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viernes, 9 de noviembre de 2012

Huellas de lo traumático y sus efectos en la subjetividad actual. Miriam Grinberg en Xalapa. 17 de noviembre 2012, 10 am. Fac. de Psicología.

Recepción de asistentes desde 9 am.

 LECTURAS RECOMENDADAS:
Sin destino, Imre Kertész.
Eichmann en Jerusalém, Hanna Arendt.
¿Qué es un campo? Giorgio Agamben.
El diario de Anna Frank.
Si esto es un hombre de Primo Levi.

Página recomendada:
Enciclopedia del Holocausto.

La habitación del hijo. Cine debate. APM.


Ateneo de reflexión psicoanalítica - social. CPM






LA ANGUSTIA ACTUAL
La hiper-angustia, característica del siglo XXI, es vivida en el cuerpo como una sensación insoportable. La angustia, que antaño fue el motor de la cultura y la brújula de las fuerzas libidinales del sujeto, actualmente es, por sus montos, inaguantable.
Esta actual (actuante) e insoportable angustia, abre nuevos destinos, echando mano del mecanismo de la renegación. Es justamente la renegación el mecanismo mas eficiente que tiene el psiquismo para suprimir la angustia.
Sin embargo, ¿Que precio tiene la supresión de la angustia? Ante todo el silencio; depresiones, adicciones, enfermedades somáticas y violencias. La depresión, por ejemplo, se perfila como primera causa de muerte en el planeta para el año 2035.
Los destinos de la angustia silenciada constituyen un círculo de muerte, cerradura del inconsciente, grito desesperado -como el que Munch nos muestra-, que convoca a las fuerzas contraculturales, entre ellas, el psicoanálisis.

EL ATENEO: Transcurrirá en torno a dos ejes generadores de discurso y escritura.
EL PRIMER EJE teórico-reflexivo, se irá tejiendo en torno a cuatro autores con los siguientes sub-ejes.

Sigmund Freud:
Angustia-Castración
Represión-Renegación
Narcisismo-Totemismo

Jacques Lacan
Angustia y objeto a: Causa del deseo-Plus de goce
Estructura significante-Lazo social

René Kaës
Trasmisión psíquica transgeneracional-complejo fraterno
Mecanismos de defensa en el sujeto-Alianzas inconscientes en el grupo
Amor-Identificación

Michel Foucault
El panóptico-Las tecnologías del Yo

EL SEGUNDO EJE será un ejercicio de reflexión psicoanalítico-social. En estas sesiones veremos material audio-visual de una serie televisiva que recorre las vicisitudes de un grupo de terapia analítica, tanto en el consultorio como fuera de él. Al terminar cada proyección se generará una reflexión colectiva.

El ateneo transcurrirá a lo largo de 44 sesiones de dos horas cada una, y en forma alternada:

Sesiones nones: Primer eje
Sesiones pares: Segundo eje
Las sesiones serán los viernes de 19:00 a 21:00 horas
El costo será de $1,200 pesos mensuales por persona.
LUGAR DEL EVENTO: CIRCULO PSICOANALITICO MEXICANO 
SEDE-CUERNAVACA
circulopsicoanalitico@gmail.com| http://www.cpmac.net
Chalma Norte 204, Col. Lomas de Atzingo, Cuernavaca Morelos 62180
Teléfono 3130846

martes, 6 de noviembre de 2012

Hegemonía del sin sentido en la sociedad capitalista contemporánea. Julio Ortega Bobadilla. Intervención en el 1 Coloquio del CEPCIS. Cuernavaca 2011.


Para Gena Torres.

No suelo presentar casos clínicos en mis conferencias, pero en esta ocasión me introduciré al tema que me importa tratar, a través de una viñeta del consultorio. Se presenta a mi consultorio Laura, una chica de 25 años que terminó la carrera de informática administrativa, que al parecer es muy habilidosa en todo lo que se refiere al mundo de la cibernética y ha incursionado como parte de su trabajo en la investigación de la inteligencia artificial. Ella tiene una hija de 6 años y el sueño de viajar a Europa para hacer una maestría o quizás también un doctorado. Ha tenido una vida difícil, pero gracias al apoyo de su progenitora pudo salir adelante en su carrera, ya que es la abuela, quien en la práctica ha fungido como madre de su nieta (nombres y situaciones son ficticios en cierto grado).

