Reproduzco por su importancia una carta que me envía un querido amigo mío y de la cual me ha mandado copia:
Amigos de la Gaceta y del Fondo de Cultura Económica,
Los distraigo porque como lector asiduo de la Gaceta que soy, veo con preocupación que a esta publicación se le haya dado un giro tan radical y tan inexplicable a partir del último número (marzo de 2010), lo que, a juzgar por las palabras del director, será definitivo. Mucho me pesa que así sea, pues estoy seguro de que ninguna publicación periódica de México ha realizado –como la Gaceta en los últimos años- una labor tan alentadora y tan estimulante de la lectura, de la inteligencia, de la cultura y de la literatura.
Debo señalar que es la primera Gaceta en mucho tiempo cuyos textos (visiblemente) no están hechos por escritores, suceso que no puede pasar desapercibido luego de que la Gaceta ha venido publicando textos y autores de gran importancia y vigencia internacional. Es un error pensar que no hay lectores capaces de advertir estos cambios. Tanto más por cuanto que la forma de llevarlos a cabo es desafiante.
La extensión de los textos que integran el último número aniquila la conversación que los lectores estábamos acostumbrados a sostener con la revista y el tono de los artículos es ofensivamente aleccionador (probablemente por la naturaleza de los mismos escritos, hechos para ser leídos en foros específicos). Quizá los propios autores pudieron hacer más por los lectores con sólo preparar los textos para su publicación en la Gaceta, omitiendo las presentaciones y los nombres de las instituciones y de las personas que hicieron posible la tan encomiada publicación del libro de Kant y que probablemente fueron necesarios durante los discursos, pero que son del todo accesorios en este caso, y aun tienden a causar en el lector la impresión de que el Fondo (a cuya vanidad habrán de dedicarse a partir de ahora las páginas de la publicación) precisa de autoelogios cuando a todos es patente que se trata de una institución acreditada simplemente por las páginas que publica, y no por ninguna otra razón.
La Gaceta había logrado el milagro de poner al alcance de cualquier mexicano capaz de entrar a una librería, y de manera gratuita, textos sumamente interesantes, bien escritos, sublimes muchos de ellos, inteligentes todos. En cambio este número (desde el mismo tema, que no es La crítica de la razón pura, sino la presentación de la nueva coedición, según entiendo) es tremendamente desalentador.
De por lo menos dos de los artículos ahí reunidos, puede decirse que las primeras frases (por sus desmedidas pretensiones o por su sola falta de claridad) son demoledoras no solamente de los mismos autores, sino (lo que es mucho peor) de las ganas de leer una revista, costumbre que la Gaceta venía desde hace tiempo arraigando entre nosotros, si no me engaño al pensar que no soy el único que lamenta el regreso de las exageraciones con pretensiones de verdad, de “los intelectuales más inteligentes” y de los famosos “núcleos de comprensión profunda” (p.29).
Sinceramente me parece una claudicación lamentable. Ni siquiera pienso que sea buen negocio (al menos no en esta ocasión), pero aunque por obra del azar (que también cuenta) llegara a serlo, ¿será necesario que esto ocurra a expensas del prestigio del Fondo? Es decir: ¿será negocio? Con decirles que ni para el lector es negocio...
Gracias por su atención, como lector lamento más que ustedes esta situación.
Los saludo afectuosamente,
Leonardo Tenorio
No hay comentarios:
Publicar un comentario