BLOG de JULIO ORTEGA B. SUEÑOS, ASOCIACIONES LIBRES, INVESTIGACIONES Y CONFESIONES DE UN ANALISTA EN LA WEB.
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miércoles, 2 de octubre de 2019
2 de octubre no se olvida.
La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen.Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago.¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata? ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? ¿Los que huyen sin zapatos? ¿Los que van a caer al pozo de una cárcel? ¿Los que se pudren en el hospital? ¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo.Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete.(Pues prosiguió el banquete.)No busques lo que no hay: huellas, cadáveres, que todo se le han dado como ofrenda a una diosa, a la Devoradora de Excrementos.No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.Más que aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangre con sangre y si la llamo mía traiciono a todos.Recuerdo, recordamos. Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara.Recuerdo, recordemos. Hasta que la justicia se siente entre nosotros.Rosario Castellanos
Es difícil, para muchos, recordar a 51 años pasados, la fecha triste del dos de octubre y algunos piensan que es inútil ya, evocarla. Yo cumplía en ese entonces doce años, precisamente al día siguiente, y estaba cursando la secundaria. Dos primos mayores que yo, por diez y once años, vivían en mi casa y estudiaban en la ciudad de México: ingeniería y música. Mi madre les había pedido a los dos, que no se metieran en líos, que ellos tenían una meta que cumplir que era el estudio. A mí no me quedaba claro qué es lo que estaba pasando porque, a decir verdad, era un adolescente distraído, aplicado a los estudios e interesado en los libros más que en la vida real.Cuando empezaron los disturbios, oyeron a su tía, dictarles un discurso en el que expresaba que había prioridades en esta vida. Que no podían dejarse arrastrar por la pasión, ni sacrificar los esfuerzos que estaban haciendo por superarse y ser mejores personas: profesionistas (¡Vaya palabras! Reflejaban la esperanza de la clase media por ascender socialmente, pero también tenían un cierto sentido ético, hoy simplemente absurdo). Mamá cobijó a casi todos mis primos de su ciudad natal, en distintas etapas de su vida en la capital del país, a fin de que pudieran estudiar, y llevar una vida mejor. Razonamiento que parecía lógico en aquella época y en varios modos se cumplió para ellos. Eso es algo que casi ninguno de ellos recuerda en ningún sentido y a ella, por fortuna, no pareció mortificarle en absoluto pues su generosidad no tenía ningún interés de por medio.El caso, es que los convenció (tampoco tuvo que luchar mucho), y ellos se quedaron encerrados en casa, sin que salieran a la calle para integrarse a la protesta de los estudiantes. Quizá eso les salvó la vida, porque los acontecimientos trágicos que vinieron después fueron incalculables. La amiga de la infancia de mi madre, mi tía Mina (¡Cuántos recuerdos me trae ese significante!), llegó como todos los años a la casa, con un delicioso pastel que hacía para celebrar cada uno de mis onomásticos. Esta vez, el pastel venía como aplastado, ella venía agitada y pálida. Vivía en Tlatelolco y había vislumbrado la masacre de los estudiantes a través de la ventana del edificio dónde vivía. Relataba que en lo alto de los edificios había gente que les disparaba sin piedad a estudiantes y soldados, que el tiroteo había durado horas. Los soldados la habían tomado contra los estudiantes y echado las tanquetas sobre ellos, abriendo fuego abiertamente contra la multitud. Mi tía Mina había esperado toda la noche, tiesa del espanto, que los soldados allanaran su casa y entraran a arrestarla, cómo sucedió en otros departamentos, en que se contaba que los soldados entraban a bayoneta calada, como asesinos de Herodes, preguntando: ¿Quién está embarazada? Horneó y decoró el pastel de todos modos, porque nada le iba a impedir que concluyera lo que se había propuesto (aunque fuese lo último que hiciera), y también, como una forma de quitar el pellejo al miedo.Cuando llegó en la tarde con nosotros, contaba que había eludido el cerco militar y las