BLOG de JULIO ORTEGA B. SUEÑOS, ASOCIACIONES LIBRES, INVESTIGACIONES Y CONFESIONES DE UN ANALISTA EN LA WEB.
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martes, 1 de diciembre de 2015
martes, 17 de noviembre de 2015
lunes, 16 de noviembre de 2015
Comentario Cineclub CARTAPSI XALAPA / CPM 16/11/15
LORENA CASTRO es presentada por JULIO ORTEGA, y después comenta la película La piel dura ((L’Argent de poche, 1976) de François Truffaut en el Cineclub que tiene lugar todos los lunes a las 19.30 horas en el Café TIERRA - LUNA Rayón 18 Centro de Xalapa.
https://www.youtube.com/watch?v=IlWZlSQWmA8
jueves, 5 de noviembre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
martes, 27 de octubre de 2015
jueves, 8 de octubre de 2015
miércoles, 7 de octubre de 2015
lunes, 5 de octubre de 2015
lunes, 28 de septiembre de 2015
domingo, 20 de septiembre de 2015
miércoles, 16 de septiembre de 2015
sábado, 12 de septiembre de 2015
martes, 8 de septiembre de 2015
domingo, 6 de septiembre de 2015
viernes, 4 de septiembre de 2015
martes, 25 de agosto de 2015
La locura, hoy aún una pesadilla.
En una sociedad propensa a la homogenización y a la objetivación como
una respuesta a aquello que no puede soportar y contener, surge el hospital
como depósito donde irán a parar los indeseables, aquellos “anormales” que no pueden responder a su propia existencia.
La segregación será la única respuesta
social y el manicomio el Lugar que va
a remplazar al asilo leprosario. Con las paredes ennegrecidas tras una combinación de lágrimas, sangre y
suciedad. Sobresale el olor fétido resultado de
la mezcla de sudor, excremento y
creolina. Transcurre la vida de los pacientes en el hospital con lo que
aparece como una amarga calma
contenida en una estructura
asilar compuesta por barrotes, cadenas, argollas y
ataduras. Camina aprisa la maquinaria
capitalista sin detenerse a
escuchar el murmullo o el silencio del alienado. Aislado o agitado con las
ropas rasgadas, la mirada extraviada y el semblante doliente deambulan por los
pasillos húmedos y obscuros cargando pecado, sinrazón y culpa.
Así se organizará un
campo de batalla en la que el loco no puede ni ganar ni del que podrá
escapar. En primer lugar, porque debe reconocer su locura, en segundo lugar
porque ese reconocimiento lo hace víctima de una situación de disparidad ante
el orden médico.
De lado de la institución se
encontrará el psiquiatra, rígido
representante del poder, del cual
dependerá sostener el orden asilar, que se ejerce a través de relevos. El
exceso de control sobre los cuerpos, en
una arquitectura de encierro con medidas administrativas crueles
y discursos disciplinarios presenta
al hospital psiquiátrico como un dispositivo de control social.
Las enfermeras serán las esclavas sumisas del orden psiquiátrico a través de sus actos que les posicionan como
representantes del poder y la ley
médica. Es una disciplina severa donde
oscilarán las amenazas, el control, y la vigilancia extrema, propias de una madre
castrante.
El horario del hospital ordena que la
medicina en la boca les sea vaciada por el pecho malo kleiniano que es la
institución, imponerle los temas
terapéuticos a abordar, obligarlos a hablar o callar. Sostener horarios
inamovibles serán medidas de tratamientos que llevaran a eliminar
la individualidad.
La enfermera se complementará con un
cuerpo instrumentado compuesto por cuidadores y vigilantes, que refuerzan la
imagen carcelaria del encierro. Serán capaces de someter y suprimir a los
alienados. Ejercerán el control de los cuerpos tras métodos crueles de
sujeción, sedación, las terapias de electroshock que aún llegan a usarse, a fin
de que el enfermo se doblegue y vaya perdiendo ímpetu y emotividad.
Pinel logró liberar a los insensatos de las cadenas y la
animalidad en el siglo XVIII, lo que quizá no contempló Pinel, es que los
liberaría de las cadenas pero no los sacaría fuera de la prisión llamada
manicomio. Junto con un grupo de pensadores médicos del siglo XIX entre
los que se cuenta su alumno Esquirol, constituye un pensamiento radical que marca
los principios metodológicos de una tradición de la que no nos hemos
desprendido, los locos siguieron atados de otras maneras más sutiles y más
difíciles de detectar, porque supuestamente todas las medidas se hacen en
beneficio de ellos.
