Soy un
analista perteneciente a la IPA, me encuentro ante un texto que pretende ser histórico, de hecho estoy
aquí en un lugar llamado Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Veracruzana y no estoy muy seguro de qué podré decir frente a este
conjunto de discursos agrupados de manera un poco desordenada. El primer
problema que me topo al mirar este libro de diferentes autores, coordinado por
Miguel Sosa a quien conozco bien desde hace muchos años – de hecho supervisé con él algún tiempo – es la diferente mixtura de textos, referidos
a diferentes años y sucesos, escritos por distintas personas.
No
parece haber del todo una unidad en el texto, ni en la escritura o la intención
de los argumentos. Quizá no haya un propósito determinado en el conjunto de
párrafos, tanto Ulises como Rayuela o Noticias del Imperio, pueden ser leídos y
tienen su validez como textos provocadores a pesar de su extravagancia. En todo
caso, sí considero que es un conjunto de escritos que ha llegado a la
publicación para causar una algarada.
El libro
se llama, pueden ustedes ver en el título: Freud
y Lacan en México. El revés de una recepción, santificando la costumbre
alemana del siglo XIX, de dar un subtítulo al nombre. El contenido, es producto
de un coloquio realizado en 2014, llamado Particularidades
de la recepción del Psicoanálisis en México. Y sugiere de manera juguetona
con las palabras, que puede mostrar el reverso de lo que ha sido la recepción
de estos autores, mostrando los hilos y engranes de ese fenómeno, o sugiriendo
que a contrario de una recepción, lo que sucedió es un expulso del sentido
freudiano o al menos, una serie de tergiversaciones.
Al
toparme con estos textos y comentarlos no puedo menos que asociar y evocar la
frase del poeta Jorge Fernández: El arte
de olvidar comienza recordando.
Me
encuentro al comienzo del libro con dos textos, el primero de Alfredo Valencia
que narra el malentendido en la cultura que produjo una lectura sesgada de
Freud, amén de una mezcla de nacionalismo, filosofía mexicana, e historia
nacional. Resalta la importancia que han tenido en la cultura mexicana ciertas
lecturas de Freud hechas por diversos autores, como Samuel Ramos, Octavio Paz y
los psicoanalistas Santiago Ramírez o González Pineda. También sabemos que lo
leyeron y recibieron su influencia Salvador Novo, Frida Kahlo, Raúl Carrancá y
Trujillo. De alguna manera me recuerda al jocoso libro de Gallo[1] Freud en México. Historia de un delirio, dónde
reseña con cierta temeridad que los primeros y principalísimos lectores de
Freud en México fueron: un dandi gay (Novo), un filósofo conservador (Ramos),
un poeta cosmopolita (Paz) y un monje benedictino (Lemercier). Nos habla del zeitgeist que prevalecía después de una
revolución violenta, y el cambio del proyecto positivo a uno más bien nacionalista,
con cierto tinte social, sin llegar a consolidarse en una verdadera ideología
de izquierda y cuyo cáncer ha sido hasta nuestros días: el caudillismo.
Mi
querido Alfredo Valencia rescata del olvido a gente como Torres Orozco,
demostrándonos que hizo una lectura detenida de Los Tres ensayos para una teoría sexual, y nos dirige a considerar
al Ateneo de la Juventud, a los
llamados Contemporáneos y del grupo
intelectual Hyperión, como importantes antecedentes para comprender la
inclusión de Freud en una cultura postrevolucionaria sin que se lograse la
inclusión a profundidad del legado freudiano en nuestra cultura, al menos no
como sucedió en Argentina.
El texto
de Andrés Ríos, a quien conozco y reconozco por la seriedad de su trabajo,
utiliza la genealogía foucaultiana para ir más allá de las referencias
culturales comunes, y mostrarnos que los primeros lectores de Freud fueron
siempre médicos. Ya Capetillo[2]
haciendo una diferencia entre freudismo y psicoanálisis tomada de Vezzeti,
mencionaba que la primera mención a Freud fue
hecha por Meza Gutiérrez y Francisco Miranda, catedráticos de la Antigua
Escuela de Medicina y psiquiatras del manicomio de La Castañeda, en diversas
clases.