patrullas que transitaban por los edificios y corredores, en busca de provocadores. Mi amiguito judío - y para todo uso práctico hermano - Marcos se moría de la risa. Bromeaba que había eludido las balas para traernos el pastel y lo revisaba ostentosamente, para ver si no había agujeros en él. Uno de mis primos se sentó en la sala con el periódico del día extendido, mientras mi madre tomaba fotos del cumpleaños, con su camarita Kodak. En las imágenes de ese día (perdidas en el temblor del ’85), se mostraba en primera plana del diario La Prensa, la Plaza de Tlatelolco tomada por los soldados, también, el piso cubierto de innumerables zapatos abandonados y regados sobre el piso, quizá porque los dueños habían corrido tan rápido que los botaron, o simplemente estaban muertos, me acuerdo haber visto esas imágenes sin entender del todo qué estaba pasando. Muchos años después me enteré de otras historias, una de ellas la de un joven que había sobrevivido escondiéndose dentro de un tinaco mientras los soldados lo buscaban por las azoteas, la gente lo mantuvo ahí días, llevándole el alimento. Pasados los años, se convirtió en militante del PRI y desde los puestos gubernamentales, robó todo lo que pudo.¡Claro que todos estos recuerdos resultan ñoños, comparados con la dimensión de la tragedia del ’68! Pero son los recuerdos que tengo de ese día. Después me enteré de lo que allí había sucedido con más detalle. México había conseguido para su lucimiento y debut como país desarrollado -- más sin sentidos -- las Olimpiadas de 1968. El presidente Díaz Ordaz había entrado en cólera por las protestas estudiantiles contra la excesiva violencia y represión policíaca. Eran los años en que nuestro país se manejaba a deseo del Dios presidencial en turno impuesto por el PRI y que su palabra era ley, textualmente, porque se pronunciaban leyes para ratificar sus mandatos.Un par de enfrentamientos entre jóvenes, el último el 26 de julio al celebrar la revolución cubana, habían derivado en una intervención policíaca y del ejército sin ningún precedente ni freno. La puerta de la preparatoria uno de la UNAM, en el centro de la ciudad de México, había sido derribada por un bazukazo que abrió el paso a los soldados. La energía de los jóvenes había encontrado una causa y se unieron para protestar contra el exceso de rigor y la represión por parte del Estado. Este movimiento hacía también eco de lo que estaba sucediendo en ’68 en el resto del mundo: París, Berlín, Checoslovaquia, los mismos Estados Unidos, dónde los jóvenes estaban hartos de todo y se rebelaron en contra del stablishment de una forma romántica y desorganizada pero llena de energía, algo de eso rebela la película de Bertolucci Los inconformes o Los soñadores (2003) y su espejo al estilo americano muy influído por las enseñanzas de Marcusse, fue el Gran festival de Woodstock en 1969. ya sin el aguijón revolucionario que deseaba cambiar de golpe una sociedad y con más consecuencias en lo estético (que no es poca cosa) que en lo político. El movimiento estudiantil exigía a papá gobierno, algo muy sencillo, el cese del jefe y subjefe de la policía, general Cueto Ramírez y el coronel Mendiolea Cerecero, la derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal en el que se sancionaba el delito de disolución social.El 27 de agosto, salió una manifestación desde el Museo de Antropología hasta el Zócalo, allí los estudiantes izaron una bandera rojinegra a media asta, que luego fue arriada. En la madrugada, fueron desalojados por la fuerza pública.Al día siguiente, hubo un acto de desagravio a la bandera nacional, al que asistieron, acarreados, trabajadores al servicio del Estado y que terminó -- curiosamente -- en una nueva protesta a favor de los estudiantes.El 18 de septiembre el ejército entró en la Ciudad Universitaria como si fuese un país enemigo, con el propósito de desmantelar el movimiento y tomar prisionero al Comité de Huelga. El 19 de septiembre, el rector protestó por la ocupación militar, que duró 12 días. La Cámara de Diputados, atacó al rector Barros Sierra, quien presentó su renuncia, que no le fue aceptada. La Junta de Gobierno le pidió expresamente que permaneciera al frente de la UNAM y él valientemente encabezó algunas