Heredero de una tradición nominalista,
consideraba que el conocimiento es un proceso que se asienta en la observación
empírica, la cual da cuenta de la realidad, más que constituirla. Por lo que
deberá agrupar, y clasificar en función
de analogías y diferencias los fenómenos observables. Así, constituirá clases, géneros y especies. Ese
gesto de observar y clasificar síntomas, desembocará en una nosografía. Un saber supuestamente preciso, pero a final
de cuentas, limitado sobre los fenómenos observables. Condición que dará a la
locura una consideración histórica de un “espíritu de orden” empírico y
aplicado al desorden de la insanía mental. Donde la observación pura será
la finalidad última del conocimiento y a veces, de la cura misma.
El tratamiento moral de la locura será el
legado de Pinel, por lo que el loco
se encontrará siempre en deuda con el psiquiatra
y desde la primera mirada, veremos que
el médico siempre tendrá una
posición privilegiada de poder. Así vamos a percibir a un psiquiatra distante
que solo observará al paciente como un objeto de estudio.
El médico tendrá su oficina aparte. Jamás
entrará a los pabellones y desde su torre en alto, observará la vida de los
pacientes e impondrá su autoridad paternal proponiéndose como imago
superyoica, que se impondrá al loco –
debe ser “modelo” así lo refiere Pinel en su Tratado medico filosófico – para evaluar su inclusión o
exclusión social. Pero el resultado
final debe ser hacer un sujeto conforme a las reglas, a partir del ejercicio de normalizar.
Así el legado de Pinel será el tratamiento
moral que privilegiará la mirada ante la escucha; aquél que obliga a los
colaboradores del hospital a tratar al enfermo como un niño, que será
favorecido con horas elaborando piñatas o manualidades, haciendo rompecabezas, viendo películas
infantiles o la serie completa de Cantinflas, suministrándole las horas de
televisión, poniéndolo a hacer calistenia, condicionándoles las visitas o salidas del
hospital; imponiéndole una conciencia
de enfermedad que no es otra cosa que de inferioridad y sumisión. Cuando el
loco asume que está enfermo y que el manicomio
es su espacio de pertenencia que no puede evitar, cuando sabe que debe cargar con una
enfermedad que trae consigo como estigma de por vida, se asume que ha llegado
la cura y es ahí cuando podrá ser dado de alta. El sistema ha triunfado
doblegando la voluntad humana y la particularidad del internado.
Tras un interrogatorio inútil donde a
través de diferentes pruebas, se va a evaluar objetivamente la memoria a corto
plazo, el transcurso del pensamiento, las semejanzas y diferencias en refranes
u objetos, así como el nivel de insight, el tan previsible carácter iatrogénico
y supresivo de la psiquiatría se hace
manifiesto.
El
alienado no será considerado más que un desecho social o un infectado,
como antes lo era el leproso. El hospital es una cárcel y los profesionales
de “salud mental” (psicólogos, camilleros, trabajadores sociales, talleristas, psiquiatras, enfermeros, cuidadores y vigilantes), son más que alienistas:
custodios judiciales. El empleado más valorado, será aquel, que
como en el circo, sea el mejor adiestrador y el que más animales amaestrados
acumule; aquellos que cómo la haría la enfermera Ratched (One flew over the Cokoo’s
nest, 1975), vendan su vida al hospital y como perros fieles se convierta en
los ojos de la mirada de la institución.
La locura y la cordura será una línea gruesa, trazada con gis borroso entre empleados e internados. Pues: ¿Cómo pensar que el médico, la enfermera o el policía, no posean una patología que les permite ignorar, desdeñar y aplastar al otro? Conozco el caso del un reputado psiquiatra de cierto hospital psiquiátrico que abofeteó a un paciente por las cosas que le decía.
La locura y la cordura será una línea gruesa, trazada con gis borroso entre empleados e internados. Pues: ¿Cómo pensar que el médico, la enfermera o el policía, no posean una patología que les permite ignorar, desdeñar y aplastar al otro? Conozco el caso del un reputado psiquiatra de cierto hospital psiquiátrico que abofeteó a un paciente por las cosas que le decía.
La respuesta no es fácil y la insumisión
al poder no puede ser el único criterio de salud, tampoco lo puede ser el
dañarse a sí mismo o los otros. Respuestas acabadas no hay éstos hechos
complejos, pues la locura “es un acontecimiento social y no de individuos
aislados” como nos lo dijo alguna vez,
Juan Carlos Plá.
Durante mi experiencia profesional en
hospitales psiquiátricos, fui testigo de los abusos que se vive en ese encierro, observé que la salud
mental en nuestro país es un tema que no ocupa ni interesa a nuestras
autoridades, que la mayoría del presupuesto va encaminado a otras áreas como la
epidemiología, las adicciones, la
llamada “salud pública” o programas que
ni siquiera están vigentes pero que
suenan bien en términos políticos.
