 años que falleció en un cibercafé
tras jugar durante 40 horas la versión online de Diablo III o el del hombre de
32 años que murió, tras jugar tres días seguidos al juego de Blizzard. O de
chicos que pasan 13 horas o más conectados al internet a través de sus
teléfonos, que juegan en línea con sus amigos virtuales, chatean con sus miles
de conocidos y que cuando se les apaga el internet se tornan agresivos hasta el
grado de la violencia.
En un libro posterior Alone Together (2011), ese optimismo
aparece muy menguado. Allí explora en la primera parte la interacción de los
humanos con las máquinas, las que en el futuro serán nuestras sirvientas, niñeras,
cocineras, cuidadoras, nuestras compañeras y compañeros sexuales, que darán
como pecho bueno todo sin esperar nada a cambio. Evidentemente, esta dimensión
de la realidad rayana en el filme El
hombre Bicentenario (1999) está aún lejana de cumplirse y lo más que se
acerca la realidad es el Thermomix, lo que no es despreciable, pero que dista
mucho de los sueños maníacos los tecno – utopistas fanáticos.
La segunda parte, desemboca en
cuestionar nuestra necesidad de esas máquinas que al parecer pueden resultar
más confiables que los humanos, el efecto alienante del internet que lleva a
conductas absurdas y locas, a gastos excesivos y a más hambre de experiencias
digitales, que no se sacia de ninguna forma.
Es lamentable que en todo el libro
no exista ninguna mención a Lewis Mumford, especialmente porque Turkle es
norteamericana, y por si fuera poco es uno de los más grandes filósofos de la
tecnología con un enfoque profundamente original que tomaba en cuenta al
psicoanálisis como herramienta de estudio. Si hubiera estudiado con
detenimiento a este autor sabría que la primera máquina fue compuesta de
elementos humanos, y esa Megamáquina integraba
piezas políticas, burocráticas, militares, que daban lugar a una integración
del trabajo humano para la realización de grandes trabajos como la construcción
de las pirámides egipcias. Sabría que esta estructura invisible, compuesta de
partes vivas, pero rígidas, era aplicada a una tarea específica, a su trabajo. Esa
máquina humana presentó desde el principio dos caras: una tiránica y a menudo
destructora; otra promovedora de vitalidad y positiva.
Todas las máquinas modernas están
concebidas como instrumentos para ahorrarle trabajo al hombre, intentan
realizar la mayor cantidad de trabajo con el menor gasto de energías humanas.
Esto no ocurría esto en la organización de las máquinas primitivas; al
contrario: eran instrumentos de usar trabajo humano y sus inventores se
enorgullecían de emplear el mayor número posible de trabajadores, con tal que
la tarea misma fuese suficientemente grandiosa.
Mumford enfatiza que dos artificios
fueron esenciales para conseguir que la máquina funcionara: la organización
segura del conocimiento, tanto del natural como del sobrenatural, y una
estructura bien elaborada para dar órdenes, transmitirlas y seguirlas hasta su
total ejecución. El primero de esos artificios se llama organización religiosa,
y el segundo, burocracia. Tal condición sigue siendo válida en nuestros días,
por más que las computadoras que se regulan por si mismas y las grandes
fábricas automáticas encubran tanto sus componentes humanos como las ideologías
religiosas que laten bajo la actual automatización.
Ningún rey antiguo podía moverse con
seguridad ni eficiencia sin el apoyo de especialistas humanos con un
"conocimiento superior", como tampoco el Pentágono puede actuar hoy
sin consultar a sus científicos especializados, a sus técnicos, y no sólo a sus
computadoras, sino también a sus expertos estrategas: nueva jerarquía a la que
se supone menos falible que aquellos adivinos que actuaban mediante varitas mágicas
o la lectura de entrañas de animales, pero que, a juzgar por sus tremendos
errores, no resultan mucho más videntes.
También Mumford afirma que los
conocimientos secretos son la clave de todo sistema de control totalitario.
Hasta que se inventó la imprenta, la palabra escrita se mantuvo, durante
siglos, como el monopolio de una sola clase social; y hoy, el lenguaje de la
matemática superior, más las misteriosas claves de las computadoras, están
restaurando el secreto y el monopolio de tal saber... con las consiguientes
consecuencias totalitarias.
El orden mecánico es una simple
copia del orden cósmico, y de las observaciones de las regularidades en las
apariciones de los astros y el culto al sol. La división en clases sociales
puede rastrearse desde el antiguo Egipto hasta nuestros días, existe una clase
que todo lo tiene y disfruta de los bienes, y otra trabajadora limitada en sus
recursos y condenada al trabajo sin descanso. La megamáquina en sus extensiones
mecánicas no parece tener como finalidad la liberación de esa clase social,
sino más bien su eliminación, la máquina del artificio de hierro, es más
confiable, más operativa, no se cansa y no reclama nada para su bienestar. Por
otro lado, el ciclo de conquista, venganza y exterminio es la condición crónica
de todos los Estados "civilizados", con la paradoja de que el
conquistador simplemente destruye para volver a reconstruir al enemigo,
volviéndose Demonio y Dios una y otra vez, tal y cómo los EUA, lo hicieron con
Alemania.