manifestaciones.Fue así como el 2 de octubre de 1968, se celebró un mitin en la Plaza de las Tres Culturas de Tlaltelolco. Después de una bengala luminosa se abrió fuego primero desde el edificio Chihuahua contra los estudiantes por francotiradores del Estado Mayor presidencial, y luego en la confusión el ejército abrió fuego contra uno de los edificios, dónde supuestamente se encontraba el CNH, luego contra los mismos estudiantes y sucedió ese crimen incalificable, la catástrofe… de la cual no hay, ni parece habrá responsables, en Veracruz cuando murió Fernando Gutiérrez Barrios (director de la Dirección Federal de Seguridad en el período 1964 - 1970) se le enterró con honores... antes incluso se lo premió con la gobernatura de Veracruz... y lo más trágico es que no aprendamos de nuestros errores y se sigan comentiendo actos represivos violentos como el que ocurrió en este sexenio de Peña Nieto contra los 43 normalistas de Ayotzinapan.Hoy existen cientos de calles que se llaman Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, lo justo sería cambiar el nombre de estas vías por 2 de octubre. El número 1665 de la Revista Proceso contiene un artículo de Miguel Ángel Granados Chapa sobre Luis Echeverría (entonces secretario de Gobernación y que acusado de la matanza fue finalmente exonerado por Jesús Guadalupe Luna Altamirano, juez luego acusado de lavado de dinero) que les recomiendo leer, el título es impresionante: El criminal sobreviviente. También incluye una entrevista al exmandatario en la que expresa de la manera más canalla y cínica al periodista Rogelio Cárdenas: Yo no pido perdón. Algunas imágenes
http://www.camacho.com.mx/tlatelolco68/principal.htmlMás imágenes http://www.camacho.com.mx/tlatelolco68/indice.htmlRADIO UNAM
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jueves, 20 de junio de 2019
miércoles, 19 de junio de 2019
sábado, 15 de junio de 2019
martes, 11 de junio de 2019
En memoria de Miguel Mora (1956 - 2019)
La muerte no perdona, por eso hay que vivir cada día cómo el último de tu vida.
Conocí a Miguel Mora apodado Misha por sus compañeros de las juventudes comunistas del PC, por allá de la escuela preparatoria. Estábamos en la prepa 6 de Coyoacán y cursábamos el 5 grado, eso significa que éramos unos adolescentes inquietos, tal vez más movidos que el resto de los compañeros. Por aquel tiempo, recuerdo que discutíamos en los pasillos sobre la Guerra de Vietnam con Juan Luis Concheiro y los miembros del Comité de Lucha, quienes decían que debíamos tener como jóvenes una actitud de oposición rebelde al régimen y al imperialismo. Yo era bastante lerdo en esos momentos, y sostenía que era imposible vencer al país más poderoso del mundo, que muy probablemente el Vietcong y todos los habitantes serían borrados de la península por los superbombarderos. Estaba en contra de los norteamericanos, pero sentía que era inútil oponerse a ellos pues tenían mucha más fuerza que cualquier país en el planeta.Me recuerdo también de las amables pláticas con Kyra Galván en los jardines del fondo de nuestra escuela. Las idas al cineclub de la Casa del Lago con la bellísima Gena, las canciones de Beto Ponce con la estrella Clara Turner en la cafetería La Hiedra. Otros nombres me surgen, pero no se trata en estas letras de hacer un recuento de mi vida, aunque hablar de mi amigo, sea abrir casi las mismas páginas de una historia compartida. Diré solamente que fueron años mozos e inocentes que siempre extrañaré. Por aquel tiempo monté un periódico mural de las cosas que nos interesaban,
desde Kandinsky hasta Led Zeppelin en la escuela. Empezó a llamar la atención
entre los chavos, y se nombraba Mural Prepa 6. De hecho, uno de los chavillos (Iván o Edgar, ya no recuerdo) más izquierdistas de la escuela, fue a amenazarme porque quería el
espacio para sus propios proyectos de difusión, decía que yo había logrado
interés en un muro y que con eso había cumplido con mi proyecto, pero que ahora
debía usarse para cosas más importantes. Era una muestra para mí de
intolerancia, abuso y radicalidad que me indignó bastante. Misha se acercó y me dijo que no me preocupara, que él hablaría con ellos. No sé exactamente
qué les dijo, pero sí me dejaron en paz, a mí y mis compañeros.