Asimismo, que nuestra profesión de
psicólogos, se basa en convertirnos en fieles auxiliares de la psiquiatría,
reduciéndonos a la clinimetría, psicometría y estadigrafía que conceden al
número un valor de verdad mágica, de hecho fehaciente sin cuestionamiento. La
cura se basa en una terapia sintomática donde se privilegiara a la cantidad y
no la cualidad, dónde importara cubrir con
números una cuota asalariada similar a la de producción en una fábrica
de zapatos o chocolates, en lugar de
responder a necesidades de una comunidad y un sujeto sufriente donde su
padecimiento pediría más bien la comprensión y la búsqueda de un sentido.
Me tocó ver cómo los pacientes sacan
comida de la basura, Que su dignidad y
voluntad es pisoteada. Vi pacientes deambular descalzos, sin ropa interior o
toallas sanitarias. Observé su vida transcurrir entre el hacinamiento y la
pobreza social en reclusión. La imposición es la que rige siempre la cura
y aquellos que reniegan de la
autoridad, deberán de ser sometidos a un
dominio de poder que poco a poco irá desgastando su físico, su integridad moral
y mental. La locura será sinónimo de pecado y el encierro es el Infierno
merecido para vivir el resto de su vida como si fuese la eternidad después de
la muerte. Los pacientes serán
abandonados por la familia y la sociedad, en un sistema carcelario que poco a poco lograra asesinar, desintegrar su alma.
La tarea del manicomio enajena al sujeto sufriente,
haciéndolo inútil y seriado, perteneciente a una empresa cara e improductiva
que lo conduce a la cronicidad. La
relación saber-poder estará íntimamente ligada entre el aparato judicial y el
manicomio. Es un mundo desolado, dónde el enfermo mental yace en el encierro,
expuesto a toda suerte de abusos, sometido al poder de un saber médico
omnipotente, que se ha dado en llamar psiquiatría. La institución reglada
requiere de un individuo disciplinado por lo que será necesario normalizarlo,
evaluarlo, codificarlo, y observarlo
Todos los instrumentos son armas para la opresión del loco y su historia, la locura estará, por otro lado,
ligada a un horizonte de pobreza, la improductividad, la inadaptación social,
se ha convertido en un problema moral,
de dimensiones éticas. Confinado bajo una actitud distintiva de indiferencia
que solo será reglada por etiquetas, el loco desfallece.
El psicoanálisis ha tenido avances
importantes a la fecha, pues desde el inicio Freud ha dado un papel
importante a la infancia, la
imaginación, la historia y palabra del sujeto, lo que ha venido a abrir una
esperanza a aquellos que solo han sido abordados desde una perspectiva
organicista. La clínica psiquiátrica ha olvidado que el fin de la cura es
restituir al hombre sufriente a su cualidad de sujeto: dueño de su palabra y de
su historia. El interés que tiene Freud desde los inicios y su ruptura que tiene con la simple
anatomía en el Proyecto de una
psicología para neurólogos nos invita a
mirar a cada caso como producto de una historia particular, familiar, de
un entretejido de tres o más generaciones. Cómo un sujeto dueño de su historia
y su decir, con plenos derechos que se encuentra agobiado por el sufrimiento
pero también puede acceder a la palabra.
El delirio, en el cual vemos el producto de la enfermedad, es en
realidad una tentativa de curación; la
locura seria una reconstrucción fallida. Una alternativa sufriente a una
realidad a la cual, el loco ha intentado escapar. La tarea del los terapeutas
debería ser escuchar y atender ese dolor añejo que no debiera causar, miedo,
angustia, asco, desesperación o ansias
de imposición.
El asilo reduce las diferencias, reprime
los vicios y borra las irregularidades. Castigará todo aquello que se oponga a
las virtudes esenciales de la sociedad: la inmoralidad, la extrema perversidad
de las costumbres, la ebriedad o la galantería indiscriminada, la incoherencia,
la pereza, el satirismo, y la masturbación excesiva. A estos males, se agregará
posteriormente, el intento de suicidio, la prostitución y la homosexualidad.
Estas son las figuras por excelencia de la sin razón y se relacionan con la
figura de la decadencia social que más tarde será substituida por la
depravación.
Con Foucault entendemos que “enfermedad
mental” y “locura”, son dos configuraciones diferentes que, desde el siglo XVII
hasta ahora, se han reunido y confundido una con otra.
Aunque la medicina y en concreto la
psiquiatría, intente quitar las aristas más aterradoras a la insania mental
reduciéndola a una trastorno biológico, genético, neurológico, a desequilibrios
electroquímicos del sistema nervioso, el halo poético lírico en torno a la
enfermedad persistirá, porque en ella hay también algo irreducible al dominio
de la razón y que anticipa el vacío de la muerte.
Ciertos procedimientos médicos radicales
como la lobotomía de Freeman, la hidroterapia con agua fría, y hasta los
electroshocks, están más cerca de la terrible Inquisición que de un verdadero
sentido terapéutico.
