A los amantes de la música clásica les será muy familiar este nombre: Glenn Gould. Este hombre, nombre inolvidable, era un pianista canadiense que desde muy pequeño estudió su instrumento y se volvió un amante obsesivo de la música clásica.
Se ocupó especialmente de la música de Bach y dio lugar a una de las más perfectas interpretaciones de las Variaciones Goldberg, única obra que decidió grabar en dos ocasiones. Su manera de interpretar el piano le hizo polémico ante los críticos y puristas, porque era bastante amanerado en sus abordajes al instrumento (se balanceaba y movía acompasadamente) y canturreba o susurraba, tarareaba algo mientras tocaba, lo que hacía a los ingenieros de sonido, difícil su tarea de filtrar o borrar su voz para que no apareciera en la grabación final.
Su gusto musical era también muy particular, porque rechazaba la música romántica en general (Liszt, Schumann, Chopin), llegando a abominar algunas piezas musicales, incluso de un compositor tan inobjetable como Mozart a quien acusaba de cierta teatralidad y superficialidad (Decía en broma, que había muerto demasiado tarde y no demasiado pronto).
La leyenda cuenta que aprendió a leer primero música que palabras. Su abuelo resultaba ser primo del compositor noruego Grieg y precisamente por razones políticas y debido al antijudaísmo imperante, cambiaron después su apellido hacia uno que asemejaba un apellido judío. En broma decía el músico: Cuando me preguntan si soy judío, les digo que he sido judío durante la guerra (2ª guerra mundial).
Su primera maestra de música fue su madre y después asistió al Real Conservatorio Música de Toronto dónde estudió piano con Alberto Guerrero, órgano con Frederick C. Silvestre y Teoría de la música con Leo Smith. Gould aprobó el examen final en el Conservatorio de piano a la edad de doce (logro altísimo para cualquier candidato).
Su padre, aficionado a la carpintería, le recortó una silla del mobiliario de casa para que de niño pudiera acceder al piano. Curiosamente, esa misma silla destartalada y vieja, le acompañó de manera loca en todos sus ensayos y presentaciones a lo largo de la vida. Algunos vieron en esta particularidad un signo de autismo o de esquizofrenia.
Para Gould era importante tocar sobre esta silla y se hizo totalmente dependiente de ella. Conocía todos sus parámetros técnicos: Gracias a los 8 cm que su padre le había cortado, podía tocar a la altura que supuestamente más le convenía. Gracias a la silla mantenía una relación muy particular con su instrumento, podía sentarse bien cerca del piano, los ojos a la altura de las teclas. Gracias a ello obtenía una sonoridad característica. Lo cierto es que muy temprano tuvo una lesión en la espalda que le obligaba a usar un respaldo duro, y que le afectó toda su vida, obligándolo a usar medicamentos y analgésicos fuertes. Está bien documentada su experiencia con el psicoanálisis que, sin embargo, no le alejó de especulaciones metafísicas, numerología, y otras creencias mágicas que sorprendentemente le hicieron predecir con exactitud precisa el día de su muerte, acaecido por un paro al corazón.
En un momento dado, se apegó también a un piano de los exclusivos Steinway, que exigía que se trasladase a dónde él tuviese que hacer una presentación, grabación o concierto, incluso salvando las particularidades físicas de los recintos, tirando o agrandando puertas. El piano en una de esas mudanzas se dañó, no pudiendo ser reparado a conveniencia del exigente músico. Su excentricidad era notable, se llegaba a presentar en todas partes dónde iba (como Ezra Pound[1]) con un abrigo, bufanda y gorro, no importando el calor que hiciese, los últimos años evitaba el contacto físico, especialmente a través de sus manos, con la finalidad de preservar sus habilidades. Una vez en Florida fue recogido por la policía de un parque, confundido con un vagabundo por su atuendo tan particular.
Cómo decía antes, hay quien se atrevió a catalogar a Gould como un autista con Síndrome de Aspergeer. El Dr. Timothy Maloney, director de la División de Música de la Biblioteca Nacional de Canadá, escribió acerca de la posibilidad de que tuviese este tipo de funcionamiento autístico. Uno de sus biógrafos, Peter Ostwald sugirió que quizá esa forma de mecerse y tararear, su gusto por la soledad y el aislamiento, su dificultad por la interacción social, estuviesen relacionados con esta posibilidad. Frente a este tipo de diagnósticos postmortem, es necesario alejar toda duda, son especulaciones incomprobables que hacen ciencia fantasiosa sobre hechos pasados.
Gould, criticaba y no comprendía a los pianistas que se encontraban con su taburete sólo momentos antes del concierto. Así grabó música y dio conciertos hasta que decidió a los 31 años abandonar su carrera como intérprete de conciertos (fastidiado por el contacto con el público que quizá le obligaba a contenerse) para dedicarse al trabajo en estudio, la televisión y la realización de películas documentales o experimentos en la radio.