Me dice que hasta ahora ha tenido una vida feliz en la que ha tenido relación con mucha gente y que una muestra de ello, es que tiene en su Facebook cerca de 1500 amigos, pero últimamente ha tenido muchos problemas debido a una relación que sostuvo por unos meses y que ahora le ha armado una serie de chismes que han dado al traste con sus relaciones. Su mundo ha empezado a derrumbarse y ella no sabe exactamente por qué, siempre se comportó de manera sincera con él, fue tierna, bienintencionada, lo introdujo a sus amigos y ahora él la traiciona sin más, con intenciones de hacerle daño diciendo a todos cosas sobre ella que no son verdaderas y explicando en detalle cosas sobre su vida que no eran públicas, ocasionando una serie de problemas que hoy la han traído a análisis. No sabe cómo pegar los pedazos rotos de su vida… su vida es un desmadre.
Al preguntar un poco más  sobre lo que ella refiere, me dice que esa relación la vivió virtualmente como residente en el escenario de Second Life, un site en la red que hace posible que a través de un avatar -- que no coincide generalmente para nada con la presencia física real del dueño --, se relacionen, personas que viven en ocasiones a miles de kilómetros de distancia. Ella enfatiza que todo lo que allí ha conseguido ha sido sin invertir un centavo, porque hay otras personas que compran lo que son sus “propiedades” y “características” dentro de este mundo virtual.  Así que nada de lo que se ha dicho sobre ella y su relación misma, sus amigos, e información regada, es sino un producto de sus fantasmas y los de los usuarios del juego proyectados sobre los personajes de la red.
La plataforma social o mundo imaginario como quieran llamarle, fue creado por Philip Rosedale, nacido en Silicon Valley, casado y padre de dos hijos cuyo invento le ha hecho millonario. Un tipo que una nota del periódico Universal (06/08/2007) define como el Dios de lo virtual y que en su creación se hace llamar Philip Linden.
Hoy SL creada en 1999, cuenta con 12 millones de “residentes”, que en promedio tienen 32 años de edad, los cuales pasan cuatro horas al día conectados a SL. Basado en las relaciones personales que se establecen entre los habitantes, otro de los aspectos más importantes de SL son sus actividades comerciales. Aunque la moneda oficial de este mundo paralelo son los dólares Linden, tienen una equivalencia definida en dólares americanos. Se calcula que SL mueve alrededor de 600 millones de dólares diarios en transacciones.
Aunque el usuario puede entrar y jugar sin tener que realizar ningún gasto, el dinero que se mueve en Second Life proviene de actividades y de transacciones, ya que al igual que en la realidad no virtual, existe la propiedad privada. 
Los jugadores quieren vestirse a la última moda, de hecho Reebok y Adidas tienen tiendas dentro de este mundo para proporcionar accesorios a los avatars, y construyen sus imagos de acuerdo a sus aspiraciones que no coinciden con la realidad, ideales del yo e ideal del yo se funden en imágenes que denotan musculaturas impresionantes, cuerpos sensuales, rostros bellos, tan perfectos como puedan imaginarlos. Pero, además de construirse a sí mismos, también puede diseñar y levantar su propia casa, por supuesto, adquiriendo antes un terreno sobre el que construirla. El software proporcionado por la empresa puede ser mejorada por nuevos dispositivos que diseñados por los usuarios que pierden sus derechos de autor una vez que hacen públicos sus avances.
En un momento dado, el dinero pasa a formar una parte vital del juego, igual que sucedería en el mundo convencional. Para realizar negocios a cierta escala necesario ser un usuario ‘Premium’, es decir, de los que pagan una cuota mensual. Un usuario con cuenta ‘Premium’ puede comprar y adquirir todo tipo de bienes y servicios. Ese dinero también puede obtenerse a través de un trabajo en SL que dará dólares linden que le sirven para tener fondos para hacer transacciones dentro ese mundo que pueden incluir propiedades, ropa, y hasta genitales.
Es conocido el caso de personas que se han hecho millonarias a través de transacciones de reventa de terrenos y en este mundo se realizan exposiciones, carreras de autos y caballos, conciertos en los que han participado artistas de la vida real como Suzanne Vega o U2, incluso se han realizado manifestaciones políticas y existen delegaciones de partidos, especialmente de izquierda. Actualmente empresas establecidas – como algunas que ya mencionamos - han abierto locales en los que realizan transacciones y generan publicidad entre los usuarios. Nissan, General Motors, Intel, Microsoft y Coca Cola tienen ahora sus ecos virtuales en ese mundo fantástico. Por increíble que parezca, algunos países como Suecia o Colombia, han empezado a abrir embajadas y a últimas fechas se han empezado a crear países imaginarios.
Los usuarios pueden desplazarse volando, tienen helicópteros que pueden alquilar o comprar, y parecen gozar de una libertad enorme en lo que se refiere a sus actos. Philip Linden explica que Second Life es un país, “un lugar digital en el que, quienes viven allí, experimentan algo imposible en el mundo real: controlar su futuro”, afirmaciones difíciles, por no decir estúpidas, cómo lo demuestra el caso que les he mostrado, pues la convivencia con el otro siempre traerá por riesgo la indeterminación del mundo que nos rodea.
Lo que llama la atención en todo este laberinto es que en él se reproducen en gran medida las contradicciones del miserable real. Las diferencias de clase social, la especulación inmobiliaria, la existencia de la propiedad privada, los bancos y demás características del mundo cotidiano. Por supuesto, los creadores de este aparato virtual dicen que las relaciones que establecen los residentes no son una permuta de las interacciones en la vida usual sino que son ensayos que permiten mejorar los contactos en el exterior. Sin embargo, si tomamos en cuenta que los usuarios pasan habitualmente unas cuatro horas (entre trabajo y diversión) en dicho Mundo Cool, y otras tres más en el Facebook pues resulta que estas personas se encuentran capturadas por un vórtice al estilo Maelstrom que substituye las relaciones humanas y el contacto obligado con las personas.
Se da el caso de personas que corren del trabajo a su casa para entrar en SL y trabajar  a fin de ganar puntos para comprar cosas, realizándose así una doble explotación que en este caso en su espejo es voluntaria. Llama la atención que mientras en el mundo real las personas pueden hacer  modificaciones  de su cuerpo que escandalizan a la sociedad o reivindicar su diferencia en lo que respecta a su aspecto, los avatars de los usuarios de SL lo que buscan es adaptarse a la realidad desesperadamente y volverse: exitosos y normales.
No es Laura el único caso que ha llegado, enhebrando las consecuencias del mundo virtual y las relaciones generadas por la red, que son la nueva forma de imaginario que hace plásticas nuestras fantasías y que ha hecho concreto – según Sloterdijk –, en nuestra realidad moderna, el mundo de las ideas platónico.
Hace algunos años, por allá de 1998, antes de publicación en español de La bomba informática de Virilio, y  sin conocer la obra de Lipovetsky, solamente habiendo leído algunas de las reflexiones sobre la cultura de Adorno y Horkheimer, propuse un tema de investigación a mis colegas: La importancia del Internet, sus consecuencias psicológicas y sociales. Se me hicieron críticas muy severas: ese asunto no es para México, la red de redes no influirá en el contexto educacional del país, es un fenómeno circunscrito al primer mundo. En un párrafo del proyecto afirmaba que era una revolución similar a la de Gutenberg, me dijeron que exageraba y que eran afirmaciones fuera de lugar. Alguien me interpeló: ¿Acaso piensas que todo mundo tendrá como tú, una computadora para acceder a ese medio? La gente común no tiene ni siquiera para pagar la renta o comer. Pasados los años, algunos de los mismos compañeros que habían rechazado mis inquietudes estaban trabajando en plataformas de aula virtual y ofreciendo servicios educativos a través del Internet con mucho éxito y apostando a esos medios, su trabajo. No los culpo por su equívoco, seguramente no vieron lo que en ese momento yo pude atisbar acerca de lo que estaba ya pasando y lo que estaba por suceder.
Espero en este momento, que mis reflexiones sobre la época que estamos viviendo sean mejor recibidas y puedan contribuir a esclarecer un poco la compleja época que estamos viviendo de confusión y violencia.
La Modernidad, ya desfallecida, habría que entenderla como un proceso amplio que comprendió los últimos cinco siglos. Más todavía, en los últimos cincuenta años, los cambios tecnológicos se aceleraron exponencialmente hasta situarnos en una nueva época que no tiene paralelo con la tradición histórica hasta ahora vivida y que plantea nuevos problemas que hablan de un replanteamiento de nuestra concepción del hombre que le hace despertar en una realidad diferente que incluso cuestiona lo humano mismo. Asistimos a una nueva forma de entender el trabajo, el ocio y el papel del individuo en la sociedad.