Guevara
Oropeza, alumno de éstos últimos presentó una tesis para titularse sobre el
tema del psicoanálisis por allá en 1923, trabajando durante casi 40 años en el
Manicomio de La Castañeda siendo su director en dos ocasiones, y haciendo
escuela en la práctica de una psicoterapia basada en el psicoanálisis, junto a
otras terapias como la del uso de la marihuana por el Dr. Salazar Viniegra,
conocido como el Dr. Verde.
Más
tarde, fueron González Enríquez, Alfonso Millán y Guillermo Dávila, quienes
realizaron destacados trabajos tratando de usar al psicoanálisis como teoría de
base en el tratamiento de los pacientes, sentando las bases para la adopción en
el campo de la medicina de su método y cuando éstos se acercaron a Fromm, para
la institucionalización del psicoanálisis. Resume Ríos: el psicoanálisis como la antropología, psicología, pedagogía y
filosofía, fueron bien recibidos por una generación de médicos que encontró en
las ciencias sociales y en las humanidades nuevas herramientas para comprender
los diversos fenómenos sociales que incidían en la salud mental.
Narra
también con justeza, la relación entre psicoanálisis y derecho en nuestro país.
Nos da a conocer que José Dávila escribió una tesis sobre el tema, por ahí de
1933. Destaca la intervención de Carrancá y Trujillo delante de Mornard - en realidad, Ramón Mercader - el
asesino de Trotsky. Ambos pensadores consideraban que una correcta comprensión
del delincuente a partir del psicoanálisis daría lugar a una mejora en el
proceso de regeneración. No recuerda el trabajo del médico, psicólogo y
filósofo Enrique Aragón, director de la Facultad de Filosofía, quien en 1934
publicó el texto: “Los estados de angustia y el tratamiento heterónimo del
complejo freudiano”. Y en su texto siguen algunos nombres más de los pioneros
de la introducción a la lectura freudiana, que de alguna manera son los pilares
sobre los cuales se fundará un movimiento psicoanalítico mexicano, que sin duda
tuvo momentos estelares en el pasado, y vive hoy un renacimiento.
Los
trabajos de Valencia y de Ríos me parecen un ejercicio de honestidad, no tengo
mucho más que decir de ellos.
Siguen
en el libro otros textos, dos de Miguel Sosa, uno de Josafat Cuevas, y otro más
de Guadalupe Trejo. No sé bien cuál ha sido el criterio del coordinador para
agrupar a estos nombres para producir, primero el coloquio y luego el libro.
Conozco a Josafat Cuevas, me extraña que sea consignado en el texto, solamente
como Profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM, yo le reconozco como
analista, y me parece muy serio su trabajo.
Ahora
bien, en lo que respecta a los textos de Miguel Sosa, no capto completamente su
carácter e intención. En todo caso, me hago responsable de mi palabra en este
comentario. El primero de ellos, está dirigido a mostrarnos el daño realizado
al psicoanálisis por Fromm y sus discípulos. No es un relato nuevo – pues ya ha sido consignado por otros autores
– , aquél que comprende los años de formación de los alumnos de Fromm, es bueno
saber que gracias al impulso de Miguel Sosa se produjo la escritura del libro
de nuestro querido amigo Vicente Saavedra[3]: La promesa incumplida de Erich Fromm.
Allí se narra una historia vivida en primera persona de los abusos de poder,
arbitrariedades e injusticias que sufrió el analizante de Fromm y hace también
una crítica de los aspectos técnicos que dejó pendientes o las irregularidades
teóricas y prácticas del ejercicio psicoterapéutico de este notable ex miembro
de la Escuela de Frankfurt, que después fue separado de ella y luego de la
Asociación Psicoanalítica Internacional. No me extenderé sobre este punto,
simplemente recomiendo la lectura de dicho libro.