Michel Foucault en particular, es muy
severo en su análisis del poder psiquiátrico, nos referimos a su curso de 1973
– 74 y al seminario de 1974 – 75 sobre Los Anormales en el contexto de sus
obligaciones del Collège du France, allí hace patente la relación entre espacio
asilar y orden disciplinario. La internación y la asistencia, los informes
sobre el alienado son modos de control social que no disimulan su relación con
una matriz jurídico - política específica surgida de la razón occidental, y no
sólo del capitalismo. Debemos recordar, en este sentido, que la disidencia
política y la homosexualidad fueron motivos de encierro psiquiátrico y persecución
en la, hasta hace poco desaparecida, Unión Soviética.
En el mundo médico, la hipnosis, el
tratamiento moral, la sugestión, han sido substituidos por los antidepresivos,
los antipsicóticos (no se trata de negar la importancia de medicar adecuadamente a los pacientes, pero se hace hasta el exceso) y toda la farmacopea mágica que intenta borrar la
incoherencia y el afecto desordenado del sujeto, a esto se le llama progreso.
El paso del psicoanálisis por la psiquiatría ha querido ser borrado en nuestro país, y en otros contextos culturales, vivimos en la época del café instantáneo, de la fast food y de la prét a porter. Por tanto se esperan resultados rápidos: ¿Me aqueja el insomnio? Pues tengo a mano el Lozopil ¿Me abandona la mujer que quiero? Para no deprimirme ingiero Prozac ¿Mi hijo tiene el tan mentado y cuestionado Déficit de atención e hiperactividad? Debe tomar Catapres. Las causas de todos éstos síndromes no se cuestionan para nada. El resultado triste es la creación de zombies dependientes de su medicación, el tratamiento en este caso se convierte en rito sacrificial y expiación de la culpa de terceros.
El paso del psicoanálisis por la psiquiatría ha querido ser borrado en nuestro país, y en otros contextos culturales, vivimos en la época del café instantáneo, de la fast food y de la prét a porter. Por tanto se esperan resultados rápidos: ¿Me aqueja el insomnio? Pues tengo a mano el Lozopil ¿Me abandona la mujer que quiero? Para no deprimirme ingiero Prozac ¿Mi hijo tiene el tan mentado y cuestionado Déficit de atención e hiperactividad? Debe tomar Catapres. Las causas de todos éstos síndromes no se cuestionan para nada. El resultado triste es la creación de zombies dependientes de su medicación, el tratamiento en este caso se convierte en rito sacrificial y expiación de la culpa de terceros.
En este sentido, establecer los límites claros entre cordura y locura es un intento finalmente destinado al fracaso, puesto
que el loco y el cuerdo nunca terminan por separarse. La locura forma parte del
mundo moderno y consiste en un núcleo irreducible, el corazón de la naturaleza
humana.
Después de todo, muchos somos juzgados, condenados, clasificados,
obligados a competir, destinados a vivir de un cierto modo o a morir en función
de unos discursos verdaderos que conllevan efectos específicos de poder, y
quizá deberíamos intentar, como el loco
lo intenta, rasgar nuestras ataduras y sujeciones; emanciparnos, ser autónomos,
soberanos de nuestra propia existencia, son sueños que no siempre cumplimos,
nos gusta lamer la coyunda cuando estamos acomodados a las circunstancias.
jueves, 6 de agosto de 2015
miércoles, 5 de agosto de 2015
martes, 4 de agosto de 2015
Próximo seminario en Xalapa, Ver. 15 de agosto. Modesto Garrido.
Pueden también contactarme a mí, tengo boletos y resuelvo cualquier duda: juliusob@gmail.com y al teléfono 2281044342
miércoles, 22 de julio de 2015
lunes, 20 de julio de 2015
Dos videos acerca de Lacan. Un documental de Gérard Miller y un Testimonio de su clínica.
En estos dos videos se hace sentir la presencia de la transferencia de los alumnos y conocidos cercanos de Lacan. Es importante verlos de manera crítica, sin fanatismos ni adoraciones, simplemente como parte de un relato que aún no se ha escrito definitivamente y un capítulo más de la historia del psicoanálisis. Llama la atención que ante la caída de la ideología marxista se busquen nuevos credos de manera tan apasionada.
viernes, 10 de julio de 2015
Lacan's point... Kevin Spacey gives a lecture on Lacan in The life of David Gale de Alan Parker
El tren del Mame... o cómo ciertos académicos entienden que hay que enseñar el psicoanálisis.
martes, 30 de junio de 2015
jueves, 18 de junio de 2015
miércoles, 17 de junio de 2015
ARCHIVO MICHEL FOUCAULT
Se trata de copias privadas de los textos, exclusivamente para uso educacional. Queda prohibida la venta, comercialización o distribución. Si usted puede financiar el libro le recomendamos que lo compre en la librería o en todo caso lo busque en su biblioteca pública. No se obtiene con este enlace ningún tipo de beneficio económico. Si las leyes de su país prohíben este tipo de préstamo, absténgase de usar esta biblioteca virtual (Para lectura solamente y no para uso indiscriminado, descarga o impresión).
sábado, 30 de mayo de 2015
Foucault para principiantes. Copia de estudio no para fines lucrativos.