Después vino el final de la Guerra de Vietnam y el triunfo de Ho Chi Minh
sobre los capitalistas americanos acompañado por la rendición total del
gobierno del Sur, ya habían vencido a los franceses antes y ahora al imperio
norteamericano. Yo tenía 16 años y ese hecho, marcó mi vida para siempre. Me
mostró que se podía vencer desde la izquierda a los capitalistas con fuerza y
empeño. Allí fue dónde me abordó Miguel para hablarme de la necesidad de que yo
me integrara a un grupo de izquierda para luchar en contra del priismo
indignante que teníamos en el país. Me preguntó si había leído el Manifiesto
Comunista, a lo que yo respondí que no, para que él me prestara el libro y lo
empezara a leer.
Fue un gran descubrimiento para mí desde el primer párrafo. Hoy día
les pregunto a mis alumnos en clase si lo han leído y descubro que es un libro
olvidado. Después seguí leyendo los Manuscritos económicos filosóficos, Las
tesis sobre Fuerbach (sin haber leído a Fuerbach entonces), El 18 Brumario de
Bonaparte, Fragmentos del Capital, y otros libros relacionados. De alguna
manera estructuraron mi mundo y me convencieron entonces de conceptos como lucha de
clases y dictadura del proletariado. Era un tiempo en que a los jóvenes les
importaba entender su realidad y el marxismo proporcionaba una comprensión de
la dinámica social que tenía un impacto vital muy fuerte sobre todos nosotros,
al punto de movernos a querer cambiar el mundo de manera súbita, no estaba muy
lejos de nosotros la Revolución Cubana, la muerte del Che Guevara, ambos gestos
revolucionarios que nos movían a pensar en emular a esos héroes, de esa época
vienen generaciones de niños que se llamaron Camilo, Tania, Ernesto, Fidel, Lenin y hasta Vietnam.
Accedí a sumarme a sus proyectos, él me fue metiendo en un tejido en el
que de alguna manera contaba como peón, alfil y caballo. La actividad del PC,
le parecía conservadora. Él decía que la revolución debía hacerse ya o no hacerse, los planes para después eran basura.
Siempre dinámico, haciendo estrategias y pensando en sus repercusiones, suponiendo que cambiaríamos el país de un
tirón. Los relajos terminaron abruptamente con la detención de
algunos compañeros y el encarcelamiento por muchos años de un par de fulanos. Allí
fue dónde decidimos dedicarnos a nuestras profesiones y no seguir en la
militancia política. Vinieron años muy diferentes, dónde empezamos a caminar en
otra dirección. No porque abandonásemos nuestra simpatía con la izquierda, pero dejamos de
escuchar los discursos de Fidel acompañados de ron, y cantar con Silvio
Rodríguez. Eso sí, sabíamos ya la Internacional y uno que otro corillo de lucha, en la foto estamos juntos Los tres amigos: Miguel Mora, Javier Oñate y yo, en el Desierto de los Leones, planeando qué hacer con nuestras vidas.