La
postura de Sosa haciéndose doble con la de Adorno, es crítica al trabajo de
Fromm y los frommianos, les reprocha su perspectiva de aceptación de símbolos
universales, negación de la pulsión de muerte, la menospreciación de la
transferencia, su desplazamiento a Bachofen, la minimización del valor de las
experiencias infantiles y esa posición “humanista” que supuestamente devendría
en una desexualización de la teoría.
Escribir
un texto es siempre una tarea difícil, y el análisis de la bifurcación del
camino de los primeros analistas, se debió según Sosa a jerarquías
institucionales dónde las diferencias psicoanalíticas poco importaban. Cita a
Santiago Ramírez, en una entrevista como soporte a su afirmación resumiendo que
es evidente, que nunca se ocupó de averiguar cuál era la posición de Fromm en
el psicoanálisis. Es fácil hablar de los muertos porque éstos no pueden
responder. Pero me parece que las diferencias no sólo fueron por simpatías sino
por aspectos teóricos fundamentales, el mismo Sosa ha hecho valer argumentos de
cómo algunas de las ideas de Fromm no parecían seguir a Freud. Fromm fue
criticado en sus posiciones no sólo por los miembros de APM sino más tarde por
los propios frommianos, el texto de Saavedra y el combate de Ramón de la Fuente
a todo tipo de terapia psicoanalítica son pruebas contundentes, también fue
importante en esta escisión la participación abusiva de Fromm que se
autonombraba juez de quién era y quién no era psicoanalista, precisamente por
eso purgó personalmente a José Gutiérrez en 1961 y Abraham Fortes en 1965.
Es
necesario que haga notar, que hay aquí un problema no sólo de interpretación de
los hechos, sino una acusación de irresponsabilidad profesional a Ramírez por
no leer a Fromm y no conocer su obra, que me parece injusta. No será por cierto
el único caso entre las citas dónde este tipo de acusaciones navegarán con
celeridad, si me parece el primero dónde inicia una serie de afirmaciones
cuestionables. Aquí se trata de un problema quizá de interpretación, pero no
sucede así con otras aserciones dónde se dicen cosas que para mí no tienen
punto de controversia: son falsas. Yo estuve allí en esos años, son fortunas
parte de mi historia y viví esos procesos, sé qué no son ciertas. Me sorprende
que estén dadas como verdad en el libro, y lamento que el poder de la escritura
pueda intentar dar peso de verdad a la ficción, al grado de recontar la
historia. Me pregunto por qué Miguel Sosa afirma sin bases algunas cosas, sin
haber utilizado el mínimo rigor que a una investigación histórica impone la
entrevista, sobre todo cuando se trata de acontecimientos recientes; como
historiador fracasa.
Para
Sosa, el psicoanálisis frommiano y sus derivados son un delirio, una
malformación y un desencuentro con la causa freudiana. No vamos a cuestionar
estas afirmaciones, pero los tiempos, los procesos, las instituciones cambian,
el psicoanálisis no es una religión que trata de mantener inmóviles sus cánones
y criterios. No puede juzgarse rigurosamente la actividad actual de los colegas
de IMPAC por sus orígenes, somos restos de la historia y pedazos del deseo del
Otro, si sabemos que se han mantenido al margen de la IPA. Esta crítica a la
práctica y teoría de Fromm supongo es necesaria, pero es difícil sacar
conclusiones definitivas, frente a un complejo proceso histórico que aún
tenemos que mirar con cuidado, sin caer en reducciones simples o juicios
forzados.
Sus
preguntas sobre: ¿Si se constituyó un campo freudiano en México? y ¿Si existe
el necesario hábitat para la implantación del psicoanálisis lacaniano? Me
parecen infructuosas, desde luego hay un campo freudiano en México. La lectura
del fundador del psicoanálisis, ha producido más de una versión del
psicoanálisis, quizá porque no hay una auténtica y axiomática, sino a riesgo de
imponer la dictadura del dogmatismo. Una
verdadera lectura es necesaria, pero no puede derivar en una lectura sin falla,
correcta en términos absolutos.