Se trata de copias privadas de los textos, exclusivamente para uso educacional. Queda prohibida la venta, comercialización o distribución. Si usted puede financiar el libro le recomendamos que lo compre en la librería o en todo caso lo busque en su biblioteca pública. No se obtiene con este enlace ningún tipo de beneficio económico. Si las leyes de su país prohíben este tipo de préstamo, absténgase de usar esta biblioteca virtual (Para lectura solamente y no para uso indiscriminado, descarga o impresión).
miércoles, 27 de mayo de 2015
lunes, 4 de mayo de 2015
martes, 28 de abril de 2015
sábado, 18 de abril de 2015
jueves, 16 de abril de 2015
martes, 14 de abril de 2015
Fort apache (1948) de John Ford o la pasión por el Western. Comentario de Julio Ortega para el Cineclub CPM / CARTAPSI XALAPA.
Para Fabrizio Prada.
La función de un cineclub es el educar al espectador, proveer de materiales difíciles de encontrar, seleccionar filmes que han hecho historia y dotar al asistente de elementos que puedan hacerle de un criterio para degustar después las películas de acuerdo a su importancia, temáticas, e historia. Para poder distinguir entre un Merlot y un Cabernet Sauvignon hay que probar muchos vinos, independientemente de la calidad de cada uno de éstos, y después vendrá el gusto y la diferenciación de los sabores.
Él era el hombre que vino hacia
nosotros desde el Valle deslumbrante
del Levante, y una vez que terminó
su trabajo, tomó su caballo y se fue.
Shane de Jacques Shaefer (Final novela).
La función de un cineclub es el educar al espectador, proveer de materiales difíciles de encontrar, seleccionar filmes que han hecho historia y dotar al asistente de elementos que puedan hacerle de un criterio para degustar después las películas de acuerdo a su importancia, temáticas, e historia. Para poder distinguir entre un Merlot y un Cabernet Sauvignon hay que probar muchos vinos, independientemente de la calidad de cada uno de éstos, y después vendrá el gusto y la diferenciación de los sabores.
En el caso de
este ciclo dedicado al género Western, quise ofrecer a nuestro público el
acercarse al único género creado por el cinematógrafo que no es heredero ni del
teatro ni de la literatura tradicional, ni de la música y que ha servido como
base para crear el género de acción y aventuras, del que nosotros vemos como
resultado hoy: Mad Max, la misma Matrix, la Guerra de las Galaxias, Rápidos y
furiosos con todas las secuelas consecuentes. Sí tiene, a decir verdad, una
ligazón con la literatura caballeresca pero los valores de la cinta
norteamericana, son muy diferentes que los de los clásicos literarios europeos
como El Cid o Ivanhoe, porque la figura aquí no es un héroe que defiende al rey
o al imperio a costa de su propio bienestar, no se trata de la defensa de
ideales, sino que el protagonista de la
película de vaqueros, trata de abrirse camino frente al peligro y triunfa para
sí mismo o para la comunidad, pero siempre con un dejo inexcusable de
individualidad y de soledad al enfrentar al destino, obteniendo además
ganancias materiales concretas.
Sí podríamos
mencionar que también hay similitudes con la literatura Ronin o las historias
de samuráis, pero no creo que pueda rastrearse un hilo de influencia de esta
tradición sobre el cine inicial de western’s. Si existen semejanzas, aún no hay
una contestación sobre el origen de ellas. Porque los primeros directores y
guionistas de películas del Oeste en Hollywood, no parecen haber tenido un
contacto marcado con esta poética. Sí en cambio, Los 7 Samurais de Kurosawa,
adoptó mucho del lenguaje cinematográfico de los western's.
Pero considerando con calma, sí hay una
literatura ligada al Western, pero que no fue apreciada - del todo- durante
mucho tiempo como una gran literatura y ejemplos de ésta son: Los Pioneros
(1823), El Último de los mohicanos (1826) y La Pradera (1827) de J. F. Cooper, pero éstas novelas no reflejan las
narrativas típicas del western.
La primera novela que se considera de Western clásico es El Virginiano
(1902) de Owen Wister que visitó el Oeste para inspirarse adecuadamente y
realizar su trabajo. Y también están novelas como Log of a Cowboy (1903) de Andy
Adams (cowboy y scout) y Eugene M. Rhodes escribió Bransford in Arcadia (1914).
Novelas de mérito literario son The Ox-Bow Incident (1940) de Walter van
Tilburg Clark, The Big Sky (1947) de AB
Guthrie, y Shane (1949) de Jack Schaefer, que se convirtieron todas ellas en filmes
legendarios de mucho éxito.
