"Las leyes son como las telerañas que cogen a las pobres moscas y dejan pasar avispas y abejorros."
Jonathan Swift.
No cabe duda que la hipocresía moral, y la mojigatería han llegado en Guanajuato (bastión del partido gobernate: PAN y tierra del imbécil ex presidente Vicente Fox) a extremos verdaderamente surrealistas y en verdad absurdos.
El alcalde de esa ciudad, Eduardo Romero Hicks con el apoyo del cabildo local promulgó un Bando de Policía y Buen Gobierno en el que prohibe los tocamientos sexuales y "los besos olímpicos", así como a los que pidan limosna, practiquen el ambulantaje, hagan manifestaciones, profieran groserías, no usen los puentes peatonales, y a los indigentes limpiaparabrisas y los promotores turísticos.
Ante lo absurdo de su iniciativa, el mismo PAN amenazó con expulsarlo del partido, pues una normativa de este estilo no sería sino francamente inaplicable y daría un pretexto más a los abusos de una autoridad policíaca de por sí cuestionable en su calidad moral.
La inciativa apoyada por la mayoría panista, sigue los patrones del poder político mexicano en que la palabra del jefe es la ley y hay que apoyarla. Equivale a la prohibición también de la pobreza... y su condena a la cárcel. Lo que resolvería, por cierto, el problema de buscar alimento de esos pobres que viven en la calle y aquellos que se ganan la vida en la explanada de las avenidas. Pero: ¿Puede prohibirse la pobreza? ¿Ser pobre es un delito? ¿No sería mejor resolver el problema?
Causa por demás gracia que, por otro lado, se quiera castigar el uso libre del lenguaje desde quién sabe que criterios absurdos... porque: ¿Quién puede ser quien juzgue qué es "lenguaje obsceno"?
Todas estas medidas me recuerdan aquel pequeño cuentito de Swift que escribío cuando subío al trono Jorge I y que se llama: "Modesta proposición para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o para el país" (1729) en dónde lo que proponía es engordarlos para en un momento dado venderlos como alimento y así acabar con la mendicidad, la pobreza y el hambre. Por supuesto, ésta sugerencia era producto del humor negro y no producto de una mente delirante, autoritaria y conservadora como la del alcalde de Guanajuato, que ahora ha tratado de "recular" (¿Será ésta una de las palabras prohibidas en las calles de Guanajuato?) y desde el "callejón del Beso" de esa ciudad ha dicho que los besos no están prohibidos.
Sin embargo, a la medianoche del jueves, el funcionario había enviado un boletín de prensa donde informó que “solicitará al honorable ayuntamiento se turne (el bando) a la Comisión de Asuntos Legislativos del cuerpo edilicio para que sea revisado y enriquecido con las propuestas ciudadanas”.
Incluso, en entrevista con una estación de radio de la ciudad de México, Romero Hicks anunció que la disposición no entrará en vigor y propondría al cabildo regresar a revisión la reglamentación aprobada que contempla multas hasta de mil 500 pesos o arresto por 36 horas a quienes no acaten las disposiciones del bando.
El regidor priísta Jorge Luis Hernández afirmó que la disposición no puede regresar a comisiones porque ya fue avalada por la mayoría panista en el cabildo. El camino a seguir, dijo, es no publicarla y trabajar en una contrarreforma (La Jornada 17/01/2009).
Jonathan Swift.
No cabe duda que la hipocresía moral, y la mojigatería han llegado en Guanajuato (bastión del partido gobernate: PAN y tierra del imbécil ex presidente Vicente Fox) a extremos verdaderamente surrealistas y en verdad absurdos.
El alcalde de esa ciudad, Eduardo Romero Hicks con el apoyo del cabildo local promulgó un Bando de Policía y Buen Gobierno en el que prohibe los tocamientos sexuales y "los besos olímpicos", así como a los que pidan limosna, practiquen el ambulantaje, hagan manifestaciones, profieran groserías, no usen los puentes peatonales, y a los indigentes limpiaparabrisas y los promotores turísticos.
Ante lo absurdo de su iniciativa, el mismo PAN amenazó con expulsarlo del partido, pues una normativa de este estilo no sería sino francamente inaplicable y daría un pretexto más a los abusos de una autoridad policíaca de por sí cuestionable en su calidad moral.
La inciativa apoyada por la mayoría panista, sigue los patrones del poder político mexicano en que la palabra del jefe es la ley y hay que apoyarla. Equivale a la prohibición también de la pobreza... y su condena a la cárcel. Lo que resolvería, por cierto, el problema de buscar alimento de esos pobres que viven en la calle y aquellos que se ganan la vida en la explanada de las avenidas. Pero: ¿Puede prohibirse la pobreza? ¿Ser pobre es un delito? ¿No sería mejor resolver el problema?
Causa por demás gracia que, por otro lado, se quiera castigar el uso libre del lenguaje desde quién sabe que criterios absurdos... porque: ¿Quién puede ser quien juzgue qué es "lenguaje obsceno"?
Todas estas medidas me recuerdan aquel pequeño cuentito de Swift que escribío cuando subío al trono Jorge I y que se llama: "Modesta proposición para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o para el país" (1729) en dónde lo que proponía es engordarlos para en un momento dado venderlos como alimento y así acabar con la mendicidad, la pobreza y el hambre. Por supuesto, ésta sugerencia era producto del humor negro y no producto de una mente delirante, autoritaria y conservadora como la del alcalde de Guanajuato, que ahora ha tratado de "recular" (¿Será ésta una de las palabras prohibidas en las calles de Guanajuato?) y desde el "callejón del Beso" de esa ciudad ha dicho que los besos no están prohibidos.
Sin embargo, a la medianoche del jueves, el funcionario había enviado un boletín de prensa donde informó que “solicitará al honorable ayuntamiento se turne (el bando) a la Comisión de Asuntos Legislativos del cuerpo edilicio para que sea revisado y enriquecido con las propuestas ciudadanas”.
Incluso, en entrevista con una estación de radio de la ciudad de México, Romero Hicks anunció que la disposición no entrará en vigor y propondría al cabildo regresar a revisión la reglamentación aprobada que contempla multas hasta de mil 500 pesos o arresto por 36 horas a quienes no acaten las disposiciones del bando.
El regidor priísta Jorge Luis Hernández afirmó que la disposición no puede regresar a comisiones porque ya fue avalada por la mayoría panista en el cabildo. El camino a seguir, dijo, es no publicarla y trabajar en una contrarreforma (La Jornada 17/01/2009).
En cualquier caso, todo este asunto descabellado revela la ociosidad y nulo tacto político de este gobernante que intenta defender lo que considera "las buenas costumbres" y el "orden social" a fuerza de represión y macanazos. La prohibición de manifestaciones es también un sesgo grave de la ley que intenta a fuerza del autoritarismo doblegar la libre expresión y el derecho ciudadano a la protesta.
Nada justifica esta clase de tonterías y sorprende que un conjunto de personas en el cabildo apoye estas medidas puestas a su aprobación por encargo, revela el primitivismo social en el que todavía estamos hundidos algunos en México.
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