¿Cuándo empezó esta metamorfosis? Quizá, con la exploración del cuerpo humano en el renacimiento, o fue el invento de la perspectiva en la representación pictórica, tal vez el ascenso de la burguesía, o el uso de la investigación científica para contestar preguntas que habitualmente se respondían desde la religión, con seguridad la muerte de Dios según Nietzsche. También tuvo que ver la introducción del reloj mecánico en el siglo XIV que según Lewis Mumford[1] “desasoció el tiempo de los sucesos humanos y contribuyó a crear la idea de un  mundo no independiente de secuencias matemáticamente mesurables”. El “marco abstracto de tiempo dividido”  se convirtió así en punto de referencia de la acción y el pensamiento. Joseph Weizenbaum razona que el mismo tiempo medido, que sirvió para el avance científico, nos llevó a una versión empobrecida de las antiguas experiencias con la realidad. El reloj empezó a decirnos cuándo comer, dormir, levantarnos. Dejamos de escuchar a nuestros sentidos y operar como piezas de relojería. Una pregunta que los médicos de las instituciones de atención pública hacen a los pacientes  y que es un parámetro de salud, es: ¿Come usted a sus horas?
El cambio en la forma de vida, ha estado ligado tradicionalmente a transformaciones económicas, pero el panorama de la cultura presente ha echado por tierra la interpretación de la historia según la ortodoxia marxista. Se establece así, de manera definitiva, el descubrimiento de que los llamados antes, procesos superestructurales, son fuente de transformaciones que afectan la vida social. El panorama de la cultura presente, una vez caído el muro de Berlín y demolida  la antigua concepción materialista simple de la historia, establece que esos hechos no son una consecuencia directa de la base económica. Todo esto se revela claramente en  nuestros tiempos en que  la sociedad se acerca a un proceso de virtualización de la cultura que llevará a profundas transformaciones psicológicas que no podrán ser entendidas sin la comprensión de que nos acercamos a un nuevo estadio de desarrollo social en el que la visión de la utopía científica de la modernidad que preconizaba el sujeto autónomo, sin divinidades y sin límites, dio a luz a un mito superyoico.
La marcha tecnoindustrial agudiza las diferencias materiales y oscurece nuestro futuro barbarizando cada día más nuestra cotidianidad. Cada día hay más ricos y mucho pero mucho más pobres, la sociedad se ha ido volviendo una máquina loca de ingeniería en la que el ser humano no cuenta ya. Las imágenes de Detroit y sus fábricas abandonadas son hoy la muestra de un pueblo fantasma que creyó en la ciencia y la técnica como única y verdadera salida para la miseria humana y decidió tirar a la basura las advertencias de Heidegger sobre la incapacidad de la técnica para dar solución a todos los problemas sociales. Stéphane Hessel  al final de su vida, en su libro manifiesto escrito a los 93 años y  ahora best seller  -Indignez-vous[2], se encoleriza porque hoy día el Estado dice que no puede hacerse cargo de la salud y la educación de todos sus ciudadanos. Señala que Los progresos conseguidos por la libertad, la competición, la carrera por el “siempre más” pueden constituirse también en un huracán destructor, que no es claro que nuestras democracias estén operando a favor de los derechos de los ciudadanos, que no hemos sabido qué hacer para cuidar nuestro medio ambiente, y que la amenaza de los sistemas dictatoriales no está completamente erradicada.  Subraya que la indiferencia es la peor de las actitudes posibles y que el egoísmo que dice “yo no puedo hacer nada, yo me las arreglo”, no puede llevarnos sino a una catástrofe y a otra. Por eso nos invita a indignarnos ante nuestro presente y aceptar el reto de cambiar hacia el futuro.
Ernesto Sábato[3] lo entrevió hace más de 50 años cuando escribía: El siglo XX esperaba agazapado como un asaltante nocturno a una pareja de enamorados un poco cursis. Esperaba con sus carnicerías mecanizadas, el asesinato en masa de los judíos, la quiebra del sistema parlamentario, el fin del liberalismo económico, la desesperanza y el miedo. En cuanto a la Ciencia, que iba a dar solución a todos los problemas del cielo y de la tierra, había servido para facilitar la concentración estatal y mientras por un lado la crisis epistemológica atenuaba su arrogancia, por el otro se mostraba al servicio de la destrucción y de la muerte. Y así aprendimos brutalmente una verdad que debíamos haber previsto, dada la esencia amoral del conocimiento científico: que la ciencia no es por sí misma garantía de nada, porque a sus realizaciones les son ajenas las preocupaciones éticas.
Con más entusiasmo cada día se habla de la Inteligencia artificial, comparándola a la inteligencia humana. Se habla una y otra vez de la integración de la máquina con el hombre en el siglo XXI y la resolución de los problemas de salud, hambre y sociales merced a la tecnología de la información, la robótica y la nanotecnología. Esto también ha dado lugar a movimientos fanáticos que rechazan sin excepción todos los avances en el campo de la ciencia, como el caso de esos chicos nerd que atentaron contra profesores del TEC hace poco y que no encontraron otro nombre más estúpido para nombrar a su grupo  que: Individualidades tendiendo a lo salvaje.
Quizá para los fanáticos del avance tecnológico, habría que recordarles que la reproducción de las máquinas no es sexual sino tecnológica, mecánica. La sexualidad es el medio por el cual el hombre se reproduce y se vincula, todo lo demás es una consecuencia de esto. Pero también, la sexualidad en el hombre es lo que marca la discontinuidad del ser, la necesidad del prójimo, con el corolario del fenómeno del placer que no es necesariamente un aliciente para la reproducción de la especie como pensarían los neurólogos simplificadores, sino un inefable que marca a los sujetos humanos y les induce a la repetición de lo incomprensible del sagrado goce sexual, independientemente de cualquier presión de selección natural o empuje biológico. Justamente Freud concibió la pulsión sexual sin un objeto predeterminado y sin que pudiese extinguirse el deseo al alcanzar la meta, precisamente éste persiste a pesar de las ganancias adquiridas que no hacen más que acentuarlo y empujarlo en dirección a un ideal inalcanzable.
Por otro lado, esa versión en que la mente opera racionalmente según los principios de la lógica y de acuerdo al conocimiento acumulado, es completamente ingenua. Las definiciones de Aristóteles, San Agustín, Kant, Leibinz, Hegel y Mill respecto al papel de la lógica como método para alcanzar la verdad, o el abstracto de la idea, chocan con la manera de pensar cotidiana de los seres humanos. Principios de la lógica como el (a) Principio de identidad. b) El principio de no contradicción. c) El principio de tercero excluido. d) El principio de razón suficiente), no tienen que ver mucho con las pautas de la imaginación o del sueño que rigen la verdadera creatividad humana. El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos es una afirmación muy diferente a: Un gran vestíbulo - muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. - Entre ellos Irma, a quien enseguida llevo aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que todavía no acepte la "solución". Le digo: "Si todavía tienes dolores, es realmente por tu exclusiva culpa." - Ella responde: "Si supieses los dolores que tengo ahora en el cuello, el estómago y el vientre; me siento oprimida."- Yo me aterro y la miro[4].
Una máquina jamás podrá pensar como un humano porque no tiene inconsciente, no puede asociar libremente y sobre todo porque su existencia no está marcada por los significantes: vida, muerte, sexualidad y deseo.
Inteligencia es para los tecnócratas, acumulación de información y toma de decisiones según una cierta lógica positivista. En un artículo muy celebrado publicado por Nicholas Carr intitulado: ¿Qué le está haciendo internet a nuestros cerebros? ¿Está Google estupidizándonos?[5], sintetiza algunas de sus ideas publicadas en su libro: Superficiales[6] que hace poco fue reseñado por Vargas Llosa[7] en su columna del diario El País.
En ambos, retoma las ideas del una vez polémico divo, hoy casi olvidado Marshall MacLuhan[8] respecto a que los nuevos canales de comunicación no son simplemente medios pasivos sino activos que van conformando y modificando nuestro método de pensamiento.  Según este académico, que fue un crítico acérrimo de los medios electrónicos y que enfocaba sus argumentos en la televisión, sin imaginar lo que vendría después, “el medio es el mensaje”. Esto implicaba que la información no era simplemente transmitida a través de un medio más efectivo que haría más fácil su transmisión sino que esta tecnología tendría como destino adormecer nuestros sentidos y convertirnos en sonámbulos. La tecnología no es sólo una herramienta inerte sino un medio que socaba cualquier capacidad de reflexión.