El escritor alemán Karl May popularizó el género en Europa contando historias sobre indios que aparecieron alrededor de 1890; Stephen Crane publicó una memorable novela cómic con una historia intitulada The Bride comes to Yellow Sky (1898).
El escritor alemán Karl May popularizó el género en Europa contando historias sobre indios que aparecieron alrededor de 1890; Stephen Crane publicó una memorable novela cómic con una historia intitulada The Bride comes to Yellow Sky (1898).
El máximo interés por estas novelas vino en los 50s y 60s, dónde hubo un
gran número de series de vaqueros en televisión. En este momento los escritores Ray Hogan, Luke Short, Lash Larue, y Louis L'amour cosecharon muchos éxitos.
El protagonista
es, por otro lado, la figura metaforizada del héroe solitario e individual del
capitalismo que con decisión, fuerza y voluntad puede vencer la adversidad para
encontrar bienestar o felicidad. La fiebre del oro, la conquista del
territorio, el viaje hacia lo desconocido que lleva la colonización, el
enfrentamiento con los indios y la lucha con los bandidos, son notas de una
sinfonía general que lleva por nombre: violencia. Incluso diríamos que la ética
protestante que para Max Weber constituye la base del capitalismo, no es la
lógica que le mueve y queda dejada atrás, porque el vaquero busca con
frecuencia la venganza, rompe los límites, no desea la paz sino busca la pasión
y el ímpetu del terror.
El período
histórico en el que transcurre la típica cinta del Oeste es el siglo XIX y la
geografía es precisamente el territorio bronco, no conquistado de Nuevo México,
Arizona, Texas, Kansas, Nevada, Oregon, digamos que es un Oeste muy flexible en
términos geográficos, pero que suministra las imágenes de colonización de
Norteamérica que incluyen siempre paisajes inmensos, héroes, bandoleros,
asesinos y la horda de habitantes originales – los indios –, que aparecen como
primitivos, locos, y peligrosos.
La primera
cinta reconocida del género, es The Great Train Robbery (1903) de Edwin S.
Porter, que causó gran impresión por su escenas coloreadas y una toma en la que
el villano dispara hacia la cámara, lo que se traduce en un tiro al público que
asustó al ingenuo espectador de inicios del siglo XX. También hay que reconocer
que el Western es un producto básico de valores elementales que es dirigido, en
principio, a un espectador no muy avezado en ambigüedades.
Es también la
invención de una tradición histórica de un pueblo reciente, que se funda apenas
a finales del siglo XVIII, a partir del enfrentamiento de los colonos con la
monarquía inglesa por los injustos y desmedidos impuestos que intenta imponer
la corona. A falta de una historia milenaria y documentada, ésta tiene que
inventarse, y qué mejor base que la conquista del Oeste para narrar la
fortaleza de un pueblo, y la defensa de la tenacidad sobre cualquier otro valor
moral sin importar muchas veces las consecuencias. Frente a la crudeza del
viento y el frío, el terror y la impiedad de los hombres brutos, el héroe del
western siempre sale adelante, a veces incólume, otras herido, y hasta muerto,
pero siempre triunfador. La figura del malhechor que se regenera en un acto último o que toma decisiones en contra de su naturaleza y a favor de la gente buena es muy apreciada.
El héroe típico
del Oeste es un vaquero que siempre va a armado y sabe usar su pistola o su
rifle (evidente símbolo fálico de poder) de manera pulcra y eficiente ante el
peligro. Tiene cierta pureza en su porte, que incluye el sentido del honor, la
amistad y la justicia, que no siempre coincide con el código moral establecido
por la Ley.
No es un hombre
de muchas palabras sino más bien de acciones y el caballo más que una mascota
es un acompañante fiel, en cierto modo el substituto del ayudante del Quijote,
Sancho Panza se ha convertido en Silver o Belleza Negra, pero con más
inteligencia y fidelidad que el escudero. Es más dócil, más fiel y más
entrañable el animal que el prójimo, del cuál siempre tendría uno razones para
desconfiar.
Un rasgo que
siempre estará presente en las historias del Oeste, el individuo tiene que
luchar con un enemigo que en apariencia es superior. La premisa de arranque es
que parezca en desventaja respecto a su oponente, eso plantea la tensión de si
podrá con su tarea, con el encargo que ha puesto Dios sobre él. Esa parece
también una característica distintiva del género.
Esta
confrontación no es sólo física sino psicológica. No importa si es un animal,
un malhechor, o una banda de delincuentes, una tribu de indios, hay siempre de
por medio una épica que va tejiendo una trama que ha de desembocar en un final
sangriento. Se trata de matar o morir, es la repetición de la Ilíada modificada
según el deseo de la ciudad: Héctor enfrentado a Aquiles, pero buscando un
final feliz que salve a Troya.