Miguel se metió después de estudiar sociología, una carrera que le costó
trabajo terminar porque implicaba trabajo de escritorio y biblioteca -- no porque no pudiera hacerlo, pero le atraía más siempre la acción --, decidió dedicar su vida al cine, yendo a parar a la que él consideraba
la mejor escuela: el CCC. Le ayudé a escribir algunos trabajos, uno que otro
guión. Él pensaba que sería un gran director de cine, quería que yo fuese su
guionista y de hecho, hicimos algunos experimentos.
Tanto así confiaba en su talento que no cedió su película Mañana de Cobre (que ganó la Bochicha de Oro en Cartagena), a su escuela como tesis de cine, decía que Spielberg no había estudiado y había llegado muy lejos. Conocía a todos los directores importantes del país, empezó a trabajar con algunos, recuerdo que fue asistente de director de varias películas de Jaime Humberto Hermosillo, hoy ya fallecido como él. Una vez, incluso, los visité durante el rodaje de María de mi corazón en el ex Hospital Psiquiátrico Floresta y recorrimos a fondo sus instalaciones, para descubrir la infame atención que daban a sus pacientes, monjas que se alojaban en el sótano de la institución en una caverna de paredes húmedas con una especie de nichos de cama en las que ellas dormían, quizá peor que los internados.
Tanto así confiaba en su talento que no cedió su película Mañana de Cobre (que ganó la Bochicha de Oro en Cartagena), a su escuela como tesis de cine, decía que Spielberg no había estudiado y había llegado muy lejos. Conocía a todos los directores importantes del país, empezó a trabajar con algunos, recuerdo que fue asistente de director de varias películas de Jaime Humberto Hermosillo, hoy ya fallecido como él. Una vez, incluso, los visité durante el rodaje de María de mi corazón en el ex Hospital Psiquiátrico Floresta y recorrimos a fondo sus instalaciones, para descubrir la infame atención que daban a sus pacientes, monjas que se alojaban en el sótano de la institución en una caverna de paredes húmedas con una especie de nichos de cama en las que ellas dormían, quizá peor que los internados.
Nuestras charlas eran casi siempre sobre cine. No sólo directores o
actores, sino montaje, posición de la cámara, anécdotas del rodaje que contaba
cómo si él hubiera estado ahí. Adoraba las películas de Wadja, de Coppola, le fascinaba
Billy Wilder, creía que Einsenstein y Ford eran los verdaderos creadores del
cine. Recordábamos juntos, diálogos completos de nuestras películas favoritas. Le apasionaba el tema y pensaba que en algún momento tendría su gran
oportunidad, que sí llegó para otros, pero no para él. Siempre inteligente, cínico, irónico, irrespetuoso de las normas, con un sentido del humor que hacía que uno riera a carcajadas hasta las lágrimas.
Quizá por su soberbia o carácter impulsivo, tal vez porque no renunciaba
a sus sueños ante los ofrecimientos y propuestas que él consideraba que no
estaban al la altura de sus proyectos, mantuvo un lugar no principal en la industria. Estuvimos por una larga época muy
cercanos, por él metí mi hija al Colegio Suizo, una decisión excelente de la
que nunca me arrepentiré. Recuerdo algunas comidas juntos en el patio del
plantel tragando salchichones y bebiendo cerveza, él tenía una gran facilidad
para hacerse de amigos casuales a los cuales les hablaba de sus proyectos, y que al otro día que los buscaba como patrocinadores, simplemente no le recibían la llamada. Aún cargo una navaja suiza, recuerdo de una
época en la que vimos crecer a nuestros hijos juntos.
También trabajó como actor, me acuerdo que hizo esa película, Mina viento de libertad (1977) dirigida
por el vasco Antonio Eceiza, junto a actores como José Alonso, Pedro
Armendáriz, Héctor Bonilla, Fernando Balzaretti, parte de un cine patrocinado
por el Estado mexicano y dirigido a impulsar cierta conciencia histórica y patriótica, con fines promocionales del espíritu cívico.
