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domingo, 23 de febrero de 2025

Tystnaden - El silencio (Ingmar Bergman, 1963) Crítica

¿Es el Silencio una forma de comunicación en el cine de Ingmar Bergman?. Por: Julio Ortega B. El Silencio (1963) de Ingmar Bergman. Recuerdo que tenía unos 14 o 15 años cuando empecé a asistir al Cineclub de la UNAM en la Casa del Lago en Chapultepec. Había que entrar al bosque cerca de las 7 pm, que empezaba la función, para luego salir a eso de las 9 pm y caminar hasta la salida única de este parque, todo alumbrado por las farolas que rodeaban el lago, que invitaban a la reflexión tras la exhibición del proyector de 16 mm que funcionaba en la sala improvisada. Acostumbrado a ver el cine de los 40’s en la televisión, y las en general, mediocres series de los años 60’s, fue ahí dónde descubrí una de mis pasiones que hasta la fecha no me ha abandonado: el cine, que en nuestro siglo XXI está en crisis debido a la proliferación de series y el empuje de los directores hacia la búsqueda de un éxito económico al estilo rápido y furioso, además de la creación para las cadenas de exhibición de series de inummerables capítulos hechas para el simple solaz de los espectores sin ningún tipo de planteo filosófico y la repetición de temas de películas que no admiten ninguna recreación. Allí fue dónde topé por primera vez con películas increíbles como las de Chaplin, Murnau, Fritz Lang, Tod Browning y por supuesto Bergman. La primera película del cineasta sueco que encontré, fue precisamente la que le dio inicio a su fama internacional: Un verano con Mónica (1953) dónde Harriet Andersson, una de las hermosas mujeres alrededor de la vida de Bergman, es una jovencita que con su fuerte presencia enigmática y perturbadora llena la pantalla y despierta las pasiones más sublimes y más bajas del espectador a partir de su actitud activa, llena de libertad. Todo en blanco y negro y con unas escenas de close up que no había yo visto nunca antes en ninguna pantalla. El cuerpo de la protagonista, más allá de los diálogos, es un elemento de choque que produce un encuentro con el mundo real que quiebra todos los límites hasta entonces conocidos por el cine. Llama la atención en esta película, la simpleza de los diálogos y la complejidad de algunas situaciones que sólo son mondas en apariencia, el escenario que toma como telón a la vida misma sin restringir o modificar sus paisajes y tramas. Poco a poco, empecé a seguir sus películas, y a distinguir lo que éstas acarreaban: filosofía pura del más alto nivel. Recuerdo haber visto El séptimo sello (1957) dónde Max Von Sidow juega contra la muerte ajedrez y quedar profundamente impresionado. Hay películas que realmente te marcan, y esa es una de ellas, que me hizo comprender lo frágil de la vida (amén de su belleza), la morbidez de la justicia, la inutilidad de la búsqueda de ciertos ideales y la valentía que puede arrojar un hombre jugando cara a cara contra la tramposa e injusta muerte. Luego empecé a leer sobre cine, entendí cómo Ingmar Bergman representaba el crisol de una tradición de cineastas nórdicos que habían arrancado con la misma historia del cine como Maurice Stiller, Victor Sjöstrom (protagonista de la extraordinaria: Fresas Silvestres, 1957), el danés Carl Theodor Dreyer, director de La pasión de Juana de Arco (1928) que cambió el cine, y la fantástica Vampyr (1932) (imitada por Eggers con toques sexuales impresonantes pero vanos), y que se continúa hasta Sven Nykvist, Bo Widerberg, Jan Troell, Lasse Hallström y muchos más. La mayor influencia de las películas de Bergman es el expresionismo, pero su obra trasciende las posiciones de este tipo y va más allá, e intenta mostrarnos el alma de los protagonistas a través de los acercamientos intensos a la superficie de sus rostros, ha sido definido por algunos como el verdadero descubridor del close up. Comprendí también el importantísimo papel que en sus películas jugaba Nykvist, fotógrafo de la mayoría de sus filmes, antes de que después se hiciese él mismo cineasta. Un hombre que pinta con la luz y que no teme al claroscuro como una forma de expresar estados de ánimo. Se dice mucho que el significante es la materia prima del lenguaje, y que el lenguaje hablado es la más reveladora de las características del hombre, sin embargo, las tonalidades como la modulación de la voz, el silencio que sin embargo es una forma de comunicación en sí misma, amén de los reflejos del ojo del que es visto por el olfato y la mirada del que percibe, son evidentes en los filmes de Bergman y hacen de la pulsión escópica pura, un elemento privilegiado para la expresión de ideas. Ernst Ingmar Bergman nació en Uppsala, Suecia, el 14 de julio de 1916. Fue el segundo hijo de un pastor protestante, que llegará al alto puesto de capellán de la familia real sueca. Se dice que su casa vivió en medio de un clima similar al que encontramos en las obras de Ibsen, expresión de conservadurismo, rigidez anglicana y búsqueda de la sencillez. No cabe duda, examinando sus películas con cuidado, que el papel que representó la culpa, la vergüenza, el pecado en su temprano entorno familiar, le hicieron vivir una infancia lacerada y llena de dudas. Su infancia no fue cómo se dice un juego de niños, y muchas veces aparece en sus filmes, temas como la enfermedad, la angustia, la crueldad, la duda de la existencia de Dios, la justicia y finalmente la pregunta sobre el significado de la vida ante la muerte, que hacen pensar en una infancia atormentada. Llegó a declarar: “Yo intento contar la verdad de la condición humana, la verdad tal como yo la veo”, y también sobre su niñez dijo: “Yo nunca me sentí joven, sólo inmaduro”. (1) Sus padres mantuvieron papeles completamente tradicionales y muchas de las películas de Bergman nos revelan aspectos biográficos de su vida y la angustia que representaba para él, el planteo de preguntas más allá de las respuestas que ofrecía la religión y la ideología conservadora de su entorno (Fanny y Alexander, 1982). Es un elemento curioso, pero hay que mencionarlo, la mayoría de los ambientes de sus películas (excepto El huevo de la serpiente, 1977) revelan una vida interior no tocada por los acontecimientos trágicos de la 2ª Guerra Mundial que asoló a Europa, sino por asuntos que trascienden sucesos históricos particulares y que apuntan a un examen de problemas que han asolado la existencia del hombre, independientemente de las líneas del tiempo y la geografía. Si se quisiera situar filosóficamente la temática de sus películas diría que en ellas está la huella de Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, las ideas de Freud y quizá Heidegger. A lo largo de sus filmes encontramos la angustia como un sentimiento capital que acompaña al hombre que está condenado a vivir con sus instintos, su soledad y que se pregunta por su papel en este mundo y sobre el sentido último de las cosas, incluyendo al hombre frente al universo, su cine es un casino de preguntas más que de respuestas. El silencio es una aparente no respuesta, que en sus filmes interroga muchas veces sobre esa tendencia fatua del hombre de encontrar un sentido y explicación a todas las cosas por medio de la razón y de vivir en un falso optimismo, a pesar de la desolación manifiesta del mundo. Se cuenta que, desde niño, junto con su hermana, compraban pedazos de filmina para poderlos observar con el cinematógrafo familiar y que apenas jovencitos, armaron un teatro de marionetas como parte de sus juegos infantiles. Antes de los 20 años, huyó de la casa familiar y se instaló en Estocolmo para estudiar Letras e Historia del Arte, allí fue dónde entabló amistad con el actor Erland Josephson (2) (El rostro 1958, La hora del Lobo 1968, Gritos y susurros 1972, la miniserie de televisión Escenas de un matrimonio 