Estas ideas fueron completamente
revolucionarias en su tiempo y no han sido debidamente apreciadas hasta
nuestros días, aún Zizek habla de que hay en la Modernidad una ruptura con la
polis de la tradición, dónde la función del Otro estaba garantizada, y el Eros prevalecía haciendo confluir al
individuo con el Estado. Si la sociedad griega funcionaba era porque había
esclavos.
No es despreciable el trabajo de
Turkle, pero nuevamente se queda en lo superficial. Ignora lo más elemental: la
máquina es una prolongación de la dinámica humana de alienación, catástrofe y
renacimiento. La máquina no es sino una prolongación de la esencia misma del
hombre, no reconocible a través de la cortina, detrás del Mago de Oz omnipotente,
se encuentra un ridículo ser humano viejo, e incompleto, habitado por necesidades simples: comer,
cagar y coger, que puede desviar en cualquier momento su poder ¾ merced
a la pulsión de muerte ¾ en
contra de lo que aparecen como sus logros civilizatorios. Me veo obligado a
citar aquí, textualmente, a Mumford en un prólogo escrito en 1963 a su
birllantísimo libro Technics and Civilization publicado en 1934:
Aunque los críticos contemporáneos caracterizaron apropiadamente Técnica
y Civilización como una obra esperanzadora, me felicito ahora a mí mismo más
bien por el hecho de que, incluso entonces, antes de que las salvajes
desmoralizaciones y proyecciones irracionales que han acompañado la captación
de la energía nuclear amenazaran al mundo, llamé la atención acerca de las
posibilidades regresivas de muchos de nuestros más esperanzadores adelantos
técnicos: preví el lazo ominoso, como digo más adelante, entre el “autómata” y
el “Ello”.
La frase asombrosa remite al trabajo
de Freud sobre lo Ominoso, y al autómata del cuento de Hoffman, pero también a
la pulsión y su carácter no biológico, a su empuje hacia la repetición como si
fuese máquina. El Ello y el inconsciente son una pieza, que busca la
descarga sin miramientos por la realidad. Una malla de inscripciones que lleva
irremediablemente al acto, dónde desembocará en un nivel que llamamos
conciencia, dónde el sonido, la imagen y la representación adquieren una
importancia fundamental. Técnica y civilización según Mumford no son sólo el
resultado de aspectos concientes involucrados y dirigidos a cumplir una tarea,
sino que también se ponen en juego, partes inconscientes, a menudo irracionales
que se esconden detrás de la máscara de la objetividad y la ciencia, pero que
pueden llevar a aspectos incontrolables de la repetición que operen contra el
mismo hombre.
Lo que los
especialistas han decidido pasar por alto, es que lo que está en juego es el
hacer pasar a la imagen ¾ detrás de la cual habría una escritura¾,
por la cosa misma, y la homogeneización del imaginario colectivo por tendencias
estéticas, ideológicas y de esquemas mentales por parte de las hegemonías
dominantes. Han decidido ignorar que la pulsión escópica irrefrenable sólo
acrecienta su apetito cuando estamos al frente de la computadora, que el
término usuario referible a los
beneficiarios de estos servicios, es también el que se usa en la clínica de las
adicciones. Ignoran no sé por qué la dimensión imaginaria que emparentaría al
sueño con el cine, con el arte y el delirio, con la imago de las redes sociales.
Al igual que en la experiencia con drogas, nos sometemos a una psicosis
experimental de la que pretendemos tener el control y de la que pensamos
podemos prescindir en el momento que lo deseemos.
Me parece a mí que el primero en darse cuenta del carácter de
apariencia de la representación fue nada menos que el mismo Platón. A través de
su obra sostuvo una posición ambigua respecto del arte. Al lado de una
concepción del arte como medida, tal como aparece en el Político, o del vínculo
entre arte e inspiración, tal como nos lo muestra en Fedro, o el de arte y
eros, como aparece en El Banquete; hay también en Platón una interpretación en
la cual el arte se entiende bajo el signo de la apariencia, de la ilusión, de
la falsedad. Esta interpretación la encontramos, por ejemplo, en la República y
el Sofista. Tanto más relevante resulta esta concepción despreciativa del arte
cuanto depende de su principal tesis metafísica: la teoría de las ideas. Para
Platón la belleza de las cosas, la belleza sensible y particular, sólo es bella
por participación en la idea de belleza en sí. Así como la idea de belleza dice
relación con la verdad, así el arte lo está con la apariencia: el arte es mera
mimesis de las ideas ejemplares. En el Sofista el artista queda relegado, lo
mismo que el sofista, a la categoría de una mago o de un prestidigitador. El
arte de hacer imágenes (eídolon) es un arte apariencial (téjne fantastiké). Lo
que Platón constantemente parece temer y nos advierte para estar en alerta, es
la posibilidad de confundir la imagen o la imitación con la verdadera realidad:
los originales o paradigmas.