Las
ideas se transforman, se gastan, se queman, no deben basarse en mostrar su validez por el argumento de
autoridad. Freud nos enseñó un método para pensar, no para
predicar verdades. Somos analistas no sacerdotes recitando el evangelio.
Y
respecto a la segunda cuestión, pues nada más y nada menos nuestro invitado,
vive del ejercicio del psicoanálisis lacaniano, y contesta con su práctica
afirmativamente a su propia pregunta, con
su clínica, sus publicaciones editoriales y su trabajo en seminarios,
etc.
El
capítulo cuatro, es quizá el más controvertido para mí, por lo que señalaba
antes, he vivido de cerca esos acontecimientos. Miguel Sosa, dedica en gran
medida el artículo a Néstor Braunstein. Un autor de muchos libros, psiquiatra,
hombre de gran encanto y cultura enciclopédica, que se ostenta desde hace muchos
años como psicoanalista. Es alguien que ha sido invitado en más de una ocasión
aquí a Xalapa, por nuestros colegas a dar conferencias y cursos diversos,
presentar sus libros. Yo estuve muy cerca de él a finales de los años 70’s y
parte de los años 80’s, debido a mi
juventud, cierta desorientación
personal y porque es inevitable que todos cometamos traspiés hasta encontrar con
nuestro destino, no me arrepiento de ello.
Todos
somos en cierta medida impostores, sólo he conocido a un hombre verdaderamente
auténtico en mi vida que recién acaba de morir, y no llevaría la vida que él
llevó. El capítulo está mayormente dirigido contra Néstor y muy seguramente se
merece las críticas, pero éstas se basan – por momentos – en un conjunto de afirmaciones dudosas.
Parece que Miguel contrasta el establecimiento de la Fundación Mexicana de
Psicoanálisis y la formación de la ELP, es verdad, la distancia entre la
constitución de una y otra no es mucha y evidentemente había diferencias
personales, teóricas y prácticas, lo sé porque fui alumno de Estela Maldonado y
Hélida Peretti, también de Marcelo Pasternac. Jocosamente se les nombraba
– junto con Sosa –La Banda de los Cuatro, aludiendo a un grupo de altos dirigentes
del Partido Comunista Chino que fueron expulsados del mismo y puestos bajo
arresto tras la muerte de Mao Zedong en 1976.
Todos
necesitamos de héroes y mitos para construir historias, levantar pilares de
esfinges, pero olvida nombrar que tanto un grupo como otro, buscaron por ahí de
principios de los 80’s en París como primera
forma de validación de su práctica a Jaques Alain Miller, el yerno de
Lacan y cuándo éste prefirió al grupo de Braunstein, fue que los futuros
miembros de la ELP, Pasternac y Sosa, recurrieron como segunda opción a Allouch
y demás amigos para establecer su escuela.
Cómo bien he dicho antes, acerca de los frommianos, el pretérito sólo es
polvo, y no puede decirse que la actividad actual de la ELP, se base en aquél
pasado nebuloso, que puedo asegurarles existió. Cómo anécdota les contaré que
recuerdo, que más tarde Braunstein, rechazó el ofrecimiento de volver a la
Fundación parte integrante de la École de
la cause freudienne porque dijo: “¿Para qué los necesitamos?”
Menciona
que tres de los autores del libro que tanto criticará Psicología, Ideología y Ciencia, fueron quienes fundaron el CIEP
(Centro de Investigaciones y Estudios Psicoanalíticos). Esto no es verdad, en
primer lugar, porque el CIEP se fundó muchos años después que la Fundación que
en principio era un lugar para atender pacientes de escasos recursos
económicos, Josafat recordará esto, porque llegamos a estar envueltos en el
proyecto para una beca, que por cierto, nunca recibimos. Si bien Braunstein y
Frida Saal estuvieron involucrados en el proyecto activamente desde el principio,
Gloria Beneditto no participó sino hasta años después en las actividades de la
Fundación y finalmente terminó alejándose porque el ambiente institucional no
era tolerable. Lo sé, lo recuerdo, yo estuve ahí. La memoria es un cuarto
obscuro lleno de sombras, pero hay pequeñas luminosidades que permanecen.