McLuhan imputaba a los medios electrónicos su carácter no lineal, repetitivo, que obran más por argumentación analógica que secuencial. Merced a esos medios “nos convertimos en lo que contemplamos”, en otras palabras: “modelamos nuestras herramientas y luego éstas nos modelan a nosotros”. 
Gran parte de lo que McLuhan tenía que decir cobra mucho más sentido ahora del que tenía en 1964 y, mientras sus obras han permanecido en la sombra, la verificación de sus profecías y análisis empezó a manifestarse en MTV, el Internet, la imagen política de Ronald Reagan, la recuperación propagandista de Richard Nixon, las empresas de compras por televisión y de correo electrónico, tecnologías que McLuhan había intuido pero que no vivió para verlas fundidas en silicio o vidrio[9].
Nos dice Carr[10] que el internet es una mesa en la que se sirve un banquete tras otro, en los que cada plato es más apetecible que el anterior, sin apenas recuperar el aliento para entre bocado y bocado, La red de redes se ha convertido en un nuevo Dios, quien tiene todas las respuestas a todas las preguntas que queramos o podamos plantearle. Allí también está toda la música, todos los libros y en suma todas las verdades eternales. Nos preguntamos cómo hemos podido vivir antes sin ese cielo cibernético todo poderoso.
La misma manera cómo ha evolucionado la red llama la atención, hubo un momento en que los Blogs se convirtieron en una manera de comunicación excepcional en la que los autores de los textos podían subir sus opiniones prácticamente sin censura, eran medios de expresión que haciendo uso de una libertad creativa sin antecedentes, generaban una ola de comentarios y una corriente de información por encima o por debajo cómo quieran de los diarios, revistas y televisión. Sin embargo, hoy día están, a pesar de que precisamente esos medios los toman ahora en serio, en decadencia.
La comunicación en la red ha sido llevada a la brevedad del hai – kú y la interjección, al emoticón simple, el Twiteer y la comunicación a través del Facebook se convirtió en un medio que definitivamente regula el mensaje empezando por el número de palabras que pueden usarse en ambas plataformas. La ortografía y la redacción pulida dejaron de ser para el usuario una preocupación y lo que llegó a ser importante es esa comunicación aparente de superficie – autocomplaciente - que caracteriza generalmente esos intercambios. Los chicos no tienen más que preocuparse por la ortografía, se trata de abreviar, de cortar, de tratar de decir por ejemplo, en 130 caracteres (el caso del exitoso Twiteer) qué haces o qué piensas,  qué dejas de hacer y qué deseas. De hecho, estamos ante otro cambio, dónde las imágenes y videos substituyen el discurso y nos hacen parecer que decimos cuando no decimos, que sentimos cuando no sentimos, que pensamos cuando no lo hacemos.
En algún momento de 1882, señala Carr, Nietzsche compró una máquina de escribir, una Mailing - Hansen Writing Bol, le fallaba la vista y mantener los ojos enfocados en la página se le había hecho agotador y doloroso, provocándole muchas veces dolores de cabeza. Se había visto empujado a reducir su escritura y el resultado final fuera que tuvo que abandonarla. La máquina impidió de momento que pudiese darse este cambio sin transición, dominada la mecanografía al tacto, podía escribir sin fijar su vista ni en la hoja ni en el teclado, con los ojos cerrados. Las palabras empezaron a fluir de nuevo, ésta vez a través del golpeteo de las yemas de sus dedos.
Un amigo suyo, el músico Henrich Köseliz, observó un cambio en su manera de escribir. Su prosa se hizo más comprimida y telegráfica, los aforismos se convirtieron en una habitual manera de expresión. El amigo le dijo: Puede que con este instrumento te adaptes a nuevos giros idiomáticos. Nietzsche le contesta: Tienes razón, nuestro equipo de escribir participa en la forma de nuestros pensamientos.
Según el estudioso del filósofo Friederich A. Kettler[11] la forma cambió “de argumentos a aforismos, de pensamientos a juegos de palabras, del estilo retórico al telegráfico”. Tan encantado estaba Nietzsche con su máquina que le escribió esta oda:

Como yo, estás hecha de hierro.
Más eres frágil en los viajes.
Paciencia y tacto en abundancia.
Con dedos diestros, exigimos.

Insistiré sobre el efecto de la introducción del reloj en las mentes de las personas, éste llegó a hacernos pensar que nuestro cerebro era una especie de mecanismo de relojería, hoy pensamos que nuestras cabezas son computadoras. De hecho la integración del hombre con la máquina, lo que supone en el caso de la interacción con nuestras PC ó Mac’s es precisamente que nosotros nos adaptemos a la máquina y dependamos de ella para todos nuestros actos. Ellas  son ahora nuestro reloj, nuestra calculadora, nuestro teléfono, radio, televisor, etc. Y más aún desde la introducción de los teléfonos inteligentes, que nos hicieron llorar a Steve Jobs como si hubiera muerto Santa Claus y compararlo con Einstein y Leonardo. Yo tuve un vochito -- el auto del siglo XX, el auto del pueblo -- alguna vez pero, nunca le estuve agradecido hasta las lágrimas al Sr. Porsche y Hitler por su legado.
Recuerdo también en una ocasión en que los técnicos en computación de nuestra universidad fueron a motivarnos a los investigadores, para usar las plataformas informáticas. Uno de ellos decía: no piensen en la computadora como un instrumento, piensen en ella como si fuera su mejor amigo o amiga. Yo le objeté que eso era absurdo y que era muy peligroso lo que afirmaba pues se trataba nada más y nada menos de la fetichización de la mercancía, descartaron mi intervención sin más. En cierto modo, también ese fenómeno jugado alrededor de  Jobs y que conecta con  el concepto de Verdinglichung en Marx. Reificación: El acto (o resultado del acto) de transformar propiedades, relaciones y acciones humanas, en propiedades, relaciones y acciones de cosas independientes del hombre. También, transformación de seres humanos en cosas que no se comportan en una forma humana sino de acuerdo a las leyes del mundo de las cosas.
A medida de que usamos este instrumento, él nos va arrojando piezas de información una tras otra como si fueran guijarros, hasta que llega un momento en que nos es difícil terminar una lectura o acabar un trabajo. Las multiventanas lo que crean es dispersión y falta de concentración que da lugar a agotamiento y a una creciente incapacidad para leer textos. Es más difícil para los jóvenes leer hoy la Montaña Mágica o La Guerra y la Paz, Crimen y Castigo o Moby Dick, si los resúmenes de la obra se encuentran en Wikipedia.
No hay tiempo para perder, se trata de acumular información, de registrar el saber. En ese trayecto se pierde el goce por la lectura y se borra el sujeto para volverse una simple extensión del disco duro de la máquina. A ver si lo entendemos, la máquina sí altera nuestra forma de actuar y pensar, acerca y comunica, pero también es capaz de restringir y modificar nuestra relación con la vida. Nos hace animales hambrientos de información que no se sacian, el objeto plus de goce, está ahí en la forma de una pantalla que titila a medida que trabaja. Tobe Hooper y Spielberg (después de Macluhan), ya nos habían advertido en Poltergeist (1982), del peligro de dejar a los niños frente a la tele. No hemos querido pasar a comprender el riesgo que también representa para las mentes infantiles los nuevos aparatos y en las tiendas de juguetes abundan las computadoras para niños. Los padres enseñan con mucha emoción a sus hijos el uso de las máquina, pero esa máquina es más que un instrumento, es una serie de esquemas y trazos que moldearan su pensamiento ¿Acaso nunca fueron ustedes a dormir y al cerrar los ojos, veían ventanas abrirse y cerrarse?
La red no sólo quebranta nuestra capacidad de concentración y contemplación, de autocrítica y crítica sino que nos hace más que lectores: buscadores de información.
Sergey Brin y Larry Page, que fundaron Google cuando hacían su doctorado en ciencias de computación en Stanford, hablan con frecuencia de su deseo de convertir su motor de búsqueda en una inteligencia artificial, una máquina al estilo de HAL (la supercomputadora en 2001 Odisea del Espacio de Kubrick) que sea posible conectar directamente a nuestros cerebros. “El motor de búsqueda supremo es tan inteligente como las personas… o más —afirmó Page hace unos años en un discurso—. Para nosotros, trabajar en búsqueda es una forma de trabajar en inteligencia artificial.” En una entrevista concedida a Newsweek en 2004[12], Brin comentó: “No hay dudas de que si uno tuviera toda la información del mundo unida directamente al cerebro, o un cerebro artificial que fuera más listo que el propio, estaría uno mejor.” Según Page[13] de lo que se trata en realidad es “de construir una inteligencia artificial y de hacerlo en gran escala”.