La película - bastante decente - todavía la pasan en los canales de cine mexicano, recuerdo que
llegó del rodaje en la selva, enfermo de gripa, tal vez algo así como malaria y estuvo
a punto de morirse, allí decidió dejar la actuación de lado. Se jactaba de que
había aprendido a montar a caballo, eso sí, a la perfección. No sé para qué.
Así cómo fui testigo de que se acercó a su espléndida mujer Georgina, años después vi cómo se
separó de ella. Luego siguieron conservando la amistad, siempre pensando en sus
hijos. Fue un buen padre (también, hermano y compañero) que pasados los años hacía de la vida de sus hijos una conversación plena de orgullo, un hombre que causaba en la mitad de la gente que lo
conocía fascinación y en la otra mitad cierta repulsión, esto especialmente en
las mujeres. No lo digo como juicio de ningún tipo, yo lo admiraba por su confianza y su
impulso siempre hacia adelante. Le amaba pese a sus defectos o precisamente
por ellos. Eso sí, siempre era muy radical en sus juicios, y bebía como cosaco, por lo menos yo nunca pude seguirle el paso.
Cuando era dulce podía ser empalagoso, en los momentos en que se
ponía violento hacía cosas muy raras, recuerdo que una vez me habló para que le
ayudara a pagar un vidrio gigante de una cafetería Vip’s que había roto en una
madrugada, para salir del local. En otra ocasión después de una fiesta grande, ya con unas copas, me
fue a pedir permiso para cogerse a una de mis exnovias, yo le dije que hiciera lo que
quisiera, que no tenía por qué pedirme autorización, al final tomó otro camino,
supuestamente por lealtad a mí. La verdad ahora me da mucha risa todo eso.
También en mi casa, se le ocurrió con unos tragos encima, coquetear con la pareja de
otro amigo, tanto que tuve que pedirle disculpas a mi camarada cuando me enteré.
Tenía algo del espíritu de Bukowski combinado con David Lynch, por momentos era muy salvaje, pero eso era una virtud en él cuando la aplicaba a su trabajo. Con él aprendí a oír Dire Straits, Johnny Cash, a volverme fanático de Jacques Brel y Leonard Cohen. Le gustaba la buena comida (comida vasca, japonesa e italiana), los vinos y el buen whisky, era un bon vivant que vivía al día, no planeando quizá las cosas demasiado para el mañana. Conocí después a varias de sus novias, algunas encantadoras, otras desagradables como la piedra rugosa. Después de Georgina, sin embargo, todas sus relaciones fueron conflictivas y no duraron demasiado. Es una lástima que viviera solo, creo que es una experiencia muy difícil, sobre todo para un hombre.
Tenía algo del espíritu de Bukowski combinado con David Lynch, por momentos era muy salvaje, pero eso era una virtud en él cuando la aplicaba a su trabajo. Con él aprendí a oír Dire Straits, Johnny Cash, a volverme fanático de Jacques Brel y Leonard Cohen. Le gustaba la buena comida (comida vasca, japonesa e italiana), los vinos y el buen whisky, era un bon vivant que vivía al día, no planeando quizá las cosas demasiado para el mañana. Conocí después a varias de sus novias, algunas encantadoras, otras desagradables como la piedra rugosa. Después de Georgina, sin embargo, todas sus relaciones fueron conflictivas y no duraron demasiado. Es una lástima que viviera solo, creo que es una experiencia muy difícil, sobre todo para un hombre.
Sufría mucho porque la gente no le entendía, porque él pensaba siempre cómo
si estuviese en una campaña de guerra, hablaba mucho y actuaba de frente sin
detenerse, era un Juan sin miedo. Con los años supo moderarse y empezó a
escribir crítica de cine, un oficio muy noble que no cualquiera puede ejercer,
sus críticas son excelentes, demuestran cultura y un espíritu reflexivo como
pocos, que se avizora en un estilo elegante. Les recomiendo que las busquen en la red en Alta Fidelidad Magazine.