El
artículo, mezcla realidad con fantasía, es verdad que se construyó un programa
de maestría en teoría psicoanalítica que dio lugar a más de 20 generaciones y a
pesar de que la forma académica y los usos puedan criticarse, creo que replanteó el
problema de la transmisión del psicoanálisis cómo se efectuaba hasta ese momento, quizá no de la manera que le
hubiera gustado a Lacan ni a Sosa. Por mi parte
pienso que, a pesar de las desviaciones y errores, hay que
reconocer que puso sobre la mesa una discusión importante y aún inacabada sobre cómo se puede formar un analista.
Aclaro
que en ese proyecto estuvieron involucrados otros analistas, no solamente Néstor y Frida, insisto, dice usted que no
siguió el modelo lacaniano. Sin embargo, a
pesar de las críticas de Lacan al discurso universitario, tengo entendido
que en Francia el psicoanálisis está inserto en la Universidad de Paris VII y
VIII, que Miller dirigió mucho tiempo el Departamento de Psicoanálisis de París
VII (abierto en vida de Lacan), Gerárd Miller dirige el Departamento de Psicoanálisis de Paris VIII y
algunos analistas importantes de procedencia lacaniana y no lacaniana, trabajan
en el medio académico, incluso Miller
está por abrir – me entero por el
artículo de Josafat – una Universidad Jaques Lacan. No le gusta ese medio para
difundir el psicoanálisis, eso lo deja usted bien claro. Pero aquí en nuestro
país, en Querétaro, la CDMX, San Luis Potosí, Puebla, Zacatecas, León, Guadalajara, Monterrey,
Aguascalientes, incluso en Xalapa, etc.
se ha llevado a cabo un trabajo de esta naturaleza desde hace muchos años,
aunque a usted no le parezca.
Sí le
digo que no es verdad que el libro y la Fundación fuesen los impulsores de
cuatro psicoanalistas no analizados autores del libro que tanto cardeniño le ha
causado.
Sé por
el testimonio de una persona que fue mi maestra, y cercana a Marie Langer que
Frida Saal estuvo un breve período de tiempo en análisis con Marie Langer,
mejor poco tiempo que nada, podría decirse. También sé, porque me he tomado el
trabajo de investigar, que Gloria Bendeditto se analizó en Argentina con
Rosenthal y luego en México con Juan Carlos Plá, así que sus afirmaciones sobre
estas dos personas son al menos precipitadas, cuando no difamatorias. Yo no sé
si a ellas les importa, una está muerta; y la otra semi retirada de la
actividad profesional por enfermedad, pero a mí me gustaría que usted supiese
que se ha equivocado, que hace afirmaciones lastimosas y falsas.
Su
artículo sigue tratando de definir lo que es el psicoanálisis y el psicoanalista, a partir de afirmaciones
hechas por Jacques Lacan, le concedo puntualidad en las citas, yo mismo estoy
involucrado con un grupo trabajando el seminario uno, por la importancia que
éste tiene, aunque cada vez soy más freudiano que lacaniano, exactamente como
Lacan se consideró al final de su vida.
Sigue
con una historia sobre Córdoba, allá lejos y hace tiempo, su memoria falla si lo
que intentaba hacer es una historia y no brindar un testimonio. Afortunadamente
la de otros no, olvida usted mencionar el importante hecho de que la carrera de
psicología llegó a estar prohibida por el Estado por considerarla subversiva, que
el Partido Comunista prohibió a sus militantes todo acercamiento al
psicoanálisis. No menciona a Fermín Quiroga que venía de formarse con Telma
Reca, a Ignacia Alicia Moyano, a Jorge Gurvich y Ricardo Avenvurg interlocutor
de los cordobeses, que entre los años sesenta y después en los 70’s tuvieron un
destacado papel en el desenvolvimiento del psicoanálisis, pero sobre todo a
Jorge Orgaz, quien apoyó a Ricardo Podio –
a quién sí nombra – para dictar su cátedra y luego a Paulino Moscovich - de quién por cierto Gloria Benditto fue su asistente -, que parece haberse acercado al psicoanálisis después de unos años. La historia de Moscovich
es legendaria, y ha sido relatada con soltura por su amigo Neufeld en un libro
que se llama A la Guerra en un Subaru
rojo.