La relación con el arquetipo, constituido por la imagen original y que
haría del origen un concepto abstracto, y sus diversas formas que constituirán el
ejemplo, parece muy presente en la realidad del internet que no parecería
llevar a ningún soporte material. Sin embargo, aquí es necesario no desviarse
de la materialidad de la pulsión y del cuerpo. La máquina es una prolongación de la dinámica humana, el autómata es el
último escalón de un proceso que empezó con el uso de una u otra parte del
cuerpo humano como instrumento y que desemboca en una vertiente distinta del
instrumento. El instrumento llama a la
manipulación, la máquina a la acción automática, el computador se sitúa a mitad
de estos dos dispositivos, llegando al extremo de promover la
despersonalización del usuario, que paradójicamente acaba siendo usado por la
máquina.
Turkle
se pregunta por qué no podemos despegarnos de la computadora sin proporcionar
una repuesta íntegra a su pregunta. La
vida en la pantalla, para usar su expresión, no es otra cosa que un espacio transicional y un objeto transicional que están en el
camino intermedio hacia el verdadero objeto, tal y cómo Winnicott nos habló de
la relación del niño pequeño con su madre. La fuerza adictiva del internet
proviene no de sus promesas irreales o de su fuerza simbólica, lo que importa
del objeto transicional cómo lo mencionó este psicoanalista inglés, es tanto su
valor simbólico como su realidad, es una ilusión pero también algo real.
El apego a niveles adictivos al internet coincide con el afecto al
objeto transicional, es un intento de negar la frustración del usuario, sea
cual fuese su edad, ante el mundo real y las dificultades que éste impone. Las
relaciones con las personas reales imponen tolerancia, exponen al amor pero
también al odio, a la destrucción y a la muerte. Tocar y pulsar, el teclado, la
pantalla, el video game, y operar en la realidad virtual en que nos sumergimos,
con la ilusión de que tenemos el control de la situación, nos pone en una
situación alucinatoria que aparece como una especie de psicosis experimental,
necesariamente es un mecanismo de defensa que se demuestra a final de cuentas
ineficaz. Allá afuera está el mundo que escapa a nuestro control y que nos
espera para desilusionarnos, decirnos que somos seres humanos de carne y hueso,
que no siempre somos queridos por quien nosotros amamos, que envejecemos,
enfermamos y morimos. Pero la ilusión del campo transicional nos arrastra de la
realidad, haciendo más importante el campo imaginario, haciéndonos sentir
jóvenes cuando somos viejos, mujeres cuando somos hombres y viceversa,
importantes cuando somos basura, e inmortales dioses del Olimpo cuando en
realidad no se trata sino del Valhala, o mejor aún, El Limbo.
En el internet, en una mixtura confusa de fantasía y realidad,
confluye la pintura, el cinematógrafo, el cómic, la música, la radio, el
teléfono, la televisión, y la literatura. Se multiplican las posibilidades de
cada uno de estos medios que tendrían su específico apoyo pulsional, en una
mélage picosa y suculenta, que deriva en volver nuestra relación con la
máquina, una dependencia total en la que están comprometidos todos nuestros
sentidos. La sobreoferta de estímulos, acaba por arrastrarnos y crear la fantasía
de borramiento del sujeto, es importante aquí sostener que lo que
paradójicamente sostiene las comunidades es la diversidad, la posibilidad de
que nuestro cualsea se identifique
con otro cualsea y salgamos de
nuestro aislamiento. A contrario de Turkle, pienso que no se trata de que otra
vez estemos solos, sino de que ¾ por lo menos en la fantasía ¾ se sostenga la ilusión del grupo, necesaria para
sostener nuestra subjetividad. No es tan fácil encontrar un grupo de pedófilos,
como entrar en un grupo de Boy scouts
(aunque no sé si mi ejemplo es el mejor), en el internet esta dificultad es
relativamente salvable. El grupo proporciona fortaleza, exalta, robustece al
Yo, al mismo tiempo que drena las pulsiones del Ello, limitando la acción al
ejercicio manual, es una manera de ejercitar nuestra locura sin caer completamente en la esquizofrenia. Muchas
gracias.
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