También fue compositor, investigador, experimentador de tecnologías de sonido, radio difusor, y en simple: genio musical. Algunos amigos detestan precisamente sus canturreos pues rompen con la armonía musical y la melodía, distrayendo al escucha, los ingenieros de sonido sufrían a veces bastante para quitar esos murmullos. Indudablemente su estilo influyó sobre la interpretación y la música de nuestro contemporáneo pianista de ECM: Keith Jarrett.
Gould desarrolló una técnica formidable que consistía en jalar las teclas más que golpearlas. Puso un cuidado intenso en interpretar en tempos rápidos las notas, conservando una separación y claridad extremas entre ellas. La enseñanza con su maestro Guerrero, desplegaba más que innumerables horas de práctica frente al instrumento, un ejercicio intelectual de interiorización de la obra, quizá precisamente a eso se debía el canturreo que después le acompañó toda su vida.
Son conocidas también sus interpretaciones de Ravel, Beethoven y Liszt, aunque las versiones de Das wohltemperierte Klavier (El clave bien temperado: el teclado afinado), las partitas y el concierto francés o el italiano de Bach, le hacen un músico extraordinario. Grabó también aproximadamente la mitad de El arte de la Fuga para delicia de los melómanos.
El fin de semana, fui a comprar un disco para un amigo que cumplía años y encontré un disco doble: Las interpretaciones inolvidables de Glenn Gould (título de risa, pero a muy buen precio). Cómo a mí me gusta más la música clásica que a él, decidí regalármelo a mí… saludos a todos… vuelvo a escribir en el BLOG, tras de un silencio de algunas semanas: fin de semestre universitario, calificaciones, cierre de cursos… ¡Aaaghhh! ¿Hay alguien interesado en comprarme boletos para el sorteo UV? Tengo solamente diez para vender: 200 pesos.
La nave Voyager 1, que despegó de nuestro planeta el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de vida extraterrestre, lleva − entre otras muestras representativas de actividad humana − una grabación del preludio y fuga número 1, del Clave bien temperado de Johann Sebastian Bach, interpretada por Glenn Gould.
Se ocupó especialmente de la música de Bach y dio lugar a una de las más perfectas interpretaciones de las Variaciones Goldberg, única obra que decidió grabar en dos ocasiones. Su manera de interpretar el piano le hizo polémico ante los críticos y puristas, porque era bastante amanerado en sus abordajes al instrumento (se balanceaba y movía acompasadamente) y canturreba o susurraba, tarareaba algo mientras tocaba, lo que hacía a los ingenieros de sonido, difícil su tarea de filtrar o borrar su voz para que no apareciera en la grabación final.
Su gusto musical era también muy particular, porque rechazaba la música romántica en general (Liszt, Schumann, Chopin), llegando a abominar algunas piezas musicales, incluso de un compositor tan inobjetable como Mozart a quien acusaba de cierta teatralidad y superficialidad (Decía en broma, que había muerto demasiado tarde y no demasiado pronto).
La leyenda cuenta que aprendió a leer primero música que palabras. Su abuelo resultaba ser primo del compositor noruego Grieg y precisamente por razones políticas y debido al antijudaísmo imperante, cambiaron después su apellido hacia uno que asemejaba un apellido judío. En broma decía el músico: Cuando me preguntan si soy judío, les digo que he sido judío durante la guerra (2ª guerra mundial).
Su primera maestra de música fue su madre y después asistió al Real Conservatorio Música de Toronto dónde estudió piano con Alberto Guerrero, órgano con Frederick C. Silvestre y Teoría de la música con Leo Smith. Gould aprobó el examen final en el Conservatorio de piano a la edad de doce (logro altísimo para cualquier candidato).
Su padre, aficionado a la carpintería, le recortó una silla del mobiliario de casa para que de niño pudiera acceder al piano. Curiosamente, esa misma silla destartalada y vieja, le acompañó de manera loca en todos sus ensayos y presentaciones a lo largo de la vida. Algunos vieron en esta particularidad un signo de autismo o de esquizofrenia.
Para Gould era importante tocar sobre esta silla y se hizo totalmente dependiente de ella. Conocía todos sus parámetros técnicos: Gracias a los 8 cm que su padre le había cortado, podía tocar a la altura que supuestamente más le convenía. Gracias a la silla mantenía una relación muy particular con su instrumento, podía sentarse bien cerca del piano, los ojos a la altura de las teclas. Gracias a ello obtenía una sonoridad característica. Lo cierto es que muy temprano tuvo una lesión en la espalda que le obligaba a usar un respaldo duro, y que le afectó toda su vida, obligándolo a usar medicamentos y analgésicos fuertes. Está bien documentada su experiencia con el psicoanálisis que, sin embargo, no le alejó de especulaciones metafísicas, numerología, y otras creencias mágicas que sorprendentemente le hicieron predecir con exactitud precisa el día de su muerte, acaecido por un paro al corazón.