1973, etc) y el director de cine Vilgot Sjöman. Muy temprano en su vida supo que debía dedicarse al teatro - a pesar de haber escrito algunos cuentos y novelas - y empezó a trabajar como ayudante en el Teatro Ópera Real de Suecia, tras la exhibición de una de sus primeras obras fue invitado a trabajar en Svensk Filmindustri, allí pasó algunos años revisando guiones y salvando algunos del fracaso monetario y fílmico. Pero el teatro nunca dejó de ser su pasión y al final de su vida abandonó el cine para dedicarse a él. En la década de los 50 montó un promedio de dos obras nuevas cada invierno en el teatro municipal de Malmo, poniendo en escenas autores como Ibsen, Strindberg, Molière, Shakespeare y Tenesse Williams, y reservando los períodos más cálidos para el rodaje de sus películas. Sabemos de cierto, que estuvo internado en una clínica profundamente deprimido tras un escándalo que se suscitó a raíz de una acusación de la fiscalía sueca por un fraude en el pago de impuestos, que finalmente derivó en una disculpa por parte del gobierno de su país. Su cine fue durante muchos años en blanco y negro, no sólo por razones técnicas o limitaciones económicas que fueron superadas con el tiempo con el éxito de sus producciones, sino porque en él, se intentan reflejar los claroscuros del alma en alto contraste y el color en este caso, sería un elemento perturbador para el ojo, que le distraería de las expresiones en primerísimo plano de las emociones y afectos de los personajes. Puede parecernos extraña su actitud de apegarse al B y N, pero recordemos que el cine fue para muchos de sus autores de los primeros tiempos un modo de expresión profundo de sus puntos de vista y convicciones. Recordemos a Chaplin y también a Einsenstein rechazando durante muchos años la inclusión del sonido para no hacer perder al cine su universalidad, o al gran Yasujirō Ozu filmar durante muchos años con la cámara a 90 cms del piso para semejar al punto de vista de un espectador sentado sobre un tatami. Hoy día se están coloreando las películas mudas de los años 20´s para hacerlas más atractivas lo cual da resultados muy desiguales y altera la concepción original de la película. El silencio (1963) es una película que narra la compleja relación entre dos hermanas. La larguísima escena en el tren al principio nos hace saber que entre ellas hay una diferencia de edades y de estilos. Anna es una bella, joven y sensual mujer que contrasta con su hermana Esther que es intelectual, recatada, moral, correcta y cómo iremos averiguando al correr de la película, enferma próxima a su muerte. Las acompaña el hijo de la primera, que en plena etapa edípica representa a un yo en construcción, jaloneado por las tendencias opuestas que ellas representan: una es el ello y la otra el superyó. Una es sexual e instintiva, la otra desprecia todo aquello que tenga que ver con el cuerpo, quizá como un intento de negar su enfermedad. Todos realizan un viaje y tienen que parar en un país desconocido en el que se habla una lengua extraña (inventada especialmente para el filme). La ciudad podría ser Estambul o cualquier otra, colindante con la realidad europea, la intención es mostrar el choque de Occidente, su racionalidad y su modo de vida, frente a un mundo diferente que representa al otro dispar, dónde la diferencia, el enemigo, y la violencia aparece citada explícitamente en los tanques y vehículos militares. El calor aquí es invasivo, y representa también un mundo desconcertante que estas mujeres nórdicas tienen que sufrir y para el que no pareciera que están hechas, ellas están en el infierno. El niño sirve de enlace entre los diferentes mundos que incluyen a la realidad exótica, amén de que representa la inocencia del hombre y su indefensión frente al mundo femenino que le rodea. La pregunta ¿Qué quiere una mujer? Recorre las imágenes de todo el filme. Una respuesta representa la vida y la otra la muerte. El deseo y la moral, el instinto y la racionalidad frente a frente en el mundo, son el escenario que ponen en juego Ingrid Thulin y Gunnel Lidblum. Este es el ensayo también de filmes harto conocidos como la ya mencionada Persona (1966) dónde la espléndida actriz Liv Ullman decide guardar silencio y Sonata de Otoño (1978), dónde se plantea la relación entre dos mujeres que chocan y compiten una frente a la otra por hacer valer su diferente posición vital. También es parte de ciertos filmes, dónde se explora una relación lésbica entre las protagonistas que apunta a revelar al espectador una mezcla de amor y odio sin disimulo. Entre Anna y Esther hay una corriente libidinosa verdaderamente eléctrica. El filme es un paradigma de los temas que explora a lo largo de toda su obra: la dificultad de comunicación, la confrontación entre realidad y deseo, la extrañeza del mundo. La película es parte de una trilogía que ha sido clasificada como Del silencio de Dios, y que abarca también Detrás de un vidrio obscuro (1961), y Los Comulgantes (1963). Las notas originales del filme revelan un acento en la sexualidad autocensurado que no hace perder mucho de la intención del autor de mostrarnos la fuerza de Eros como un tsunami implacable. La sexualidad en El silencio (3) (1963) es también un motivo para expresar la vulnerabilidad y el peligro que representa estar desnudo ante el otro, a su merced. De hecho, el hombre que levanta Anna y con el que tendrá relaciones es un perfecto desconocido, quizá es la manera en que muchas relaciones empiezan y hasta terminan. Entre hombres y mujeres parecería existir un abismo que los separa y los condena a la soledad. El punto de vista que mayormente adopta es femenino en esta película. Ambas mujeres a su manera, desprecian al hombre, no importa que una lo use para satisfacer sus deseos buscando el olor a semen, pero en general, ambas se caracterizan por el desprecio ante la vida. No es casual que los hombres adultos en esta película aparezcan como accesorios a la historia y como sirvientes, no es tampoco fortuito el encuentro del niño en el pasillo del hotel con dos hombres: un enano y el portero del hotel, figuras cómicas, simpáticas pero lastimosas y débiles, que contrastan con la pintura del centauro, sexual y poderoso, llevándose a cuestas a una ninfa (El rapto de Deyanira - tercera esposa de Hércules que por cierto, ocasiona su muerte - por Nesso de Rubens). El niño recorre los pasillos del hotel como si fuera el universo en su extensión, ve con extrañeza, curiosidad y frescura el mundo, al fin y al cabo infante, no acaba de entender el ambiente opresivo y angustiante que le rodea.
La más joven de las hermanas decide abandonar a la otra en su agonía. Si bien la segunda le da la oportunidad para hacerlo, ella toma el mínimo pretexto para dejarla a su suerte. No parece haber fraternidad, solidaridad ni compasión en Anna, su hermana está enferma, va a morir, lo que conviene es soltarla. La última escena del tren, sin embargo, nos hace saber que la culpa le acompañará el resto de su vida. Recordemos que a partir del relato de la muerte de Heracles por causa de la sangre de Nesso envenenada, la expresión traigo una túnica de Nesso, ha sido utilizada como una metáfora que refiere a un dolor moral que nos devora y del que vanamente se puede huir. La mezquindad, el egoísmo y la traición, tan característicos de esta época, no son pecados que pasen de largo sin pagarse en esta vida. (1) Bergman Ingmar. La linterna mágica. Epub V10. Davitet 1.11.12 Obtenido de: epubgratis.net (2) En Youtube puede encontrarse una sustanciosa entrevista mutua de los dos amigos: Reflexiones sobre la vida, la muerte y el amor www.youtube.com/watch?v=HqTRUQe-bAc (3) https://www.youtube.com/watch?v=LZs5i7Pu0Us&ab_channel=SebasM%C3%A9ndez

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Alphaville (1965) de Jean - Luc Godard.