La suposición fácil de que estaríamos “mucho mejor” si una inteligencia artificial complementara, o incluso sustituyera, nuestros cerebros resulta terrorífica. Ésta indica una creencia en que la inteligencia es producto de un proceso mecánico, una serie de pasos discretos que es posible aislar, medir, optimizar. En el mundo de Google, el mundo en que entramos al entrar en línea, hay poco espacio para la falta de claridad, de la contemplación. La ambigüedad no es una apertura para la visión, sino una falla que debe arreglarse. El cerebro humano es sólo una computadora anticuada que necesita un procesador más rápido y un disco duro mayor. La concepción de la inteligencia que Kurzweil y otros futuristas preconizan está basada en una concepción de la memoria como acumulación de datos y una especie de disco duro similar al que usan nuestras computadoras. Pero, los hombres no somos máquinas.
Aquí, Mumford[14] nos puede ayudar un poco más, a pensar lo que una concepción mecanicisita implica.  Una máquina implica uniformidad, standarización, posibilidad de reemplazo. Desde la existencia de la civilización industrializada lo que se busca con la regulación de los horarios es la máxima eficiencia y se tiende a concebir a una sociedad o un grupo de personas como un sistema que debe cumplir ciertas actividades de manera eficiente y útil. Se trata de ahorrar energía y esfuerzos en beneficio de la producción, pero reducir la existencia del hombre a tal concepción, es simplemente hacerla miserable y contraria a la esencia misma de la cultura y la civilización humana.
Los seres humanos operando bajo dicha lógica están condenados a la rutina, al sacrificio de su salud y su felicidad. Se ha ponderado el hecho de que la máquina podrá liberar al hombre del trabajo inútil y le proporcionará más tiempo para su solaz y descanso. Pero el hecho es que en las grandes ciudades, el hombre sujeto a las reglas industriales y a la eficiencia, tiene muy poco tiempo para dedicarlo a su familia, y señalaba Mumford, a las relaciones sexuales.
Si Thorstein Veblen había celebrado, que la máquina de escribir, el teléfono, el automóvil, y otros adelantos tecnológicos han rentabilizado el tiempo del ser humano al punto de que han incrementado las comunicaciones y el bienestar humano, si llegó a afirmar que  el determinismo tecnológico es el verdadero motor de los cambios históricos, Bertrand Russel y Aldous Huxley han refutado con razón y gran éxito, que cada una de estas contribuciones no ha sido sin un costo, todos estos avances nos han empujado a sacrificios que vulneran de manera definitiva nuestra calidad de vida.
El que el hombre tenga la capacidad de viajar más lejos, le ha compelido a hacerlo; los adelantos de la medicina han propiciado la sobrepoblación; la mayor abundancia de bienes físicos (bañeras, automóviles, computadoras, televisores, etc.) ha expandido el hambre de posesión de dichos bienes. Se ha idealizado el materialismo vulgar y han cambiado los ideales hacia deseo de éxito personal y acumulación de bienes. Eres bella si usas Channel, listo si tienes una Mac; exitoso si tienes un Mercedes, feliz si tomas Coca – cola; higiénico si te cepillas con Colgate, etc. El propósito de este materialismo es la fruslería, y el aliento de un poder vacío frente a una cada vez más creciente sociedad totalitaria sobre la que cada vez tenemos menos control político. Estamos felices y conformes con el control de nuestro televisor o nuestro Ipod, aunque otros tomen por nosotros las decisiones más importantes sobre la marcha de la sociedad.
El tema de fondo del libro Vigilar y castigar de Michel Foucault, era el dominio sobre el cuerpo y las almas de los ciudadanos, por parte de un Estado que aplica tácticas y dispositivos cada vez más sofisticados para el dominio de sus tiranizados. La represión directa del cuerpo se sigue utilizando, pero ha cedido su lugar en gran manera a una economía política, a una tecnología de administración del alma en que los instrumentos de mortificación y coerción se centuplican más allá de las ballestas y las tanquetas. Hoy, la escuela y el registro electoral, la regulación democrática y sindical, los medios de comunicación, son parte de un dispositivo de control de población que es más efectivo y que produce saberes, relaciones de fuerzas, prácticas sociales, en una malla social que deja cada vez menos espacio a la libertad. Sí, me parece que hay coincidencia y se trata retomar desde una perspectiva de discurso y genealógica, esos órganos y objetos, que alguna vez Althusser nombró aparatos ideológicos de Estado. La sociedad controlada del Big Brother que imaginó Orwell en su novela 1984, no es un invento del comunismo cómo él lo había imaginado, sino una eficiente realidad capitalista cristalizada por la ley antiterrorista “patriotic act” de Bush, que hoy se nos intenta imponer a través de modificaciones a La Ley de seguridad Nacional.
Nos gobiernan las grandes empresas, un estado regido por una clase política divorciada de los intereses del pueblo, una policía corrupta y en nuestro caso concreto: el sin sentido del crimen organizado que ha optado por la práctica sin límite de la violencia en sus manos, arrebatando  su uso monopólico al Estado. Más grave aún, en un acto de campaña en Manchester, Nuevo Hampshire, el precandidato republicano Rick Perry favorito para ser proclamado candidato por su partido, afirmó a principios de mes, durante un acto de campaña que si es elegido presidente consideraría enviar tropas de Estados Unidos a México para combatir la violencia del narcotráfico. Acto que a contrario de lo que muchos pensamos, sería celebrado por buena parte del Norte de nuestro país.
La idea de que nuestras mentes operan como máquinas de procesamiento de datos de alta velocidad está incorporada al funcionamiento de Internet, y es también el modelo comercial reinante de la red. Mientras con mayor rapidez se navega por la Red, mientras más enlaces podamos cliquear y más páginas vemos, Google y otras empresas recopilan información sobre nosotros y encuentran la forma de alimentarnos de anuncios o redirigir nuestro interés hacia ciertas geografías de la red. La mayoría de los propietarios de Internet comercial tienen interés financiero en recopilar los mendrugos de datos que dejamos atrás cuando revoloteamos de enlace en enlace.
Lo último que desean estas empresas es fomentar la lectura pausada o el pensamiento concentrado, lento. Es su interés económico llevarnos a la distracción, a la dispersión, me contaba otro paciente  que a veces en el chat del messanger, tenía abiertas 25 ventanas y sostenía conversación – si a eso se le puede llamar así – con todos.
