Ayer tuve oportunidad de captar en la TV una de las películas de Orson Wells de las que menos se habla y sin embargo de las más interesantes. Se trata de La Dama de Shangai (1946) que tuvo un éxito acotado pero que representó su regreso después a la industria después del exilio que le representó Citizen Kane ( ).
Además de proproporcionarnos una historia de film noir basada en una complicada trama de la novela de Sherwood King, la película es interesante por la obsesión de Wells en la técnica y en la exploración de nuevos campos visuales.
Aparece Acapulco y La Quebrada como parte de los escenarios naturales del filme, también San Francisco (me parece) y el Barrio Chino, incluídas memorables escenas de la Ópera china, inusuales en una película hollywodense de esos tiempos.
Las actuaciones de Wells, Rita Hayworth y todo el resto del elenco son memorables. Los diálogos son verdaderamente sorprendentes y uno quisiera memorizarlos todos.
La escena final del laberinto y los espejos es clásica y aún atractiva, aunque hoy se vea un poco añeja en comparación con los efectos especiales de hoy... pero ésta es la raíz de películas tan extraordianarias como China Town (1974), y diría hasta Dark City (1998).
Me gusta ver viejas películas en blanco y negro, es una de las cosas que más disfruto en la vida... lamento que el vómito del color haya invadido casi todo el cine, que la tercera dimensión esté de moda, y que difícilmente se produzcan historias con tanta poesía y arte.
Además de proproporcionarnos una historia de film noir basada en una complicada trama de la novela de Sherwood King, la película es interesante por la obsesión de Wells en la técnica y en la exploración de nuevos campos visuales.
Aparece Acapulco y La Quebrada como parte de los escenarios naturales del filme, también San Francisco (me parece) y el Barrio Chino, incluídas memorables escenas de la Ópera china, inusuales en una película hollywodense de esos tiempos.
Las actuaciones de Wells, Rita Hayworth y todo el resto del elenco son memorables. Los diálogos son verdaderamente sorprendentes y uno quisiera memorizarlos todos.
La escena final del laberinto y los espejos es clásica y aún atractiva, aunque hoy se vea un poco añeja en comparación con los efectos especiales de hoy... pero ésta es la raíz de películas tan extraordianarias como China Town (1974), y diría hasta Dark City (1998).
Me gusta ver viejas películas en blanco y negro, es una de las cosas que más disfruto en la vida... lamento que el vómito del color haya invadido casi todo el cine, que la tercera dimensión esté de moda, y que difícilmente se produzcan historias con tanta poesía y arte.
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