Acabo de ver después de muchos años la película de Jean – Luc Godard, Alpahville, una extraña aventura de Lemmy Caution (1965). Creo que la primera vez que me encontré con ella, era muy joven y no la comprendí realmente. La fuerza del arte impulsada por el Inconsciente, va más allá de lo que el razonamiento y la lógica de la conciencia nos inspira. Es una mezcla de cine negro, ciencia ficción y ¿por qué no? Un thriller psicológico que anticipa el trabajo en filosofía de Michel Foucault, la crítica al machismo (la falocracia) y las reflexiones que hoy se hacen en torno a la dichosa Inteligencia Artificial, la computación, incluso diría el uso estupidizante en ocasiones del celular y nuestra actual dependencia hacia los fármacos tranquilizantes. Es un filme situado en un futuro que hoy podríamos decir vivimos en el siglo XXI. El agente secreto Caution, perteneciente a los Países exteriores se hace pasar por periodista, tiene la misión de visitar la ciudad Alphaville, controlada por una inteligencia artificial llamada Alpha 60, que fue concebida por el científico Leonard von Braun. El nombre escogido para este personaje no es casual, recuérdese que el famoso científico aeroespacial Werner von Braun, fue quien construyó en la Alemania nazi los terribles proyectiles V2 que en la 2ª Guerra mundial destruyeron infinidad de vidas, escuelas y viviendas, sobre todo, en Inglaterra. Junto con un grupo de científicos alemanes todos pertenecientes a las a las SS (fuerzas armadas), adquirió la nacionalidad norteamericana que buscaron al final de la guerra, huyendo de ser capturados por los rusos que temían les castigarían severamente. Ellos obtuvieron el indulto para trabajar para el gobierno estadounidense que los había acogido, haciendo mucho del trabajo que habían hecho a favor del III Reich y basándose en su experiencia construyeron el poder militar de EUA. Él personalmente se integró a la NASA, para fundar el programa espacial norteamericano, construyendo el cohete Saturno V, que sería el primer paso para ganar la competencia cotra los rusos, que se habían interesado por la conquista espacial lanzando el primer satélite llamado Sputnik, que llevaron a la estratósfera a la perrita Laika que sobrevivió un tiempo en el espacio y no solamente eso, enviaron como cosmonauta a la primera mujer al espacio, Valentina Tereshkova. Werner von Braun que llegó a dirigir la Nasa, actuó con firmeza ante su competencia, con acento machista (llegó a ocultar el trabajo de tres mujeres negras - lo cual también demuestra su racismo y antifeminismo -, matemáticas brillantes que formaban parte del equipo que llevó a John Glenn al espacio exterior), fue anticomunista convencido basado en la disciplina nazi que había experimentado, y empujó a los norteamericanos a poner el primer hombre en la luna. Me parece a mí, que Godard captó con mucha justeza estos hechos (incluso en un elevador uno de los pisos a llamar tiene un botón con las siglas SS), y por ello es que concibe hacer un guión tan particular como el de Alphaville. A diferencia de otras películas de su época pone el acento no tanto en los trajes o naves espaciales, quizá por el presupuesto, tal vez porque no le interesaba el asunto de engañar al público y deslizarlo a una película de diversión. De hecho, cuando la vi por primera vez, me pareció pesada y lenta, por no cumplir con los estándares de las películas de ciencia ficción, aunque en su argumento me parece muy influenciada por la magnífica y espectacular Metrópolis (1927) de Fritz Lang, empezando porque la hija de von Braun, Natacha (Ana Karina) se enamora de Lemmy y rompe con las reglas de su ciudad. En la película de Lang, Freder Fersen (Gustav Frölich) se enamora de María (Brigitte Helm) quien luego es substituida por una máquina robot para llevar a los obreros desamparados a su perdición. Hay entonces correspondencias entre Lang y Godard que no han sido completamente exploradas. Godard, asistido por Paul Elúard (que no fue acreditado) llega a criticar no sólo al capitalismo sino al comunismo, anticipa muchos años antes el Blade Runner (1982) de Ridley Scott, basado en la novela de Philiph S. Dick: Do androids Dream of Electric Shepp y que toca también el problema de la IA, el amor y la existencia del hombre en un mundo futurista. Caution explora una sociedad en que la gente no comprende qué es el amor, y la IA regula todas las actividades de los viajes, las máquinas y la vida privada de sus ciudadanos, vigilándolos todo el tiempo. Incluso ejerce una política de control sobre el exceso de población, empujándolos al suicidio o ejecutándolos (según un llamado método chino). Este régimen no tolera las diferencias de pensamiento y a sus habitantes les controla con la censura a ciertas palabras para que no sepan su significado y piense por sí mismos (Wittgenstein: Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo). Nuestro protagonista encuentra un libro que se llama El libro del dolor que está prácticamente desaparecido por su impulso poético (los habitantes de Alphaville no saben que es la poesía, desconocen el pasado y sólo viven para el presente sin pensar en el futuro (como los jóvenes de hoy), para ser substituido por la Biblia en los hoteles, como de los años 60’s hasta los 80’s del siglo XX era común encontrar precisamente en un cuarto de hotel de lujo. Las mujeres jóvenes "seductoras de nivel 3", proporcionan placer a los visitantes hombres y están como se hacía en los campos de concentración tatuadas. La gente está satisfecha en esta sociedad, trabaja con eficiencia y eficacia, y sigue sin chistar las órdenes que se le proporcionan, no sabe que es la palabra "conciencia" y desconocen completamente la libertad. Natasha se enamora de Lenny sin saberlo, luego de que él le ha confesado su amor. Le prohiben volverlo a buscar y luego la fuerzan a traicionarlo. Sin embargo, el protagonista (Eddie Constantine) primero secuestrado, luego interrogado por la IA, logra llegar - pese a muchas dificultades - con el padre de su amada von Braun (Michel Dalahye) y le pide regresar con él a los países exteriores, rechazando su ofrecimiento de corrupción que le ofrece trabajar para él a fin de tener después un puesto de poder. Escapa de su encierro, matando a todo áquel que lo quiere encerrar o matar, y atestigua como la Alpha 60 logra dar con la respuesta a un acertijo suyo sobre la vida, que ėl había anticipado daría lugar a la propia muerte de la máquina. Encuentra a Natasha, la invita a huir con él, siendo los perseguidos, pero encontrando a su paso que los sirvientes de la IA, van muriendo. Al final de la película ella le pregunta qué debe decirle y esperar de ella… él dice que no puede hacerlo, que ella debe pensar por sí misma, hasta que ella logra decirle: Yo te amo. Frase que significa la salvación para los dos. Según una entrevista que se le hizo el 23/03/23 a Slavoj Zizek para la revista PS Digital, ha calificado la IA como Idiotez Artificial. Coincidiendo con Chomsky que ha dicho también del fenómeno, que no es inteligencia ni es artificial y con el padrino de la IA, Geoffrey Hinton, alguna vez premio nobel de física, que hoy se arrepiente de su trabajo y nos ha alertado contra ella, señalándonos el peligro que representa si no se controla, de la destrucción de la raza humana. Advertencias que Godard nos señaló muchos años antes en su extraordinaria película que a quienes no la han visto les recomiendo la busquen y la vean con calma, deleitándose como quien disuelve un caramelo en la boca.

lunes, 27 de noviembre de 2023

La impunidad ante quienes verdaderamente trabajan.