Nos alejamos con mi salida de la CDMX, él estaba un poco extrañado de mi
decisión y creo que hasta se sentía abandonado por su mejor amigo. Durante
años, empezamos a alejarnos más y más, sin sentirlo, como chilango sentía que no había fuera de la ciudad nada más que valiera la pena. Le llamé un día de su
cumpleaños, él me dijo que no era el día, que me había equivocado, y
prácticamente me colgó.
Ya con el internet nos empezamos a comunicar por texto, y me reprochó que me había ido de la gran ciudad, hacia el Maelstrom, y me decía que no iba a sobresalir en mi profesión nunca más, sobre todo porque yo no era según él un verdadero psicoanalista. Yo le paré el alto, y le escribí una carta punzante que nos costó muchos años de separación.
Ya con el internet nos empezamos a comunicar por texto, y me reprochó que me había ido de la gran ciudad, hacia el Maelstrom, y me decía que no iba a sobresalir en mi profesión nunca más, sobre todo porque yo no era según él un verdadero psicoanalista. Yo le paré el alto, y le escribí una carta punzante que nos costó muchos años de separación.
Un día me llamó y me pidió disculpas, las acepté a medias y con la boca
haciendo pucheros. La amistad es una pasión que uno no comprende del todo, cómo
cambia con el tiempo y puede volverse ambivalencia y hasta oposición ¡Cómo puede ser un amor que tiene
algo siempre de sublime competencia, celos y hasta envidia!
Le agradezco su llamado, porque yo sé que le costó mucho hacerlo, y significaba
una muestra de cariño sin medida.
Era grande el afecto y decidimos retomar nuestra confianza. Fue entonces que me
separé de mi primera mujer (con la que ahora mantengo amistad),
intenté retomar la relación con él a partir de mi segunda, pero algo no le pareció a él (quizá la
edad tan joven de mi pareja, su belleza), la disputa entre dos animales nuevamente. El choque se extendió a ella porque no le hacían ninguna gracia sus palabras tan sueltas y la seguridad extrema con la que hacía todas sus afirmaciones, un poco irresponsables. Eso
nos volvió a separar.
Así pasaron muchos años otra vez. Me volvió a llamar, no le dieron la
oportunidad de hacer la película que esperaba, porque confrontó a sus
patrocinadores pues esperaba el doble del presupuesto y acabó haciendo declaraciones a los periódicos alarmantes (mejor la acabó haciendo el creador de la historia). Misha derivó a ser asistente de director, dar clases de cine, producir
comerciales y televisión. Me mandaba links a sus programas, quería que viese lo
que estaba haciendo. Hizo un programa en TV Azteca que se llamaba Te caché, dónde se jugaban bromas a los
transeúntes, estoy seguro de que él ideaba todas las trastadas y se divertía a
carcajadas haciendo el programa. Siempre ácido, implacable sin que nada, ni
nadie lo retuviese o frenase.
Me dijo que quería que nos reencontrásemos, que deseaba fuésemos nuevamente los amigos que solíamos ser. Su carácter estaba más suave, sus hijos habían crecido tanto como la
mía, y se daba cuenta de que, a veces, siendo uno joven piensa que tiene toda
la fortaleza para afrontar el mundo sin ningún temor y sin respeto a las convenciones,
para descubrir más tarde que las transacciones y convenios con el otro, cuentan
más de lo que uno puede imaginar. Yo también tengo algo de ese, su carácter
inurbano, que a veces raya en lo grosero. Teníamos tanta historia y puntos de
contacto, que volvimos a retomar la amistad a pesar de la distancia. No lo critico en absoluto, no es mi intención, simplemente trato de trazar una línea más o menos clara de la clase de guerrero, que él fue.
Entonces empezamos a hablarnos por teléfono. Eso duró bastante tiempo, los últimos
años. No hace mucho, unos 40 días, tuvimos una larga conversación al teléfono.