Sí habla
usted de Osvaldo Francheri y de su trabajo, se identifica usted como su alumno.
Y dice haberse analizado por él, pero en la página 99 dice que lo analizaba en
grupo. No sé bien ya qué considere usted análisis, pero yo creo que la
experiencia en grupo es otra cosa. Y si es ese su análisis, en la página 100 habla
de objetivos terapéuticos, no didácticos. Después habla usted de que inició un
análisis individual, pero no queda claro cómo, con quién ni cuántos años. Todo
esto lo menciono porque usted critica de manera severa y hasta cruel a colegas
que hicieron su formación en el Círculo
Psicoanalítico Mexicano, aseverando que la formación de Armando Suárez y
Raúl Páramo habría sido corta e inacabada. Toma como base a su afirmación, la declaración de Fernando González de que habría recibido una
formación incompleta. Me parece que
lo menos que podemos hablar los analistas después de Lacan es de completud, la
formación analítica es siempre una tarea inacabada.
Y si
vamos más lejos, al hablar de Francheri narra que él, como reyezuelo, designa
no sólo sus pacientes sino supervisores y docentes, cancelando a su primera
supervisora. Estoy confundido, usted se analiza en grupo, ve pacientes y sigue
al pie de la letra las instrucciones de Osvaldo, discúlpeme pero no veo la
diferencia entre esta transferencia cargada y la de Fromm con sus alumnos, que
tanto criticaba ¿Es ésta la vía ideal para pasar de analizantes a analistas que
usted enseña? Encuentro múltiples fallas a ese razonamiento, empezando por ese
proceso grupal que usted llama análisis, dice que saldó su cuenta con el sujeto
supuesto saber al terminar su análisis con
Francheri, discúlpeme pero al menos este proceso dista de lo que muchos analistas consideramos psicoanálisis, y
desde allí critica usted a otros colegas que realizan su trabajo desde hace
mucho tiempo laboriosamente y con seriedad. Y por otro lado, suponer que
solamente en Argentina se ha leído bien a Freud y a Lacan sin confusiones ni
desviaciones, me parece definitivamente
ingenuo.
Efectivamente, Braunstein y su mujer Frida Saal, llegaron a
México en 1974 y Pasternac llegó en 1975. Empezaron a tratar inmediatamente
pacientes en lo que llamaban análisis
sin haberse analizado, alguno podría
decir por ahí que Freud se analizó con un delirante, en fin. Los
precedía el libro Psicología, ideología y
ciencia que tanto critican usted y Guadalupe Trejo, pero déjeme decirle que
los autores muy poco tiempo después renegaron de gran parte de los contenidos.
No obstante, este libro prologado por Marie Langer, fue importante para la
difusión del psicoanálisis y esas letras cambiaron muchas vidas. Personalmente
formo parte de una generación que decidió acercarse al psicoanálisis
precisamente debido a la lectura de sus contenidos, que proporcionaban una
alternativa a la pobreza teórica y práctica de la psicología académica. Su
crítica llega tarde, está usted diseccionando un cadáver, pero que fue una
bestia muy alerta y feroz, e influyó para bien y para mal, sobre muchas
generaciones. Es más, aún no estoy seguro de que no siga pesando sobre muchos jóvenes, no sólo en México sino otras partes de Latinoamérica.