Estimados amigos y colegas, gente interesada en el psicoanálisis: Mi amiga la Dra. Gudalupe Rocha Guzmán directora de CEPCIS Sociedad civil, miembro del Consejo editorial de CARTA PSICOANALÍTICA (una persona trabajadora, con iniciativas y ética) que conozco hace más de 25 años, esposa de Luis Valverde Garces (hoy fallecido) ha tenido una serie de graves problemas que quiero compartirles y que nos transmite a través de una carta que ella misma escribió:
DICEN QUE SOY BRUJA Ojalá fuera broma, pero lamentablemente en Cuernavaca algunas personas actúan como si estuviéramos en la Edad Media. Sé que estoy en riesgo, lo mismo que mi familia, pero quiero pensar que, mientras más gente conozca los hechos, estaremos menos desprotegidas. El 30 de agosto en la madrugada, “alguien” grafiteó los portones de mi casa (fue la única afectada en toda la colonia) y al otro día, “alguien” me siguió hasta la colonia Atlacomulco. Mientras estaba en la reunión a la que fui, llegó una camioneta Toyota RAV4 placas RCC644 de la cual se bajó un encapuchado y se fue contra mi auto para navajear una llanta. Dicho vehículo está a nombre del Centro Educativo de Clase Mundial (¡vaya “Clase”!). Esto último ocurrió el día 1 de septiembre de este año 2023 y fue la razón por la cual decidimos cancelar el Coloquio que cada año organizamos en CEPCIS. Hay video de cámaras de seguridad de un Hospital que se sitúa frente al lugar de los hechos, hay declaración de testigo, hay pruebas suficientes para que algo pase pero los dueños y responsables de la camioneta simplemente no responden y no pasa nada .... Como la mayoría sabemos, actualmente se pueden construir escuelas, gimnasios, casinos, etcétera en cualquier lugar de Cuernavaca sin importar el uso de suelo ni los requisitos siempre y cuando se cuente con dinero y “relaciones”. Algo así fue lo que ocurrió con el Centro Educativo de Clase Mundial (también conocido como Tehatsi) cuando decidieron poner primero una secundaria y posteriormente una preparatoria. Puse quejas y denuncié el hecho tanto en el Ayuntamiento como en el IEBEM pero simplemente no me respondieron y me dieron largas por años. A la fecha, continúan funcionando con un “permiso” de uso de suelo en donde se estipulan condiciones que no cumplen, pero además sin importar que tampoco cumplen con requisitos del reglamento que rige a las escuelas en materia de seguridad estructural, seguridad vial, numero de cajones para su plantilla de personal, bahía de estacionamiento, por mencionar algunos. No conformes con esto, la ambición parece no tener límites así que, dentro del mismo predio, decidieron poner un gimnasio como negocio INDEPENDIENTE de la comunidad escolar. Volví a quejarme y poner denuncia tanto en el Ayuntamiento como en el IEBEM, “casualmente” esto fue a finales de agosto, un poco antes de los actos delictivos cometidos en mi contra. En el Ayuntamiento me han hecho ir y venir, me dijeron que la solicitud de verificación normativa se había cancelado, luego que siempre no, después que yo tenía que “demostrar” si tenían o no licencia de funcionamiento y uso de suelo. Me ha llevado tres meses y ya entregué un documento oficial que demuestra que el gimnasio llamado Fitness Lab ubicado en calle 2 número 200 (mismo predio de las escuelas) NO CUENTA NI CON USO DE SUELO NI CON LICENCIA DE FUNCIONAMIENTO ... Hasta el día de hoy continúa funcionando como si no pasará nada. Lo que si ha ocurrido, es que se empezaron a difundir rumores sobre mi persona. Dicen que soy bruja, muy peligrosa, por cierto. Que tengo amedrentados a los dueños de las escuelas y el gimnasio, que les he pintado las puertas de su casa (¿proyección?) y que hasta gallinas muertas dicen que les he aventado a su casa. Cuando me lo dijeron la primera vez, reímos mucho, pero cuando se lo conté a otras personas riéndome, muy serias me confirmaron que sí estaban difundiendo esos rumores diciendo peores cosas y me dijeron “cuídate mucho”. La gente tiene miedo, yo tengo miedo, pero justo por eso escribo esta carta. No quiero vivir con miedo, pero si así hemos aprendido a tener que vivir, al menos no lo haré en silencio. Esta es la razón por la que decidí hacerlo público, con la esperanza de que apalabrar, desenmascarar y denunciar sirva de escudo protector frente a la corrupción y la impunidad de la que algunos personajes hacen gala y también porque si algo sucede, a mí o a mi familia, puedan tener una idea muy cercana de quiénes podrían ser los responsables. GUADALUPE ROCHA GUZMÁN.

jueves, 16 de junio de 2022

Dr. Héctor Frisbie habla sobre el cierre de las Instituciones de salud mental en México

Muy precisa intervención sobre el cierre de las instituciones de salud mental en México. Es un tema muy importante al que se le ha puesto poca atención, y ese giro hacia que sean las familias quienes se ocupen de los enfermos mentales, de los niños que iban a las guarderías, es profundamente conservador y escandaloso. Cómo se ve que nuestros ignorantes políticos no leyeron a David Cooper. Si el movimiento anti psiquiátrico funcionó en Europa en los años 70’s no fue tirando a la calle a los enfermos, podían salir y entrar del manicomio, se les proporcionaba atención (pienso en el caso de Franco Bassaglia), escucha y medicamentos. Este movimiento del Estado mexicano quiere disfrazar la búsqueda de ahorro de recursos a toda costa, tras un supuesto interés por el fortalecimiento de la familia y la atención del enfermo por dicho núcleo . Y cuándo no hay familia, qué? Es un error muy grave la decisión de cerrar las instituciones de salud mental, y no digo que la atención era óptima. Cuál fue el análisis y el costo de esta decisión? Yo me atrevo a decir que no ofrecieron análisis previo porque no tenían ninguno. El costo económico y social ya se verá… pero pienso será negativo.

sábado, 16 de mayo de 2020

Reflexión analítica en tiempos del Coronavirus. Julio Ortega B.



Me han contactado para aclararme que EUA no se ha retirado del Protocolo de Montreal para proteger la capa de Ozono, a pesar de que fue uno de los últimos países que se unió y a veces parece que hace trampa. Lo que sí es cierto es que no se encuentra en el Acuerdo de París que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global, lo que hace patente su desinterés por la protección del planeta.

miércoles, 2 de octubre de 2019

2 de octubre no se olvida.

La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen.Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago.¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata? ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? ¿Los que huyen sin zapatos? ¿Los que van a caer al pozo de una cárcel? ¿Los que se pudren en el hospital? ¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo.Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete.(Pues prosiguió el banquete.)No busques lo que no hay: huellas, cadáveres, que todo se le han dado como ofrenda a una diosa, a la Devoradora de Excrementos.No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.Más que aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangre con sangre y si la llamo mía traiciono a todos.Recuerdo, recordamos. Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara.Recuerdo, recordemos. Hasta que la justicia se siente entre nosotros.Rosario Castellanos