El western
empezó realizándose en el estudio, hasta que los directores se dieron cuenta de
que podrían sacar ventaja en los exteriores de la ambientación, y empezó a
rodarse generalmente fuera del estudio, mostrando paisajes extraordinarios,
dónde las locaciones en la salvaje y
bella América, son parte integral de la historia misma. Y aunque los ideales
tradicionales han ido variando hacia un tono más reflexivo y obscuro, más
crítico hacia los personajes tradicionales; lo que aparece siempre como
constante aún en los antihéroes, es un sentido de búsqueda de la aventura y de
falta de miedo al peligro. El alcohol también es otro elemento importante pues
el vaquero siempre adora el whisky a
veces más que a las mujeres y se enorgullece de poderlo tolerar en grandes
cantidades. Curiosa cualidad en un héroe que implica la pérdida de la
conciencia y la locura, conducta que por otro lado, fue prohibida y perseguida
por muchos años en los EUA.
Este género fue
tan importante en Hollywood que prácticamente todos los cineastas importantes
lo exploraron y creó también directores, actores casi exclusivamente dedicados
al género como John Ford que es el más reconocido director del tema y actores
como Van Heflin, John Wayne, Randolph Scott, etc. y después llevó a subgéneros
como el el comic western (La Generala 1926, de Buster Keaton; La Quimera del oro 1925, de Chaplin) o el spaghetti western cuyo mejor director fue Sergio Leone que llevó al estrellado a Clint Eastwood (aunque el cineasta Sergio Corbucci es muy conocido por haber introducido al personaje Django protagonizado entonces por Franco Nero y que después será retomado por Tarantino y el japonés Takashi Miike para hacer sus propias versiones) y que ilustraban
que la lección de los grandes fue asimilada en otras geografías, no sin cierto
dejo de ironía y burla.
Fort Apache fue
dirigida en 1948 por John Ford, que es considerado uno de los grandes
inventores del lenguaje cinematográfico. Es un hombre que como otros de su
generación, estuvo ligado a la historia imperialista de su país y fue marino,
también militar, lo que se dice un patriota, y colaboró no sólo con el ejército
durante la segunda guerra mundial, sino también en la guerra de Corea y de
Vietnam.
Parece que el
oficio lo aprendió de D.W. Griffith trabajando como extra en El nacimiento de
una nación y de ahí filmó de 1917 a 1924 películas mudas comerciales para la
Fox y Universal que resultan ser muy rentables. Pero su primera mayor
producción es The Iron Horse (1924) que narra en tono de epopeya la
construcción del Tren Transcontinental de las compañías Union Pacific y Central
Pacific entre 1863 y 1869.
Ford fue de los
directores que resistieron el paso del cine mudo al cine sonoro. Años después
le contaba a otro director, Peter Bogdanovich cómo las productoras intentaron
despedir con la llegada del sonido a los film makers, para contratar directores
teatrales, con el consecuente fracaso de los segundos.
El trabajo de
Ford es bien conocido, apreciado por Ingmar Bergman, Orson Welles y puede
parecer ahora hasta aburrido en su forma, la película Fort Apache es larga y
tiene un montón de lugares comunes que hoy nos son difíciles de apreciar como
elementos de análisis.
En primer
lugar, debemos destacar que se presentan en este filme elementos que ya
habíamos destacado como indispensables: Fort Apache se haya en la tierra de
nadie lejos de toda civilización y en medio de un desierto implacable que no se
sabe por qué razón despierta la ambición de los hombres, cómo no sea por la
misma tierra y el espacio geográfico, con miras al futuro desarrollo industrial
y comercial.
Pero llama la
atención la trama. Es la historia de un veterano de la Guerra (Henry Fonda) que
viaja con su hija (Shirley Temple que había hecho antes carrera como estrella
infantil), a un lugar fuera de la civilización que ha sido poblado por los blancos
invadiendo el territorio apache chiricaua.
Anexado por los
Estados Unidos tras de su guerra con México en 1847, este territorio se
conserva con cierta calma hasta que un grupo de apaches ataca a un colono,
llevándose a su hijo. Es entonces que el jefe Cochise, que aparece en nuestra
película, es erróneamente culpado del crimen y celado en una trampa para ser
apresado y castigado, sobrevive y huye a la estafa del ejército de los Estados
Unidos, iniciándose una guerra entre soldados y apaches que durará casi diez
años, siendo Gerónimo el jefe de los apaches que le sucederá. Y que conocen
ustedes porque ha legado su nombre como grito de batalla a todas las acciones
heroicas: Gerónimo!!!