Toda esta relación con la máquina, lo que hace es que nos embelesemos con la imagen de nosotros mismos y que nos pensemos como los protagonistas del cuadro de Rivera: El hombre supremo controlador del universo. En realidad somos mucho menos que eso, modestos troncos huecos habitados por roedores, arañas y alimañas de distinta clase.
Quisiéramos siempre ser otros, transformarnos a nosotros y al mundo, pero los ideales se nos han ido esfumando para dejar nuestra imaginación estancada en manifestarse a través de sueños prefabricados como los “reality shows”, los juegos de roles, la moda y los disfraces. No pudimos transformar al mundo como quería el Che Guevara, pero ahora usamos la camiseta con su imagen y piercings que prueban nuestra rebeldía ante la sociedad.
El capitalismo/industrialismo/instrumentalismo ha condenado a los habitantes de las sociedades del siglo XXI a una vida infeliz e infame, atravesada por la violencia en diferentes formas. Se toma como una consecuencia inevitable del desarrollo: los sistemas represivos de poder, el privilegio a las instituciones sobre los individuos, las relaciones estratégicas sobre los deseos individuales, la reglamentación de las relaciones personales al punto de regular la vida personal en las decisiones más particulares e íntimas. 
Parte de este juego lo forman los discursos de palabras vacías, las normas absurdas, las planificaciones para el decorado de los informes, las prácticas jurídicas, castrenses, escolares, religiosas, recreativas, morales y desde luego, la ordenación electoral estéril que pretendiendo ser democrática está destinada a beneficiar a una capa de privilegiados. A este mar de injusticias debemos sumar las características propias de nuestro país y agregar la corrupción sin límites que toca todos los ámbitos empezando por el político, la violencia directa y el establecimiento de reglas piramidales en una sociedad que no deja de ser un reflejo de la historia caudillista que nos ha tocado vivir y que nos caracteriza como nación desde el surgimiento de nuestro país, como tal, en el siglo XIX. 
Walter Benjamin señalaba que la transformación de la superestructura siempre es más difícil que la de la infraestructura, sin embargo, las coordenadas de vela para los jóvenes del siglo XXI, consisten en haber cambiado en poco más o menos dos generaciones, los ideales humanitarios y de transformación de su sociedad en búsqueda de reglas más justas que eliminen la miseria, la pobreza y la desigualdad entre los ciudadanos por la consecución de bienes materiales y el brillo que acarrea el triunfo individualista del narcisismo. 
Gilles Lipovetsky ha enfatizado que hoy día se privilegia la expresión gratuita, la primacía del acto de comunicación sobre la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos y la reabsorción lúdica del sentido, la comunicación sin objetivo ni propósitos claros, dónde el emisor recibe del receptor su propio mensaje en forma invertida, tal y cómo nos decía Lacan que sucedía en la comunicación. Ésta es en gran medida, la lógica que rige y provee de éxito a las redes sociales como Facebook.  
La seducción es el signo y herramienta principal de nuestro intercambio social. Han variado las reglas de convivencia para dar lugar a desplazamientos en nuestras metas superyoicas, la represión y el cumplimiento del deber han sido cambiadas por un hedonismo desenfrenado. El recato y la pobreza del anonimato son despreciadas hoy día y en su lugar se busca el brillo de los reflectores.         
Hace no mucho tiempo, un programa de transformación de imagen —comunes hoy día— emitido por Sony, presentaba sin ningún recato este lema: Las armas no matan a la gente, el mal gusto sí. El imperativo moral y superyoico que regula nuestro espíritu hoy, es: ¡Más imágenes! Lo que debe hacernos repensar el problema del estatuto mismo, de la imago que quizá hemos subestimado.  Asistimos al desarrollo del individualismo más puro, desprovisto de los últimos valores sociales y morales de la Ilustración.
La res pública está desvitalizada (discutir sobre sociedad civil en México es hablar de un ensueño), las cuestiones filosóficas, políticas o militares despiertan la misma curiosidad que los últimos escándalos de artistas o deportistas. Se trata de vivir en el presente, sólo en el presente y no en función del pasado y el futuro. La revolución informática ha exacerbado el materialismo, la ética hedonista, la búsqueda de realización personal y las nuevas religiones.
La sensibilidad política ha cedido su lugar a la sensibilidad terapéutica New Age, los individuos ya no buscan transformar su sociedad sino transformarse a sí mismos en un viaje espiritual de lugar a cambios individuales que renuncian a la transformación colectiva. El porvenir de la religión que los marxistas veían condenada a la desaparición y su substitución por un lenguaje científico, ha demostrado como Freud lo pensó ser una ilusión, pero necesaria, la gente precisa ahora más que nunca de la religión y dónde el cristianismo no ha respondido a sus preguntas o necesidades, ha creado nuevas religiones que  no necesariamente son más comprensivas, sino que incluso son más estrictas en sus preceptos morales.
La misma ciencia y su lenguaje objetivo, son motivo de  burla por la misma maquinaria de imágenes, el programa televisivo que hoy adoran los jóvenes y también  los un poco más mayores, es The Big Bang Theory, una serie de la cadena Warner, que protagonizan cuatro jóvenes nerd, destacados en la academia universitaria y que son completamente incapaces para relacionarse con los seres humanos normales. El escenario que representan es deprimente en extremo, la risas grabadas son el coro idiota que nos dice cuándo debemos ponernos contentos y cuándo no. 
La ciencia ha probado no ser útil para encontrar la felicidad y la tekhné nos ha vuelto zombies o autómatas.  La naturaleza, la sociedad y la cultura, han sido afectados por ese fenómeno que es llamado por los especialistas posmodernidad y cuyas consecuencias son las de transformar, consciente o inconscientemente, las formas anteriores de relación, de convivencia y anudamiento del lazo libidinal que antes existía, dando consistencia a la cultura a través de una razón egoísta cínica, como lo ha subrayado Sloterdijk.
El imperativo categórico kantiano que llegó a ser concebible como una máxima ética ha sido substituido por una orden superyoica: Goza! Goza! Goza hasta que revientes! La pulsión de muerte freudiana es hoy una realidad evidente ilustrada por nuestra cotidianeidad infame.