 Es difícil, para muchos, recordar a  51 años pasados, la fecha triste del dos de octubre y algunos piensan que es inútil ya, evocarla. Yo cumplía en ese entonces doce años, precisamente al día siguiente, y estaba cursando la secundaria. Dos primos mayores que yo, por diez y once años, vivían en mi casa y estudiaban en la ciudad de México: ingeniería y música. Mi madre les había pedido a los dos, que no se metieran en líos, que ellos tenían una meta que cumplir que era el estudio. A mí no me quedaba claro qué es lo que estaba pasando porque, a decir verdad, era un adolescente distraído, aplicado a los estudios e interesado en los libros más que en la vida real.Cuando empezaron los disturbios, oyeron a su tía, dictarles un discurso en el que expresaba que había prioridades en esta vida. Que no podían dejarse arrastrar por la pasión, ni sacrificar los esfuerzos que estaban haciendo por superarse y ser mejores personas: profesionistas (¡Vaya palabras! Reflejaban la esperanza de la clase media por ascender socialmente, pero también tenían un cierto sentido ético, hoy simplemente absurdo). Mamá cobijó a casi todos mis primos de su ciudad natal, en distintas etapas de su vida en la capital del país, a fin de que pudieran estudiar, y llevar una vida mejor. Razonamiento que parecía lógico en aquella época y en varios modos se cumplió para ellos. Eso es algo que casi ninguno de ellos recuerda en ningún sentido y a ella, por fortuna, no pareció mortificarle en absoluto pues su generosidad no tenía ningún interés de por medio.El caso, es que los convenció (tampoco tuvo que luchar mucho), y ellos se quedaron encerrados en casa, sin que salieran a la calle para integrarse a la protesta de los estudiantes. Quizá eso les salvó la vida, porque los acontecimientos trágicos que vinieron después fueron incalculables. La amiga de la infancia de mi madre, mi tía Mina (¡Cuántos recuerdos me trae ese significante!), llegó como todos los años a la casa, con un delicioso pastel que hacía para celebrar cada uno de mis onomásticos. Esta vez, el pastel venía como aplastado, ella venía agitada y pálida. Vivía en Tlatelolco y había vislumbrado la masacre de los estudiantes a través de la ventana del edificio dónde vivía. Relataba que en lo alto de los edificios había gente que les disparaba sin piedad a estudiantes y soldados, que el tiroteo había durado horas. Los soldados la habían tomado contra los estudiantes y echado las tanquetas sobre ellos, abriendo fuego abiertamente contra la multitud. Mi tía Mina había esperado toda la noche, tiesa del espanto, que los soldados allanaran su casa y entraran a arrestarla, cómo sucedió en otros departamentos, en que se contaba que los soldados entraban a bayoneta calada, como asesinos de Herodes, preguntando: ¿Quién está embarazada?  Horneó y decoró el pastel de todos modos, porque nada le iba a impedir que concluyera lo que se había propuesto (aunque fuese lo último que hiciera), y también, como una forma de quitar el pellejo al miedo.Cuando llegó en la tarde con nosotros, contaba que había eludido el cerco militar y las patrullas que transitaban por los edificios y corredores, en busca de provocadores. Mi amiguito judío - y para todo uso práctico hermano - Marcos se moría de la risa. Bromeaba que había eludido las balas para traernos el pastel y lo revisaba ostentosamente, para ver si no había agujeros en él. Uno de mis primos se sentó en la sala con el periódico del día extendido, mientras mi madre tomaba fotos del cumpleaños, con su camarita Kodak. En las imágenes de ese día (perdidas en el temblor del ’85), se mostraba en primera plana del diario La Prensa, la Plaza de Tlatelolco tomada por los soldados, también, el piso cubierto de innumerables zapatos abandonados y regados sobre el piso, quizá porque los dueños habían corrido tan rápido que los botaron, o simplemente estaban muertos, me acuerdo haber visto esas imágenes sin entender del todo qué estaba pasando. Muchos años después me enteré de otras historias, una de ellas la de un joven que había sobrevivido escondiéndose dentro de un tinaco mientras los soldados lo buscaban por las azoteas, la gente lo mantuvo ahí días, llevándole el alimento. Pasados los años, se convirtió en militante del PRI y desde los puestos gubernamentales, robó todo lo que pudo.¡Claro que todos estos recuerdos resultan ñoños, comparados con la dimensión de la tragedia del ’68! Pero son los  recuerdos que tengo de ese día. Después me enteré de lo que allí había sucedido con más detalle. México había conseguido para su lucimiento y debut como país desarrollado -- más sin sentidos -- las Olimpiadas de 1968. El presidente Díaz Ordaz había entrado en cólera por las protestas estudiantiles contra la excesiva violencia y represión policíaca. Eran los años en que nuestro país se manejaba a deseo del Dios presidencial en turno impuesto por el PRI y que su palabra era ley, textualmente, porque se pronunciaban leyes para ratificar sus mandatos.Un par de enfrentamientos entre jóvenes, el último el 26 de julio al celebrar la revolución cubana, habían derivado en una intervención policíaca y del ejército sin ningún precedente ni freno. La puerta de la preparatoria uno de la UNAM, en el centro de la ciudad de México, había sido derribada por un bazukazo que abrió el paso a los soldados. La energía de los jóvenes había encontrado una causa y se unieron para protestar contra el exceso de rigor y la represión por parte del Estado. Este movimiento hacía también eco de lo que estaba sucediendo en ’68 en el resto del mundo: París, Berlín, Checoslovaquia, los mismos Estados Unidos, dónde los jóvenes estaban hartos de todo y se rebelaron en contra del stablishment de una forma romántica y desorganizada pero llena de energía, algo de eso rebela la película de Bertolucci Los inconformes o Los soñadores (2003) y su espejo  al estilo americano muy influído por las enseñanzas de Marcusse, fue el Gran festival de Woodstock en 1969.  ya sin el aguijón revolucionario que deseaba cambiar de golpe una sociedad y con más consecuencias en lo estético (que no es poca cosa) que en lo político. El movimiento estudiantil exigía a papá gobierno, algo muy sencillo, el cese del jefe y subjefe de la policía, general Cueto Ramírez y el coronel Mendiolea Cerecero, la derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal en el que se sancionaba el delito de disolución social.El 27 de agosto, salió una manifestación desde el Museo de Antropología hasta el Zócalo, allí los estudiantes izaron una bandera rojinegra a media asta, que luego fue arriada. En la madrugada, fueron desalojados por la fuerza pública.Al día siguiente, hubo un acto de desagravio a la bandera nacional, al que asistieron, acarreados, trabajadores al servicio del Estado y que terminó -- curiosamente -- en una nueva protesta a favor de los estudiantes.El 18 de septiembre el ejército entró en la Ciudad Universitaria como si fuese un país enemigo, con el propósito de desmantelar el movimiento y tomar prisionero al Comité de HuelgaEl 19 de septiembre, el rector protestó por la ocupación militar, que duró 12 días. La Cámara de Diputados, atacó al rector Barros Sierra, quien presentó su renuncia, que no le fue aceptada. La Junta de Gobierno le pidió expresamente que permaneciera al frente de la UNAM y él valientemente encabezó algunas manifestaciones.Fue así como el 2 de octubre de 1968, se celebró un mitin en la Plaza de las Tres Culturas de Tlaltelolco. Después de una bengala luminosa se abrió fuego primero desde el edificio Chihuahua  contra los estudiantes por francotiradores del Estado Mayor presidencial, y luego en la confusión el ejército abrió fuego contra uno de los edificios, dónde supuestamente se encontraba el CNH, luego contra los mismos estudiantes y sucedió ese crimen incalificable, la catástrofe… de la cual no hay, ni parece habrá responsables, en Veracruz cuando murió Fernando Gutiérrez Barrios (director de la Dirección Federal de Seguridad en el período 1964 - 1970) se le enterró con honores... antes incluso se lo premió con la gobernatura de Veracruz... y lo más trágico es que no aprendamos de nuestros errores y se sigan comentiendo actos represivos violentos como el que ocurrió en este sexenio de Peña Nieto contra los 43 normalistas de Ayotzinapan.Hoy existen cientos de calles que se llaman Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, lo justo sería cambiar el nombre de estas vías por 2 de octubre. El número 1665 de la Revista Proceso contiene un artículo de Miguel Ángel Granados Chapa sobre Luis Echeverría (entonces secretario de Gobernación y que acusado de la matanza fue finalmente exonerado por Jesús Guadalupe Luna Altamirano, juez luego acusado de lavado de dinero) que les recomiendo leer, el título es impresionante: El criminal sobreviviente. También incluye una entrevista al exmandatario en la que expresa de la manera más canalla y cínica al periodista Rogelio Cárdenas: Yo no pido perdón. Algunas imágenes
http://www.camacho.com.mx/tlatelolco68/principal.htmlMás imágenes http://www.camacho.com.mx/tlatelolco68/indice.htmlRADIO UNAM




domingo, 17 de febrero de 2019

En los reinos de lo Irreal: Henry Darger (2004). Un filme de Jessica Yu.

