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viernes, 11 de enero de 2013

Wilhelm Reich (1897 - 1957). Espantosas últimas palabras.



Me parece que están por exhibir pronto, Der fall Wilhelm Reich (2012), protagonizada por el extraordinario Klaus María Brandauer, que relata la historia de uno de los personajes más brillantes y trágicos de la historia del psicoanálisis, quien fue miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y alumno de Freud en los primeros tiempos. Hombre de afilada inteligencia, siempre combinó sus inquietudes clínicas con sus análisis sociales de orientación marxista y sus deseos de transformación social y que llegó víctima de los ataques de la revista norteamericana The New Republic, a recibir el infame nombre de: The man who boxed sex.
Poco después de la convulsa historia de la Europa después de la I Guerra (la Gran Guerra), compartió su vida en tiempo con Rosa de Luxemburgo, Simone Weil, Hermann Hesse y en cierto sentido, se yergue junto a estos personajes heroicos, santos ya casi desaparecidos en la memoria, olvidados entre el polvo  y la niebla de la historia que subsistieron a la máquina, antes del siglo XXI, la información resumida, la vida vicaria a través de la Red y el imperio de lo efímero.
Fue miembro también del Partido Comunista Alemán e intentó conjuntar estos dos saberes - psicoanálisis y marxismo - a un punto de fusión, mediante la promoción de clubes de jóvenes que acrecentaran su conciencia política y sexual para liberarse las cadenas de la opresión capitalista. Su movimiento Sex-Pol fue seguido por otros como Otto Rank y sobre la marcha de los acontecimientos fue expulsado por los comunistas por trouble maker, busca pleitos que no llevaría a la Revolución Mundial y la conciencia de clase.
Sus libros, que ahora no tengo presentes todos, fueron un estímulo para mi generación y las generaciones anteriores, pensaba que no sólo un instrumento sino el camino para la revolución, sería la liberación sexual de los jóvenes proletarios que una vez que pudiesen ejercer libremente su sexualidad podrían proceder a otros fines históricos que ya estaban predeterminados por la ciencia marxista. Es el autor de textos como Psicología de masas del fascismo (Massenpsychologie des Faschismus, 1933), Materialismo dialéctico y psicoanálisis (Dialektischer Materialismus und Psychoanalyse, 1934), Was ist Klassenbewusstsein?(1934), escrito bajo el seudónimo de Ernst Parrel, La revolución sexual (Die Sexualität im Kulturkampf, 1936), todos bajo el mismo sello de innovación teórica y lucha libertaria.
Después se alejó de Freud en 1934 y del marxismo, para intentar medir con su formación biológico médica, la fuerza libidinal que la traspuso a los “orgones”. El grado de salud de una persona podría ser determinado por su grado de producción de orgones e incluso enganchó a Einstein a repetir un experimento en casa, dónde habría acumulado dicha fuerza cósmica, que le hizo al físico advertirle contra su entusiasmo, sin comprender que no hay nada que pueda convencer a quien tiene una fe ciega en sus sueños.
Fue a los EUA dónde siguió con sus experimentos, tratando de curar enfermedades de la piel, cáncer, gripas y otras diversas afecciones con los “acumuladores de orgones” que operaban en cámaras que aislaban al paciente y lo regaban por delante y detrás de esa misteriosa fuerza cósmica hasta que se curase. A pesar de que la sugestión cura en ocasiones, en otras precisamente es lo que impide el auxilio médico adecuado y produce la muerte. El resultado fue trágico, cómo puede preverse… finalmente fue demandado por fraude, y encarcelado hasta su muerte, diagnosticado como un loco sin freno que sufría de delirios esquizofrénicos. La persecución de la que fue víctima, no sólo se debió  a sus creencias pseudocientíficas, pues la práctica chamánica es tolerada en muchos lugares en los EUA, sino que se le cercó también por su posición política y sus libros anticapitalistas destinados a despertar al pequeño hombre común.
Les presento las últimas palabras poco antes de que fuese arrestado… tristes, melancólicas, de un hombre bello y valiente, sumido fatalmente en el error.

1 comentario:

Vicent Llémena i Jambet dijo...

Cuando un hombre quiere exportar su realidad produce destrucción y locura a su paso y obra, lo triste pero también lo alegre y prometedor es que ha de haber de todo, ha de haber de todo tipo de realidades y el mundo ha de ser el lugar amable donde todas quepan ¿cómo? necesitamos de una consciencia nueva, de un cambio en la tolerancia, en la comprensión que no en la realización definitiva del acto sexual, de la muerte consiguiente o de la vida consiguiente, pues hemos de tendernos un puente, aquí, material y espiritualmente.

Un abrazo de un antiguo comunista, amante de la familia y de su padre, y de su novia, que ya perdió aquel nudo y lo ha retomado en la esperanza nuevamente, como una vuelta cíclica de la vida y de la muerte, de su historia y de la Historia.

Desde España con aprecio por sus escritos

Vicent Adsuara i Rollan

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