En un momento dado, se apegó también a un piano de los exclusivos Steinway, que exigía que se trasladase a dónde él tuviese que hacer una presentación, grabación o concierto, incluso salvando las particularidades físicas de los recintos, tirando o agrandando puertas. El piano en una de esas mudanzas se dañó, no pudiendo ser reparado a conveniencia del exigente músico. Su excentricidad era notable, se llegaba a presentar en todas partes dónde iba (como Ezra Pound[1]) con un abrigo, bufanda y gorro, no importando el calor que hiciese, los últimos años evitaba el contacto físico, especialmente a través de sus manos, con la finalidad de preservar sus habilidades. Una vez en Florida fue recogido por la policía de un parque, confundido con un vagabundo por su atuendo tan particular.
Cómo decía antes, hay quien se atrevió a catalogar a Gould como un autista con Síndrome de Aspergeer. El Dr. Timothy Maloney, director de la División de Música de la Biblioteca Nacional de Canadá, escribió acerca de la posibilidad de que tuviese este tipo de funcionamiento autístico. Uno de sus biógrafos, Peter Ostwald sugirió que quizá esa forma de mecerse y tararear, su gusto por la soledad y el aislamiento, su dificultad por la interacción social, estuviesen relacionados con esta posibilidad. Frente a este tipo de diagnósticos postmortem, es necesario alejar toda duda, son especulaciones incomprobables que hacen ciencia fantasiosa sobre hechos pasados.
Gould, criticaba y no comprendía a los pianistas que se encontraban con su taburete sólo momentos antes del concierto. Así grabó música y dio conciertos hasta que decidió a los 31 años abandonar su carrera como intérprete de conciertos (fastidiado por el contacto con el público que quizá le obligaba a contenerse) para dedicarse al trabajo en estudio, la televisión y la realización de películas documentales o experimentos en la radio.
También fue compositor, investigador, experimentador de tecnologías de sonido, radio difusor, y en simple: genio musical. Algunos amigos detestan precisamente sus canturreos pues rompen con la armonía musical y la melodía, distrayendo al escucha, los ingenieros de sonido sufrían a veces bastante para quitar esos murmullos. Indudablemente su estilo influyó sobre la interpretación y la música de nuestro contemporáneo pianista de ECM: Keith Jarrett.
Gould desarrolló una técnica formidable que consistía en jalar las teclas más que golpearlas. Puso un cuidado intenso en interpretar en tempos rápidos las notas, conservando una separación y claridad extremas entre ellas. La enseñanza con su maestro Guerrero, desplegaba más que innumerables horas de práctica frente al instrumento, un ejercicio intelectual de interiorización de la obra, quizá precisamente a eso se debía el canturreo que después le acompañó toda su vida.
Son conocidas también sus interpretaciones de Ravel, Beethoven y Liszt, aunque las versiones de Das wohltemperierte Klavier (El clave bien temperado: el teclado afinado), las partitas y el concierto francés o el italiano de Bach, le hacen un músico extraordinario. Grabó también aproximadamente la mitad de El arte de la Fuga para delicia de los melómanos.
El fin de semana, fui a comprar un disco para un amigo que cumplía años y encontré un disco doble: Las interpretaciones inolvidables de Glenn Gould (título de risa, pero a muy buen precio). Cómo a mí me gusta más la música clásica que a él, decidí regalármelo a mí… saludos a todos… vuelvo a escribir en el BLOG, tras de un silencio de algunas semanas: fin de semestre universitario, calificaciones, cierre de cursos… ¡Aaaghhh! ¿Hay alguien interesado en comprarme boletos para el sorteo UV? Tengo solamente diez para vender: 200 pesos.
La nave Voyager 1, que despegó de nuestro planeta el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de vida extraterrestre, lleva − entre otras muestras representativas de actividad humana − una grabación del preludio y fuga número 1, del Clave bien temperado de Johann Sebastian Bach, interpretada por Glenn Gould.
Además de consultar la Wikipedia, si quieren más información, vayan a:
La Fundación Glenn Gould
El Archivo de Glenn Gould en la Biblioteca Nacional de Canadá
Sarabande - El proyecto de Glenn Gould
[1] En su internado como loco en el Hospital del St. Elizabeth: Yo siempre tengo frío.
1 comentario:
¿Ya vio "32 short films about Glenn Gould"?
...Jiji, yo siempre he pensado que Gould tenía razón en abominar a Mozart, es tan odioso a veces...
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