Impresionante filme de Jessica Yu sobre un personaje solitario, soñador, aislado del mundo, con una historia de marginalidad y sufrimiento que conmueve nuestros corazones, por mostrarnos hasta que punto la gente sencilla con la que nos cruzamos en la calle, la oficina, la escuela, guarda historias increíbles que jamás conoceremos. Un documental premiado, extraño y fascinante sobre la locura y los sueños de un hombre apartadio de la vida, un artista desconocido que nunca buscó el reconocimiento de nadie... la muestra de que la sublimación no es un problema sencillo. sino un proceso de desubjetivación del Otro, que produce en el plano imaginario, una inversión de las relaciones entre el yo y el otro, según Lacan. El olvido del Yo para caer en un mundo imaginario... dónde se eleva el objeto a la dignidad de La Cosa. 
También un caso que demuestra hasta qué punto es común y corriente un desconocido que alberga una "psicosis silenciosa" sin que nadie lo note y sin dañar al prójimo. Dramática y escalofriante salida a una mente atormentada. Si desean más información acerca de este complejo problema les recomiendo el artículo de Modesto Garrido: Alrededor de la sublimación o del cambio de objeto al objeto del cambio.  aparecido en el No. 1 de la Revista Carta Psicoanalítica.







lunes, 26 de junio de 2017

El Otro. Un cuento.

EL OTRO.



¿Por qué una mujer acepta a un hombre como suyo? ¿Su consentimiento depende de esa sensación ácida, dulce y picante llamada amor? ¿Eso que llamamos amor, no perdura? ¿Por qué los hombres y las mujeres necesitan a un otro, que no acaban de comprender nunca? ¿Qué quiere una mujer?


Estas preguntas le habían acompañado como una picazón ardiente toda su vida. No eran grandes interrogantes y lo sabía muy bien. El carnicero de la esquina y el portero del edificio se preguntaban lo mismo y seguramente tenían alguna respuesta que les satisfacía. Pablo se quedaba absorto y petrificado ante esas preguntas, tratando de olvidarlas y deseando que éstas se resolvieran solas con el paso del tiempo.


Las respuestas no vinieron y las interrogantes parecían tener la intención de quedarse a fastidiarlo. Atravesaron la vida de su cuerpo adolescente que tiraba hacia delante y buscaba llenar un vacío que se antojaba insondable. La neblina del tiempo, sepultó su juventud y se despreció a sí mismo por ocuparse de esas necedades amargas.


Se decía que el amor inextinguible no era más que una mentira que nos contamos. La amarga realidad consistía en que la gente se olvida de cualquier cosa al darse la vuelta, no importa lo mucho que suceda entre dos amantes: las vueltas y sudores en la cama, las promesas hechas en la oscuridad. Pero, quería en el fondo: encontrar un amor ideal. Una mujer que le tratara con cariño y admiración, que lo mimase en las mañanas al despertar, discutiese con él sobre cine, literatura ó filosofía, y pudiera también, volverse una niña traviesa dispuesta a gritar de alegría ante las cosas más simples.


Tratando de olvidar esta búsqueda y no querer saber más de asuntos que sólo le generaban angustia, se había casado con una esposa sin dobleces que le había hecho padre de dos hijos y había sellado – pensó – el sobre con esas interrogantes. Quería conformarse con una felicidad con minúscula, al fin y al cabo, la única posible. Pero en su corazón, siempre permaneció ese espacio interno de soledad que él identificaba a un paraje sombrío y horrendo, un Maelstrom que le sorbía siempre hacia la tristeza. Aún así, convirtió a su consorte, en la razón que modulaba sus emociones y la madre limitante de sus locuras, que afortunadamente él llevaba a cabo a escondidas.


Y la felicidad poquita que había encontrado: cómo vino, se fue. Su compañera desapareció del mundo, después de casi tres lustros, dejándolo más desamparado que nunca frente a un universo de relaciones humanas ininteligible.


Cuando desapareció el luto, los hijos fueron creciendo como tercas yerbas silvestres, sin necesitarle demasiado y más rápidamente de lo que esperaba. Le asombraba que tuvieran más seguridad y más decisión para vivir, que su padre con toda una carrera académica.


Vino de nuevo la tormenta. Siguieron en su vida encuentros fortuitos con mujeres que nunca amó demasiado por no comprenderlas o porque de plano, rechazaron su egoísmo y el lastimero extravío que le amargaba. Una mujer atinó a decirle: "No sabes escuchar a las personas... sólo te oyes a ti mismo" Otra le dijo: "Las personas son juguetes para ti y además acabas por romperlas". Su vida siguió más sola que nunca. Sus hijos crecieron, siempre más fuertes y mejor preparados para afrontar, cualquier tipo de dificultades. Si tan sólo hubiese tenido una hija, quizá eso le hubiese aproximado con la naturaleza femenina, con el cosmos, en el fondo con su propia alma. Pero su destino había sido diferente y había permanecido fuera de cualquier reconciliación posible con el otro sexo.


Decidió no volver a casarse y dedicar su vida a la Universidad, a ser el maestro de la voz monocorde y sabia, que dice todo sobre nada. Se había convertido en el puntual maniquí que las jóvenes alumnas admiraban, sin distinguir al hombre que les miraba con hambre insaciable desde dentro.


Aprendió con los años el arte de parecer un buen padre, un triste solitario, de los que dicen haber atravesado cualquier tipo de experiencias, hasta alcanzar eso que llaman madurez. A pesar de su máscara, despertó la compasión de Ella, brillante estudiante de la maestría, que empezó a escucharle como mujer y terminó arrimándose como enfermera dispuesta a ofrecer sus cuidados al animal herido.


Se resistió con todas sus fuerzas a ese amor, trabajo le había costado alcanzar su torre inexpugnable, para tirarse de rodillas ante una fémina a la que llevaba, nada más y nada menos, que 23 años. Sus hijos "felizmente" casados y aproximadamente de la misma edad que ella, vieron con recelo el interés de esa mujer animosa y con aire adolescente – mucho más bella que sus esposas – que aleteaba alrededor de ese viejo, a quien habían terminado por despreciar, cada vez más, desde la muerte de su madre. Les molestaba que fuera guapa, inteligente, elegante y despierta, dulce y sensual. La miraban con positiva rabia y en el fondo con deseo.


La boda se produjo a los pocos meses con desencanto, pocos invitados asistieron y hubo que regalar al jefe de meseros, gran parte del banquete dispuesto para la ocasión. Para él, empezó una nauseabunda sensación de humillación frente a esa espléndida mujer. Mientras más convivía con Ella, más se daba cuenta de que se había ganado la lotería, pero empezó a sospechar que había de por medio una trampa, ó un precio que pagar por su fortuna. Se percibía a sí mismo frágil, viejo y cansado, imaginaba que para los que los veían juntos resultaba inexplicable que un árbol añoso se apoyara en una rosa floreciente. Empezó a sospechar burlas y comentarios que darían cuenta de la fragilidad de la relación. No aguantaría el paso de una joven, un viejo que usaba – desde hace años – dentadura postiza.