Me
pregunto: ¿Por qué esperó usted tantos años para criticar este texto? ¿Para
cuestionar la práctica profesional del analista sin análisis? ¿Cuántos años
aguardó? ¿35 o 40? ¿Esperó usted a que no estuviera Néstor en México? Y créame que
no me interesa defender la figura indefendible de alguien a quien por cierto
quise mucho y como todos los amores pasionales estaba destinado a la
desilusión, pero me llama la atención que precisamente ahora, usted traiga
estas críticas a colación de algo que todos sabíamos hace tiempo.
Por
cierto, alguien que le conoce me ha dicho que
buscó luego análisis con Colette Soler, cosa de la que no estaría
completamente seguro, pero que si
sucedió, seguramente fue muchos años después de lo que usted relata, pues yo
recuerdo que él rechazó por allá de 1988 o quizá 89 seguir su análisis con
Liberman pues no lo consideraba apto para la tarea. Y simplemente para intentar
descifrar un poco, el complejo papel que le corresponde aún en el mundo
analítico a Néstor, déjeme contarle que en 2015 Patricia Gherovici y Manya
Steinkoler publicaron en la prestigiada editorial Routledge, un libro que se
llama Lacan on Madness en el que no
sólo hay un capítulo que escribe Braunstein, sino otros escritos por gentes con
peso en el mundo psicoanalítico como Geneviéve Morel, Jean Claude Maleval, su
querido Jean Allouch, Darian Leader, Héctor Yanquelevich, quienes participan
junto a él, implícitamente avalando su voz ¿Será que no están enterados del
pasado de este hombre? No lo creo, personalmente hablé del caso con Morel y me
costó un alejamiento de su parte ¿Habrán brindado todos juntos durante la
presentación del libro?
Efectivamente,
el CPM recibió a muchos exilados sudamericanos en los años 70’s, sus miembros
fueron espléndidos y desinteresados, acogieron a gente que había sido amenazada
de muerte en Argentina, Uruguay, también la APM recibió personas que huían de
las dictaduras sudamericanas, nuestra querida Fanny Blanck – Cereijido ha
escrito un artículo[4] al respecto.
El pecado de mis compañeros quizá fue el ser demasiado confiados, crédulos y
generosos. Pero acusarlos de falta de seriedad por haber sido enseñados de
Suárez – quien por cierto es el verdadero introductor formal del discurso
lacaniano en México y Latinoamérica a través de la promoción de la publicación
de Los Escritos en Siglo XXI en la traducción que hizo
el poeta Tomás Segovia – , otros analistas ex APM incluyendo a Santiago
Ramírez, Enrique Guarner, Isabel Díaz Portillo y finalmente los sudamericanos
entre los que se incluyen a Miguel Matrajt, la inolvidable Marie Langer (quien fue mi maestra y supervisora), los
García Reynoso, Nacho Maldonado, Armando Bauleo, etc. me parece una crítica
poco seria y mal intencionada. Usted decidió atacar a buena parte de la comunidad analítica en su texto, pero me
parece que la tarea que emprende está más bien regulada por el odio y la
intolerancia.
¿Qué
tuvimos y tenemos – y hablo como ex miembro del CPM – problemas institucionales y escisiones como
en APM o los frommianos? Una colectividad siempre tiene conflictos, son también
una fuente de crecimiento. No se puede estar cerrado a las críticas pero nos importa
que la argumentación no sea mediocre. De hecho, no creo que la laboriosidad
dentro de la ELP a la que usted pertenece, se rija por estados paradisíacos sin
dificultades, sé de más de un enfrentamiento dentro de su grupo por diferentes
posiciones, hay gente que ha abandonado la École, allí está el caso de una
persona con tanto prestigio como mi amigo Luis Tamayo; de hecho Josafat Cuevas
narra en su comentario, un acto de censura
por sus diferencias con Allouch a cierta intervención suya que no pudo ser
publicada, sino en la revista Carta Psicoanalítica.