Este incidente
histórico, combinado con la suerte del general Custer que fue muerto junto con
sus hombres en la batalla de Little Bighorn en 1876, son los expedientes de la
historia que nosotros vemos en la película, transformado por el guión de Nugent
y Bellah que toma como asiento una historia del segundo llamada Masacre y a la
que seguro, cómo todos los directores de la época, le metió mano Ford. Es una
época curiosa la de la realización del filme, pues es justo 1948, cuándo la
Guerra Fría está en sus inicios y la búsqueda de enemigos comunistas está en
boga en los EUA, el guión por su parte no deja de acusar estos problemas,
operar como declaración política disfrazada (en la que los indios podrían ser
una metáfora de los supuestos comunistas perseguidos) y no es casual que haya
sido la última película durante un tiempo de Henry Fonda acusado de tener
simpatías en la izquierda y puesto en la lista negra.
También tiene
su interés por la manera en que está hecha porque se usó fotografía infrarroja
para destacar las escenas de día en el desierto y contrastar el cielo, dando más
efectividad a las tomas del blanco y negro. En la película los indios que
aparecen son auténticos y no son apaches, sino navajos. Y para nuestro gusto y
curiosidad aparece en uno de los roles principales el actor Pedro Armendáriz
sr. que desarrollará una carrera cinematográfica paralela exitosa en los EUA y
en México, hasta que contraerá un cáncer en 1955 que desembocará en su suicidio, tras de filmar en el desierto de Utah Gengis Khan, una
película que causó la muerte de otras 90 personas por haber sido realizada en
un terreno contaminado por la explosión de bombas nucleares y sin aviso de las
autoridades por considerar secreta la información de las pruebas allí
realizadas.
Nos importa el
guión por mostrarnos a un Teniente coronel Owen Thursday ambicioso,
intolerante, cuidadoso de las formas y que desprecia a los indios creyendo que
puede engañarlos, faltar a su palabra, porque son inferiores, casi animales y
no merecen respeto. Sus subordinados como el Capitán Kirby (John Wayne) le
advierten de sus errores pero él es necio y perseverante, un vaquero al fin que
no quiere ni ceder a su hija al hombre que ella ama y le conviene. Precisamente
los rasgos que hacen a un buen cowboy y más a un militar de caballería que no
puede dudar de lo que piensa en ningún momento. Fortaleza, frialdad, necedad y
valentía, son los rasgos de este tipo de personajes. Incluso comprende que el
dueño de la tienda de abastecimientos hace trampa, lucra indebidamente con los
apaches, pero aún así decide al final defender sus intereses, simplemente porque
representa al Gobierno de los EUA.
Ese camino le
lleva así a su muerte, condena a sus hombres y a sí mismo, a ser exterminados
por unos indios que tienen la razón en todo lo que plantean, son honorables y
sostienen su palabra a diferencia de los blancos. Si matan a los soldados es en
defensa propia y cumpliendo con su palabra de advertencia. Son más civilizados
que los norteamericanos, han sufrido el despojo de sus tierras y sin embargo
quieren vivir en paz, pero se niegan a ser encerrados en reservaciones cómo
sucedió al final de la triste historia de las Guerras Indias. La película nos
ofrece no la imagen del indio salvaje; sino la de un hombre más civilizado que
el del mismo soldado de caballería.
No faltan
escenas de acción, montajes, campos – contracampos, que hacen un montaje
racional excitante de planos yuxtapuestos que enfrenta a la caballería con los
indios en las batallas, subiendo la tensión psicológica siempre hasta el punto
de llevar a la máxima emoción al espectador. Las escenas de acción todavía son
efectivas y emocionan al cinéfilo.
El comandante
está equivocado en todas las decisiones que toma, su juicio es incorrecto y sin
embargo, persiste en sus errores. Es un héroe sacado de las tragedias de
Esquilo que tiene que afrontar la desgracia de sus decisiones y su
destino. Sin embargo, al final de la
película John Wayne lo defiende y muestra una imagen pública a los periodistas
de un hombre cabal y un héroe, alguien que no cometió errores ¿Cómo puede entenderse
esta contradicción? Vimos a John Wayne oponerse a él durante casi toda la
película. Ahora está muerto y él representa no sólo su figura sino la imagen
del ejército de los EUA, y debe ser defendido, elogiado, embellecido sin
importar la verdad.
El western es
un género en decadencia que ha venido perdiendo interés del público, con el tiempo las mujeres abandonaron su papel de
objeto pasivo y de simple premio para los ganadores. Los códigos morales
tradicionales han ido cambiando, volviéndose más complejos, con una lógica
menos simple que no es de blancos y negros. Los western's producidos en los últimos 40 años no se acomodan a los mitos literarios o cinematográficos convencionales brindándonos nuevas perspectivas, el autor no confía ya en la ingenuidad del espectador y es más crítico hacia su propia obra, una muestra maravillosa de la
evolución del género es la extraordinaria cinta The Unforgiven (1992) de Clint
Eastwood que cerrará nuestro actual ciclo de cine.
Bibliografía:
Carter David. The Western. Kamera Books, England 2008.
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