El viaje de bodas logró atemperar un poco la cascada de dudas y reproches que él mismo se hacía. Después de todo – el argumento recurrente que hace la infelicidad de otros – tenía derecho a la felicidad. Esta vez, estaba ante sí, la oportunidad de consumar sus sueños y llenar ese horrendo vacío que le había acompañado toda su vida. Quería interrogar a esa niña que resumía todas las mujeres del mundo y encontrar por primera vez respuestas. Se decía en una broma algo patética, que por fin había encontrado la mujer de su vida – y por esos años que les separaban –, la de su muerte.


La admiración casi infantil que tenía por él, le proporcionaba una sensación de afinada seguridad, de relajante sosiego que recordaba un baño caliente y perezoso de tina en un día vacacional. Su confianza flaqueaba cuando pensaba con angustia que el tiempo corre aunque se cierren los ojos y quizás un día se despertase impotente. Más aún, con alguna enfermedad terminal dispuesta a truncar su paraíso. Se imaginaba que cuando estuviese moribundo en el lecho de enfermo, Ella sería un fruto maduro y jugoso en el cual se habrían afinado más, todos los rasgos sutiles y bellos que hoy la hacían brillar entre otras mujeres. Entonces venían las peores inquietudes que lo atacaban, cómo los pájaros del filme de Hitchcock.


Su morbo depravado le empujaba a pronosticar que no se mantendría casta y fiel ante la basura de hombre en que se convertiría, y que no estaría allí esperando con paciencia, cerrar amorosamente, sus ojos sin vida. La imaginaba entonces, revolcándose con otros hombres: siempre mejor parecidos que él, más atrevidos, más salvajes, y sobre todo, más jóvenes.


El regreso a la cotidianeidad revolvió de manera extraña sus turbios pensamientos. ¿Por qué había aceptado su amor? Un destello de rencor empezó a crecer en él y las que habían aparecido como razones de su fortuna se transformaron en el material de su desdicha. Se decía que Ella no le había tenido amor, sino lástima y que ese sentimiento es más propio hacia un perro que conveniente a un amante. Empezó a sospechar de todos sus movimientos y salidas, imaginó que empezaría a engañarlo pronto, si no es que ya estaba saliendo con algún imbécil diplomado en arte, ciencias administrativas ó comunicación. Luego empezó la sospecha de que no tendría por qué ser sólo un amante. Una hembra a su edad, está en el punto más crecido de su apetito sexual.


Lo más importante era la sensación de humillación, de sentirse traicionado por alguien en quien había depositado toda su confianza y fortuna. Nunca pudo probar que todo fuese sólo una sospecha con fundamentos y algo más que su imaginación, pero aún así, no dejaba de atormentarse. Una de las cosas que más le molestaron desde el principio de la relación hizo crisis: él la precisaba y no podía tolerar esa necesidad. Se sentía un crío desvalido ante ese sentimiento de dependencia que había abominado y, paradójicamente, deseado por tanto tiempo.


Al cabo de unos meses de mortificarle con sus celos, notó los signos obscuros del desamor. La dulzura y paciencia que le había conocido cedieron su lugar a un enfado e irritación constantes que él no se daba cuenta, había provocado con sus amargores y desconfianzas. Sucedió que dejaron de hacer el amor y buscar el antes cálido y complementario cuerpo del otro. Empezaron a echar a un lado, invitaciones y salidas con amigos, las excursiones de los dos, antes deseadas con entusiasmo, terminaban en reproches: Ella había sido demasiado amable con el mesero ó volteado a ver coquetamente algún comensal en otra mesa.


Su mundo empezó a volverse negro como el abismo que se retorcía en su dentro y Ella parecía moverse a la discordia que a él siempre lo embargó. Empezaron a encerrarse en sí mismos: el odio, la tristeza y la miseria, los iban consumiendo sin más.


Los pocos amigos que les rodeaban empezaron a retirarse sin que esto les importase. ¿Cómo podrían hacerse cargo de alguien más? ¿Debía importarles el mundo exterior cuando su intimidad se hallaba rota en pedazos?


Un amigo médico con las mejores intenciones, les recomendó tomar una terapia de pareja. La idea escurrió de su cabeza como baba de caracol, pues siempre fue impermeable a todo psicologismo. Se repetía – cada vez que podía – que la psicología no era otra cosa sino "filosofía sin rigor, ética sin exigencia, medicina sin control". Para salir de cualquier atolladero, estaba la razón y la inteligencia, no artificios ni supercherías.


En un momento de verdad, Ella entrevió que quizás esa posibilidad fuese su última esperanza. Tras una amarga discusión comprendió cuán inútil era tratar de hacerle entender tal cosa, al señor en su torre inexpugnable. Él parloteaba que quería tirar dinero a charlatanes sin autoridad moral, ni conocimientos suficientes para dar un buen consejo. Remataba gritando: "¡La psicología y sobre todo el psicoanálisis son para pendejos!" ¡"Los psicoanalistas creen tener la verdad y no son más que usufructuarios del confesionario!". Se decidió entonces a dar un paso adelante en la dirección que él más detestaba. Tomó el directorio telefónico y buscó una referencia. Si quería salvarse – pensó – sería sola, y quería encontrar la claridad necesaria para tomar los pasos hacia su liberación. Llamó al primer nombre de la lista y se animó a solicitar entrevista con un psicoanalista.


Los celos de Pablo, se acrecentaron. Y, de pronto, en su torcida mente empezó a pensar que tal vez esa terapia podría cambiarla no sólo a Ella, sino toda la situación. Especuló que, después de todo, la labor de un buen curandero consiste en hacer que el paciente se adapte a su realidad de la manera mejor posible. Comprendería que la elección que tomó con él era juiciosa, quién sino él, podría ofrecerle una vida segura y estable. Con suerte la dejaría soltera pronto, para que buscase otro amante más a su medida. Si en verdad lo quería, debía comprender sus inseguridades y aceptar con paciencia sus exabruptos, por absurdos e irracionales que fuesen. El verdadero amor – se repetía mentalmente – está en el sacrificio por los otros y en el cumplimiento con la sociedad del compromiso contraído, no había hijos de por medio pero así sería más sublime su entrega.


Al principio las cosas empezaron a caminar de manera diferente, la veía regresar de sus sesiones liberada y para tomar a broma sus reclamos. Parecía más jovial y más fresca que antes, era cómo si el análisis la hubiese entonado en una clave diferente. Sus bromas tenían un aire sarcástico que lo desarmaba completamente y le hacían soltar la carcajada para acabar riéndose de sí mismo. Le empezó a mimar de nuevo con un cariño agigantado que prácticamente lo asfixiaba, de pronto había sucedido el cambio que él codiciaba y aún así, se sentía mal. Se había acomodado en el tren desdicha y no podía salir de ese riel.


Conforme pasaba el tiempo, las cosas volvieron a estancarse en la medida que la terapia progresaba. A pesar de que tenían nuevamente relaciones sexuales, empezó a notar, paulatinamente, un aire de pasmo ante todo y alejamiento del mundo.


Se preguntó que le estaba ocurriendo con desesperación. Tal vez se estaba culpando del mal rumbo de su relación, cuando no era su culpa lo que había estado pasando. Quizá esa vuelta del cariño inicial era solamente una actuación ó período ciclotímico en su carácter variable, a lo mejor necesitaba medicación y no palabras ó simple escucha.