[1] Mumford Lewis. Technics and civilization. Routledge & Kegan Paul. London 1934.
[2] Hessel Stéphane. Indignaos. Ediciones Destino. España 2011.
[3] Sábato Ernesto. Hombres y engranajes. Ed. Alianza. España 1951.
[4] Freud Sigmund. La interpretación de los sueños. Sueño de la inyección de Irma.
[5] Carr Nicholas. Is Google Making Us Stupid? What the Internet is doing to our brains. Atlantic Monthly julio/agosto 2008.
[6] The Shallows. Norton & Company. USA 2011. Traducción española: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales.Taurus. España 2011.
[7] Vargas LLosa. Más información, menos conocimiento. El país (31/07/2011).
[8] MacLuhan Marshall. Comprender los medios de comunicación. Paidós. España 1966.
[9] Prólogo de Lewis H. Lapham a Comprender los medios de comunicación. MacLuhan Marshall. Idem.
[10] Carr Nicholas. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales. Idem.
[11] Op. Cit. Carr Nicholas. Is Google Making Us Stupid?
[12] Entrevista a Newsweek 2004. Op. Cit. Carr Nicholas. Is Google Making Us Stupid?

[14] Mumford Lewis. Technics and civilization. Op. Cit.

Christopher Bollas: Mental pain

Conferencia de Christopher Bollas: Mental Pain.