¿Qué
Caruso tuvo un pasado nazi en su juventud? También lo tuvieron Heidegger y
Günter Grass, sin que por ello su obra intelectual deje de ser de una
importancia trascendental para la filosofía y la literatura. De hecho, Lacan
admiraba a Heidegger y buscó su trato repetidamente después de la guerra. Por
otro lado, Caruso jamás negó estos hechos, y sí se arrepintió toda su vida por
ellos. No inventó nada sobre ese pasado para cubrir sus faltas, ni se enseñoreó
con la bandera del Holocausto y su comprensión de él, como lo hicieron Frankl o
el mismo Bettelheim, quienes sí mintieron sin pudor. Por cierto que, no fue
González el primero en trabajar el pasado de Caruso, en Carta Psicoanalítica Octubre de 2013, dedicamos todo un número a estos incidentes más de un año
antes de la aparición del libro que usted menciona.
Podemos perdonar
o no a Caruso, pero indudablemente tuvo la sinceridad de hablar en voz alta
sobre los acontecimientos e intentó en su giro hacia el marxismo, pagar sus
pecados. Descanse en paz.
Colocarse
en ese lugar dónde usted y sólo usted sabe lo que es el verdadero
psicoanálisis, consagrado por la experiencia del pase, que él mismo Lacan borró
al disolver su escuela, me parece insensato.
En una presentación de su libro en la Sociedad Freudiana de la Ciudad de
México dice usted que su texto es descortés, yo lo calificaría de imprudente,
en éste, ha querido hacer el triple
papel de jurado, juez, y verdugo de los
psicoanalistas mexicanos.
Una
reflexión más, muy curiosa me parece que la formación de analistas como usted,
sea según su testimonio, avalada por gente formada en la IPA como Francheri,
finalmente ésta parece el Otro del otro según usted, en lo que a garantías se
refiere.
Finalmente
el texto de Trejo, me parece que le hace coro, escogió usted una buena
compañera para alabarle. Pero está lleno de datos inútiles, por ejemplo, dónde
se espanta de que hoy en día existen muchas maestrías y cursos de psicoanálisis
impartidos en todo el país por gente que no conocemos, incluyendo cuadros y
estadísticas. Quiero decirle que yo llevo muchos años en el ambiente psicoanalítico,
y no conozco a todos los analistas de México, no me apuro por eso, y me
congratulo porque se multipliquen los grupos de estudios de la obra de Freud.
Es evidente que esto representa peligros –
yo había escrito por ahí hace tiempo algo sobre el tema[5] – , que
muchos nuevos analistas lacanianos
cómo a sí mismos se autonombran, se enseñoreen desde sus palestras como
supervisores, analistas, maestros e ideales para alumnos despistados, la
multitud está ansiosa siempre de nuevas religiones y del látigo del amo, pero
creo que debemos conceder a esos mismos jóvenes la confianza de que su
inteligencia, les lleve finalmente a distinguir las diferencias.
Sí me
parecen aturdidas e irreflexivas afirmaciones como la de decir que la obra de
Laplanche no tuvo mayor trascendencia en el mundo analítico, me extraña la
afirmación precisamente viniendo de una alumna de Silvia Bleichmar. Decir eso
de Laplanche es como escupir al cielo, pero es claro que cada quien tiene
derecho a decir lo que le plazca, de eso se trata la libertad de escribir, sólo
que cuando ésta ofende o calumnia a otros, lastima a muchos, quizá a
demasiados.
Xalapa, Ver a 25 de noviembre de 2007.
JULIO ORTEGA B.
-->
[1] Gallo, Rubén. Freud en México. Historia de un delirio / Rubén
Gallo ; trad. de Pablo Duarte. México : FCE, 2013
[2] Capetillo Juan. FRENIA, Vol. VIII-2008, 207-220, ISSN: 1577-7200
[3] Saavedra Vicente. La
promesa incumplida de Erich Fromm. Siglo Veintiuno, México, 1994.
[4] Blanck – Cerijido Fanny. Del Exilio: Psicoanalistas rioplatenses
radicados en México. Recuperado de Blog Psicoanálisis en extensión: https://goo.gl/mGVdYQ
[5] La formación del analista: ¿Regulación y/o deseo? Recuperado del
Blog Psicoanálisis en Extensión: https://goo.gl/CDbKNa