Pensó en la famosa transferencia de amor y empezó a sospechar que se estaba chiflando por su psicoanalista. Le horrorizó sobremanera pensar en la posibilidad de que un profesional no ético se aprovechase de su confianza. Cada día que transcurría, se hallaba más extraña, como fuera de este mundo.


El extraño misterio que en Ella ocurría siguió avanzando.


Sus sesiones nocturnas de análisis se incrementaron de dos a cuatro veces a la semana. De pronto, empezó a mirar a través de él. Su vista iba siempre más allá de donde él estaba, incluso hacia ninguna parte. Una furia se empezó a desatar en su dentro ante su conducta, él había dejado de existir y no lo esperaba para comer ni para acostarse. Parecía que hacía su vida de soltera y que no le importaba en absoluto seguir compartiendo el mismo espacio. Más pronto que tarde, llegó un momento en que cada quien ocupó una habitación diferente.


La indiferencia, cuál virus silencioso, fue destruyendo toda desconfianza y reproche. Empezó a reconsiderar su miserable actitud, a cortejarla de nuevo. Comprendió que su estupidez la había arrastrado a esa indolencia insoportable. Lo más que lograba es que Ella se limitara a echarle una ojeada con unos ojos tristes y sin vida, pero, escasamente le hablaba.


Y de nuevo vinieron los celos. Se preguntó si su cambio de actitud, no sería producto de esos supuestos nuevos amores. Decidió observarla a escondidas y la sorpresa que se llevó es que prácticamente ella dormía todo el día y había dejado de comer. Sólo tomaba lácteos y, cada vez, en menores cantidades ¿Se trataba de anorexia nerviosa?


Eso sí, parecía que se reanimaba para sus sesiones de análisis y salía al ocaso del sol a pasear un poco por las calles y las tiendas antes de llegar a su sesión. Cuidadosamente la siguió y reconoció que las noches que no iba a su terapia, se dedicaba a vagar por ahí al amparo de la oscuridad. Luego, se le perdía misteriosamente en las calles sin que pudiera explicarse, qué senda había tomado.


Habló con un psiquiatra amigo suyo para exponerle el caso. El médico psicoanalista le preguntó el nombre de su terapeuta, pero no lo reconoció entre los colegas que frecuentaba ó conocía. ¡Había tantos psicoanalistas ahora! Algunos – provenidos del legendario exilio sudamericano – se habían formado prodigiosamente en el vuelo de camino a México. Aún así, le indicó que no interfiriera. Ese alejamiento, advertía un fenómeno normal y esperable en todo tratamiento psicoanalítico, le oyó decir:





– Durante el proceso terapéutico es normal que un paciente se apegue emocionalmente a su terapeuta. Sólo existe en este momento su analista en mente. Es absolutamente normal, te digo. Vas a ver cómo en un poco de tiempo, empezará a tomar las cosas con más calma. Es un período difícil, porque quienes sufren son las parejas. Tiene que revivir sus vínculos y dependencias infantiles en ese escenario. Se irá desprendiendo, poco a poco, de eso que técnicamente se llama transferencia, pero que es amor al fin y al cabo. Estoy seguro volverá a ti para rehacer sus vidas. Si no fuese así: ya se habría ido hace tiempo. Algo importante la retiene junto a ti.





La bondad de sus palabras le asustó más que tranquilizarlo. Le dolió y molestó, el tono pedagógico del sermón. Podía considerarse a sí mismo un hombre de criterio, pero eso de que su joven y vulnerable esposa, fuese a contar sus intimidades a un desconocido que podría aprovechar de esa información para – ¿por qué no? – seducirla, era algo que él no podría permitir.


¡Cuántos casos no había oído sobre el particular! Los dedos de sus manos no alcanzaban para contar los chismes sobre terapeutas que empujaban en abismos de amor y dependencia sin fondo a sus pacientes.


Fuera lo que estuviese pasando, se veía cada vez más perturbada. Ese interés perdido por la comida hizo crisis. Empezó a beber solamente agua natural y a bajar de peso aceleradamente. Su delgadez extrema y su color pálido comenzaron a asustarle.


Su mujer parecía víctima de un estado de depresión severo. Si una etapa del tratamiento producía esto: ¿Sobreviviría al resto?


La historia de que volvería anhelante, le sonaba a patraña. Se podía ver – objetivamente –, que se estaba alejando para siempre y además, su salud estaba en peligro.


Decidió tomar cartas en el asunto y hablar personalmente con su terapeuta para indagar qué estaba pasando. Llamó al consultorio identificándose con la secretaria y solicitó una cita para hablar con el analista. Cortésmente la secretaria indicó – tras de consultar con el doctor – que dicho encuentro no procedía, que con gusto le daría un par de referencias de otros colegas. Iba a gritar algo obsceno en el teléfono, pero, colgó sin discutir.


Una idea – devoradora como sus celos – empezó a invadirle. Tomaría por asalto el consultorio de ese charlatán y lo confrontaría. O quizás sería mejor confrontarlos a los dos, sorprenderlos si era preciso en el acto, y ver con sus propios ojos qué clase de terapia consumía la vida de su amada.


Esa noche, acudió al edificio del consultorio a la hora de la consulta. Desde la calle, esperó hasta que la vio entrar al edificio. Antes de que la puerta cerrase, pudo colarse detrás, sin ser advertido. Una vez que se percató del piso dónde Ella se dirigía, marcó el botón del ascensor y esperó a que llegara para alcanzarla.


Salió a un pasillo y buscó el despacho. La puerta estaba entreabierta, distinguió un pequeño escritorio custodiado por una secretaria madura de gafas. Entró y demandó por el doctor en cuestión. Se hallaba ocupado. Le preguntaron si tenía cita con él. Respondió que no, pero que tenía sumo interés en verle. Entonces – dijo la doña –, el doctor no podría atenderle. Pero si dejaba su nombre, quizás se podría arreglar una entrevista. Escupió un alias y dijo, que esperaría para hablar personalmente con él. La secretaria contestó molesta que tomara asiento. Obedeció, fingiendo contrariedad.


Ahora se hallaba más confuso que nunca. Estar ahí era una locura. Iba a levantarse para largarse, cuando sucedió algo inesperado. La mujer abrió el escritorio y sacó con discreción su bolsa, saliendo del despacho para dirigirse al baño en el pasillo.


Permaneció inmóvil unos momentos, sin saber qué hacer.


En aquel momento, su amor, sus celos y rabia volvieron mezclados en un remolino caudaloso de emociones. Sintió que la cabeza le iba a reventar.


Algo en su dentro, comenzó a encenderse hasta que las llamas inflamaron todo su cuerpo.


Violentamente se precipitó hacia la puerta, haciéndola crujir primero, para vencerla después con el peso de su cuerpo.


Ante su mirada apareció entonces un cuadro de horror perverso inimaginable.


Las tenues luces del lujoso consultorio no impidieron que sus ojos se clavasen en el diván. Ella se encontraba yerta, mientras un cuerpo de hombre la cubría parcialmente. El rostro del desconocido se borraba, ocupado en una caricia sobrecogedora.


Él se adelantó sin furia, con paso tembloroso, para atestiguar cómo el OTRO giraba su rostro, y mostraba cómo, de sus labios manaba la vida roja, que también fluía tibia del cuello del cisne.


Este cuento lo escribí en 1989. Ha sido publicado previamente en Carta Psicoanalítica No. 11.



Christopher Bollas: Mental pain

Conferencia de Christopher Bollas: Mental Pain.