Me dijo que estaba haciendo, qué pensaba hacer, con quién estaba saliendo y que
era lo que le preocupaba. Cómo lo dije antes, era de un carácter sumamente
dinámico, vivía a plenitud. Pensaba aún filmar una película y esperaba en breve la oportunidad.
Me enviaba esas críticas de cine que yo relanzaba en el Facebook de
Cineclub Carta Psicoanalítica, a la gente le gustaba e interesaba lo que él
opinaba y siempre alcanzó altos números. Pensábamos vernos pronto para comer,
cosas de la vida impedían de una forma u otra ese acercamiento, yo sabía "que él
siempre habría de estar ahí" y no me corría prisa por verlo, puesto que
estábamos en comunicación. De pronto, ayer vi una nota en Facebook en la que su hijo Fernando nos comunicaba su deceso y decía que lo velarían muy lejos de dónde yo estoy ahora. La amiga de una amiga de mi amiga dice que murió de un paro cardiaco, era diabético también. Ya no puedo encontrarme con él y eso me duele profundamente, ha partido en la barca
de Caronte y seguro está filmando cada escena del viaje como si fuese
documental. En su Facebook había puesto como frase de presentación: “Hasta
dentro de 40 años se podrá saber quien soy o quien fui”.
sábado, 1 de junio de 2019
Revista Conjetural números del 1 al 63.
Una revista argentina de psicoanálisis que ha hecho historia.
Texto del volante que anunciaba en 1983, Buenos Aires, la aparición de la revista Conjetural.
El horror al rigor dispara hacia el eclecticismo. El intento
de rehuirlo se refugia en el dogma. En el interior de esta vacilación ética que
es una certeza ideológica, se esconde el tímido. Pero no vaya a creerse que la
inhibición no camina: lo hace calzada en las precauciones con las que construye
lo que pretende evitar. El derecho de no elegir hace transpirar a los
psicoanalistas. Pero no hay signos de agotamiento; bajo la presidencia de un
psiquiatra, la filial local de la I.P.A. promete abrirse a los psicólogos, los
psicólogos prometen doctorarse, los médicos tiritan la Erlebnis psicótica en
mostraciones “lacanianas” y los profesores se frotan clínicamente en ateneos
hospitalarios. Agruparse calienta el ambiente. ¡¿Y qué cuesta un poco de buenas
maneras?! Adoptar esas investiduras es olvidar la violencia de un discurso que
abre el psicoanálisis a la crítica de sus propios fundamentos, es llenar la
cartografía de nuestro presente con efectos de soborno colectivo, es hacer del
futuro una escena definida por las coordenadas inconscientes de un yo. O un
destino, término con el cuatro palabritas sobre el goce hacen pasar la
incomodidad por sabiduría estoica. La institución busca apropiarse de los
resultados que produce, enmascarando en ellos su causa (hipnosis). Una revista
que se quiere de escuela no puede gobernar los efectos de su transmisión; puede
facilitar que en ellos se revele su causa, dejando que la apropiación se
produzca en cualquier parte. Esta conjetura anima a esta revista. Y esta
convicción se puede transmitir: por el estilo. Una revista de escuela es un
artificio del deseo para conjeturar un estilo. El estilo es el modo en que la
lengua gasta un cuerpo, las marcas que quedan en un discurso cuando el objeto
agujerea un lenguaje. La institución se mueve en el orden del hecho perfectum, y
contra lo que se supone, demuestra que la utopía –ilusión de anular el deseo-
siempre se realiza. Pero facta y futura no provienen del mismo verbo. El deseo
es causa de futuro y siempre se sitúa del lado infectum. Conjeturarlo no es
imaginar, es deducir con rigor el retorno de lo incierto, imperfeccionar la
compacta certeza presente.
Pueden descargarse los números en:
http://www.conjetural.com.ar/
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